– El sexo, unido al amor y al placer de la vida, es una bendición, signo de presencia de Dios y de fecundidad humana, y así debemos alegrarnos de que unos obispos hayan tenido un problema (o bendición) sexual.
– Pero, en algunos casos, unido al poder, en medio de la gran maraña de la vida, el sexo puede convertirse en obstáculo y problema, como en el asunto de estos tres obispos, “cogidos” (en sentido argentino) por vigilantes y cámaras ocultas, sin piedad alguna (eso sí que es pecado)
Estos casos han tenido orígenes y, quizá, desenlaces distintos.
— Los dos primeros (Podestá y Maccarone) marcan una trayectoria “ejemplar” de tipo eclesial y vital, de manera que podrían narrarse como las famosas novelas ejemplares de Cervantes, y así como ejemplo para caminantes quiero presentarlos, pues los he conocido de primera mano, sin yo pretenderlo.
— El tercer (Mons. Bargalló) sigue marcando la prensa de estos días, como puede verse en RD y en otros grandes medios (desde La Nación de Buenos Aires, hasta El País de Madrid), donde se le presenta como el obispo cariñoso, en un rico hotel-piscina de México. El cariño no es malo, la piscina rica es buena (siempre que puedan disfrutarla todos). En principio, este caso me produce ternura, pero no lo entiendo bien (no tengo referencias personales), y además la pelota se encuentra todavía en el tejado, sin que sepamos hacia que aguas caerá el obispo (o le llevará el Vaticano).SEGUIR LEYENDO EN El Blog de Xavier Pikaza
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