En el día del martirio de la virgen y mártir Inés.
La calle Norte, en La Atunara, da a la mar mediterránea, a levante, a la playa donde atracan los barcos y botes de los pescadores. En la esquina Este de la calle, el bar de Diego, que abre a las tres de la madrugada para el café, la copa, el sol y sombra de los pescadores que van a salir a navegar, tras ser despertados por el señor Salvador el paralelo. Tres golpes fuertes en cada puerta.
La calle Norte, en la Atunara, tiene seis casapuertas. Una habitación de cuatro por nueve metros, con una cortina que separa las camas de dormir, del comedor, cocina, sala de estar, cómoda con fotos y la imagen de la Virgen del Carmen. No hay aseo, ni retrete, ni agua corriente. Un cubo tras la cortina sirve de retrete que se tira al alcantarillado público en un espacio medio tapiado. La puerta de cada casa solo se cierra de noche y cuando ninguno de los que viven en ella está en el pueblo. Se entra, se sale, se habla, se vive siempre en espacio abierto.
En el 4 de la calle Norte, vive Inés, la señora Inés. Viuda de pescador, de quien parió once hijos. Diez varones, una hembra. Ahora todos casados, con hijos, nietos de la señora Inés, que algunos ya tienen hijos, bisnietos de la señora Inés. De momento alrededor de sesenta almas llevan su sangre bien agradecida. Leer artículo completo »
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