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viernes, 1 de septiembre de 2017

Hoy he sentido verdadera ¡VERGÜENZA!

Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

Me refiero al pleno del Congreso de los diputados, intentado que el presidente Rajoy diera alguna explicación, alguna respuesta, alguna pista. sobre los escándalos de corrupción del caso Gurtel. Pero el evento ha sido un fiasco. EL Presidente no ha empelado ni una vez las palabra “corrupción” o “Gurtel”, eso que ha reconocido, ingenuamente, que ya había acudido 52 veces a las Cortes para responder de “ese tema”, de “ese asunto”, de “eso”. No parece haberse dado cuenta de que admitiendo esa reiteración de ocasiones estaba reconociendo que nunca, ni una sola de las cincuenta y dos, el asunto, “LA CORUPCIÓN”, había quedado finiquitado. Que seguramente habría pasado como en la presente comparecencia, más solemne, y con más claridad en el mono tema, en la que el encausado, ¡parlamentariamente!, que no judicialmente, ha mirado para otro lado, y ha dejado entrever que la cosa no era con él.

Quiero recordar que no es moco de pavo el escenario en el que el señor presidente del PP, ¡del Gobierno!, ha sido interpelado. El Partido Popular ha demostrado con creces el poco respeto y caso que hace al Congreso de los Diputados, a no ser de palabra, cuando se le llena la boca con eso de que “la Soberanía de España radica en el pueblo, y en el Congreso se encuentras los representantes legítimos de ese pueblo. Eso está muy bien, sobre todo cuando les interesa. Pero cuando el Parlamento reprueba a unos ministros, o exige explicaciones, para lo que está legitimado, al Presidente, la impresión que tenemos los ciudadanos, espectadores de esos desencuentros, es que el partido del Gobierno exclama extrañado, como hemos oído a alguno de sus portavoces, interrogado qué harían después de algunas de las reprobaciones de sus ministros, responder, tan panchos, “¿Y por qué vamos a tener que hacer?, nada”, como si el Congreso les importara como el pito del sereno. Pues no, en esa Cámara reside la representación de la Soberanía popular. No respetar esa representación es una de las peores señales de falta se sentido democrático.
Esa es la razón por la que esta mañana, ante la tele, he sentido “vergüenza ajena”, al oír la constelación inacabable de quejas y reclamaciones con la que los diputados han regalado y recriminado al Presidente. Me he imaginado a mí mismo escuchando tanto improperio, de mis pares, en público, ante millones de televidentes, en lo referente a mi trabajo profesional, y, además de morir de vergüenza, sentiría dolor, desconcierto y desorientación en lo más profundo de mi ser. Por eso no entiendo la opinión de una pléyade de periodistas, y profesionales de la Comunicación que han expresado, sin titubeos, que Mariano Rajoy se ha ido de la Cámara de rositas. Y, una de dos, o no tienen sensibilidad Ética y dignidad los periodistas, o suponen que es el Presidente el que no las tiene, o ambos lados. Esta mañana, el señor Presidente del Gobierno de España ha escuchado estos piropos: “Vd. miente”, “no tiene palabra”, “es más chulo que un ocho”, “su Partido nos ha robado”, “devuelvan lo robado”; y, también, ha tenido que enfrentarse, cosa que no ha hecho, a preguntas exactamente pertinentes a la corrupción que se estaba intentado investigar, mientras él respondía, “y su partido más”. ¿Alguien se puede ir a casa con esa letanía de jaculatorias? Yo no me lo creo.
Por eso digo ¡Qué Vergüenza!, como ciudadano, y con el ejercicio de imaginar, y meterme en la piel, de quien estaba recibiendo esa rociada de piropos. Porque no era un señor cualquiera, sino el Presidente de mi, de nuestra, amada Nación. ¡Qué pena, y qué Vergüenza!

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