Juan Carlos Scannone (Buenos Aires, 1931) y Gustavo Gutiérrez (Lima,
1928) son los dos grandes patriarcas de los más de 50 teólogos reunidos
en el I Encuentro Iberoamericano, que se está celebrando en el Boston
College. El primero, es el líder de la Teología del Pueblo, la que dicen
que sigue el Papa Francisco. El segundo, es el reconocido 'padre' de la
Teología de la Liberación. Los dos son los inspiradores teóricos de las
reformas de Bergoglio.
Por la mañana intervino al teólogo peruano, y había expectación por
escucharlo. Por su pasado y por su presente. Porque sigue teniendo ideas
geniales, expuestas de una forma directa y sencilla. Y con mucho
sentido del humor, que le lleva a reírse incluso de sí mismo. "Me
gustaría hablar de pie, pero ya sé que no hay mucha diferencia entre que
lo haga de pié o sentado", comenzó diciendo, en alusión a su corta
estatura física.
Su charla, titulada 'La interpretación del pobre en un mundo
globalizado a los 50 años del Concilio', comenzó abordando el tema de la
pobreza, que surge en los años 60, con la irrupción del pobre en la
Teología y el interés de la reflexión teológica por abordar no sólo la
pobreza, sino también sus causas.
A su juicio, con Pío X y Pío XII, "los pobres tenían que ser
humildes, para recibir ayuda; y los ricos, generosos, para ayudar a los
pobres". Sólo con Juan XXIII se comenzó a hablar "de las causas de la
pobreza".
Gutiérrez sentó así las bases de su pensamiento: "La pobreza nunca es
buena, nunca, porque siempre es muerte temprana e injusta" y "el
compromiso con el pobre no puede evitar la denuncia de las causas de la
pobreza". Porque, el "pobre es una 'no persona', un no considerado
persona, un insignificante". O como dice Hanna Arendt, "el pobre es
aquel que no tiene derecho a tener derechos". Por eso, la pobreza es un
un "asunto teológico, que expresa la fractura de la creación".
El proceso teológico de la Teología de la Liberación se basó, según
Gutiérrez, en dos grandes temas: la salvación universal y la relación
naturaleza-sobrenaturaleza. Porque, "para hacer teología hay que estar
en contacto con la realidad".
Y para explicarlo, Gutiérrez acudió a esta metáfora: "El mensaje
cristiano es como carne congelada. Ahí está todo, pero no se puede
comer. Hay que descongelarlo, es decir situarlo en la realidad actual".
Como el Papa, "que se sitúa a este nivel básico, en la frescura del
Evangelio".
Una teología asentada en la praxis. Y citó, para corroborarlo, a
Simone Weil, "si quieres saber si una persona cree en Dios, no te fijes
en lo que dice de Él, sino en lo que dice del mundo".
Y una teología profundamente espiritual. "La espiritualidad es
fundamental en el proceso teológico, porque es un estilo de vida y una
manera de ser", explicó. Por eso, la TL nunca va a morir, aunque los
medios de comunicación "la mataron al año de nacer y la siguen matando a
cada rato". De ahí que, cuando a Gutiérrez le preguntan por la muerte
de la TL, siempre dice: "A mí no me invitaron a su funeral y creo que
tenía derecho a estar en él".
En este proceso, fue el Vaticano II el que "abrió puertas, para
seguir descongelando", al igual que hizo la Conferencia de Medellín.
La TL lleva aparejado, según Gutiérrez, el martirio. Unas veces,
físico, como el de Enrique Pereira Neto. Y otras, también físico, pero
alargado en el tiempo, "haciendo la vida imposible a los teólogos de la
liberación". Por eso, "hubo mártires por Dios, por la Iglesia y por su
pueblo".
Una teología, la de la liberación, que lleva a la praxis y a
plantearse, desde la realidad, "cómo decirle al pobre que Dios le ama,
cuando su vida misma es la negación del amor". Quizás, la única vía sea
"ser solidarios con los pobres" y sobre todo, "ayudarles a ser sujetos
de su destino".
Por eso a Gutiérrez no le gustan los que se proclaman 'la voz de los
sin voz', porque "nuestra meta es que los que no tienen voz la tengan".
De ahí el componente de "las pastoral de la amistad" que tiene que haber
en la reflexión teológica. "No hay auténtico compromiso con los pobres,
si no somos sus amigos". Y es que, como dijo en el turno de preguntas,
"la teología no solo hay que estudiarla, sino y sobre todo, vivirla".
"Una teología atravesada por la misericordia"
A continuación, intervino el economista peruano Umberto Ortiz, que
demostró con datos, cifras y estadísticas que "el 29,2% de la población
de Latinoamérica (175 millones) está por debajo del umbral de la
pobreza, a lo que hay que sumarle los 70 millones que viven en la
indigencia".
Además, "Latinoamérica sigue siendo la región más desigual del mundo"
y "los pobres son los más afectados por el cambio climático", explicó
el profesor.
La teóloga colombiana, Olga Consuelo Vélez, sacudió al auditorio con
su ponencia, titulada 'Las periferias geográficas y existenciales,
desafíos para la Teología'. Tras denunciar "la persecución abierta a la
teología de la liberación por algunos sectores de la institución
eclesial", reconoció que, a eso se unió, en los últimos años, "el
desánimo y el cansancio de algunos teólogos y teólogas".
Hasta que "vino un Papa del 'fin del mundo', cuyos gestos y palabras
nos hicieron volver la mirada de nuevo hacia los pobres", porque
Francisco "coloca la opción preferencial por los pobres como categoría
teológica y no meramente cultural".
