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lunes, 18 de febrero de 2019

¿Celibato opcional? Nanai ..del Vaticano

Redes Cristianas
Pepe Mallo
Celibato
Estupefacción, sorpresa, desconcierto
“Roma locuta, causa soluta”, que traducido al román paladino suena así: “Habló Blas, punto redondo.” Estupefacción se llama a la reacción de muchos ante las declaraciones del papa Francisco sobre el celibato opcional. Bueno, podríamos cambiar estupefacción por sorpresa o desconcierto.
A su regreso de Panamá, en el avión, descartó definitivamente cualquier posibilidad de que vaya a cambiar la norma celibataria de la Iglesia. Me da la impresión que, al hacer estas revelaciones, Francisco “estaba en las nubes”. En sus expresiones se ha mostrado tajante, contundente y lapidario. Pero, ¿irrevocable?

Varios han sido los artículos que se han encadenado en diversos medios sobre estas manifestaciones. Yo también deseo aportar mi granito de trigo al abundante granero. Pienso que, más que en las propias palabras en sí, debemos fijarnos en las actitudes subjetivas que encierran estas declaraciones.
Como los tres papas anteriores
El propósito inmediato que se aprecia en estas manifestaciones es la decisión de sumarse a la posición de sus antecesores, al citar las palabras de Pablo VI: “Prefiero dar la vida antes de cambiar la ley del celibato.” Ya en el Vaticano II se debatió duramente el tema del celibato sacerdotal; y desde entonces se ha considerado uno de los principales problemas de la Iglesia. Los tres papas anteriores a Bergoglio han considerado la cuestión y han reconocido que se trata de una discutible norma eclesial, pero no han querido enfrentarse, ni siquiera promoviendo un diálogo serio, y han zanjado la cuestión de forma tajante. Y ahora Francisco se despacha confundiéndonos con su intransigencia.
No es una cuestión teológica
Afirma como argumento primordial que “se trata de una cuestión teológica”. Pues no, papa Francisco. No es una cuestión teológica. Los teólogos no tienen nada que discutir cuando está bien claro que “Jesús mismo no puso esa condición previa en la elección de los doce. Como tampoco los apóstoles para los que ponían al frente de las primeras comunidades cristianas (1Tim. 3,2-5; Tit. 1, 5-6)” (Pablo VI. Sacerdotalis Caelibatus, 5). Juan Pablo II había dicho: “Yo sé que los curas se van a casar, pero no ocurrirá en mi pontificado” y los demás papas lo corroboran, también Francisco. Parece que el problema no es la cuestión del celibato opcional en sí mismo, que no tiene vuelta y se hará efectivo antes o después. El dilema es “quien le pone el cascabel al gato”. No, papa Francisco, no es una cuestión teológica, sino un problema profundamente humano. Lo demuestran los cientos de sacerdotes obligados a abandonar su ministerio por este motivo y que han sido marginados y ninguneados por papas y obispos. Lo corroboran la cantidad de repugnantes casos de pederastia que se han destapado últimamente. Lo confirma el hecho de que no pocos clérigos viven una doble vida, mujeres ignoradas, hijos secretos y estigmatizados. El celibato no será (presuntamente) razón directa de estos abusos, pero sí que favorece y fomenta la represión sexual, causa evidente de estas atrocidades.
¿Miedo, presiones, pusilanimidad?
“Yo no estoy de acuerdo con permitir el celibato opcional. Yo no lo haré. Esto queda claro.” Francisco se guarda las espaldas. Intenta curarse en salud. En estos años, había abierto interesantes perspectivas en declaraciones anteriores. Con estas palabras ha defraudado a no pocos y frustra muchas expectativas reales, también en algunos obispos y cardenales. ¿Miedo, presiones, pusilanimidad? Sincerándose, Bergoglio reconoce que se trata de una “opinión personal”. Pues no, papa Francisco. No hay que verlo como una cuestión personal, sino como un asunto eclesial, un problema estructural que está enquistado en la Iglesia desde hace siglos. Un problema que abarca a todo el Pueblo de Dios. Como Obispo de Roma, nadie te niega una opinión personal, como también la han manifestado otros miembros de la jerarquía, obispos y cardenales, incluso diversa a la tuya. Pero como Papa, es decir como “animador de la Iglesia”, no puedes pensar solo en ti mismo interesadamente. Te debes a la Iglesia y debes analizar la necesidad o conveniencia de abolir una ley considerada antinatural y anacrónica, y poner los medios necesarios, como has hecho con otras cuestiones, acudiendo a la sinodalidad, iniciativa que tú mismo has inculcado. Mantener tal norma supondrá potenciar el poder clerical, el clericalismo que tú mismo has condenado en tantas ocasiones.
Extraña sobremanera la apelación al juicio de Dios:
“No me siento para ponerme frente a Dios con esta decisión.” ¿Cómo interpretar esta confesión? ¿Es posible que Francisco se vea sumido en una angustia existencial por miedo al reproche de Dios? ¿Arrastraría durante el resto de sus días tal angustiosa culpa? ¿No ha encomiado Francisco tantas veces la magnánima misericordia del Padre? ¿Cómo va a sentirse ofendido Dios que se convenció a sí mismo de que “no es bueno que el hombre esté solo” y le regaló “una compañera” con quien compartir su vida? Sería absurdo. Yo pienso que se trata del hábil recurso al victimismo. El victimismo es una de las tácticas más sutiles para manipular a los otros.
“Personalmente, pienso que el celibato es un don para la Iglesia”

Ahí coincidimos todos. Ciertamente, el celibato voluntario es un don de Dios; pero el celibato impuesto es un don-de la Iglesia, inhibe las mentes y coarta la libertad de las personas. Dice el adagio que “las palabras, como las armas, las carga el diablo”. Dios no lo quiera. Esperamos confiadamente, papa Francisco, que con valentía y decisión, sin miedos ni suspicacias, como has demostrado al enfrentarte a la reforma de la Curia, a la denuncia de la pederastia, a la lucha contra la corrupción del Banco Vaticano y otras cuestiones, podrás comprobar que es solo una opinión tuya, no un cerrojazo. Dices que “es algo que hay que estudiar, pensar y rezar”. Sí. También, moverse y actuar.

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