Leonardo Boff
Hoy celebramos el día de la mujer en el contexto de una gran toma de conciencia a nivel mundial sobre las violencias que sufren las mujeres, inclusive niños inocentes, por parte de los hombres, maridos, novios, parientes. El tráfico de mujeres en el mundo asciende a mil millones de dólares.
La cultura patriarcal no ha sido superada todavía. La mujer por el hecho de ser mujer, aunque tenga la misma cualificación que un hombre, gana casi un 20% menos en casi todos los países del mundo. Y hay que saber, como he escrito en este espacio, que en el comienzo de todo no está lo masculino (el mito de Adán) sino lo femenino, generador de todos los humanos, desde las aguas primordiales de los océanos, y después genéticamente.
No hay modo de reparar esta discriminación sino haciendo una verdadera revolución de hábitos. Ellas, las mujeres, la están haciendo. Podemos ser fuerzas auxiliares, cambiando nosotros mismos, apoyándolas en todo y siendo socios y compañeros de ellas en todas las tareas de la vida. Existe la diferencia de género, pero la diferencia es para la reciprocidad y la mutualidad de tal manera que, relacionándonos de manera paritaria, todos nos haremos más completos y humanos.
Las mujeres son más de la mitad de la humanidad. Y son también las madres y hermanas de la otra mitad que son los hombres. ¿Cómo no tratarlas con el cariño y cuidado que merecen? Ellas fueron las que nos pusieron en este mundo. Estamos siempre en sus corazones y de allí nunca saldremos.
Hay muchos textos conmovedores que exaltan la figura de la mujer. Pero hay uno de gran belleza y verdad que nos viene de África, de una noble abisinia, recogido como prefacio al libro Introducción a la esencia de la mitología (1941), escrito por dos grandes maestros en el área, Charles Kerény y C. G. Jung. Así habla una mujer en nombre de todas las mujeres:
«¿Cómo puede saber un hombre lo que es una mujer? La vida de una mujer es completamente distinta de la del hombre. Dios lo hizo así. El hombre es el mismo desde el momento de su circuncisión hasta su declive. Es el mismo antes y después de haber encontrado por primera vez a una mujer. Sin embargo, el día en que la mujer conoce a su primer amor, su vida se divide en dos. Ese día ella se convierte en otra. Antes del primer amor, el hombre es el mismo que era antes. La mujer, desde el día de su primer amor, es otra. Y lo seguirá siendo toda la vida».
«El hombre pasa una noche con una mujer y luego se va. Su vida y su cuerpo son siempre los mismos. Pero la mujer concibe. Como madre, es diferente de la mujer que no es madre, pues lleva en su cuerpo durante nueve meses las consecuencias de una noche. Algo crece en su vida y nunca va a desaparecer de su vida. Pues es mujer y madre. Y seguirá siendo mujer y madre aun cuando el niño o los niños hayan muerto, porque lleva al niño en su corazón. Incluso después de que nace, lo sigue llevando en su corazón. Y de su corazón no se irá nunca, aunque el niño muera».
«Todo esto no lo conoce el hombre. Él no sabe nada de esto. No sabe la diferencia entre el “antes del amor” y el “después del amor”, entre el antes y el después de la maternidad. No lo puede saber. Sólo una mujer puede saberlo y hablar de ello. Es por eso que nosotras, mujeres y madres, nunca nos dejaremos persuadir por el machismo de nuestros maridos. Una mujer puede solo una cosa: puede cuidar de sí misma, puede conservarse decente, ella debe ser cual es su naturaleza. Debe ser siempre niña y madre. Antes de cada amor es niña. Después de cada amor es madre. En esto podrás saber si ella es buena mujer y madre».
Sin duda, se trata de una visión idealizada de la mujer y de la madre. En ellas también existen las sombras que acompañan siempre a la condición humana, también a la femenina.
Pero hoy, día de la mujer, queremos olvidamos de las sombras para centrarnos solo en el momento de luz que toda mujer es. Por eso hoy debemos saludar a las mujeres y abrazarlas para dar y recibir toda la energía (axé) que ellas portan.
Buscamos el equilibrio entre los géneros, diferentes pero juntos. Que no se prolongue más la guerra de los sexos, que, desgraciadamente, aún perdura.
*Leonardo Boff es autor junto con Rose-Marie Muraro del libro Femenino y Masculino. Una nueva conciencia para el encuentro de las diferencias, 2004.
Traducción de Mª José Gavito Milano
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