Prescindible 1. Veintiséis años, alta, vestida con un chándal de los chinos, la piel estropeada, el rostro color gris tierra, ojeras oscuras, pelo recogido. La envía una hermana de las jesuitinas que ayuda en la caritas parroquial. 10.30 de la mañana. Llueve en Sevilla. La barriada de por sí ajada y triste, se mira hoy miserable. Madre soltera, sin pareja actual – “más me vale y ojalá dure” – un niño de nueve años cuyo padre desapareció de su vida y de la de su hijo hace nueve años y nada se ha sabido de él. Otro de seis meses. El padre en prisión condenado a ocho años, sentencia firme. ¿Por qué, señora?. “Me maltrataba a diario, me pegaba cuando venia borracho un día sí y otro también y con cuatro meses de embarazo me pegó una cuchillada en la barriga”. El niño está apuntado solo con ella en el registro civil. El padre, hoy preso, no lo quiso reconocer. Ahora desde la cárcel quiere instar una demanda de reconocimiento de su paternidad. Y la mujer que tengo delante tiene miedo y no quiere que pueda conseguirlo, por eso viene. El local donde recibimos es una clase que está junto al despacho de caritas y se usa para apoyo escolar por las tardes y ella trae aquí ” a mi mayor” y……llora en silencio unos minutos. No tienen ingresos fijos de ningún origen ni de ninguna clase. Hace una escalera dos veces a la semana, 100 euros al mes. Enganchada la luz, el agua que no la paga, la comunidad ni se sabe, la comida se la pasa la parroquia. Y….qué más?. “Verá usted, la primera mujer del padre del niño y yo nos llevamos bien y sus tres hijos entre doce y dieciséis años, una hembra y dos varones, también. Pero tenemos miedo porque a la niña el padre la obligaba a chupársela, “perdone por hablarle así”, cada vez que iba borracho. Y lo han denunciado y “ahora tenemos miedo de él y de los amigos que entran y salen de prisión por la droga, no nos vayan a hacer algo….”. 11.30 llueve y llora Sevilla. Dice Rankin creador del inspector Rebus en “Perros salvajes”, que la novela pretende describir “el peso de las malas decisiones y lo que ocurre cuando pierdes la oportunidad, la única que tienes”.
Prescindible 2. Es madre de un hombre de 29 años preso por vender drogas, aunque tiene otros seis hijos todos varones, todos parados. El que ahora está en prisión, empezó a pincharse y luego a fumar y otra vez a pincharse cuando tenía 16 años y ha estado entrando y saliendo de la cárcel donde ahora ha recalado por enésima vez. Tiene una tibia mal soldada y recibe tratamiento con regularidad, esa no es la causa que la trae hoy. Entre la última condena “pagá” y la que ahora cumple vivió en pareja con una muchacha de 18 años a la que dejó embarazada; recién parida, él ingresó en prisión y desde entonces no ha vuelto a ver al niño porque no se lo lleva la madre del zagal. El mismo día que vino la policía por él, la mujer se fue a vivir con un hombre del que está ahora embarazada y le ha dicho a la abuela, la madre del preso, que ni por soñación va a llevar al niño a la cárcel para que “..lo vea el mamón de su padre que mientras estuvo con ella le quitaba el dinero para comprar droga”. Viene la madre en nombre de su hijo para ver si podemos lograr que el juez obligue a llevar al niño a la cárcel para que lo conozca el padre. No tienen libro de familia, no está reconocido en el registro civil. “Nos han dicho que don XXX saca a los “enganchaitos” de la cárcel en libertad, pero cobra mucho y “yo tengo seis hijos paraos tós, con chiquillos y alguno con nietecillos”. Y si pide prestado el dinero, los clanes que controlan la droga se lo dan a duro por peseta. Si no devuelven en plazo corren los intereses y si no paga en hora hay que dejar la casa y se la quedan ellos para sus trapicheos. (Pisos francos para gentes en busca y captura, depósitos de droga, de armas, domicilios para familias que han de salir de sus localidades por la ley del exilio). El transfer de Pogba al Manchester United ha costado el equivalente a 6.250 años del salario interprofesional mensual de un trabajador en Francia en este año de gracia de 2016.
Prescindible 3. Recibo a dos adolescentes, cosa infrecuente. Ella 14 años, él 16; compañeros del centro educativo. Una niña, con aspecto de niña, con ropa de niña y gestos de niña y cuerpo de niña. El un poco más hecho, pero no mucho más. No aciertan a empezar. “¿Cuando nace un niño hay que decir los nombres de los padres?”. Recibo el aviso de emergencia meteorológica del nivel más alto. Un rato de llanto de ella y de no saber qué hacer del muchacho. Silencio. “Es que vamos a tener un hijo, la he dejado embaraza”. Cuando lo han contado en sus casas, a ella, en hogar monoparental como dice lo correcto socialmente, le ha dicho su madre que debe abortar; a él que tendrá que buscar trabajo para alimentar y cuidar del niño y de la madre si no quiere abortar la chica. Otra salida propuesta por las dos familias “dais el niño a una mujer que no pueda tener hijos, pero que tenga dinero para criarlo bien”. En casa de ella entran 426 euros al mes. En la de él, padre parado, tres hermanos más chicos, su madre camarera de pisos en un hotel a media jornada, 500 al mes. Contesto a la pregunta primera y les explico dibujando en un folio lo que es el registro civil, lo que es entregar un niño sin que intervengan los organismos encargados de la adopción, las consecuencias de mentir al decir de quién es el niño. Muy mascaito como el Piyayo. “Y ¿si aborto?”. ¿Tú quieres abortar?. “No, señor, pero me da mucho susto tener un niño porque no se si voy a poder llevarlo adelante y vivir la vida. Tengo una fatiga por dentro como si me fuera a morir”. Angor animi. ¿Y tú, titi?. “No se….lo que quiera ella”. La madre de ella no quiere oír hablar del niño ni está dispuesta a que se quede en su casa si no aborta y lo tiene. Los padres de él los recibirían en casa, pero él tendría que buscar algún chapú o algo para sacar dinero. Dile a tu padre, hablo al chaval, que venga el miércoles a hablar conmigo para ver cómo podemos arreglar el salario social o alguna prestación de la Seguridad Social. Dejadme unos días para pensar y nos vemos dentro de una semana. La niña, de pie y medio llorando, es más niña aún. No saben cómo despedirse. Salen. Jean Jacques Sempé, prestigioso dibujante de editoriales, tipo Forges y otros, de casi noventa años, ha declarado hace pocas semanas “…los fuertes aplastan a los débiles y hoy ya casi no existe la piedad. Lo llevo mal, porque esa brutalidad no me gusta”.
Entre los cuatro juristas que asistimos a seres humanos perfectamente prescindibles en cuatro vertederos sociales de esta ciudad cuajada de vírgenes con brocados y cristos lacerados en madera, hemos recibido en las últimas dos semanas treinta y ocho personas, casi el sesenta por ciento mujeres. Mujeres que intuyen y saben que son perfectamente prescindibles para la marcha y funcionamiento de la producción, para la creación de riqueza, para el I+D; ellas y sus hijos y sus hombres y exhombres. Guardan todo lo que saben y viven en su corazón que una espada atravesó hace tiempo.
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