Hay algo que resulta escandaloso e insoportable a quien se acerca a Jesús desde el clima de autonomía, autosuficiencia y afirmación personal del hombre del siglo veinte.
Jesús es radical a la hora de pedir una adhesión a su persona. El hombre debe saber subordinarlo todo al seguimiento incondicional a Jesús.
No se trata de un «consejo evangélico» para un grupo de cristianos selectos o una élite de esforzados seguidores. Es la condición indispensable de todo discípulo. Las palabras de Jesús son claras y rotundas. «El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío».LEER SERMÓN ENTERO
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