KOINONIA
Es antigua la tentación de considerar que lo esencial de una religión está en el cumplimiento de formalidades rituales, más que en la asunción de sus principios éticos. También esta tentación acompañó al pueblo de Israel, el pueblo de la Biblia. Como nos recuerda el Salmo, no son los muchos ornamentos ni el boato de las celebraciones lo que nos eleva a Dios, sino la justicia, la honestidad, la recta intención y el respeto. Anunciar la justicia y vivirla en el día a día, constituye la exigencia fundamental de las Escrituras judeocristianas –y en eso coinciden con tantas otras Escrituras de otras religiones–. Los rituales, las prescripciones, las ceremonias... pueden ayudar a continuar por el camino de Dios, pero no pueden sustituirlo. Por esta razón, la exhortación que Moisés dirige a su pueblo se centra en la necesidad que tiene el pueblo de Dios de hacer una clara opción por el Dios de la libertad y de la justicia que los ha sacado de Egipto. De lo contrario, el sueño de la «tierra prometida» se puede convertir en una pesadilla
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viernes, 31 de agosto de 2018
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