IPS
El patio del centro del Servicio Jesuita para los Refugiados (SJR) en la capital etíope está lleno de gente que asiste a un taller de recepción del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), viene a retirar provisiones básicas, asiste a alguna clase o juega al voleibol, el tenis de mesa o el dominó.
Benyamin cuenta a IPS que llegó a Etiopía porque en su país, Yemen, no podía practicar su religión libremente. Tras convertirse del Islam a la fe judía, fue internado en un hospital psiquiátrico. “Si me hubieran enviado a la corte, podrían haberme condenado a muerte”, añadió.
“Vivir aquí es una forma de muerte psicológica porque no nos permiten trabajar. No tenemos esperanza”: refugiado congoleño en Etiopía. ··· Ver noticia ···
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