FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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martes, 13 de septiembre de 2016

Tomar el nombre de Dios en vano

JAVIERLeo en la prensa de hoy que el obispo de Mallorca, Javier Salinas, ha presentando su renuncia “después de haber orado al Señor”. No digo que no lo haya hecho pero hay ocasiones en las que la referencia al Señor es vana, y ésta es una de ellas ya que las desdichadas circunstancias que rodean el caso obligaban indudablemente a la renuncia sin que fuera necesaria una guía especial por parte del Señor. O, mejor dicho, el Señor ya nos la había dado al señalar la enorme gravedad del pecado de escándalo.
salinasBien está que él crea no tener de qué arrepentirse, y no hay por qué ponerlo en duda, pero precisamente en ese caso hay que recordar las palabras de San Pablo: “Bueno es abstenerse de carne, de vino o de cualquier otra cosa que provoque la caída del hermano. La fe que tú tienes guárdatela ante Dios.”
Da la impresión de que estos nueve meses desde que saltó la noticia equivalen, mutatis mutandi, al paso por las diversas  instancias de los procedimientos judiciales hasta alcanzar una sentencia firme. ¿Es así como debemos comportarnos los cristianos (resisto la tentación de citar de nuevo a San Pablo)? ¿Está uno tan poseído de su derecho a regir una diócesis que tiene que dar la batalla hasta el final? ¿Para eso nos sirve el desprendimiento y la sola confianza en Dios que tanto proclamamos?
Para colmo nos encontramos el asunto de la recolocación del obispo dimisionario como auxiliar de otro. ¡Tanto quejarnos de las puertas giratorias de los políticos y resulta que la jerarquía de nuestra Iglesia aplica el mismo sistema!
Un obispo no es más que un cristiano. ¿Cuándo veremos a un obispo dimisionario a su pesar viviendo en un barrio y contribuyendo modestamente, como cualquier otro feligrés, a las actividades de su parroquia? ¿O es que porque uno haya sido director de una empresa importante ya no puede pasar la bandeja, colaborar en Cáritas parroquial o subir al estrado para hacer las lecturas y desaparecer después silenciosamente?
Sobre el hecho de que sea Valencia la diócesis receptora no me extenderé ya que la reiteración de una práctica que ignora ideas tan caras al papa Francisco como las de confiar en los fieles y luchar contra el clericalismo requiere un análisis mucho más profundo del que puede condensarse en una nota.

