FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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viernes, 8 de julio de 2016

Este es - 15º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

BENDECIRES

col aleixandre
 VIDA NUEVA 

Tantos años leyendo el texto en que Lucas cuenta la Ascensión de Jesús y solo ahora caigo en la cuenta de su insistencia en el tema del bendecir de Jesús: “alzando las manos los bendijo y mientras los bendecía, se separó de ellos…” (Lc 24 50).
Si en vez de mirar el hacer de Jesús nos fijamos en su decir y hacemos una traducción pura y dura del verbo eu-logeo (eu= bien, logeo=decir), nos espera la sorpresa de que Jesús se marcha diciendo cosas buenas de sus discípulos, dejando un “informe final” sobre ellos claramente positivo.
Es como si antes de irse hubiera estado redactando su evaluación para dar cuenta de ella al Padre y, para alivio nuestro, resulta satisfactoria y elogiosa: somos buena gente, con cosas a mejorar por supuesto, pero en conjunto, majos.
Así que tranquilos: le hemos caído bien y se lleva apuntadas un montón de cosas buenas nuestras para contárselas al Padre.
El evangelio está poniendo el broche de oro al notición de Belén, aquello de “Paz en la tierra a la gente de buena voluntad”. Y esa “buena voluntad” (eudokía= bien parecer…), no es cosa nuestra, es algo que Dios tiene dentro y por eso no puede evitar que le caigamos en gracia, independientemente de que seamos buenos, malos o regulares; o tan torpes y cerriles como fueron los discípulos.
El anuncio es tan asombroso que aún no hemos terminado de asimilarlo y por eso tenemos que escucharlo otra vez al final del evangelio, a ver si conseguimos entenderlo. Y creérnoslo. Y espantar nuestros temores. Y ensanchar nuestro corazón. Y respirar a gusto.
Vamos ahora a mirar el gesto de las manos de Jesús: espero no faltar al respeto a nadie si actualizo el clásico gesto de bendición por este otro, al que nos tienen acostumbrados las redes sociales: Like.
Así se despide Jesús de nosotros: me gustáis, podéis contar con mi Espíritu, la alegría que yo os doy no os la puede quitar nadie.

Dolores Aleixandre
Vida Nueva

Acogida eclesial a matrimonio de mismo sexo Juan Masiá, teólogo

Vivir y pensar en la frontera


MasiáEl párroco Flavio atendió la consulta matrimonial de los cónyuges Ticio y Cayo (nombres todos ficticios, como en los manuales canónicos de casus conscientiae, pero que convienen a personajes, hechos y dichos reales en un lugar mediterráneo el pasado 13 de Junio, que san Antonio bendiga). ··· Ver noticia ···

El documento ecoteológico del Papa José María Álvarez


Enviado a la página web de Redes Cristianas


imagesG1Q5FG4GLa encíclica “Laudato si” del Papa Francisco ha recogido en parte el pensamiento cristiano ecoteológico y lo ha puesto en el candelero del magisterio de la Iglesia católica desde donde seguramente iluminará muchas conciencias y con ello se podrán transformar muchos comportamientos que están violentando a nuestro ecosistema.
Hemos de hacer lo posible para que esta reflexión franciscana no resulte ser un flash de luz que ilumina intensamente un breve momento para apagarse luego inmediatamente. Quienes reconocen su importancia para la ecología tienen el deber de hacer que esta luz se mantenga permanentemente en el mundo empleando todos los medios que tengan a su alcance. Entre ellos Internet, al que hemos de hacer fuelle que no pare nunca de avivar la llama de la Laudato Si’.



Después de la importante atención que los medios le han dado a la publicación de esta encíclica, la primera del Papa Francisco, y también la que por primera vez aborda sistemáticamente los temas ecológicos, todo parece apagarse. No debemos permitir que así sea. Tenemos que mantener siempre viva la luz que emana de este texto tan relevante, que forma ya parte de la doctrina católica. Siempre al alcance de la mano, debemos releerlo de vez en cuando.
Por haber sido precisamente el Papa quien ha querido llamar la atención sobre el peligro que corre la Madre Tierra y habernos convocado a la tarea de protegerla y conservarla, todas las fuerzas de las que dispone la Iglesia, que son muchas, debieran ponerse al servicio de esta noble tarea. Ojalá los demás estamentos eclesiásticos no cortocircuiten su mensaje y sepan valorar su importancia moral y mística.


Teniendo en cuenta el complejo mecanismo de los comportamientos, en los que en muchas personas entra en juego de manera importante el factor religioso, creo que la “Laudato si” ha sido un paso muy importante en favor del ecologismo, ya que puede favorecer que muchos tomen conciencia de la moralidad inherente a los comportamientos relacionados con la Madre Tierra. Para ello es decisivo que los eclesiásticos, desde sus púlpitos o desde sus cátedras, asuman con responsabilidad la educación moral integrando en ella los criterios de la encíclica Laudato Si’.
Es necesario insistir bajando a lo concreto de la vida, y en este caso llegando a la ensuciada realidad. Sabemos muy bien que entre nosotros la mayor parte de la gente considera moralmente neutro dejar basura, degradable o no, en cualquier rincón de la playa donde hemos disfrutado de un día de sol, o en la montaña donde nos hemos recreado en busca de silencio, o allí donde hemos disfrutado de una belleza paisajística. Es necesario un cambio de mentalidad y hacer que el paraguas de la moral proteja los intereses maltratados de la Madre Tierra, que en definitiva son los intereses de todos los vivientes.

