Durante 35 años, la ciudadanía ha depositado su confianza y bienestar en representantes públicos y actores sociales que no aseguran una vida digna para la ciudadanía. La falta de voluntad y valentía para enmendar la situación se traduce en medidas que anulan la voluntad popular y evidencian el despotismo de un gobierno al servicio del poder económico y financiero, que debilitan y ponen en peligro los pilares de la democracia. El hartazgo se pone de manifiesto, no sólo desde las calles, sino cada vez más desde centros de trabajo, organizaciones sociales, políticas y culturales. Tras una larga lucha fraguada durante generaciones para impedir la pérdida de derechos fundamentales, somos ignorad@s por el poder y se manipula la opinión pública mediante el miedo y la culpabilización del desprotegid@ con un potente discurso defendido por instituciones y medios de comunicación.
Ante este panorama de indefensión, impotencia, angustia, “sálvase quien pueda”…, la despolitización y desesperanza de la ciudadanía gana terreno ante una situación de urgencia que exponencialmente amenaza nuestra salud, educación y libertad.
En un momento en el que el 21% de la población española se encuentra bajo el umbral de la pobreza, (dos millones de niños incluidos) y en el que se dispara el número de suicidios y aumenta el consumo de antidepresivos, es cardinal actuar de manera decidida para revertir la situación. ¿Merecemos esta opresión?, ¿vamos a permitir que arrasen los sueños y el futuro de generaciones enteras con políticas de recortes que en pocos años nos están imponiendo de manera despótica?… ¿no formas parte del problema si no formas parte de la solución? Abandonar la lucha sería otorgar la victoria al robo y al austericidio.
En un momento en el que el 21% de la población española se encuentra bajo el umbral de la pobreza, (dos millones de niños incluidos) y en el que se dispara el número de suicidios y aumenta el consumo de antidepresivos, es cardinal actuar de manera decidida para revertir la situación. ¿Merecemos esta opresión?, ¿vamos a permitir que arrasen los sueños y el futuro de generaciones enteras con políticas de recortes que en pocos años nos están imponiendo de manera despótica?… ¿no formas parte del problema si no formas parte de la solución? Abandonar la lucha sería otorgar la victoria al robo y al austericidio.
Por fortuna, la sociedad moderna democratiza el acceso al conocimiento y la creación de redes ciudadanas mediante las tecnologías de la información. Se trata de revitalizar y fortalecer el ejercicio de democracia y pedagogía político-social, asumir responsabilidad como ciudadan@s y exigírsela también a quienes no nos representan.
Solidaridad, unión, respeto, conciencia, trabajo y perseverancia son las claves que pueden propiciar un cambio real que nace del interior. Vamos despacio porque vamos lejos.
Jóvenes del 15M ligados a Redes Cristianas
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