DEIA
Cuando salga este escrito se
habrán publicado muchos comentarios sobre tu petición de perdón. Quizás
llego tarde, pero escribo a los diez minutos de haber leído el artículo
que publicó DEIA firmado por ti. "Dios es testigo -dices- de que estoy
profunda y sinceramente arrepentido". Estoy emocionada. Decía
Shakespeare hace muchos años que el perdón bendice al que lo da y al que
lo recibe. En este momento siento un bautismo de agua limpia porque -y
son palabras de la Madre Teresa de Calcuta- "el perdón es una decisión,
no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa,
no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás la paz en tu
alma y la tendrá el que te ofendió".
No me gusta escribir estas impresiones en público, en plan Gran Hermano,
pero hay veces que hacen falta señales visibles de que el mensaje llega
a su destinatario. Yo he recibido la carta como si me la hubieses
enviado por correo particular, con sobre y con sello. Cuando leas esta
respuesta, piensa que te llega de manos del cartero en esta mañana de
julio.
Has tenido que pensar mucho antes de esta decisión. Tanto que
reflexionas filosóficamente sobre la palabra perdón y tú necesitabas el
perdón, porque es imposible caminar con todas las heridas abiertas. No
sé si te servirán estas palabras, pero yo acepto las tuyas con todo el
cariño con que han sido dichas. Sé que te habrán costado sangre. No por
ti -que en tu intimidad, eso se nota, estabas deseando- sino por los
compañeros que posiblemente no compartían esta decisión valiente. Creo,
José Luis, que estarás de acuerdo con un clásico que asegura que somos
bestias cuando matamos, somos hombres cuando odiamos, como Dios cuando
perdonamos.
Es difícil recibir el perdón para quien ha sufrido el desgarro
de la muerte, pero también es una postura gallarda humillarse. Un dicho
popular asegura que el hombre cuando se arrodilla es más grande. Es
magnífico si con esa postura mitigas el dolor.No me gusta la palabra victimario, pero quizás a ti te resulte más fácil ese término que el de asesino. Han pasado muchos años y es muy duro que esa palabra te vista con sayones negros. Has visto la luz al fondo del pasillo de la cárcel y me encantaría poder darte la mano por ese camino luminoso. No es fácil. El perdón es una disciplina políticamente incorrecta. Hoy te darán la primera página, pero después vendrá el vacío de los que se consideraban tus amigos, el vacío hacia dónde quieres llegar y el vacío de los que no quieren acompañarte. No te desanimes. Jesús, ese hombre excepcional al que citas, dice que el perdón os hará libres. Duerme en paz y aleja de tu lado los demonios de la noche. Lo hecho, hecho está. Nunca se puede rebobinar el pasado, pero el futuro se puede empezar cada día. Hoy, José Luis Álvarez Santacristina es el primer día de tu nueva vida. Txelis, tu nombre de guerra, ya no está.
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