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jueves, 18 de mayo de 2017

ANDREA RICCARDI: "EL MUNDO ACTUAL ES UNA FÁBRICA DE PERIFERIAS, QUE FABRICA PERIFÉRICOS"

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Un cardenal laico en Madrid. Si Francisco está pensando en renovar el colegio cardenalicio (que podría hacerlo), el historiador italiano y ex ministro, Andrea Riccardi, tiene un birrete asegurado. Hoy es, sin duda, el laico más prestigioso de la Iglesia católica, amén de fundador de la Comunidad de San Egidio, uno de los movimientos eclesiales más 'franciscanos'. Porque nació en las periferias y sigue apostando por ellas.
Con todos estos ingredientes, no es de extrañar que hubiese expectación por escuchar al posible purpurado, en la presentación de su libro 'Periferias' (Editorial San Pablo). El lugar elegido, para hacerlo, fue la iglesia de las Maravillas de Madrid, el templo que el cardenal Osoro concedió a la Comunidad de San Egidio. "Una casa bella, una casa de oración y de consuelo a las periferias en el corazón de Madrid", como dijo Tíscar Espigares, la responsable del movimiento en España.
El templo, situado al lado de la Plaza del Dos de Mayo, estaba lleno hasta la bandera. En la mesa, junto al autor, el cardenal Osoro, arzobispo de Madrid, la directora de la editorial San Pablo, Mª Ángeles López, y la responsable de la Comunidad San Egidio, Tíscar Espigares.
Entre los asistentes, el vicario general de la diócesis, Avelino Revilla, el vicario de lo social, José Luis Segovia, el delegado de Catequesis, Manuel María Bru, el teólogo Juan de Dios Martín Velasco, el historiador de la Iglesia Juan Mari Laboa o el obispo griego en España, el metropolita Policarpo.
Había expectación por escuchar a Riccardi. Y no defraudó, con un brillante discurso (en italiano), al que el público correspondió con una larga ovación final, que resonaba en la cúpula de la bella iglesia madrileña. Tras dar las gracias al cardenal Osoro, por su presencia en el acto y por la glosa que hizo del libro, recordó que es su parroquiano, porque la basílica de San Egidio en el Trastevere es la iglesia romana del purpurado madrileño.
Tras el protocolo, la primera afirmación radical: "He escrito este libro por rabia y por convicción". Y es que, "cuando el Papa Francisco comenzó a hablar de periferias, ya desde el precónclave, vi que su discurso no se tomaba en serio. Se repite, pero sin convicción". Y, para remachar su idea, añadía: "Unos años antes se hacía lo mismo con el relativismo; ahora, con las periferias".
Y eso es trivializar el término o, como dicen otros, "franciscanear". Para el historiador italiano, "las periferias son un desafío enorme para el futuro de nuestra Iglesia". Porque, forman parte de la esencia de la fe. "El cristianismo nació en una tierra de la periferia del Imperio romano y en Galilea, la periferia de la periferia. Por eso, el cristianismo nació en las periferias y se renueva en las periferias". Y es que "la renovación viene siempre de las periferias", que es una realidad y un término antiguo.
"Es falso afirmar que el Papa Francisco inventó las periferias. Él simplemente acogió esa dinámica del cristianismo y la trasladó a las periferias de hoy. El que no se toma en serio las periferias es porque desconoce la historia del cristianismo y los problemas del mundo de hoy".
Porque las periferias señalan al corazón del cristianismo y al núcleo "de la conciencia de la sociedad actual". Algo que se ve en todas las modernas ciudades del mundo y que comenzó a escenificarse, en los años 40 en París. Allí, el profético cardenal Suhard se dio cuenta que si la Iglesia abandonaba las periferias, entrarían otras presencias, "porque, en la historia, el vacío no existe". Y, por eso, el purpurado francés, tras leer el libro 'Francia, país de misión', puso en marcha la dinámica misionera moderna de los curas obreros.
Por supuesto, Andrea Riccardi, cuando habla de periferias no se refiere sólo a las geográficas, sino también a las existenciales: emigrantes, refugiados, jóvenes en paro o ancianos. Respecto a esto último, el dirigente laico italiano glosó las ideas del Papa. "Las residencias son una realidad a medio camino entre los vivos y el cementerio. Los ancianos no son útiles, no producen riqueza y se los descarta. Pero la calidad de una sociedad se juega en su forma de tratar a los ancianos".
