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viernes, 15 de septiembre de 2017

Terminó la visita del Papa Francisco a Colombia(III)

Héctor A. Torres Rojas


papa Francisco344. Un mensaje muy esperado. Editorial de El Heraldo, Cartagena
En su última jornada en Colombia, el Papa prevé hablar, desde Cartagena, sobre derechos humanos y pobreza. Grandes temas a los que se enfrentará el país cuando el conflicto armado deje de presidir la agenda.
Tras cuatro intensas y emotivas jornadas en Colombia, el papa Francisco concluye hoy su periplo evangelizador en Cartagena, que se ha preparado con esmero para la histórica visita.
El Sumo Pontífice ha dedicado hasta ahora el grueso de sus intervenciones a promover la paz y la reconciliación. Sus mensajes han sido, sin duda, un balón de oxígeno para el presidente Santos en un momento en que el acuerdo de paz con las Farc y las negociaciones con el Eln se enfrentan a serios desafíos. Retos que se complicarán aún más cuando empiece en firme la contienda electoral y la paz vuelva a la primera línea del debate político.



De acuerdo con informaciones previas a la visita del Papa, este incluyó a Cartagena en su gira para hablar de derechos humanos y de pobreza y exclusión social. Su mensaje girará en torno a la figura de San Pedro Claver, misionero español, jesuita como el papa Francisco, que en el siglo XVII se convirtió en el gran defensor de los esclavos negros que eran conducidos a la fuerza al puerto negrero de Cartagena.
El Sumo Pontífice tendrá, pues, en la Heroica el escenario propicio para abordar  uno de los grandes temas, si no el mayor, a los que quedará enfrentada Colombia en el caso de que se consolide el proceso de paz y la violencia armada deje de ocupar el centro de la atención informativa. 
Según datos de las organizaciones internacionales más influyentes, Colombia es uno de los países con más desigualdad económica y social del mundo. Y, entre las grandes urbes del país, la capital bolivarense suele aparecer como una de las más azotadas por la pobreza y la inequidad.


La Cartagena que recibe hoy al Papa es una ciudad que se debate entre la creciente pujanza industrial y turística y la miseria de las barriadas populosas, en su mayoría de población afrodescendiente, a las que no llega la riqueza por la sencilla razón de que se queda en manos de unos pocos.
En una reciente Tertulia de EL HERALDO celebrada en Cartagena, importantes empresarios de la ciudad compartieron la preocupación por los elevados niveles de desigualdad. Estos desequilibrios lacerantes existen en todo el país, pero en el caso de Cartagena quizá golpeen con más fuerza las conciencias por tratarse de una ciudad que los colombianos reivindicamos con orgullo como una ‘joya’ patrimonial de todos.
Esperamos que, en sus intervenciones de hoy, Francisco logre convencernos a todos los colombianos, con los líderes políticos y empresariales a la cabeza, de que el reparto justo de la riqueza y el respeto a los derechos humanos son pilares imprescindibles para construir un mejor país.

5. Francisco, bienvenido a Cartagena. Editorial El Universal, Cartagena

 
El papa Francisco termina su gira por Colombia hoy en Cartagena, de donde sale para Roma esta tarde. Nos deja a todos sorprendidos con su energía y vitalidad, sobre todo luego de volar 12 horas desde Europa hasta la altura de Bogotá y mantener un tren de actividad tan fuerte a 2600 metros sobre el nivel del mar, además de  subir y bajar varias veces a otros lugares, desplegando igual dinamismo. Admitimos que nos preocupó la salud de Francisco y nos alegra mucho su fortaleza. 


Según Greg Burke, portavoz de la Santa Sede, “(…) el Papa Francisco fue conquistado por la sonrisa de los colombianos”, y añadió que “no es que el papa esté contento. Está muy contento”. Burke resaltó  que las palabras alegría y esperanza eran importantes en este viaje del papa. Quizá todo eso tiene que ver con su gran resistencia física.
Pero no hay duda que el énfasis principal de Francisco en su visita a Colombia ha sido la reconciliación entre los colombianos, y también del hombre con la naturaleza, y dijo al respecto: “(…) nos toca a nosotros decir sí a la reconciliación; que el sí incluya también a nuestra naturaleza”,  sometida por el hombre, y luego citó la letra de una canción de Juanes en la que los árboles lloran por la violencia en Colombia.


