Lo revela un libro del periodista italiano Nello Scavo
Creó una red clandestina para salvar a cientos de perseguidos políticos durante la dictadura argentina
Decenas de personas revelan en un libro que el actual Papa Francisco
creó una red clandestina para salvar a cientos de perseguidos políticos
durante los años negros de la dictadura en Argentina (1976-1983), con lo
que se intenta desmentir toda complicidad de Jorge Mario Bergoglio con
el régimen militar. Según el autor del libro, el periodista italiano
Nello Scavo, cronista del diario de la conferencia episcopal
italiana Avvenire, el futuro Papa, que entonces dirigía a la Compañía
de Jesús, protegió y ayudó a huir de su país a cientos de personas
perseguidas por los militares.
Bajo el título la ‘Lista de Bergoglio.
Los salvados por Francisco durante la dictadura. La historia jamás
contada’, editado por la Editorial Misionera Italiana (EMI), decenas de
testimonios desmienten la presunta complicidad del actual Papa con la
dictadura argentina, argumento que había levantado polémica en marzo
pasado, durante los primeros días de su pontificado. “El director del
diario me autorizó a indagar en el pasado del nuevo Papa, se asumió el
riesgo de encontrar informaciones comprometedoras”, contó Scavo en una
entrevista a la agencia especializada en noticias religiosas I-Media.
Con prólogo del Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, el
libro recoge las historias de cientos de personas -la llamada ‘lista
Bergoglio’, que se inspira a la ‘lista de Schindler’,
inmortalizada en la película de Steven Spielberg-, que pudieron escapar
de la feroz represión desatada por la junta militar, responsable de la
desaparición de unas 30.000 personas.
Entre los testimonios mencionados, publicados hoy por la prensa
italiana, figuran el de Alicia Oliveira, juez penal, a la que Bergoglio
hizo reunir con sus hijos mientras se encontraba en clandestinidad, así
como la de Sergio y Ana Gobulin, militantes que trabajaban políticamente
en las villas miserias, los cuales lograron ser expatriados gracias al entonces vicecónsul italiano en Argentina, Enrico Calamai.
El libro reconstruye la historia de los padres jesuitas Franz Yalics y
Orlando Yorio, secuestrados y torturados en la tristemente célebre
Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) por sus posiciones políticas de
izquierda, los cuales fueron liberados tras seis meses de detención.
El delicado caso, que le valió a Bergoglio ser acusado de complicidad
con la dictadura por haber mantenido contactos con los generales, en
particular con el temido almirante de la Marina Emilio Massera,
responsable de ESMA, es narrado en cambio como ejemplo de su discreta y
secreta labor para salvar sindicalistas, sacerdotes, estudiantes,
intelectuales, independientemente de su credo religioso. “Privilegió una diplomacia silenciosa”, escribió Pérez Esquivel.
“Me parece razonable que salvara vidas. Si bien no compartía la ideología de los que protegía, si estos le pedían ayuda la daba”, comentó por su parte el argentino Jorge Ithurburu, militante de derechos humanos
en Italia. “Ninguno de los que pertenecían al sistema Bergoglio sabían
que hacían parte de éste último. Cada uno hacía un favor preciso al jefe
de los jesuitas: uno ponía a disposición una cama durante algunas
noches, otro ayudaba con un trayecto en automóvil y otro comprando
billetes de avión o de barco”, explicó Scavo.
“Calumnias”
Pocos días después de haber sido elegido en marzo como primer papa
jesuita y latinoamericano de la historia, el Vaticano tuvo que desmentir
las acusaciones de complicidad con la dictadura como “calumniosas y
difamatorias”, lanzadas por “la izquierda anticlerical”, según la Santa
Sede. El libro incluye al final la trascripción del interrogatorio
realizado en 2010 al arzobispo Bergoglio por los jueces que indagaban
sobre violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, un
documento inédito, que según el autor demuestra que el jesuita tejió
silenciosamente una red clandestina para salvar a cientos de personas
que corrían peligro de perder la vida.
Interrogado sobre las razones por la que el actual Papa no ha querido
abordar personalmente el tema, Scavo se limita a observar que “no
corresponde al estilo de Francisco” ya que “hay todavía muchos juicios
abiertos” y no quiere abrir heridas innecesarias para la búsqueda de la
verdad.
Entre los testimonios recogidos por Scavo, se encuentra la del
jesuita Juan Carlos Scannone, hoy de 81 años, considerado el máximo
teólogo argentino con vida.
Scannone sostiene que nunca se habló del trabajo a favor de los
perseguidos llevado acabo por Bergoglio y sus amigos siempre guardaron
silencio para no sembrar la sospecha de que Bergoglio haya intentado
manipular a su favor los hechos ocurridos en los años de la dictadura.
De todos modos, “al hacer una estimación prudente, diría que el padre
Jorge puso a salvo aun centenar de personas” durante el régimen,
indicó. Entre ellas a disidentes, sindicalistas, sacerdotes,
estudiantes, intelectuales, ya sea creyentes o no creyentes.
El libro reconstruye la historia del sindicalista Gonzalo Mosca,
escondido en el Colegio Máximo como “estudiante para un retiro
espiritual”, y después enviado a Brasil. “Padre Jorge no sólo me
acompañó al aeropuerto, sino que llegó hasta la puerta del avión”,
rememora. O Alicia Oliveira, activista civil y disidente, que el padre
Jorge hizo reunir con sus hijos mientras la mujer estaba en la
clandestinidad dentro de los muros del Colegio Máximo.
Alfredo Somoza, otro opositor al régimen hoy residente en Italia,
después de llegar a Europa, descubrió que quien había estudiado con los
Jesuitas obtenía una “pronta” vía de fuga al exterior. “Quién era el
jefe de los Jesuitas en Argentina? Se podía imaginar que todo esto
ocurriera sin su participación directa?”, razona el ex perseguido por la
junta de Jorge Videla.
En el libro también hay una carta de Bergoglio ala familia del padre
Franz Jalics, uno de los dos Jesuitas secuestrados y torturados en la
Escuela de Mecánica de la Armadas (ESMA), el mayor centro de detención y
exterminio del régimen. Este caso costó a Bergoglio la sospecha de
haber sido connivente con la dictadura.
“He tomado muchas iniciativas para llegar a la liberación de vuestro
hermano, hasta ahora no hemos podido tener éxito, pero no he perdido la
esperanza de que sea pronto liberado. Decidí que el caso es mi deber”,
se lee en la carta del 15 de octubre de 1976. Y agrega: “las
dificultades que su hermano y yo hemos tenido entre nosotros sobre la
vida religiosa no tienen nada que ver con la situación actual”. Jalics
“es para mi un hermano”.
Además, el libro reconstruye por primera vez el encuentro de
Bergoglio con el almirante Emilio Eduardo Massera, el jefe de la Marina y
amo y señor de la ESMA. En la reunión, Bergoglio pidió a Massera -ya
fallecido- la liberación inmediata de los jesuitas.
En el contexto trágico seguido al golpe del 24 de marzo de 1976 (con
30.000 desaparecidos según organismos defensores de derechos humanos y
más de 500 niños sustraídos a mujeres detenidas-desaparecidas) son
numerosos los casos contados por Scavo. Como la historia de tres
seminaristas del obispo mártir monseñor Enrique Angelelli que Bergoglio
escondió en el Colegio porque eran buscados por los militares. También
se rememora el relato dramático del futuro Papa Francisco que con
desprecio al peligro desbarata una búsqueda de una patrulla que estaba
sobre sus pasos.(RD/Agencias)
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