Enviado a la página web de Redes Cristianas
El sistema económico actual, basado en reglas injustas consentidas o promovidas por mediocres políticos marionetas, está empobreciendo al grueso de la humanidad y enriqueciendo hasta la náusea a unas minorías privilegiadas. El rápido enriquecimiento de estas minorías selectas y sin escrúpulos es directamente proporcional al vertiginoso empobrecimiento de las clases medias y bajas.
El capitalismo salvaje actual se está imponiendo con rapidez y está ganando definitivamente la batalla económica, ricos contra pobres, a nivel global. Sin embargo, si yo fuera rico, y además inteligente, comenzaría a preocuparme. Ganar esta batalla de forma aplastante tiene consecuencias y no es bueno para nadie.
No es prudente esquilmar y humillar a los perdedores, porque la avaricia, además de romper el saco, también rompe la cohesión social. Y si se quebranta la cohesión social, significará que hemos roto el imprescindible grado de consenso entre los grupos humanos ante un proyecto común que, en definitiva, no es otro que el «vivir y dejar vivir». Si no queremos convertir el mundo en un caos, debemos consensuar las relaciones; unas normas que sean percibidas como justas y de interés común.
Valladolid
No es prudente esquilmar y humillar a los perdedores, porque la avaricia, además de romper el saco, también rompe la cohesión social. Y si se quebranta la cohesión social, significará que hemos roto el imprescindible grado de consenso entre los grupos humanos ante un proyecto común que, en definitiva, no es otro que el «vivir y dejar vivir». Si no queremos convertir el mundo en un caos, debemos consensuar las relaciones; unas normas que sean percibidas como justas y de interés común.
Valladolid
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