PROCONCIL
Estimado/a amigo/a:
Esta meditación y propuesta local sobre la gravísima situación de Brasil, que hace el obispo emérito de Jales, Dom Demetrio Valentini, además del valor como reflexión que puede entrañar para la nación brasileña, bien puede ser útil para otras situaciones, en las que al vernos desbordados por la oscura realidad que emerge y que parece amenazar la paz social con justicia y dignidad, tuviéramos la tentación de huir, de buscar un lugar más seguro, o de mirar hacia otro lado, como si lo que ocurre fuera un mal inevitable, ajeno a nosotros.
Más allá de la salida concreta a nivel político que propone para el país, nos invita a tomar “el toro por los cuernos” y a sentirnos protagonistas de las decisiones que se tomen en nuestro alrededor y que afectan gravemente a los ciudadanos.
Tiene también el valor de mostrarnos cualquier crisis -por grave que sea- como oportunidad para analizar a fondo la circularidad de las causas y consecuencias de un hecho o de una situación e implicarse en la regeneración moral y práctica de una sociedad.
Estimado/a amigo/a:
Esta meditación y propuesta local sobre la gravísima situación de Brasil, que hace el obispo emérito de Jales, Dom Demetrio Valentini, además del valor como reflexión que puede entrañar para la nación brasileña, bien puede ser útil para otras situaciones, en las que al vernos desbordados por la oscura realidad que emerge y que parece amenazar la paz social con justicia y dignidad, tuviéramos la tentación de huir, de buscar un lugar más seguro, o de mirar hacia otro lado, como si lo que ocurre fuera un mal inevitable, ajeno a nosotros.
Más allá de la salida concreta a nivel político que propone para el país, nos invita a tomar “el toro por los cuernos” y a sentirnos protagonistas de las decisiones que se tomen en nuestro alrededor y que afectan gravemente a los ciudadanos.
Tiene también el valor de mostrarnos cualquier crisis -por grave que sea- como oportunidad para analizar a fondo la circularidad de las causas y consecuencias de un hecho o de una situación e implicarse en la regeneración moral y práctica de una sociedad.
Quo vadis, Brasil?”.- Mons. Demetrio Valentini – Obispo Emérito de Jales
Estamos viviendo momentos decisivos para Brasil. Está en riesgo su futuro de nación soberana. Se hace urgente revertir la dinámica de deterioro de los poderes establecidos, y de la contaminación de los efectos de la corrupción que se ha tomado cuenta de las esferas gubernamentales, y que se va diseminando en la propia sociedad.
La nación quedó atónita y aterrorizada ante la revelación de actos de corrupción practicados con desenvoltura, involucrando a gobernantes y empresarios, implicando grandes sumas de recursos financieros, colocando dinero público al servicio de intereses particulares.
La nación quedó atónita y aterrorizada ante la revelación de actos de corrupción practicados con desenvoltura, involucrando a gobernantes y empresarios, implicando grandes sumas de recursos financieros, colocando dinero público al servicio de intereses particulares.
La gravedad mayor es percibir que la corrupción se ha convertido en asunto de conversaciones amenas entre políticos y empresarios, como si ella ya tuviera derecho de ciudadanía, y formara parte normal de la convivencia entre ciudadanos.
Ante esto, hay que superar la tentación del desánimo. Es urgente enfrentar los desafíos que se plantean ante nosotros.
Ante esto, hay que superar la tentación del desánimo. Es urgente enfrentar los desafíos que se plantean ante nosotros.
Este contexto trae a la mente la conocida leyenda de Pedro huyendo de Roma, escapando de las atrocidades del emperador Nerón. Cristo intercepta el camino de la fuga. Y lanza la pregunta que vale para Brasil en este momento: “¿Quo vadis?” ¿A dónde vas, Brasil?
No es el caso de tomar el camino de la fuga. ¡Urge enfrentar los desafíos!
Con claridad se dibujan por delante dos etapas. Primero, superar el impasse en que se encuentra la actual presidencia. A continuación, realizar una amplia reforma política para refundar la nacionalidad brasileña.
Con claridad se dibujan por delante dos etapas. Primero, superar el impasse en que se encuentra la actual presidencia. A continuación, realizar una amplia reforma política para refundar la nacionalidad brasileña.
En cuanto a la primera etapa, ¡vamos a ser francos! El actual gobierno no tiene más condiciones de gobernar el país. No basta con que un presidente tenga legitimidad. Es necesario que tenga un mínimo de credibilidad. Ya no tiene. Que se accionen los dispositivos constitucionales previstos para situaciones semejantes a ésta, y se proceda a la formación de un nuevo gobierno.
La segunda etapa es más compleja. En consonancia con los avances consolidados en la constitución de 1988, es necesario proceder a una amplia reforma política, que venga a sanar los equívocos que los años han ido constatando.
No podemos perder la oportunidad que nos proporciona la gravísima crisis actual. Que se presenta como la última oportunidad de Brasil de retomar su identidad histórica, de gran nación capaz de conducir soberanamente sus destinos, e insertarse con responsabilidad en el contexto de las naciones.
Las cuestiones planteadas son de tal monta que se requiere la convocatoria de una asamblea nacional constituyente, con la competencia exclusiva de hacer los cambios políticos que quedaron atascados en la constitución de 88.
Entre tantas providencias, se hace necesario revisar la representatividad del Congreso Nacional. Que carga con vicios que han sido injertados desde el tiempo de la dictadura militar, cuando se modificó la proporcionalidad de la representación de los Estados, con miras a garantizar la mayoría necesaria para salvaguardar la fachada democrática de un Congreso que necesitaba estar sumiso al poder ejecutivo.
Es indispensable reducir el número de diputados.
No se puede continuar con una legislación electoral que pervierte la finalidad de los partidos.
La financiación de las campañas electorales debe modificarse.
Pero sobre todo hay que encontrar caminos para que la ciudadanía brasileña pueda expresar, de manera orgánica y permanente, su voluntad soberana sobre todos los asuntos relevantes de la vida nacional.
No se puede continuar con una legislación electoral que pervierte la finalidad de los partidos.
La financiación de las campañas electorales debe modificarse.
Pero sobre todo hay que encontrar caminos para que la ciudadanía brasileña pueda expresar, de manera orgánica y permanente, su voluntad soberana sobre todos los asuntos relevantes de la vida nacional.
Para unificar estas dos etapas propuestas, integrándolas en un amplio abanico de acciones, el nuevo gobierno que se constituya tendrá su incumbencia más importante en convocar y preparar la asamblea constituyente, para que se proceda cuanto antes a elecciones generales con incumbencias bien definidas y articuladas.
Los momentos de crisis pueden ser fatales. Pero pueden también transformarse en oportunidad para la superación de impasses que parecen imposibles de resolver.
Que la gravedad de la crisis que estamos viviendo nos lleve a retomar los rumbos del destino histórico de nuestra Patria. Depende de nuestra acción consciente y articulada.
Por la vocación de Brasil, vale la pena recuperar la esperanza y reanudar la causa de la regeneración de nuestro país.
Traducción: Emilia Robles
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