FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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miércoles, 27 de julio de 2016

LA MÁS HERMOSA REFLEXIÓN DOCENTE

DOS SABIOS ANTE LA RIQUEZA

col sicre

El domingo pasado, el evangelio se fijó en un tema muy importante para Lucas: la oración. Este domingo recoge otra cuestión capital de su evangelio: la actitud ante la riqueza.
Una elección curiosa: la primera lectura
En el Antiguo Testamento, la riqueza se ve a veces como signo de la bendición divina (casos de Abrahán y Salomón); otras, como un peligro, porque hace olvidarse de Dios y lleva al orgullo; los profetas la consideran a menudo fruto de la opresión y explotación; los sabios denuncian su carácter engañoso y traicionero. En esta última línea se inserta la primera lectura de hoy, que recoge dos reflexiones de Qohélet, el famoso autor del “Vanidad de vanidades, todo vanidad”.
La primera reflexión afirma que todo lo conseguido en la vida, incluso de la manera más justa y adecuada, termina, a la hora de la muerte, en manos de otro que no ha trabajado (probablemente piensa en los hijos).
La segunda se refiere a la vanidad del esfuerzo humano. Sintetizando la vida en los dos tiempos fundamentales, día y noche, todo lo ve mal: De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente.
Ambos temas (lo conseguido en la vida y la vanidad del esfuerzo humano) aparecen en la descripción del protagonista de la parábola del evangelio.
Petición, parábola y enseñanza (Lc 12,31-21)
En el evangelio de hoy podemos distinguir tres partes: el punto de partida, la parábola, y la enseñanza final.
El punto de partida es la petición de uno: Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo. Si esa misma propuesta se la hubieran hecho a un obispo o a un sacerdote, inmediatamente se habría sentido con derecho a intervenir, aconsejando compartir la herencia y encontrando numerosos motivos para ello. Jesús no se considera revestido de tal autoridad. Pero aprovecha para advertir del peligro de codicia, como si la abundancia de bienes garantizara la vida. Esta enseñanza la justifica, como es frecuente en él, con una parábola.
La parábola. A diferencia de Qohélet, Jesús no presenta al rico sufriendo, penando y sin lograr dormir, sino como una persona que ha conseguido enriquecerse sin esfuerzo; y su ilusión para el futuro no es aumentar su capital de forma angustiosa sino descansar, comer, beber y banquetear.
Pero el rico de la parábola coincide con el de Qohélet en que, a la larga, ninguno de los dos podrá conservar su riqueza. La muerte hará que pase a los descendientes o a otra persona.
La enseñanza final. Si todo terminara aquí, podríamos leer los dos textos de este domingo como un debate entre sabios.
Qohélet, aparentemente pesimista (todo lo obtenido es fruto de un duro esfuerzo y un día será de otros) resulta en realidad optimista, porque piensa que su discípulo dispondrá de años para gozar de sus bienes.
Jesús, aparentemente optimista (el rico se enriquece sin mayor esfuerzo), enfoca la cuestión con un escepticismo cruel, porque la muerte pone fin a todos los proyectos.
Pero la mayor diferencia entre Jesús y Qohélet la encontramos en la última frase.
Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios. Frente al mero disfrute pasivo de los propios bienes (Qohélet), Jesús aconseja una actitud práctica y positiva: enriquecerse a los ojos de Dios. Más adelante, sobre todo en el capítulo 16, dejará claro Lucas cómo se puede hacer esto: poniendo sus bienes al servicio de los demás.

Falta de vergüenza y ausencia de culpa en la corrupción brasilera

Leonardo Boff

Leonardo Boff2Después del psicoanálisis y el estructuralismo no podemos seguir restringiéndonos al consciente y a los dictámenes de la razón en el análisis de los fenómenos humanos, personales y colectivos. Hay un universo pre-consciente, sub-consciente e inconsciente (personal y colectivo), subyacente a nuestras prácticas, que deben ser tenidos en cuenta.

