Lo propio de nuestra «sociedad consumista» es que no solo consumimos lo necesario para la vida, sino que consumimos sobre todo y fundamentalmente bienes superfluos. Este es el hecho decisivo que mueve básicamente la política y la economía. Lo importante es «aumentar el crecimiento» y «subir el nivel de consumo». Es lo que esperan todos los ciudadanos.
Podemos preguntarnos también si somos libres o esclavos. ¿Soy dueño de mis decisiones o compro lo que me dicta la publicidad?, ¿adquiero lo que me ayuda a vivir de manera digna y dichosa o estoy llenando mi vida de cosas inútiles?, ¿sé boicotear anuncios que tratan de manipularme de manera torpe y degradante o soy uno de esos «esclavos satisfechos» que presumen de tal o cual marca?
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