ecleSALia 8 de febrero
"PREMIO ALANDAR 2011"
JOSÉ Mª RIVAS CONDE, CORIMAYO@telefonica.net
MADRID.
ECLESALIA, 08/02/13.- A veces da la sensación de subsistir aún ampliamente, la instrucción que se nos dio a los más, sobre la transmisión universal del pecado original. Esa, cuya explicación racional traté de anular en mi nota anterior. Lo hice por lo frecuente que es usarla como razonamiento de llegada, cuando sólo lo es de salida. Quiero decir que ella no prueba la existencia del pecado; sino que trata de explicar su transmisión, “tras haber supuesto que él se dio”.
“Supuesto”, porque carece por completo de base. Lo desvelan los hallazgos de los científicos, de los arqueólogos de las culturas y de los especialistas bíblicos, incluso católicos. Los primeros ponen al descubierto la imposibilidad de que las cosas sucedieran tal cual literalmente las narra la Biblia. Los demás destapan el trasfondo legendario de los relatos del Génesis. Unos y otros fuerzan a tenerlos a éstos por narraciones alegóricas. En particular a los de sus once capítulos primeros.
Serán pocos ―si es que aún queda alguno― los que todavía cometan la irracionabilidad de juzgar válidas las inferencias probadas de la ciencia, sólo cuando no afectan a la Biblia. Lo probado válido en sí, lo es para todo. Incluso para lo que se supone ser palabra de Dios. El ser real de las cosas, su realidad natural, es obvio que no puede estar en contradicción con ella. Salvo que las cosas no fueran tan de Dios, como su palabra.
Es igual de irracional calificar de mitos, sólo cuando no tocan a la Biblia, las narraciones que relatan, sin garantía de prueba, episodios o experiencias insólitas, fantásticas, intimistas. ¿Se reconocerá algún día abiertamente que eso es lo que sucede con los primeros relatos del Génesis? [...] (sigue en eclesalia.net).
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