No
se puede conmemorar con verdad el martirio de monseñor Romero cuando el
pueblo salvadoreño, su pueblo, es dispersado por el hambre, la
extorsión y el asesinato. Tampoco se puede desear con verdad su
canonización cuando se mata para imponer el orden que, en realidad, es
un desorden, disfrazado de legalidad, que no solo expolia a los más
débiles, sino que, además, los obliga a recurrir a la violencia para
sobrevivir. Porque a monseñor Romero le dolía su pueblo, profanan la
memoria del mártir quienes declaran soberbiamente que el asesinato de
pandilleros y de supuestos pandilleros no debe llorarse. ··· Ver noticia ·
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