El miedo episcopal que no guarda la viña
10.11.11 | 07:19. Archivado en Obispos, Ultracatólicos
Tienen tanto miedo a la derecha chillona y airada que reaccionan casi de inmediato a sus alaridos. Olvidando su clásica prudencia. Últimamente, los obispos españoles entran al trapo de casi todas las provocaciones de los ultraconservadores. En pocos días, el siempre prudente y moderado arzobispo de Santiago, monseñor Barrio, se ha sentido obligado a publicar sendos comunicados que le exigían desde el agit prop de los campanarios siempre airados de cuatro apologetas-caza herejes que se creen llamados a velar por las esencias doctrinales y por el depósito de la fe.
¿Saben los obispos que son cuatro y los de siempre? O no lo saben o les tienen demasiado miedo. Un miedo infundado, porque no son representativos. Y, sobre todo, porque al entrar en su dinámica de acción-reacción, los obispos demuestran estar demasiado pendientes de un sólo sector (los más fronterizos y los menos moderados). Y porque, además, estos nuevos inquisidores no tienen razón casi nunca. Porque confunden el arco iris con el infierno. Son de piñón fijo y no admiten más sensibilidad eclesial que la suya. Como en una secta.
El caso del Foro Encrucillada es paradigmárico en este sentido. ¿Hay alguien con dos dedos de frente que pueda poner en duda la fe profunda y la eclesialidad sin tacha de uno de sus principales organizadores, el teólogos Andrés Torres Queiruga? ¿O el cariño y el amor a la Iglesia de los tres ponentes invitados este año para participar en el Foro: Teresa Forcades, José Antonio Pagola y Luis González-Carvajal? Tres teólogos que, hace unos años, pasarían por moderados. Y así fueron considerados siempre, al menos dos de ellos, Pagola y Carvajal. ¿Por qué hoy se les tacha de izquierdosos, progresistas y casi herejes?
Porque, como dice un amigo mío, los obispos actuales han perdido la "inteligencia espacial", una virtud esencial para el ejercicio de la comunión en la Iglesia. Dicho de otra forma, cuando un obispo confunde el centro con la derecha o con la izquierda, está dejando fuera, ipso facto, a la inmensa mayoría de la comunidad cristiana, que se sitúa en el medio.
Los ultraconservadores son cuatro, aunque griten mucho y estén bien organizados. Harían bien nuestros obispos en no prestarles tanta atención. O, al menos, que presten la misma a los progresistas y a la inmensa mayoría de sus fieles moderados. No es de recibo que obispos a los que tanto les cuesta hablar para otros temas, salten inmediatamente al son de la música que le marcan cuatro ultras. Para congraciarse y contentar a esos cuatro, y acaso para quedar bien con el Nuncio y la Curia, no sabemos si también con el Evangelio, ¿hay que poner en la picota un Foro tan prestigioso como el de Encrucillada?
Porque, además, los cuatro ultraconservadores se crecen cada vez que constatan que les hacen caso. Y presumen de ello. Y los obispos, al entrar en su juego, caen en una dinámica perversa. porque, cuanto más caso les hagan más se crecerán, más arriba se vendrán y más legitimados se creerán para no dejar títere con cabeza. Eso se llama alimentar al "monstruo". Mucho cuidado, señores obispos, porque esa espiral conduce al gueto y a una Iglesia de pseudoelegidos, de puros y cátaros. Y hasta puede derivar en comportamientos violentos. Y está claro que ésa no es la Iglesia de Jesús, como ustedes bien saben.
José Manuel Vidal
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