¿Qué hacer ante esta realidad de las periferias geográficas y existenciales? A su juicio, "el problema no radica en la respuesta, sino en la pregunta. La cuestión es una Iglesia que se interrogue, ante un mundo que es una fábrica de periferias, que fabrica periféricos".
Eso exigirá, por supuesto, un cambio drástico en los planes pastorales, para pasar, por ejemplo, de parroquias sólo y exclusivamente territoriales a "parroquias santuario, levantadas allí donde se encuentra la gente". En definitiva, una pastoral multiforme, porque "para llegar a la gente, se necesitan muchos y diversos caminos".
De ahí, según Riccardi, la importancia de lo que está haciendo el Papa, con su "discurso cristianamente profético y socialmente inteligente". Con este discurso, "el Papa ha puesto las periferias como orden del día en la conciencia mundial un problema decisivo pata los gobiernos, para los Estados y para la Iglesia".
Por eso, Riccardi concluyó su intervención señalando de nuevo la importancia del reto de las periferias. "La Iglesia tiene que aceptar el reto de las periferias. La Iglesia tiene que crear fraternidad y comunidad en las periferias".
La pregunta fundamental: ¿Para quién soy yo?
Antes del autor del libro, había intervenido el cardenal de Madrid, que no se quedó atrás a la hora de subirse al carro de las periferias de Francisco. Carlos Osoro está convencido de que las periferias son "tierra sagrada" del cristianismo. Ante ellas, el creyente, tiene que hacer tres cosas: "Plantearse una pregunta, hacer memoria y tomar una decisión".
Según el purpurado madrileño, el creyente, como María, tiene que "ir hacia las periferias" y "ponerse de prisa en camino". Porque, "el drama de este mundo son los descartados". Y entre ellos, están no sólo los pobres, sino también los emigrantes, los jóvenes sin trabajo, los ancianos abandonados o la gente sin ideales y sin educación.
Ante esta situación, los creyentes, según Osoro, están llamados a preguntarse '¿para quién soy yo?´ y hacerlo "con el lenguaje de la mente, del corazón y de las manos". Y, de esta forma, "salir a las periferias de todas las miserias". O dicho de otro, modo, "hay que ir a la periferia, para volver al centro, porque las periferias son un lugar privilegiado, una tierra sagrada, de la presencia de los cristianos, aunque, a veces, nos cueste adaptarnos a un horizonte que cada día es más grande"
Y es que, "la vida religiosa se juega en las periferias". Por eso, según el cardenal, tenemos que "hacer memoria" e implicarnos en las periferias, "sin miedo a mancharnos", porque el único miedo que tendríamos que tener "es el miedo a no estar en las periferias".
Después de hacer memoria y preguntarse, "tenemos que tomar una decisión". Porque "las periferias nos interpelan y no basta con hacer nuevos edificios parroquiales en las periferias. Hay que insertarse en estos lugares que son lejanos. Esto exige salir de nuestra propia casa para entrar en la casa del otro, sin abandonar nuestros principios. Significa cambiar de mentalidad y de estilos. Estar con los periféricos es desmarcarse de la comodidad y entrar en el modo de ser de otros". O lo que el Papa llama "la conversión pastoral".
Un programa 'franciscano' para la Iglesia española: "Partir de los pobres, que es lo que hizo la Iglesia desde el principio y lo que tenemos que hacer nosotros también hoy. Nos cuesta, pero hay que hacerlo. Porque nuestra misión es salvar, es decir llevar a los pobres la alegría del Evangelio".
En los saludos previos, Mª Ángeles López, la directora de la editorial San Pablo, alabó la figura del autor del libro, Andre Riccardi, y de su Comunidad, "que ha sabido ser y estar en las periferias, siendo una voz profética contra las guerras del mundo". Lo cual tiene más mérito por "haber resistido a las presiones en todas las circunstancias, conservando esencia y entidad".
La editora calificó a Riccardi y a Osoro como "dos hombres del Papa, porque no todos lo son" y recordó la fuerte presencia de la Iglesia en las periferias, sobre todo en los países de misión". También aseguró que su libro es una obra "lúcida y valiente, que anima a practicar un cristianismo con auténtico sabor a Evangelio".

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