No creo que haya muchos entre quienes celebran el sacramento de la penitencia que en la confesión individual digan al sacerdote: “padre me acuso de no estar reciclando la basura.” O, si se trata de una confesión comunitaria, pienso que no será en muchas de ellas donde se invite a la reflexión sobre los comportamientos que suponen maltrato a la naturaleza. Es necesario que las personas religiosas consideren inmorales estos hechos. El separar los deshechos para situarlos en los lugares adecuados para el reciclado es un comportamiento que no está suficientemente generalizado.
Los creyentes que se mueven dentro de los esquemas morales tradicionales tienen que acostumbrarse a ver estos “pecados”, pues es algo que daña, a veces gravemente, a nuestra Madre Tierra, creatura de Dios, que además es Casa Común de todos los seres vivos, a los que también se perjudica con tales desaprensivos modos de ser y hacer. No sé cuántos creyentes considerarán, además de monstruosamente criminal, pecado gravísimo, por ejemplo, provocar el incendio de un bosque, violando así derechos vitales del ecosistema. Todos tendrían que considerar, además de ofensa a la Madre Tierra, ofensa gravísima que se hace también a Dios.
De igual manera se ha de enfocar la responsabilidad moral en el quehacer positivo en relación a la Creación a la que hemos de proteger de cualquier agresión, cuidar sus heridas, favorecer su desarrollo… Cuando en el proceso evolutivo el ser humano se ha hecho presente, la mística católica entiende que Dios ha puesto en sus manos la vida, tanto la propia como la del resto de las criaturas. Que haya brotado en él la consciencia reflexiva le va a hacer especialmente responsable del mundo.
Lo dramático es ver precisamente a los humanos protagonizar, aplaudir o consentir actos vandálicos en contra de la vida: el principal, naturalmente, el maltrato de los seres humanos, muchos en situación de esclavitud, más o menos encubierta, otros inmisericordemente explotados, otros, siempre muchos, muriendo por carecer de lo esencial para poder subsistir…; se maltrata de mil maneras a los animales, a veces con publicidad incluida, como se hace en fiestas donde el divertimento termina dándoles muerte. Desde la instancia religiosa hay que hacer ver a quienes no lo consideran así que estos hechos no son moralmente neutros.
Debemos todos reeducar nuestra conciencia moral, situándola dentro de los nuevos parámetros ofrecidos por la encíclica del Papa Francisco. En el ámbito institucional de la educación deben asumir esta responsabilidad tanto los padres como los profesores. Entre estos están los que imparten la enseñanza de la religión católica tanto en centros privados como públicos, que debieran incluir en sus clases los temas ecológicos. Esperemos que así lo hagan los programas propuestos por la Conferencia Episcopal Española y los textos los traten con la importancia que les corresponde.

Lo mismo hay que decir de la catequesis en todos sus niveles. Pero, como advierte la encíclica, educar no es sólo informar, es también crear hábitos de comportamiento. Para conseguirlos es muy importante, dice el documento, la educación estética que nos hace sensibles a la belleza y amarla, pudiendo así disfrutar de una de las principales riquezas espirituales que nos ofrece el mundo.
Esta acción humanizadora en favor de la vida, llevada a cabo desde la religión, desde la Iglesia, sería muy valorada también por los no creyentes.

Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales

106 páginas, 184 notas Alberto Revuelta,

ATRIO

RevueltaLos obispos españoles han tardado TRES AÑOS en ponerse de acuerdo en un texto de 106 páginas, con 184 notas para hablar de Jesús de Nazaret, salvador del hombre y esperanza del mundo. ¿Qué clase de obispos tenemos en España que necesitan TRES AÑOS para ponerse de acuerdo en un texto para anunciar al Señor?  A un pescador cabeza dura de Galilea le salió del alma en un minuto: “Tu eres el enviado de Dios”. Tres años, ¡Madre del Amor hermoso!. 106 páginas, 184 notas. Más que el Tostado. ¿Dónde está fray Gerundio de Campazas, alias Zotes?.

Y como si fueran los directores de comunicación del Corte Inglés han redondeado el anuncio avisando al PP, al PSOE, a Unidos Podemos, a Ciudadanos, a los militares sin graduación y al público en general que “Diez millones de españoles van a misa”. Esa cantidad de personas no la tiene ningún partido ni ningún club, ha dicho el brillante obispo presentador. En diciembre de 2015 habitábamos España 46.524.943 millones de personas. Ergo 36.524.943 no son ni del partido ni del club de los obispos. Tres veces y media más. A razón de catorce, siete la media. Para chulear.
Ni en el librico de las 106 páginas con 184 notas, ni en la comparecencia para anunciar que tras tres años lo habían conseguido producir, ha referido nadie que el Jesús salvador del hombre y esperanza del mundo del que hablan las 106 páginas, contó que él era como un pastor que perdió una oveja de las cien que tenía que guardar y cuando se percató de la perdida dejó las noventa y nueve y se fue al desierto a buscar a la “una” y cuando la encontró se la echó a los hombros y organizó una fiesta de no te menees cuando llegó a la aldea porque los 36.523.943 le producían más alegría que los 10.000.000 de su partido y de su club.
Entre los reverendísimos prelados españoles, algo no va bien.