Cisma de hecho

GordoLo dijo Walter Kasper, finalizado el Sínodo ordinario de 2015: en la Iglesia existe un “cisma de hecho” entre una parte de la jerarquía y la comunidad católica. Y lo sostuvo, responsabilizando del mismo a un grupo de cardenales y obispos que habían pasado a ser estos últimos años la minoría rigorista que siempre habían sido en el conjunto del catolicismo; pero, a partir de ahora, sin el respaldo, afortunadamente, del sucesor de Pedro.
Transcurrido casi un año desde que comunicara este diagnóstico, tan contundente como inusual en un cardenal, parece oportuno preguntarse qué está sucediendo en la Iglesia para que, quien ha tenido como tarea primera, desde 2001 hasta 2010, el cuidado de la Unidad de los Cristianos, se haya despachado de esta manera. Para W. Kasper dicho “cisma” es consecuencia de la relectura involutiva que la minoría, perdedora en el Vaticano II (1962-1965), pero mayoritaria en la curia vaticana, ha realizado de los acuerdos conciliares más importantes durante los cinco últimos decenios. Y, de manera particular, en lo referente a la forma de gobernar y a la moral sexual.
No faltan quienes, prolongando su diagnóstico, sostienen que esta minoría, al haber ninguneado tales acuerdos, acabó llevando a la Iglesia a una lamentable vía muerta de la que, probablemente, su expresión más contundente y penosa fue la renuncia del papa Benedicto XVI. No sería difícil, apuntan, enumerar los asuntos que han sometido a una sistemática e involutiva relectura a partir de su concepción de la Iglesia como “maestra” en un mundo que, bajo el engaño de la tolerancia, se estaría adentrando a marchas forzadas en el relativismo, tan corrosivo como dictatorial. Juan Pablo II fue meridianamente claro al respecto: los problemas de la Iglesia y de la sociedad habían de resolverse, proclamó, “sin falsificar ni comprometer jamás la verdad” y sin “esconder las exigencias de radicalidad y de perfección” (1981). Su pontificado fue el del triunfo de las llamadas “verdades innegociables” promulgadas por el magisterio papal, con rango superior a la libertad o a la conciencia personal. Y con ello, el del inicio de una creciente desafección eclesial en Europa; además, del aparcamiento, y condena, de una buena parte de los herederos de la mayoría conciliar.
Por fortuna, la elección de Francisco ha facilitado que emergiera el modelo de la Iglesia como “madre” que, porque tiene entrañas de misericordia, está más pronta a acoger, acompañar, discernir e integrar que a condenar. Y que, por supuesto, es buena; pero que, contrariamente a lo que pudieran pensar sus detractores, no es tonta ni pacata ni laxista. Prueba de ello es que tiene la lucidez y el coraje requeridos para aceptar que lo suyo es curar, no condenar; acoger, no excluir; proponer, no imponer; anunciar, no silenciar; perdonar, no repudiar. Y, en lo tocante a la moral sexual, entiende que ha llegado el tiempo de reconocer autocríticamente que “el mensaje de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia” no ha sido “un claro reflejo de la predicación y de las actitudes de Jesús que, al mismo tiempo que proponía un ideal exigente, nunca perdía la cercanía compasiva con los frágiles, como la samaritana o la mujer adúltera” (“Amoris laetitia”, 2016).
Como se puede apreciar, Francisco no descuida ni olvida la doctrina o las llamadas “verdades innegociables” de los pontificados anteriores. Más bien, las lee y acoge desde la centralidad que corresponde, por derecho propio, al axioma de la misericordia. Procediendo de esta manera, coloca en el sitio que le pertenece a la llamada “ley moral natural” y ofrece una alternativa eclesial que, al ser integradora, tiene más futuro de lo que sus críticos y detractores creen; a quienes, por cierto, no manda desfilar, como se hacía en un pasado reciente, por la Congregación para la Doctrina de la fe.
El “cisma de hecho” de la Iglesia Católica puede disolverse como un azucarillo en agua. Y no solo porque decrezca el número de sus partidarios (a veces por motivos no siempre confesables) o por su anclaje en la extrapolación rigorista, sino, sobre todo, por la frialdad, el autoritarismo y la inconsistencia teológica con que han defendido dichas “verdades innegociables”.
Bienvenido sea el ocaso de la Iglesia “maestra” que las ha apadrinado y que ha sido ciegamente partidaria de los análisis en blanco y negro, de la yuxtaposición entre la verdad y la mentira y de la condena de cualquier discrepancia, casi siempre, percibida como ruptura. Y bienhallada sea la Iglesia “madre” que, porque articula verdad y misericordia desde el primado de esta última, reconoce (y acoge como propia) una mirada integradora, habilitando, a quien la ejercita, para percibir elementos de santidad y verdad, incluso, en las llamadas “situaciones irregulares”. Y que, por si lo anterior pareciera poco, promueve, además, la pluralidad, que es santo y seña de la catolicidad.

