Decir que la negociación colectiva está funcionando muy bien deja bien claro quien se está beneficiando del sistema actual, que son los empresarios. Porque los sindicatos no opinan, que yo sepa, lo mismo que el ministro.
Pero lo más grandioso es la concepción que de la democracia tiene este sedicente demócrata. Según él, la reforma laboral no la puede modificar el pueblo español porque se lo prohíbe la Comisión Europea que pondría reparos y para aclarar la cosa deja entrever que los que en realidad no lo permiten son los inversores. Menos mal que no nos ha espetado aquello de los mercados. Se ve que están muy seguros de su omnipotencia para hablar con tanto descaro.
Esto, sin más ni más, es una dictadura del capital que me recuerda a lo que Marx llamaba “dictadura de clase”, aunque me da a mí que esto de ahora es un poco más explícito, pues se trata de un poder externo al funcionamiento de la democracia y superior a ella.
Puede ser que la inmensa mayoría de nuestros ciudadanos prefiera la dictadura del capital como forma de gobierno, pero, aunque la votara el cien por cien (o por lo menos el 97%, como en los referéndum de Franco), seguiría siendo una dictadura.
Al parecer, esto es lo que hay, que se dice. ¡Qué le vamos a hacer!
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