Juan V. Fernández de la Gala
Estimado Monseñor Iceta:
El Evangelio de Jesús de Nazaret nos obliga a ser fraternalmente claros. Y a mí, créame, me gustaría ser ambas cosas: explícito y fraterno.
Así que, desde la fraternidad más firme en la que nos une Jesucristo, le hago llegar mi más indignada protesta porque desde la propia iglesia institucional que usted representa, se silencie a los teólogos y se apague la voz de los profetas. Sé que es el destino ineludible de quienes reflexionan con valentía sufrir el descrédito de sus pastores. Sé que es el sino ineludible de los pastores sentir mucho temor por cualquier tipo de novedad que cimbree los cuatro pilares teológicos, supuestamente eternos, que les colocaron a ustedes en el seminario o en ciertas facultades de Teología como si fuesen verdades absolutas, cuando no pasan de ser, principalmente, paradigmas temporales de interpretación. ¿Cuándo saldremos de la iglesia temerosa previa a Pentecostés y nos dejaremos arrastrar por el Espíritu?
Vetar la conferencia de Torres Queiruga, en contra de la opinión de los profesores responsables nos parece un golpe de mano propio de… [la fraternidad me invita a prescindir de esta parte del texto]. Y hacerlo, además, con el argumento peregrino de que los cristianos laicos de a pie no estamos preparados para oír las reflexiones de este prestigioso teólogo, me parece una falta de educación inaceptable por su parte. Es mi obligación como simple laico de a pie (probablemente ignorante e inmaduro), recordárselo a mi pastor.
Muy cordialmente en el Señor
Juan V. Fernández de la Gala
El Puerto de Santa María (Cádiz)
Simple creyente en Jesús de Nazaret
El Puerto de Santa María (Cádiz)
Simple creyente en Jesús de Nazaret
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