BARULLOS INTERIORES

col aleixandre

¿Qué tienen que ver entre sí Gregorio el Sinaita, monje bizantino del monte Athos del s. XIV, Sri Aurobindo, sabio hindú muerto en el pasado siglo y Thich Nhat Hant, maestro zen vietnamita, autor actual de numerosos libros? Más allá de la diversidad de sus culturas y épocas, los tres coinciden en señalar la importancia de aquietar ese barullo de pensamientos, juicios, ideas y cavilaciones que nos habitan y que, como una marea incontrolable, nos arrastra como las olas a una botella vacía.
“Me avergüenzan mis pensamientos, -se queja un orante anónimo del s. X.- vagan por sendas torcidas mientras rezo los salmos; ante los ojos del Dios verdadero se agitan. Sin barcas cruzan los mares, desde la tierra hasta el cielo llegan a mí con rápidos brincos. Van en loca carrera en torno a mí o por tierras lejanas en vertiginosa huida y luego me vuelven. Aunque los quisiera atar y les pusiera grilletes no gustarían de un breve reposo. Ningún cerrojo ni cárcel del mundo, ni fortalezas, ni mares detienen su vuelo…”
“Ya estamos con el rollito del mindfulness ese, que me tiene hasta la coronilla”, estará pensando más de uno. “Vaya hartura de modas orientales, y todo desde que Richard Gere se declara budista…”. “A esos, antes de ponerse a hablar de la atención plena, les ponía yo a rezar los quince misterios del rosario…”
Me permito avisar a estos escépticos de que sus resistencias les vienen de su ignorancia acerca de la importancia que da el NT a esos murmullos oscuros de retorcimiento, doblez y descontento y que salen al exterior en forma de crítica, protesta o murmuración: “Del corazón salen los pensamientos malvados (dialogismoi)” (Mt 15,19)
“Estaban allí sentados unos letrados que murmuraban para sus adentros…” (Mc 2,8). Discutían los discípulos sobre quién era el más importante y Jesús “conociendo los pensamientos de sus corazones, tomando un niño lo puso en medio…” (Lc 9,46). Santiago observa las actitudes discriminatorias de los que tratan bien a los ricos y desprecian a los pobres (“siéntate cómodamente aquí”, “quédate ahí de pie…”) y deduce que ese comportamiento procede de sus “pensamientos perversos” (San 2,4).
Jesús dirige a los suyos este reproche en uno de los relatos de apariciones: “¿Por qué suben esos dialogismoi a vuestros corazones?” (Luc 24,38) y la imagen espacial (algo sube de lo más hondo del corazón de los discípulos…), hace pensar en una incredulidad agazapada en lo profundo que asciende y ocupa el espacio que debería abrirse a la alegría del Resucitado.
Como aquel salmista que suplicaba a Dios: “¡Que te sean gratos los pensamientos de mi corazón!” (Sal 19,15), necesitamos contagiarnos de su deseo de aquietar y silenciar esos murmullos indeseables que amenazan con ocupar nuestra interioridad. Contamos para ellos con la complicidad del “Dulce Huésped del alma”, el único capaz de sosegar y acallar el barullo de nuestro corazón.

Dolores Aleixandre
ALANDAR 

Desapariciones forzadas en aumento

Carlos Miguélez Monroy Periodista, coordinador del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)



El terror de Estado, la impunidad, la corrupción y las políticas “antiterroristas” han amparado la desaparición de miles de personas sin que se conozca su paradero, su estado de salud, o se sepa siquiera si viven o mueren.
En el mundo, hay más de 44.000 casos sin esclarecer de personas arrestadas, detenidas o privadas de libertad a manos de agentes del Estado o de personas o grupos que actúan con su autorización, apoyo o complicidad. De 2015 a 2016 se han registrado 766 nuevos casos en 37 países.
Centenares de miles de personas se despiertan todos los días sin conocer el paradero de uno de sus seres queridos; si vive o ha muerto, si lo están torturando en ese momento, si algún día volverá a su casa, de la que un día salió sin sospechar que borrarían todo rastro de su existencia y que lo convertirían en una no persona, en un ser invisible. Esa persona tiene hijos, unos padres, hermanos, abuelos, tíos, familiares y amigos que no pueden oír el grito de la ausencia.
Desde su creación en 1981, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias ha conocido más de 55.000 casos, cifra que Naciones Unidas considera muy por debajo de la realidad, lo que plantea el primer gran obstáculo en la lucha contra las desapariciones forzadas. Las amenazas y el hostigamiento de las autoridades, la ineficacia de los sistemas judiciales, la corrupción y la impunidad se suman al analfabetismo y la falta de conocimientos de los familiares y conocidos de las víctimas sobre las posibilidades jurídicas para disuadirlos de denunciar. Los migrantes y las personas en situación de pobreza y exclusión están más expuestas al peligro de una desaparición forzosa. También contribuyen contextos de violencia a causa de conflictos armados y de determinados enfoques aplicados a la lucha contra el crimen organizado.
Por otro lado, el miedo que provocan estas desapariciones en la población es causa de la migración de grupos humanos. Esto da pie a abusos por parte de mafias que trafican con personas, a muertes como las de miles de personas como las que los medios nos muestran en el Mediterráneo y en otros mares y espacios por donde transitan miles de personas. Las mareas humanas alimentan discursos xenófobos que recuerdan a otras épocas de persecución y de terror. Donald Trump no sólo amenaza con consumar el mayor muro que separa a dos países, sino que además sostiene que ese muro lo pagará el país que, según él, ha generado esa situación.
Al Grupo de Trabajo empieza a preocuparle el creciente número de desapariciones en manos de fuerzas no-estatales, lo que dificulta su investigación y la toma de medidas en un plano internacional. En muchos países se borra cada vez más la línea que separa a las fuerzas del orden del crimen organizado, con un poder tan grande que cobra cada vez mayor fuerza para corromper en entornos de impunidad y de violencia.
La protección de oleoductos, minas y de los distintos yacimientos, empujados por una fiebre planetaria por determinadas materias primas, cae cada vez más en manos de empresas de seguridad subcontratadas. Esto pone grandes obstáculos a la hora de exigir justicia por posibles abusos.
Muchas desapariciones forzadas en la última década se han producido en el marco de la lucha contra el terror, con el secuestro y el envío de prisioneros a Guantánamo, a Baghram o a cárceles de terceros países –entre ellos países europeos- para obtener “inteligencia de calidad”, lo que significa torturas y tratos degradantes con la excusa de “salvar vidas humanas” del “mundo libre”. Países como Estados Unidos, y otros a los que se ha enviado a estos prisioneros no han ratificado la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas. La han ratificado 46 países, de los que ni siquiera la mitad reconocen la competencia del Comité contra las desapariciones forzadas para recibir quejas interestatales o individuales. Esto demuestra los obstáculos a los que aún se enfrentan las víctimas a la hora de exigir justicia, pero también el miedo de los Estados a que investiguen su implicación en una de las más sangrantes violaciones de derechos humanos.
ccs@solidarios.org.es
Twitter: @CCS_Solidarios y @cmiguelez

