30 julio, 2012 Por
No
es cualquier cosa, juntarse para cargar las pilas del alma, reafirmarse
en el amor indivisible de la fidelidad vocacional y seguimiento de
Cristo, mediante la vocación salesiana.El día 9 de Julio de 2012 doce salesianos se pusieron de acuerdo para recordar y revivir una nueva experiencia con motivo de los 50 años de sacerdocio. Venían de Vigo y de Deusto, de Nueva Montaña en Santander, de La Coruña, de Ciudad Real, de Arévalo, del Paseo de Extremadura, de Soto del Real, de Carabanchel, de Mohernando y de Fuenlabrada. No es cualquier cosa, juntarse para cargar las pilas del alma, reafirmarse en el amor indivisible de la fidelidad vocacional y seguimiento de Cristo, mediante la vocación salesiana. Todo con un gran sentido del humor y una participación interactiva religiosa.
A las nueve y media estábamos puntuales, en Marqués de la Valdavia, Paco Escribano, Javier Serna, Julián Martín, Ángel Sánchez, Nicolás Hernando, Ángel Neila y Anselmo Velasco, y el joven Juli (Julián) que así se llama el conductor del microbús, procedente de Aranjuez. El coche se llena de rumores al principio y voces después simultáneas como de veteranos de la guerra que se encuentran. Al llegar a Soto del Real, recogemos a José Luís García-Téllez, el ecónomo de la gira y fijador de imágenes de la breve gira. Sigue su ruta imparable el coche, risas sueltas, impresiones primeras, voz inconfundible de Anselmo se mezcla con la chispeante de Julián, Neila al loro, Angelito llena el autobús de risas sonoras y prolongadas, Escribano atento y silencioso sigue las conversaciones del grupo. Llevamos poco tiempo y el ambiente se iba animando sin apenas darle cuerda. Un rato largo de cambio ameno de impresiones y recuerdos, hacen breves las horas de nuestro caminar hacia el mar. Antiguos profesores, unos vivos, otros ¡ay! muertos en el camino de la vida “Yo estuve en Iwo Jima, izando la bandera de conquista del monte Suribachi” (es un decir) Pues a mí me sucedió…¿os acordáis de …? “Estabas tú también en”…
Sin darnos cuenta llegamos a la primera parada: Covarrubias. Covarrubias es una reliquia medieval en la provincia de Burgos, un centro neurálgico en las primeras épocas de Castilla. El párroco, Clementino González, culto y socarrón en sus estupendas explicaciones, nos enseña la Colegiata y su rico y abundante museo de arte. Comemos y el coche avanza imparable por las nuevas rutas viales de Burgos-León, Palencia-Santander, autovías de primera que dejan a un lado y en el olvido a pueblos famosos, que pierden importancia cuando no son contemplados. Hemos dejado la meseta castellana y la Tierra de Campos de Palencia y hacemos parada, ya en la montaña de Reinosa, en Fombellida. Hace fresco, esto es la altura, y nos vamos acercando al mar. Santander se nos mete enseguida. Estamos, al fin, en las Presas, de Herrera, a cinco kilómetros de la capital de Cantabria. Residencia de los Padres Pasionistas. Nos aguardan Belarmino y José Moure. Aumenta el número. Más tarde llegarán también Marcos Gaisán y Arcadio Cuadrado. Nos instalamos e iniciamos el primer contacto de grupo para organizarnos. Fácil acuerdo.
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