11 septiembre, 2013 Por
Tal vez
los especialistas de la ONU no conozcan la letra de la mítica canción
de Palito Ortega (‘la felicidad… ah, ah, ah, ah’), pero sí son
conscientes de la importancia de una ciudadanía feliz y así se lo acaban
de recordar a las autoridades mundiales en un extenso informe que
subraya el valor de la felicidad como ingrediente clave del progreso.
elmundo.es
La gente feliz es más longeva, más productiva y más cívica. Ése es el
principal mensaje del ‘Informe Mundial de la Felicidad 2013′ que acaba
de dar a conocer la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible
de Naciones Unidas y que no pretende ser un mero ranking de países
dichosos -una clasificación en la que, por cierto, España figura en el
puesto 38, de un total de 156, aunque con una importante pérdida de
felicidad-.
El documento, liderado por
John Helliwell, de la Universidad de British Columbia (y avalado por el
secretario general, Ban Ki-moon), subraya la importancia de la felicidad
como un componente clave en el desarrollo social y económico; y
recuerda que el bienestar de los ciudadanos puede ser vital para el progreso de las naciones.
Por eso, más allá de la clasificación de países felices (que
encabezan Dinamarca, Noruega, Suiza, Holanda y Suecia), el informe de
más de 150 páginas analiza el impacto de factores como el PIB, las
expectativas de vida, tener pareja, la corrupción política, la libertad o
la generosidad en la felicidad individual (“la gente en la calle parece
más buena…”, que diría la canción).
Los PIGS, más infelices
Pero además de la foto fija, el documento de Naciones Unidas analiza la oscilación de los niveles de felicidad en el tiempo y advierte de que 41 países son más tristes ahora que hace cinco años. Entre ellos, han adivinado, España (a la que se suman otros siete países europeos, como Grecia, Portugal e Italia; pero también algunas regiones del norte de África y Oriente Medio agitadas por la inestabilidad política).
Pero además de la foto fija, el documento de Naciones Unidas analiza la oscilación de los niveles de felicidad en el tiempo y advierte de que 41 países son más tristes ahora que hace cinco años. Entre ellos, han adivinado, España (a la que se suman otros siete países europeos, como Grecia, Portugal e Italia; pero también algunas regiones del norte de África y Oriente Medio agitadas por la inestabilidad política).
El nuestro es uno de los estados en los que los niveles de felicidad
más han descendido en 2010-2012 con respecto a una encuesta similar
llevada a cabo en 2005-2007. Otros 29 países se mantienen estables y 60
naciones han mejorado su dicha (con algunas regiones Subsaharianas y
Sudamericanas entre las que más han mejorado).
Que España sea hoy un poco menos feliz no es casual y los analistas
evalúan en particular la situación que compartimos con griegos,
portugueses e italianos. “Los ciudadanos de estas cuatro naciones, las
más golpeadas por la crisis en la Eurozona, perciben que han perdido
libertad para tomar decisiones clave en sus vidas”, puede leerse en el
documento. “La crisis ha limitado sus oportunidades y se percibe un
aumento de la corrupción en la política y los negocios; y un descenso de
apoyo social y generosidad”, añade.
El trabajo también destaca el elevado porcentaje de pacientes en
tratamiento por problemas de ansiedad y abuso de sustancias en nuestro
país en el capítulo dedicado a la importancia de la salud mental como un
ingrediente más de la felicidad individual. “Incluso en los países
desarrollados, un tercio de los pacientes con enfermedades mentales no
recibe tratamiento”, denuncia el informe. “Existen tratamientos
asequibles y eficaces para la depresión y la ansiedad y si estuviesen
disponibles [para quienes los necesitan], el mundo sería un lugar más
feliz”.
Precisamente el documento concluye que el mundo puede presumir hoy de
mayores niveles de felicidad que hace cinco años, gracias en parte al
empuje de algunos países caribeños, asiáticos y latinoamericanos. Sin
embargo, “la crisis económica y el gran aumento del desempleo” han hecho
que España y sus vecinos del sur de Europa hayan perdido, al menos en
parte, su sonrisa.
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