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martes, 20 de diciembre de 2016

Don Paulo Evaristo Arns

Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

Trabajé pastoralmente en Sâo Paulo, Brasil, en la parroquia Santa Margarita María, en dos tandas: la primera, de 1972-78, y la segunda, de 1982-85, ambas con el pequeño-gran Don Paulo como arzobispo, y desde muy pronto, cardenal. Pequeño por su estatura física, y su pertenencia a la “Orden de los hermanos menores”, franciscanos, cuya sigla en latín es OFM, “ex ordine fratuum minorum”, cuya traducción exacta es la que propongo un poco más arriba. Y grande por su personalidad recia, indomable, lúcida, por su valentía decisiva en la defensa de sus fieles, clérigos y seglares, perseguidos por un régimen miliar que si no tan cruel y salvaje como el de Argentina o Chile, también sembró Brasil de persecución, dolor, injusticia y abuso de poder.

No he olvidado el aspecto de Don Paulo. Hijo de alemanes, sin embargo no ostentaba esa ruda mole física típicamente teutona, pero, aun así, era fuerte y recio, bien asentado y enraizado en el duro suelo. Nunca lo vi, ni pienso que nadie, con veste clerical en la calle, ni con sotana, ni alzacuello. Era el prototipo del clérigo no clericalizado, en la más directa línea conciliar, y como parece gustarle al papa Francisco. La verdad es que los obispos auxiliares, -la diócesis de Sâo Paulo llegó a estar dividida en diez regiones episcopales, cada uno con su obispo auxiliar-, tampoco ostentaban vestimenta clerical. En eso eran fieles seguidores de su arzobispo. En eso, y en tantas cosas; pocas veces hemos contemplado tanta comunión, y, al mismo tiempo, tanta libertad evangélica, en un colegio episcopal, alargándolo hasta todo, o casi todo, -que siempre hay discrepantes-, el colegio presbiteral.
Don Paulo era un hombre dado al estudio y a la enseñanza. Doctorado en la Sorbona de París, era un experto en Patrística, e inculcó en sus alumnos el estudio de las lenguas clásicas, hebreo, griego, y latín, tanto que fue el primero que tradujo al portugués obras como las cartas de Ignacio de Antioquia o de Clemente de Roma. al mismo tiempo propició y estimuló la formación bíblica del laicado, siendo las conocidas como “Semanas de la Palabra”, que después cristalizaron en la diócesis de Sâo Paulo, y en otras muchas diócesis de Brasil, como los famosos y decisivos “Círculos bíblicos”, un verdadero instrumento de reflexión bíblica y de creación de pequeñas comunidades eclesiales alrededor de la Palabra. En nuestra parroquia de los Sagrados Corazones de Londrina, el P. Buenaventura, ss.cc., a sus ochenta años, llegó a coordinar y estimular a ¡17! círculos bíblicos. Y muchas de estas iniciativas conciliares, para una Iglesia profundamente renovada, se debieron, en toda la Iglesia de Brasil, a la creatividad estricta y rotundamente evangélica, del arzobispo de Sâo Paulo.
Pero esta fidelidad al Concilio le planteó seria dificultades y contratiempos, a la muerte de Pablo VI, con sus dos sucesores, Juan Pablo II, y su gran valedor, cardenal Ratzinger, después Benedicto XVI, que nunca entendieron la entrega y la energía evangelizadora del cardenal Arns, quien fue considerado cercano, simpatizante, y hasta proclive, a las posiciones izquierdistas, que achacaban frívola, y de manera tremendamente injusta, a la “Teología de la Liberación”, y a un sin número de clérigos y seglares de América Latina, como a Pedro Casaldáliga, al “Bispo vermelho”. Helder Cámara, a monseñor Romero, a Leonardo Boff, y a tantos y tantos cristianos de Latino América.
La manera infame, antievangélica, tortuosa y plena de ensañamiento contra las ideas lúcidas, valientes y conciliares, de un servidor de la Iglesia como Don Paulo Evaristo Arns, por parte de la camarilla de poder de la Curia Vaticana, al final de los ochenta, troceando su diócesis en cuatro partes, destruyendo una obra pastoralmente pionera y luminosa para la Iglesia entera, es una de las páginas más vergonzosas, escandalosas e indignantes, perpetrada por la Iglesia en tiempos de Juan Pablo II, quien nunca entendió de modo fraterno, libre y evangélico, al gran pastor de Sâo Paulo. Para este tema, de manera más detallada, y otros asuntos concretos, recomiendo la lectura del artículo de Pedro Lima Vasconcellos. en Religión Digital (RD), “Notas saudosas e agradecidas sobre um cardeal cristâo”, (“Dom Paulo E. Arns, “Bispo, arcebispo e cardeal: incômodo”. “Se não houvéramos tido bispos como D. Paulo Evaristo, jamais teríamos um papa como Francisco”).

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