Quiero atenerme solo a dos vertientes que influencian nuestros comportamientos: son los legados de las dos principales culturas ancestrales que subyacen a nuestro inconsciente colectivo y que nos ayudan a entender fenómenos actuales, como por ejemplo, la alucinante corrupción que atraviesa el cuerpo social brasilero: la cultura griega y la cultura judeocristiana .
De la cultura griega heredamos el sentimiento de vergüenza. El concepto correlacionado es el de héroe. Tener vergüenza para los griegos consistía en frustrarse en lo que se emprendía, tanto en la guerra como en la convivencia social. Perder una batalla constituía una vergüenza colectiva para todo un pueblo. Perder una competición en las Olimpíadas provocaba vergüenza. Triunfar y tener éxito cumplía los requisitos del héroe.
Esta categoría está presente hoy en nuestra sociedad. Es un héroe el jugador que consiguió el gol de la victoria del equipo de su predilección. Vergüenza colectiva es que Brasil perdiera 7a 1 en la Copa Mundial de futbol contra Alemania. Conseguir altos índices de crecimiento y de beneficio de una empresa hace del empresario un héroe. Perder una elección produce vergüenza.
La vergüenza tiene que ver con la imagen que proyectamos socialmente. Debe causar admiración y respeto, de lo contrario hace que las personas se avergüencen.
La otra vertiente es la de la tradición judeocristiana. La categoría central es la culpa. Generalmente atribuimos la culpa a los otros. Si fracasamos en un negocio es por culpa de la crisis económica. Si el matrimonio se deshace es por culpa del otro de la pareja. Si hay una desgracia ecológica es por culpa de los habitantes que se instalaron en áreas de riesgo. A veces ponemos la culpa en nosotros mismos, por un accidente de tráfico o por errores que producen una administración ruinosa.
La culpa alcanza la interioridad y afecta a la conciencia. La repercusión no es tanto ante los otros que tal vez no sepan lo que hicimos mal, sino ante el tribunal de la conciencia. Esta nos remite inmediatamente a Dios, pues entre la conciencia y Dios no hay mediación. Estamos directa e inmediatamente delante de Él.
La culpa nos causa remordimientos y sentimiento de culpa, que puede ocasionar un castigo.
Lo opuesto a la culpa es el sentimiento de ser justo y recto, dos conceptos definidores de una persona “justa” (santa) en el sentido bíblico.
Sentir vergüenza y darse cuenta de la culpa constituyen las bases de la consciencia ética. No tener que avergonzarse delante de los otros y no sentirse culpado delante de la conciencia y de Dios son señales de rectitud de vida y de una actitud ética correcta.
¿Cuál es nuestro problema concerniente a la escandalosa corrupción pasiva y activa de Brasil? Es la completa falta de vergüenza y ausencia de culpa de los corruptos y los corruptores ante sus acciones.
Aun sorprendidos en el acto de corrupción, oímos siempre el mismo ritornello: “no tengo culpa de nada”, “es injusto”, “soy completamente inocente”. Y se trata de personas clara y comprobadamente corruptas. Han perdido la noción total de culpa y no dan ninguna importancia a la vergüenza pública de sus actos. Siguen tranquilos y frecuentando los mejores restaurantes.
Algunas veces se oye la indignación ética con los gritos de “corrupto, ladrón”. Pero los corruptos ni se inmutan y siguen con su disfrute.
Ya Aristóteles en su Ética a Nicómaco establecía la vergüenza y el rubor del rostro como un indicativo de la presencia de una conciencia ética. Sin esa vergüenza la persona era realmente un “sin vergüenza”, un mal carácter, sin sentido de los valores.
Esa falta de vergüenza y de sentimiento de culpa se ha trasformado entre nosotros en Brasil en una especie de segunda naturaleza, convertida en una práctica usual. Por eso, casi todo el tejido social está contaminado por el virus de la corrupción, de los corruptores y de los corruptos.
Pero en los días actuales ha llegado a niveles tan escandalosos que ya no pueden ser tolerados por la sociedad y por los ciudadanos que aún guardan una conciencia ética, de lo que es recto y correcto, justo y bueno.
La corrupción como práctica personal y social, sin ser moralistas ni utópicos, tiene que ser prohibida y reducida a niveles compatibles con la condición humana decaída y corruptible. Hay que rescatar los sentimientos de vergüenza y de culpa, sin los cuales nuestros esfuerzos serán inútiles.
Leonardo Boff es articulista del JB on line, ha sido profesor de ética en la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) y en Heidelberg en Alemania.