Se trata, según la teóloga de la Universidad Javeriana de Bogotá, de
"desinstalarse, para salir a las periferias geográficas y
existenciales", lo cual exige una "conversión pastoral". Y, para ello,
los teólogos tienen que revisar el "'desde dónde' respondemos a las
necesidades concretas que nos interpelan" y preguntarse: "¿Están los
pobres del mundo en el centro de nuestra reflexión teológica?"
Para conseguirlo, Olga Consuelo Vélez apuesta por "una teología
atravesada por la misericordia" y "una teología con sabor de
actualidad". Para concluir con esta afirmación: "Tal vez lo más
importante de esta reflexión es preguntarnos si en este movimiento
eclesial que estamos viviendo hoy con Francisco nos sentimos
comprometidos y dispuestos a cambiar".
En ese sentido, destacó que, por ejemplo, "la teología de género es
todavía un anexo en muchos centros universitarios, que siguen marcados
por una cultura patriarcal y clerical".
Por su parte, el teólogo jesuita también colombiano, Guillermo Sarasa
abordó el tema de 'Hablar de Dios en tiempos de globalización',
asegurando que la globalización ofrece oportunidades pero también
riesgos, al tiempo que abogada por el anuncio explícito de Cristo en los
centros universitarios católicos.
Los pobres, protagonistas y poetas
El primer ponente en intervenir por la tarde fue el jesuita Juan
Carlos Scannone, uno de los 'gurús' de la Teología del Pueblo, que
definió "como una corriente de la Teología de la Liberación", y que
centró su intervención en 'La colaboración teológica con la pastoral del
Papa Francisco'.
A su juicio, es evidente que el Papa no quiere una "teología de
despacho", sino una teología basada en la misericordia, en la opción por
los pobres y en el discernimiento. Desde la misericordia, "Francisco da
importantes pasos adelante con respecto a sus dos predecesores,
continuando la línea de la Iglesia y la teología latinoamericanas de
Medellín a Aparecida".
Según Scannone, que fue profesor de Bergoglio en Argentina, Francisco
quiere "una Iglesia pobre, de los pobres y para los pobres". Es decir
que, como dice Pedro Trigo, "Los pobres no se sientan sólo en la Iglesia
'como en su casa', sino que estén en el 'corazón de la Iglesia'".
Por eso Francisco quiere que los pobres sean "no sólo protagonistas,
sino también 'poetas sociales', artesanos y hacedores de historia".
Especialmente, a través de los movimientos populares, a los que el papa
"reconoce una imprescindible función social".
En cuanto al discernimiento según el Papa, debe pasar por el
"discernimiento de los signos de los tiempos". Con cuatro principios
básicos: La realidad siempre prevalece sobre la idea; vale más iniciar
procesos que ocupar espacios de poder; la unidad es superior al
conflicto, y el todo es superior a las partes y a su mera suma.
Es "el modelo del poliedro o de la orquesta". Y Scannone concluye:
"Hoy la teología está llamada a acompañar -con el Papa Francisco- a los
pueblos, a los pobres de los pueblos y a sus movimientos populares, en
el discernimiento eficaz de su pasión y acción históricas Así, estaría
practicando la opción evangélica por una Iglesia pobre, con, de y para
los pobres, con temple de misericordia, en cuanto la teología es y debe
ser 'intellectus amoris et misericordiae'".
En las comunicaciones de la tarde, intervinieron la teóloga argentina
Emilce Cuda, el chileno Carlos Schikendantz y el venezolano Rafael
Luciani. La profesora Cuda abordó e tema de la 'teología política en
América Latina hoy' y señaló que "hay modalidades políticas que son
sacralizadas, ante las que la función del teólogo consiste en destronar a
los falsos dioses".
El padre Schikendantz explicó 'La reforma de la Iglesia en el actual
pontificado a la luz del Vaticano II', que, a su juicio, pasa por "la
recuperación del Concilio" y por la puesta en marcha de "una agenda
compleja y articulada".
En este sentido, el teólogo chileno aseguró que "la reforma clave de
la reforma de la Iglesia es la reforma del papado, teniendo en cuenta
que sólo el papa puede reformarse a sí mismo". Y es que hay que tener en
cuenta que "la reforma de la Iglesia pasa por la disminución del papado
para que crezcan las otras instituciones eclesiales". Una reforma que, a
su juicio, se encuentra con una oportunidad de oro y un momento
favorable, porque "coinciden las reformas desde abajo y desde arriba".
Por último, intervino Rafael Luciani, para hablar de la 'Geopolítica
pastoral', que consiste en "la parresía apostólica al servicio de los
pueblos pobres y sus culturas", porque la Iglesia "quiere ser mediadora y
facilitadora de procesos de paz en medio de los dramas que otros
descartan".
Tras hacer un recorrido por "las fracturas locales con repercusiones
globales" que muestran que "lo que está mal no es un simple modelo de
gestión, sino el sistema u ordenamiento mundial actual". Entre otras
cosas, "porque es un modelo que, aún cuando ha logrado producir mayor
riqueza a nivel global, lo ha hecho generando los niveles más alto de
inequidad económica y exclusión social en la historia de la Humanidad. Y
es que pobre no es solo el que no tiene, sino el que no tiene cómo
tener".
Precisamente por eso, el modelo geopolítico de Francisco busca
apoyarse en la "interculturalidad, como camino para la habilitación
humana como sujetos". O dicho de otra forma, "la visión de Francisco
entraña un cambio en el modo como interactuamos y nos posicionamos
socioculturalmente. Es un modelo alternativo que se basa en la praxis
del encuentro, de la cooperación y de la interdependencia". Porque "la
fraternidad global es el camino para llegar a ser sujetos en esta época
mundializada, a fin de que todos gocemos de la posibilidad de tener
posibilidades".
José M. Vidal
Religión Digital
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