Otro cura irlandés a punto de ser excomulgado por haber defendido el sacerdocio de las mujeres: “no reniego de mi conciencia” (Tony Flannery)
“Entiendo que la renuncia a mi libertad de pensamiento, de palabra y, sobre todo, de conciencia es un precio demasiado alto que tengo que pagar para ser readmitido en las filas de los ministros de la Iglesia”.
“Entiendo que la renuncia a mi libertad de pensamiento, de palabra y, sobre todo, de conciencia es un precio demasiado alto que tengo que pagar para ser readmitido en las filas de los ministros de la Iglesia”.
El p. Tony Flannery (uno de los fundadores de la “Association of Catholic Priests”, organización que reúne a unos 800 curas irlandeses, partidarios de una profunda y radical renovación en la Iglesia) se ha manifestado, de esta manera, tan clara como contundente. Al hacerlo, ha asumido el riesgo de incurrir en excomunión, habida cuenta de que no tiene intención alguna de renegar de sus convicciones sobre el sacerdocio femenino y la moral sexual.
Posicionamientos “poco ortodoxos”. Rompiendo la prohibición de verter opiniones en los medios de comunicación impuesta en abril del 2012 por la Congregación para la Doctrina de la Fe, a raíz de algunos posicionamientos poco “ortodoxos”, el religioso redentorista irlandés (a quien se le ha prohibido ejercer su ministerio desde el pasado año), ha relatado las vicisitudes por las que ha tenido que pasar en las páginas del “Irish Times” (21.I.2013): a la censura del pasado mes abril, escribe P. Flannery, ha seguido “un año de tensión y estrés”.
Y si es cierto que al principio del verano se abrió la posibilidad de alcanzar un compromiso, también lo es que semejante posibilidad se fue diluyendo. “Poco a poco, escribe el redentorista, me fui dando dado cuenta de que la Congregación para la Doctrina de la Fe apretaba el acelerador”: finalmente, tuve que enfrentarme a una elección: o firmaba una declaración pública (sosteniendo que aceptaba unas enseñanzas que, en conciencia, no podía aceptar) o asumía la posibilidad de ser excluido permanentemente del ministerio sacerdotal, con riesgo de sanciones todavía más graves”.
El p. Flannery ha tomado una decisión: “independientemente de las sanciones que el Vaticano me quiera aplicar”, comunica, “haré, en lo que a mí concierne, todo lo que esté en mis manos para oponerme a la tendencia actual del Vaticano de favorecer la creación de una Iglesia de condena en vez de misericordia”.
Desmentido oficioso y amenaza. Pero esto no acaba aquí. Después de la publicación en el periódico “The Irish catholic” (23. I. 2013) de un artículo en el que se sostenía que el sacerdote irlandés no había sido amenazado con la excomunión, el p. Flannery se ha visto obligado a facilitar algunos detalles de lo acontecido.
El religioso redentorista aclara haber recibido en junio del 2012 un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe remitiéndole a los cánones 1044 y 1364 del Código de Derecho Canónico: en el primero de ellos se indica que “son irregulares para ejercer las órdenes recibidas”, entre otros, aquellos sacerdotes que han cometido el delito de herejía; en el segundo, se establece que “el apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión ‘latae sententiae’”.
“Antes de imponer las sanciones previstas por la ley –tal y como se puede leer en el documento hecho público por el p. Flannery- es regla de la Congregación para la Doctrina de la Fe adoptar medidas que reconduzcan al sacerdote a la fe”: “Sólo si fracasan estas medidas se aplicarán las penas canónicas”.
“No soy un teólogo –ha comentado el religioso- pero esto a mí me suena como una amenaza”.
La preocupante llegada del nuevo Prefecto: Gerhard Müller. Las cosas, según cuenta el directamente interesado, se han complicado con el cambio de Prefecto en el ex Santo Oficio.
Si el cardenal Levada entendió que era suficiente el documento aclaratorio presentado por el p. Flannery en el mes de junio, no ha pensado lo mismo Gerhard Müller, el sucesor de Levada el pasado mes de julio, quien, una vez al tanto del caso del p. Flannery, le remitió un documento con algunas modificaciones que necesariamente tenía que insertar en su declaración: una primera relativa a la sucesión apostólica, otra segunda sobre la eucaristía, la tercera sobre el sacerdocio (en la que se afirma que la ordenación de mujeres es imposible) y una cuarta según la cual tendría que declarar que aceptaba sin reservas la enseñanza de la Iglesia, también en todo lo concerniente a las “cuestiones morales”. Son estos dos últimos puntos los que han decantado al religioso por el rechazo.
Muestras de solidaridad. El p. Flannery ha recibido numerosas muestras de solidaridad: de la sección irlandesa del movimiento “Nosotros somos Iglesia” y del líder del movimiento austriaco “Pfarrer Initiative”, el p. Helmut Schüller en el “The Irish Times” el pasado 21 de de enero.
Pero la más importante de todas ha sido la de la “Association of Catholic Priests” el pasado 21 de enero. Esta asociación protesta contra el trato que se le ha dado calificándolo de injusto” y denuncia el procedimiento seguido por la Congregación para la Doctrina de la Fe: “reticencia a tratar directamente con el acusado, imposición de mantener el secreto, olvido de la presunción de inocencia, falta de un justo proceso”. “El p. Flannery ha entregado su vida al servicio de la Iglesia”, continúa la “Association of Catholic Priests” y “sin embargo, esta misma Iglesia le trata sin respeto alguno, perjudicando su reputación y dejándolo ante un futuro incierto”.
Hay dos pesos y dos varas de medir cuando se predica el derecho a la libertad religiosa ante los otros, y cuando no se respeta en el interior mismo de la Iglesia”. El proceso contra el p. Flannery, concluye la “Association of Catholic Priests”, hay que entenderlo formando parte de la estrategia adoptada por la Iglesia Vaticana para debilitar las asociaciones independientes de sacerdotes.
Y si es cierto que la provincia irlandesa de los redentoristas se ha manifestado “profundamente entristecida por la interrupción de las comunicaciones entre el p. Flannery y la Congregación para la Doctrina de la Fe” recordando todo lo apreciado y respetado que es en el país, también lo es que el superior general de la Congregación, el p. Michael Brehl, ha sido menos conciliador al invitarle encarecidamente a “esforzarse de nuevo en proporcionar una respuesta satisfactoria a las cuestiones que le ha formulado la citada Congregación vaticana.
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