Traducción de MJ Gavito 

El Vaticano rechaza blindarse contra el terrorismo

Pablo Ordaz


VaticanoEl Papa evita hablar de yihadismo al referirse al primer sacerdote asesinado por el ISIS en Europa
Si hay una institución difícil de proteger de los asesinos del Estado Islámico, esa es la Iglesia católica. Solo en Francia, según datos del Ministerio del Interior, hay 47.000 lugares de culto. El Vaticano es consciente de ello y de ahí que, el 18 de noviembre de 2015, cuando el ISIS puso en circulación un vídeo en el que amenazaba con izar su bandera en la plaza de San Pedro –“conquistaremos Roma, quebraremos sus cruces y esclavizaremos a sus mujeres con el permiso de Alá”–, la respuesta del papa Francisco fue tajante: “Nada de puertas blindadas en la Iglesia, nada, todo abierto”. ··· Ver noticia ···

La hucha ya casi no suena

Pedro Serrano


La martingala del Partido Popular, en el tema de las pensiones, va más allá de la coartada para la subida de las mismas. Por un lado, nos han vendido hasta el hartazgo la subida del o,25% -de hecho una congelación- y, por otro, nos enteramos de que, a la chita callando, nos estaban vaciando la hucha. Se dice que quedan tan pocos euros en ella que ya casi no suena cuando la ponen boca abajo y la agitan para pagar las pagas extraordinarias. Y lo peor es que pronto dejará de sonar por la desastrosa reforma laboral que apostó por la devaluación competitiva de los salarios; por haber decidido, arteramente, cargar a la Seguridad Social las bonificaciones al empleo y por haber sacado de la Seguridad Social a los cuidadores de familiares dependientes y a parte de los becarios, entre otras cuestiones. Y es que ya lo dice el refrán: “Quitando y no poniendo, el montón se va deshaciendo”.

De modo que, amigos pensionistas, si el PP consigue formar Gobierno y no hay cambio de rumbo en sus políticas, comiencen a rezar los que aún crean en san Mariano y a temblar los ateos que sigan desconfiando de su tramposa gestión, porque ya no se hablará de subir o congelar las pensiones, sino de si habrá dinero para pagarlas.
Valladolid

Guatemala: la condición de colonialidad anuló las fronteras ideológicas

Ollantay Itzamná



La Declaración del Foro de Sao Paulo, en su XXII encuentro, realizado del 23 al 26 de junio pasado, en la ciudad de San Salvador, El Salvador, condenó la permanente injerencia norteamericana en Guatemala, ahora, mediante el verosímil circo gringo de “lucha contra la corrupción”. No es novedad que la izquierda política latinoamericana denuncie este recargado mal que traba los procesos genuinos de los pueblos.
Lo que sí arrancó satíricas carcajadas es que la izquierda política neoliberal guatemalteca, luego de haber alardeado “selfies revolucionarios” desde el XXII encuentro del Foro de Sao Paulo, a su retorno a Guatemala tuvo que dar sendas explicaciones/justificaciones del por qué había rubricado dicha Declaración. Al límite de pedir perdón y decir que esa Hija (Declaración) no llevaba genes de los revolucionarios “chapines” bien portados.