El mensaje de Francisco ha sido pastoral en muchos sentidos, pero también político en el sentido amplio de la palabra. Al enfatizar la necesidad de preservar el medio ambiente, tal como lo dice en su encíclica Laudato Si, el papa le envía un mensaje fuerte y claro a los descreídos del cambio climático, aquellos que niegan que los daños que estamos viendo y sus consecuencias, como los huracanes de estos días, cada vez más violentos, sean causados por la actividad del hombre al alterar la capa de ozono y reforzar el calentamiento global. Y al papa no se le escapa que entre estos descreídos medioambientales sobresale el presidente de los Estados Unidos.
En Cartagena pasará por varios de los barrios más pobres, incluido su homónimo, San Francisco, en un mensaje claro de la necesidad de reducir la inequidad en esta urbe, y su visita al claustro de San Pedro Claver, “el esclavo de los esclavos”, también es un mensaje cargado de simbolismo y enfatiza igualmente en la necesidad de la reconciliación, la que incluye la equidad económica, social y racial.
Esperamos que la visita del papa Francisco le haya permitido formarse una opinión personal del país, y sobre todo, más equilibrada acerca de los encuentros y desencuentros entre los colombianos, que por supuesto no pueden ser caricaturizados entre ‘buenos y malos’ desde ningún espectro político ni ideológico.

Visita del Papa, políticos y el séptimo mandamiento. Editorial de Vanguardia liberal, Bucaramanga

Todos, sin excepción, se declaran creyentes en Dios. Es el denominador común de los políticos nacionales inmersos en los más resonados escándalos por corrupción. Y es ese denominador común el que invita por estos días en que el Papa Francisco vino a Colombia, a hacer algunas reflexiones sobre el futuro que nos espera.
La razón de hacerlo ahora es que tal vez como en ningún otro momento, ha quedado en tanta evidencia el cinismo que irradian buena parte de quienes han ostentado el poder de las tres ramas del Estado en los últimos tiempos.

Sí. Ministros y magistrados, gobernadores y alcaldes pasados y en ejercicio , todos autoproclamados seguidores de Francisco y los valores cristianos, pero que de manera simultánea han protagonizando todo tipo de ilegalidades contra los bienes del Estado y los más básicos principios de la ética y la decencia públicas. Procederes que no solo han generado que este país continúe en el subdesarrollo y la pobreza, sino en la bancarrota moral y la desbocada carrera por el dinero fácil.
En otras palabras, se ufanan de seguir las enseñanzas de Cristo, no escatiman esfuerzos en aparecer en redes sociales asistiendo a retiros espirituales y demás, pero convenientemente olvidan el séptimo y el octavo mandamiento, a su vez: “no robarás” y “no darás falsos testimonios”. Este último particularmente en lo que se refiere a las explicaciones que le deben a la justicia sobre sus procederes cotidianos.

Su doble moral, entonces, es más que evidente y de manera lamentable se ve recompensada por dos factores que debe erradicar cuanto antes la sociedad colombiana. La impunidad que suele arroparlos en lo que respecta a sus faltas y la recompensa que mediante votos suelen recibir por parte de un electorado vulnerable por su pobreza a sus sobornos cada vez que buscan reelegirse.
Y es que mientras esta casta que se apropió de las instituciones públicas para arrasarlas con sus atropellos morales y económicos continúe llevando las riendas del Ejecutivo, Legislativo y Judicial, es el futuro mismo del país el que luce sombrío, particularmente porque es tanto su afán de lucro, que ni siquiera contemplan qué tipo de nación le dejarán a las generaciones venideras, en las cuales, como si no lo supieran, están sus propios hijos.
Sobre el cinismo, la doble moral y la impunidad no se puede construir nación alguna, por más que viniera el Santo Padre todos los años.

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