Tras la charla de Fray Marcos, y debido a las exigencias del temario de la EFFA, tuvimos que cambiar de tercio. Con más de cien charlas ya disponibles en la Escuela, aún no habíamos tenido la oportunidad de hablar sobre la Eclesiología o el Laicado. Para ello contábamos con todo un experto en la materia como es Juan Antonio Estrada.
“Hoy, una de las paradojas que se están produciendo en el mundo, y creo que estamos en una época muy interesante, es que está habiendo una occidentalización del oriente y al mismo tiempo cada vez hay más interés en occidente por lo que nos puede aportar el oriente. Estamos viviendo una época de globalización que inevitablemente tendría que llevarnos al diálogo de paradigmas y visiones”.
“La Iglesia se encuentra con una crisis, que no es conyuntural, sino que es una crisis estructural. Nos encontramos con la necesidad de definir un nuevo paradigma del cristianismo y también un nuevo paradigma de la Iglesia, una nueva visión de la Iglesia”.
Crisis motivada, entre otras causas, por los “cambios en la Teología” en los últimos 50 años y la enorme “pérdida de prestigio” debido a los escándalos financieros y sexuales. “Tenemos que tomar conciencia de que hoy estamos viviendo el final de una época y el comienzo de otra en la Iglesia, en el cristianismo”.
“Se trata de redescubrir la Iglesia”, afirmaba Estrada y para ello definía tres núcleos a través de los cuales desarrolló su exposición: “¿Qué nos aporta a nosotros la nueva comprensión que tenemos del cristianismo, y en concreto de Jesús de Nazaret y de la iglesia primitiva? ¿Qué nos aporta el cambio de paradigma que intentó el Concilio vaticano II y que en parte está todavía por realizarse? ¿Qué es lo que nos aportan los retos con los que nos encontramos hoy enfrentados?”
Por la tarde, tuvimos la segunda sesión con Juan Antonio Estrada, esta vez sobre el laicado. Aunque hablar de los laicos es seguir hablando de eclesiología: “según como nosotros entendamos a la Iglesia, así también nosotros entenderemos el laicado”. Como introducción al tema, el teólogo granadino advertía que “el laicado está de moda” al menos de forma teórica, pero hay que preguntarse “si esa preocupación por el laicado no es una moda coyuntural”, motivada por la “escasez de vocaciones sacerdotales” o pudiera darse un proceso contrario de desinterés si la Iglesia dejara de necesitar, como ahora, a los laicos. “Por tanto la pregunta es si realmente hay una promoción de los laicos y una nueva teología de la Iglesia que lleve a una nueva teología de los laicos o si esto no es algo nada más que transitorio”.
Esa nueva eclesiología sigue siendo una asignatura pendiente, porque las bases que puso el Concilio Vaticano II se han quedado sin desarrollar por la “involución que ha habido en la Iglesia” que de alguna manera “ha intentado minimalizar los nuevos horizontes que había abierto el Vaticano II”.
Y para desarrollar esa nueva teología que nos ayude a definir qué son los sacerdotes, los religiosos y los laicos, nos aconsejaba seguir el mismo camino que al hablar de la iglesia: “Busquemos los orígenes y busquemos la historia”. Esto nos ofrecerá “elementos” y “pistas” para ese replanteamiento.
Como todo, en el cristianismo, “el punto de partida es Jesús de Nazaret”. “Lo primero que hay es algo obvio y que muchas veces banalizamos o no le prestamos la atención: Jesús, ni era un sacerdote ni era un monje: era un laico”, un seglar que vivió una vida mundana (en el mundo).
La jornada del sábado concluyó con una celebración comunitaria de la Eucaristía en la que, como otros años, intentamos hacer de la liturgia algo vivo y sin encorsetamientos. Tuvo especial relevancia la lectura de una profesión de fe, que había trabajado Gonzalo Haya a partir de un texto de Théolib. Sobre esa base, el día anterior habíamos estado perfilando cada frase para conseguir el consenso de todos.
Y por fin, el domingo llegó el momento de escuchar las exposiciones de la teóloga Colombiana Carmiña Navia. En la primera, cuyo título era “La imagen de María de Nazaret para la mujer hoy”, empezó constatando que “La figura de María es una figura que las feministas, en los primeros tiempos del feminismo, rechazan mucho”, porque “la presentación que hace de ella tradicionalmente la iglesia católica hizo mucho daño a la gente”. “Posteriormente ha habido un intento de recuperación de la figura por parte de muchas feministas, en las que me incluyo”, de tal forma que se proponga una imagen que pueda ser “compatible y sobre todo iluminadora para la mujer actual”. Hasta nuestros días, la figura de María, nos ha llegado a través de tres tradiciones principalmente. Las iglesias reformadas, que calificamos como protestantes, han arrinconado y silenciado a María “quizás como respuesta a los excesos en la Edad Media”. “La tradición católica mayoritaria, salvo algunas excepciones, nos entregan una figura de mujer sumisa, permanentemente con los ojos bajos, pero sobre todo, lo más grave para las mujeres, es que nos presentan la figura de una Virgen-Madre. Como la virginidad y la maternidad unidas en una sola mujer es una imposibilidad biológica, eso ha hecho mucho daño a las mujeres”, que de alguna forma se han sentido llamadas a imitarlo y ha hecho “estragos en la sexualidad y el matrimonio”. Y al margen de esas dos tradiciones, “tenemos una tradición popular que ha construido la imagen de María” como “fuerza, consuelo, ánimo en las luchas” y una serie muy amplia de posibilidades. Uno de los momentos más luminosos de María es cuando “peregrina a las montañas, en busca de sabiduría”, representada en el “consejo de su prima Isabel, una mujer mayor”. Esto tiene unas implicaciones muy interesantes para “recuperar el Magisterio femenino”. Las mujeres tienen mucho que decir y enseñar. El relato evangélico concluye con el impresionante texto del Magníficat, puesto en boca de María no por casualidad.
Por último, volvimos a cambiar de temática, para hablar de la “Teología feminista postcolonial”. Carmiña Navia quiso empezar aclarando unos términos: “La teología feminista no es solamente una teología hecha por mujeres. Está mayoritariamente hecha por mujeres, pero hay varones que hacen teología feminista. La teología feminista es aquella que se hace en favor de los intereses de las mujeres”. Y también comenzó constatando que “en la Iglesia, las mujeres están en una situación de desigualdad y de minusvalía. Entonces, toda la teología que intenta transformar esa situación de desigualdad y minusvalía, es una teología que puede considerarse teología feminista”. Por otra parte, cuando se habla de “postcolonial, estamos hablando de un paradigma epistemológico, de un paradigma de estudios actuales que se deriva fundamentalmente de algunos planteamientos hindúes: es la toma de conciencia de que el discurso elaborado en occidente es el discurso que ha dominado, de alguna manera, a los otros pueblos, y los ha colocado en condición de subalternidad”. En otras palabras “el pensamiento postcolonial es el que trata de superar la subalternidad de distintos pueblos que intentan alcanzar su mayoría de edad”.
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