Enviado a la página web de Redes Cristianas
La Troika financiera es un dios uno y trino que nos hace trinar. No pretendo ser irreverente, pero a la Troika (Comisión Europea, BCE y FMI) le encuentro cierto parecido con el misterio de la Santísima Trinidad, pues, como este último, tampoco se puede entender y explicar y consta de tres instituciones distintas y un solo poder verdadero.
La Troika es un ente todopoderoso y antidemocrático al que hay que rendir pleitesía y acatar sin rechistar sus dogmas económicos y políticos; un dios inmisericorde e insaciable al que cada día hay que ofrecer nuevos sacrificios humanos en forma de políticas de ajuste. La Troika, con la ayuda de gobiernos secuaces, está causando en Europa una crisis democrática sin precedentes en las últimas décadas y condenando a millones de personas a la precariedad por una deuda ilegítima e impagable, en su mayor parte de bancos, grandes empresas y entidades financieras.
Cuando la Troika nos ayuda o rescata, en realidad nos está ahogando. Con la coartada de la crisis de la deuda nos está imponiendo el desmantelamiento de los servicios públicos para entregarlos al sector privado, despojándonos así de los derechos sociales y laborales conquistados. Pero, mientras todo esto ocurre, se consiente de forma vergonzosa e impune la evasión fiscal y el crecimiento ilimitado de la economía financiera y especulativa. Y nada se hace por la cohesión social, por salvar a las personas y ofrecer un futuro a las próximas generaciones.
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