La Cena del Señor
La vida de Jesús difícilmente se entiende “sino en torno de una mesa y en un banquete, hasta el punto que le definieron los hombres de su tiempo como un “borracho y un comilón”
La iconografía de todos los tiempos, desde Leonardo da Vinci hasta nuestros días, lo han retratado sentado y acomodado a la mesa. Así con Mateo el recaudador, con Zaqueo, el convertido, con Lázaro y sus hermanas, en la Bodas de Caná, y con sus discípulos en la Gran Cena de Pascua.
Y es que es una tradición en todas las culturas y religiones considerar el Banquete casi como un rito sagrado.
En un banquete se celebra, se comparte, se habla, se convive. Se comenta todo lo bueno y lo malo, los grande y lo pequeño… “Lo que yo he hecho con vosotros hacedlo vosotros también”
En el Banquete Jesús comunica su ciencia y su sabiduría: “Un mandamiento nuevo os doy, que os améis como yo os he amado”
En el Banquete es donde se siente feliz y satisfecho: “Muchas veces he deseado celebrar con vosotros la Pascua”
Y todos somos conscientes de lo que se tramó en aquella cena.
El mandato es claro: “Un mandamiento nuevo os doy. Que os améis, como yo os he amado”
Es curioso que es el único sacramento, que con el Bautismo se mantiene y se ha conservado meticulosamente: “Haced esto en memoria mia”
Aquel gesto fue generoso porque iba precedido del acto de entrega total…Y a continuación se puso el delantal y manos a la obra.
Parece como si nos estuviera diciendo:
“En el mundo se prima la fuerza y el poder y a veces con violencia. No así entre vosotros/as: El último será el primero.
En el mundo se da mucho la trepa y la escalada. No así entre vosotros. Al contrario, poneros el delantal para empezar la faena. Pero no para servirse a uno mismo sino a los pobres que los tenéis siempre entre vosotros y en los que me serviréis a Mí
Vamos a la mesa y a la misa, no porque tengamos obligación, sino porque queremos y nos da la gana. Cambiemos, para siempre, la palabra precepto y obligación por la de amor y devoción.
Vamos o deberíamos de ir, a la Mesa porque nos sentimos a gusto y acogidos. Nos sentimos, o deberíamos sentirnos, acogidos, un poco más protagonistas…quizás los curas tendríamos que dejar más hablar y decir lo que los cristianos piensan y sienten en la Eucaristía.
Venimos a misa, en fin porque creemos y queremos ser felices y hacer felices a cuantos nos rodean. El nos dijo una por todas “He venido daros vida en abundancia”…
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