Y yo digo que ya está bien de palabras. Si no obedeces al punto, lanzaré contra ti el rayo de la excomunión con el que alguna vez aterroricé a los más altos reyes e inclyo reinos (Erasmo de Rotterdam)
19 de junio, domingoXII del TO
Lc 9, 18-24
El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser rechazado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, sufrir la muerte y, al tercer día, resucitar
En su obra Volver a Galilea I Carlos Haya, nos recuerda una escena descrita por Dostoievski, en la que el gran Inquisidor expulsa de la catedral de Sevilla a Jesús,que ha vuelto y atiende las peticiones de los enfermos y desamparados. Jesús había dejado el poder a la jerarquía y a los inquisidores, por lo tanto los Inquisidores le dicen que no tiene derecho a volver a entrometerse, maleducando al pueblo en contra de la estricta disciplina de la Iglesia.
Un episodio novelado, que trae a la memoria otros relatos evangélicos similares del NT. Sus familiares van a busclarle para llevarle a casa porque pensaban que había perdido el juicio (Mc 3, 21). Sus convecinos de Nazaret le expulsan de la sinagoga e intentan arrojarle por un precipicio (Lc 4, 29). Y el evangelista Juan hace un pronóstico de todos estos hechos cuando dice que vino a los suyos, y los suyos no le recibieron (Jn 1, 11). Sus discípulos Pablo y Bernabé no corrieron mejor suerte y tuvieron que escaparse de Icono a las ciudades de Licaonia, Listra y Derbe porque paganos y judíos se movilizaron, con el apoyo de sus jefes, para maltratarlos y apedrearlos (Hch, capítulo 14).
El Diccionario de la RAE -Real Academia Española- define la Excomunión como la expulsión de alguien de la comunidad religiosa y de la posibilidad de recibir los sacramentos por parte de la autoridad eclesiástica. De modo que Jesús es tratado por todas las instancias como un excomulgado. Se le retira del pensamiento familiar por salirse del mismo. Se le aparta de la Comunidad Sinagogal por incumplimiento de la Ley y, finalmente, se le considera un marginado de todas las criaturas: el mono, el roble, la amatista. ¡Un universal e impenitente hereje!
Pero quizás lo más importante y trascendente es que el término Excomunión sigue manteniéndose en el Diccionario de RAV –Real Academia Vaticana- sigue ¿y seguirá hasta cuando? ¿Puede caber felonía mayor en el Cristianismo que un Jesús expulsado por las fuerzas oficiales de la Iglesia? Cabe aquí lo que decía en una película cuyo título no recuerdo, uno de los personajes dueño de un negocio a la protagonista: “No te falta inteligencia, tienes un rostro perfecto, buena figura, buen gusto, distinción, todas las cualidades para ser una mujer maravillosa, pero te falta lo esencial: un corazón para sentir. Si no lo tuvieres es como si fueras hecha de bronce”.
Jesús andaba sobrado de todas ellas. ¡De corazón para sentir…, ni digamos! Testigos fehacientes son de ello la muerte de su amigo Lázaro (Jn 11, 35); cuando al acercarse y divisar la ciudad de Jerusalén (Lc 19, 41), lloró por ella, y cuando con voz temblorosa dijo a sus discípulos: “Amaos como yo os he amado”(Jn 13, 34).
Erasmo de Rotterdam, un buen cristiano también apartado de la Iglesia, pone en boca de un protagonista de sus escritos esta frase: Y yo digo que ya está bien de palabras. Si no obedeces al punto, lanzaré contra ti el rayo de la excomunión con el que alguna vez aterroricé a los más altos reyes e incluso reinos.
La barca de Pedro, construida en Astilleros Vaticanos, está en peligro inminente de naufragio. Las carlingas y cuadernas -sus costillas de madera, que la arropan de babor a estribo, de popa a proa- están a punto de quebrarse y echar la nave a pique. ¿Qué podríamos hacer para evitar el acrobático vaivén en que la bambolea el viento? ¿A qué astillero y cuándo la podríamos llevar y repararla?
VENDAVAL EN MANHATTAN
Cientos de limpiaparabrisas
del cielo
en acrobático vaivén
sacuden la Manzana.
-”¡Vendaval en Manhattan!”
Los rascacielos
son juncos que el viento bambolea
a babor y estribor.
Toda Nueva York
sufre mareo.
(No me gusta New York).
-”¡¡Doctoooor!!”
Vicente Martínez
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