Atrio
El Pleno de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Supremo acaba de decidir por 15 votos contra 13 que seamos los ciudadanos que les pagamos su sabrosa nómina y coches y escoltas y otras minucias, quienes paguemos el impuesto de actos jurídicos documentados derivados del contrato de hipotecas con la Banca. En mi lejanisima adolescencia se puso de moda cuando uno metía el cuezo que los compañeros o el jefe, si era legal, le espetaran “la cagaste, burlancaster”. Hoy se lo diríamos, en castizo adamascado, al señor presidente del Tribunal Supremo y al señor presidente de la Sala Tercera del mismo Tribunal.
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