El Papa ultima la sucesión del cardenal de Madrid
Son evidentes las diferencias de talante y prioridades entre ambos
Hace un mes circularon con insistencia rumores que hablaban de que Jorge Mario Bergoglio aceptaría la renuncia presentada por el arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, quien acaba de cumplir 77 años y superó con holgura la edad de jubilación, fijada en los 75.
Son evidentes las diferencias de talante y prioridades entre ambos
Hace un mes circularon con insistencia rumores que hablaban de que Jorge Mario Bergoglio aceptaría la renuncia presentada por el arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, quien acaba de cumplir 77 años y superó con holgura la edad de jubilación, fijada en los 75.
Francisco es partidario de que los obispos no se perpetúen en sus cargos. Es evidente la disparidad de estilos y acentos entre el presidente del episcopado y Francisco, lo que avalaría la tesis de que la Santa Sede busca un candidato de su cuerda en Madrid.
Rouco gobernó la Iglesia española con autoridad durante tres mandatos. El hombre que lo fue todo en la Iglesia española presentó su renuncia en un momento de entusiasmo, recién celebrada la Jornada Mundial de la Juventud en 2011.
Si Francisco se atiene a lo que es costumbre, esperará a marzo de 2014 -cuando expira el trienio para el que fue seleccionado- para admitir la petición de Rouco. Si lo hiciera antes, el cardenal cesaría de inmediato en sus funciones y tendría que ser reemplazado por el vicepresidente, Ricardo Blázquez.
Por ahora es toda una incógnita saber quién reemplazará a Rouco, y aunque se citan los nombres del cardenal Antonio Cañizares y del arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, Roma todavía dispone de tiempo para impartir sus orientaciones.
Son evidentes las diferencias de talante y prioridades entre el Papa y la actual jefatura de la jerarquía española. Francisco se presenta como el Papa que abandera una Iglesia de los pobres y para los pobres, un pontífice que defiende los derechos de los inmigrantes y que denuncia los excesos del capitalismo y la corrupción en el clero.
A Rouco, en cambio, le preocupa más el relativismo moral y la descristianización de la sociedad. No criticó demasiado los recortes ni el crecimiento de las desigualdades. Llama la atención el respeto con que se dirigió Francisco a los homosexuales y el tono despectivo con que habla una parte de la Iglesia española para referirse a los gais.
Todavía levantan ampollas las declaraciones del obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá, quien poco menos condenó al infierno a los homosexuales
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