Este comportamiento cómico no es más que el reflejo de la infalible hegemonía cultural neoliberal vigente en Guatemala que ha borrado las fronteras ideológicas. Un país donde los deseos norteamericanos son asumidos como órdenes. Donde la Palabra y la Voluntad de Washington es dogma infalible. Y, ¡Ay de quién se atreva a sospechar o dudar de la buena voluntad gringa!, la censura, repudio y burla de intelectuales, analistas, de izquierda y de derecha guatemalteca son implacables.
Por eso, en la actualidad, casi ningún guatemalteco escribe o describe la abusiva y comprobada injerencia norteamericana en el país. Salvo honrosas excepciones.
Hubo extranjeros, incluso gringos, quienes describieron, con detalles documentados, la descarada injerencia norteamericana que derrumbó, en 1954, la década del proyecto liberal de Revolución Nacional, pero la condición de la colonialidad del saber y del poder es tal que los nacionales se autocensuran o padecen una “voluntaria” amnesia selectiva.
Está comprobado que la genocida y sangrienta guerra interna (1960-1996) lo diseñaron en la Escuela de Las Américas bajo la Doctrina de Seguridad/Comando Sur). De igual forma, “la capitulación” con la firma de los Acuerdos de Paz (1996) fue para implementar de manera “democrática” el violento y corruptor sistema neoliberal vigente, bajo la Doctrina del Consenso de Washington. Pero, ¡ay de aquél que se atreva a mal pensar o disentir con dicha “religión del libre mercado”!, es un hereje vapuleado en la academia, en el mercado de las ONG e incluso en el mercado del cristianismo.
De esta manera, el corruptor sistema imperial norteamericano se instaló en el imaginario de la guatemalticidad como un tótem incuestionable.
Las víctimas del intervencionismo nefasto terminaron amando y deseando hasta más no poder al verdugo que tanto daño les hizo, y hace.
El Consenso de Washington, y su sistema neoliberal, logró, no sólo diluir la primigenia frontera ideológica entre izquierda y derecha nacional (los corrompió a ambos), sino además consiguió a que la ciudadanía, a nivel general, y la izquierda política neoliberal, en particular, se constituyeran en el ejército de defensores y reproductores de los intereses y negociosos norteamericanos en Guatemala.
Por ello, en la actualidad, es prácticamente inexistente cualquier cuestionamiento serio al neoliberalismo y su consecuente movilización de la voluntad popular en contra de este sistema acumulador y causante del saqueo y sufrimiento de los pueblos.
Desde el año pasado, se montó un teatro gringo en Guatemala de supuesta lucha contra la corrupción (que va restaurando la imagen de la benignidad del gobierno norteamericano), con el exitoso caballito de batalla denominado CICIG (Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala), que política y económicamente depende, en gran medida, del gobierno de los EEUU.
Este corcel, y su guerrero colombiano, Iván Velázquez, prácticamente se han constituido, no sólo en el último bastión de la moralidad y dignidad nacional (para muchos), sino también en un súper Estado dentro del desfallecido Estado nacional de Guatemala. Y guerrean, por encima del bien y del mal, para reafianzar la “fachada” democrática norteamericana en el imaginario nacional. Mientras, la USAID (dinero en mano) recorre toda Guatemala recuperando los territorios en resistencia para los intereses norteamericanos.
Así, la cortina de humo es más que transparente, y trasluce la instauración del plan norteamericano de la Alianza para Prosperidad, y el saqueo de todo los bienes y energías que las anteriores olas de despojo no habían extraído en los territorios indígenas.
En este contexto, quien se atreva a expresar lo evidente del colonialismo norteamericano, o denote un antiimperialismo, es inmediatamente desvirtuado (por los analistas y pensadores nacionales) como “radical”, paranoico de la teoría de la conspiración. Incluso cuando el propio Embajador norteamericano en meses pasados sostuvo: “La soberanía (guatemalteca) es la última prioridad en mi agenda”.
De esta manera, la condición de colonialidad está garantizada en el tiempo porque el colonizador ya no necesita de soldados para imponer sus intereses. Suficiente con los colonizados constituidos en celosos defensores de los intereses del verdugo, convertido en héroe legendario para ellos.
¿Por qué será que no hay una Comisión Internacional Contra la Impunidad en los EEUU, uno de los países más violadores de los derechos humanos? ¿Por qué no hay una comisión similar en los corruptos organismo financieros como el BM, FM, BID? ¿Por qué no hay comisión similar para México, Perú, Colombia, Honduras?