Solalinde: “¿Por qué los obispos no convocan a marchar por desaparecidos?


“Iglesia sigue con la manía de juzgar”
“Dios es padre de todos. También acepta como son y no pone condiciones”
Redacción, 11 de septiembre de 2016 a las 18:42
Miles de personas se manifiestan en México en contra del matrimonio homosexual
¿Por qué no hay esa sensibilidad de esas causas en un México tan violento y agraviado?
El sacerdote Alejandro Solalinde Solalinde, en la caravana de emigrantes de México Caravana y Solalinde
Alejandro Solalinde, sacerdote y defensor de Derechos Humanos manifestó su oposición a la jerarquía católica tras las manifestaciones de ayer. Criticó que no se convoca a los feligreses “para protestar por la corrupción, por la impunidad, la visita de Donald Trump, ni signos desolidaridad con la gente dolida y más agraviada como son los desaparecidos, los secuestros, las mujeres asesinadas” y cuestionó “¿por qué no hay esa sensibilidad de esas causas en un México tan violento y agraviado?”. ··· Ver noticia ·

Editorial. La “ideología” de género

Enrique Marroquín, cmf

Como es sabido, unas 1000 organizaciones de diversas denominaciones cristianas agrupadas en el llamado Frente Nacional por la Familia, están convocando a sendas manifestaciones multitudinarias, que suponen tendrían lugar en 80 ciudades del país, para los días 10 y 24 del presente mes, en contra del llamado “matrimonio igualitario”, reconocido ya por algunas legislaciones estatales, y que el presidente Peña Nieto presentó como iniciativa para ser elevada a rango constitucional. Al menos al principio, el proceso organizativo estuvo apoyado por la Conferencia Episcopal Mexicana misma, si bien ahora parece que se deslinda algo. ··· Ver noticia ···

Del “rescate lo pagará la banca” a dar por perdidos 26.000 millones de euros

pobreza infantil


El Banco de España admite que hasta la fecha sólo se ha recuperado un 5% de las ayudas públicas otorgadas a las entidades financieras.
El rescate de las entidades financieras comienza a pasar factura a los contribuyentes españoles. Lo reconoce el Banco de España que, tras la nota informativa sobre ayudas al sistema bancario del pasado 6 de septiembre, ha admitido a un periodista de El País, que 26.300 millones de los 51.303 millones aportados por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) no se recuperarán nunca. ··· Ver noticia