“No entiendo su silencio”
“Una Iglesia rica representa un escándalo”
“Una Iglesia rica representa un escándalo”
Efrem Ori).-Soy un obrero jubilado y extranjero. No tengo pues ninguna autoridad o derecho de escribiros, si no el derecho a ser escuchado que en la Iglesia tienen los últimos y también los últimos entre los pecadores. Vivo en España desde hace cinco años marcados por esta tremenda crisis que ha golpeado la mayoría de la sociedad española, como en muchos otros países.
Hasta hace poco no sabía de suicidios, ni a través de los medios de comunicación, ni por las personas que conozco. Pensaba, lo admito cándidamente, que el pueblo español fuese especialmente fuerte y vital.
Me enteré durante una conferencia que el suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes. Simplemente, no se habla del tema. Este silencio lo comprendo: para que no estalle el fenómeno de la imitación.
Pero no comprendo el silencio de los obispos, salvo loables excepciones, el silencio de la Conferencia Episcopal.
¿Qué tiene que pasar todavía? ¿No es suficiente el número de los parados? ¿El número de las familias sin ningún recurso? ¿El número de las familias desahuciadas de su casa porque no pueden pagar la hipoteca, que pierden su hogar y deben continuar a pagar su deuda? ¿El número de las familias que no pueden dar de comer a los hijos? ¿El número de las familias que han sufrido duros recortes en el cuidado de hijos gravemente enfermos, que necesitan tratamientos continuos y caros?
Los derechos de los trabajadores han sido duramente golpeados y la solidaridad entre ellos será difícil de recuperar.
Y eso que la doctrina cristiana, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, es clara y ha sido reafirmada por todos los padres de la Iglesia, muchos de ellos y de los más grandes son predecesores vuestros en el episcopado. Doctrina que la escolástica, hasta los tomistas del siglo XX, confirmó y lo mismo hicieron los papas con encíclicas y discursos, desde León XIII hasta Papa Francisco. Me abstengo de hacer citas.
La CEE, salvo loables excepciones, calla frente al estrago que hacen de la doctrina social también los partidos de inspiración cristiana.
Ante esta actitud surge la duda que la doctrina social de los papas haya sido solo una táctica para alejar a los fieles de la tentación de adherirse al socialismo o al comunismo, y que después de la caída del telón de acero, la misma doctrina haya perdido actualidad y eficacia. Pero no es así y la crisis en que hemos caído nos lo recuerda cada día.
La Iglesia, en esta situación, no puede callar. Pero su palabra no tendría ningún sentido si no la siguen los hechos, una conducta conforme al mensaje. En una nación, en un pueblo así puesto a la prueba, casi llegado al extremo agotamiento, una Iglesia rica representa un escándalo.
Los cristianos, individualmente y a través de asociaciones como Cáritas, hacen mucho, pero no es suficiente.
Ha llegado el tiempo en que la Iglesia institucional, ante la pobreza y la miseria actuales de su pueblo, primero renuncie a los privilegios y luego ponga a disposición todo su peso económico y financiero.
Todo lo que la Iglesia posee lo ha recibido gratis, donado. ¿Sería extraño que lo donara espontáneamente y gratis?
No tengáis miedo, el pueblo cristiano siempre ha sido generoso con su Iglesia y seguirá siéndolo.
Ciertamente conocéis la desconfianza en la política y la indignación que está creciendo entre la gente. ¡Ay de vosotros si mañana tuvierais que hacer a la fuerza lo que deberíais hacer hoy con convicción y fidelidad a vuestro propio mensaje!
P.S.: Pido disculpas a la RAE si he tropezado en algún italianismo.
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