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martes, 4 de diciembre de 2018

SAPIENS. DE ANIMALES A DIOSES


col haya
    
Confieso que todavía no he terminado de leer este libro de Y. N. Harari, pero necesito escribir para aclarar mis ideas y dialogar sobre el tema.
Planteamiento
Se trata de una “Breve historia de la Humanidad” pero, como es frecuente en estas grandes síntesis, resulta una interpretación sesgada de esta historia; ciertamente muy sugerente, porque combina estadísticas y ejemplos de la vida diaria, que no sólo no aburren sino que devuelven vida a una narración que ha captado a más de seis millones de lectores...
La tesis nos llega disuelta en la selección y explicación de los acontecimientos narrados. Los cazadores-recolectores se extendieron por territorios habitados por especies más grandes y potentes que ellos; para defenderse tuvieron que agruparse y colaborar, basados en la confianza mutua porque se conocían en el día a día. A medida que se fue desarrollando “la revolución cognitiva”, y que crecieron estos grupos, esta confianza se fue debilitando, porque los miembros ya no se conocían entre sí. Entonces el homo sapiens tuvo que inventar unos mitos que unificaran, y motivaran a colaborar, a todos los miembros para defenderse de otras tribus (o para disputarles su territorio).
Estos mitos versaban sobre dioses, leyes, religión (hoy diríamos patria, cultura, derechos humanos, nacionalismos, clase social; y serían mitos en el sentido débil de ficciones, no en el sentido de relatos sobre verdades que no pueden expresarse conceptualmente).
Para mostrar que esos mitos eran, y son, meras ficciones, el autor muestra cómo han variado en cada tiempo, y lo visualiza comparando el Código de Hammurabi con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El primero se basa en la desigualdad de los hombres -superiores, plebeyos, y esclavos- mientras que el segundo se basa en su igualdad, pero “ambos están equivocados”. En consecuencia, igualdad y desigualdad serían igualmente ficciones, útiles para lograr la cooperación de grandes grupos humanos según las circunstancias.
El autor no menciona la posibilidad de que, de modo semejante al lenguaje y la inteligencia, la conciencia ética se ha ido desarrollando progresivamente. Hammurabi vislumbró una cierta igualdad en el derecho de todos a recibir una indemnización por los perjuicios sufridos aunque, por sus circunstancias e intereses, mantuvo una diferencia en estas indemnizaciones. Pasados los siglos, la humanidad ha ido extendiendo esta igualdad (hasta cierto punto) a todos sin distinción; aunque todavía está por aceptar que esta igualdad sea efectiva e intercontinental.
Para mayor plasticidad del relato, el autor desarrolla un caso concreto actual de ficción útil, el caso Peugeot. Antiguamente el comerciante que iniciaba un negocio corría el riesgo de que, si fracasaba, tenía que responder con su propio patrimonio e incluso someterse a esclavitud junto con toda su familia; esto disuadía a muchos emprendedores y, para evitarlo, la sociedad inventó la figura ficticia de una sociedad comercial que sería la responsable, liberando así al emprendedor de responder con su vida o con su patrimonio personal.
Comentario
Por lo que entiendo, para el autor, toda la ética se reduciría a una ficción sin “validez objetiva”, un engaño, “un orden imaginado”, impuesto mediante la educación, útil para facilitar la cooperación de grandes grupos humanos y, si es necesario, contra otros grupos humanos. Así mismo reconoce que, para que este sistema de mitos funcione, tiene que ser verdaderamente creído por la mayoría de la población (¿nuevos plebeyos y esclavos? Esta interpretación, sin más pruebas o discusión, sería la realidad surgida en el proceso histórico.    
El autor no contempla la posibilidad de que esos mitos sobre patria, dioses, deberes éticos, o derechos humanos, tengan un fundamento real, aunque la historieta sea imaginada. Discutamos en qué consiste ese fundamento, pero no creo que pueda descartarse un fundamento real. La realidad no se comprueba solamente por  experimentos o sucesos históricos, sino también por experiencia ética interna. Pensar que lo real es solamente lo físico y medible sería como confundir el amor con el sexo.
Los Derechos Humanos pueden ser aumentados, recortados, o interpretados pero, si fueran ficciones sin ningún fundamento ¿Por qué tendrían que respetarlos los países fuertes o las grandes corporaciones internaciones? Podrían corromper a políticos, policías, y jueces (si éstos no tienen una ética real) ¿Por qué no exterminar a los aborígenes de las selvas sudamericanas si eso beneficia la economía de un grupo, o incluso internacional? ¿Por qué abolir la esclavitud si resultaba tan productiva para el desarrollo de algunos países? ¿Por qué reconocer los derechos de la mujer?
Por mi parte creo en el valor real de los derechos humanos, de la justicia, de la solidaridad, de la compasión. Admiro a los que arriesgaron, o perdieron, su vida por salvar a los judíos de la persecución nazi, o a quien se enfrentó a una escavadora que derribaba las casas de los palestinos. Admiro al inmigrante que se echó a las vías del tren para salvar al niño que se había caído. No son víctimas de una ficción sin fundamento, sino héroes que han percibido los verdaderos valores del deber y la compasión.
Creo que este planteamiento de Harari, intencionadamente o no, justifica el más crudo capitalismo.

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