Una difícil comunión (II)

Entre las luces del fenómeno de las asociaciones eclesiales hay que recordar, sin lugar a dudas, lo que es común a todos ellos, es decir, una carga de energía y de creatividad típica de creyentes que no necesitan un impulso o aprobación desde arriba, y que no tienen necesidad tampoco de “popularidad” para lanzar iniciativas o formar grupos. En este sentido, ellos han puesto en circulación la idea (difícil de comprender en un cristianismo established con fuertes vínculos entre el Estado y la Iglesia, como en Europa), de que el cristianismo como fenómeno histórico vive de la energía y fuerza de los creyentes y no del apoyo del Concordato o de una “religión civil”, o del rol social que una cierta cultura asigna a la iglesia y al cristianismo. ··· Ver noticia ···

Domingo 31 de Julio, 18 del Tiempo ordinario – C (Lucas 11,13-21): Desenmascarar la insensatez

DESENMASCARAR LA INSENSATEZ

José Antonio Pagola

El protagonista de la pequeña parábola del «rico insensato» es un terrateniente como aquellos que conoció Jesús en Galilea. Hombres poderosos que explotaban sin piedad a los campesinos, pensando solo en aumentar su bienestar. La gente los temía y envidiaba: sin duda eran los más afortunados. Para Jesús, son los más insensatos.
Sorprendido por una cosecha que desborda sus expectativas, el rico propietario se ve obligado a reflexionar: «¿Qué haré?». Habla consigo mismo. En su horizonte no aparece nadie más. No parece tener esposa, hijos, amigos ni vecinos. No piensa en los campesinos que trabajan sus tierras. Solo le preocupa su bienestar y su riqueza: mi cosecha, mis graneros, mis bienes, mi vida…
El rico no se da cuenta de que vive encerrado en sí mismo, prisionero de una lógica que lo deshumaniza vaciándolo de toda dignidad. Solo vive para acumular, almacenar y aumentar su bienestar material: «Construiré graneros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come y date buena vida».
De pronto, de manera inesperada, Jesús le hace intervenir al mismo Dios. Su grito interrumpe los sueños e ilusiones del rico: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?». Esta es la sentencia de Dios: la vida de este rico es un fracaso y una insensatez.
Agranda sus graneros, pero no sabe ensanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su riqueza, pero empequeñece y empobrece su vida. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso, la alegría ni la solidaridad. No sabe dar ni compartir, solo acaparar. ¿Qué hay de humano en esta vida?
La crisis económica que estamos sufriendo es una «crisis de ambición»: los países ricos, los grandes bancos, los poderosos de la tierra… hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades, soñando con acumular bienestar sin límite alguno y olvidando cada vez más a los que se hunden en la pobreza y el hambre. Pero, de pronto nuestra seguridad se ha venido abajo.
Esta crisis no es una más. Es un «signo de los tiempos» que hemos de leer a la luz del evangelio. No es difícil escuchar la voz de Dios en el fondo de nuestras conciencias: «Basta ya de tanta insensatez y tanta insolidaridad cruel». Nunca superaremos nuestras crisis económicas sin luchar por un cambio profundo de nuestro estilo de vida: hemos de vivir de manera más austera; hemos de compartir más nuestro bienestar.