Eso es la fe, y no tiene que ver con religiones ni creencias, sino con el latido libre y universal de la Vida. Esa fue la fe de Jesús, más allá de sus creencias. A esa Vida poderosa y tierna llamaba él “Dios” y la invocaba tiernamente como abbá. Por esa Vida se sentía feliz y libre, y por su causa arriesgó la vida.
El cristianismo –católico en nuestro caso– como sistema de creencias, ritos y normas morales, como organización jerárquica, como estructura de poder, como entramado de complejos y a veces turbios intereses… eso es otra historia. No es lo de Jesús.
Cuando 70 obispos españoles se reúnen en Asamblea Plenaria, eso es el sistema que necesita funcionar, y no digo que esté mal: depende de que para qué quieren que siga funcionando el sistema.
Cuando el presidente de la Conferencia Episcopal española, el cardenal Rouco, ante la dramática situación de la crisis y del paro creciente, y ante las medidas del Gobierno que empobrecen más a los más pobres, se limita a apelar vagamente a la fe y a la caridad, me digo que eso no es la fe que animaba al corazón de Jesús.
Cuando el Gobierno de Rajoy acaba de aprobar un decreto que niega a los inmigrantes en situación irregular el derecho a ser atendidos por un médico o un hospital, y Mons. Rouco no ha alzado la voz ni ha exigido a toda la Asamblea que se ponga en pie y grite NO contra este decreto en nombre de Jesús y del Evangelio, entonces me digo que ellos están en otra cosa: que el Evangelio de Jesús no les interesa, que a ellos les importan las creencias y el mantenimiento del sistema, pero no los dolores de la pobre gente, no la llamita del corazón, no la Vida.
Cuando Mons. Rouco ha repetido por enésima vez la obsesiva y errónea consigna del papa actual: “sin fe no puede haber verdadera caridad”, identifica la fe con creencias, y así profesa una gran mentira. Basta abrir el Evangelio y leer la parábola del buen samaritano o del buen increyente. Basta mirar la historia: ¿qué guerra, tortura, explotación y dictadura no ha sido legitimada por la jerarquía católica con todas sus creencias? Hace justo 75 años, Gernika fue bombarbeada por un caudillo católico creyente y practicante que contaba con el beneplácito y la bendición de todos los obispos españoles (solo uno, Mateo Múgica, alzó la voz y fue desterrado).
Seas o no creyente, cuida la fe: esa llama profunda y secreta, pues de ella depende el brillo de tu sonrisa y el futuro de la Tierra. Cuida el corazón de tu vida, el corazón de la Vida. No dejes de palpitar y de sentir. No dejes de respirar, de sentirte libre y de tender la mano a la Vida que, muy cerca de ti, reclama cuidado.
¿Y las creencias? Están bien si te hacen más bueno y feliz. Están bien, si no te aferras demasiado a ellas. Si te aferras demasiado a ellas, acabarán impidiéndote ser más bueno y feliz.
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