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ATALAYA

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lunes, 14 de marzo de 2016

¡PALABRA DE OBISPO! Pepe Mallo

¡PALABRA DE OBISPO!

Escribe Pepe Mallo

Tiempos de palabras viciadas
Hace tiempo que desapareció del florilegio popular la noble y caballerosa expresión “¡Palabra de honor!”. Ya nadie promete ni jura por su honor. ¿Porque ya no existe el honor (aunque proliferen puestos honoríficos y “honoris causa”) o porque ya no existe la palabra, signo de compromiso?. El sincero “te doy mi palabra” ha perdido credibilidad. Oímos tanta palabrería de charlatanes verbales y escribientes, que encontrar sinceridad en sus promesas y proclamas es como hallar una aguja en un pajar. Ya pocos creen en ofrecimientos juramentados. Diríamos que la “palabra” también se ha viciado y se ha visto infectada por la corrupción.


También las palabras “eclesiásticas”
Tras la lectura de mi introito, la mayoría de lectores pensará en los políticos. Normal. Estamos escarmentados de sus artificiosas alocuciones. Camuflan y manipulan bien la realidad. Enmascaran sutiles mentiras arriesgadas a través de mensajes sugestivamente persuasivos. No es mi intención hurgar en ese submundo. Mi consideración se adentra en otros pagos, los eclesiásticos, en el de los obispos. Se obligan a trasmitir la “palabra” (¿debería escribirlo con mayúscula?). El recorrido de la Palabra (ahora sí con mayúscula) es piramidal. La “Palabra de Dios” baja en cascada al Papa, a los obispos, a los presbíteros... Sólo ellos ostentan en la Iglesia “palabra” determinante, convincente, indiscutible. Los fieles (etimológicamente “los que tienen fe” en sus pastores) se sentirán a merced del Papa, del obispo, del párroco..., según el eco que resuene en cada circunstancia.


¿Son los obispos garantes de la Palabra?
A diario se escuchan y se leen manifiestos, sermones y peroratas de obispos, algunos vocingleros, aquejados de incontinencia verbal, desenganchados de la gente, alejados del pueblo con quien no comparten inquietudes, ni problemas ni angustias. Salieron del pueblo llano y ahora se sienten dioses en su cátedra. Todos sabemos cómo y por quién la mayoría de los obispos han llegado a tal dignidad. “Una imagen vale más que mil palabras”. Cierto. El lenguaje de muchos de los obispos resulta incomprensible para el hombre de hoy. Encerrados en sus palacios no escuchan a sus fieles. Se desenvuelven entre la norma y el dogma. Se muestran como señores feudales, dueños del rebaño, uncidos al poder, transformados en poder. Y la imagen de Iglesia que ofrecen es para taparse los ojos y los oídos, si bien ellos quieren taparnos la boca. Esgrimen normas anacrónicas, que llaman tradición, y las imponen como “palabra de Dios”. Se convierten en prisioneros de sus palabras. Hace poco, Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, afirmaba: “¡Cuánto bien nos haría a todos cuidar más nuestra lengua y no hablar más de la cuenta!”. Medir cada palabra. Les pierde eso que alguien llamó la “tentación de sí mismos”. Ceden gozosamente a la “tentación de sí mismos”. Creen que el gobierno de la Iglesia es ellos y sin ellos nada. ¿Se hace creíble la palabra de estos obispos? ¿Quién va a seguir a estos pastores de la inmisericordia? “La religión cristiana es una religión concreta, que actúa haciendo el bien, no es una "religión de palabrería", hecha de hipocresía y de vanidad. Durante la Cuaresma, Dios nos enseña el camino de los hechos, "la dialéctica evangélica entre el decir y el hacer". Lo afirmó el papa Francisco en la homilía de la misa en Santa Marta comentando el pasaje de Mt. 23, 1-12.


¿Llega con fidelidad a los creyentes de a pie la Palabra de Dios?
La Conferencia Episcopal Española ha presentado su Plan Pastoral para el período 2016-2020, con el título “Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo”. Los obispos manifiestan su deseo de orientar el trabajo de la Conferencia Episcopal a favorecer la transformación misionera de las diócesis, parroquias y comunidades. El Plan Pastoral realiza, en su primera parte, una descripción bastante acertada de la cultura dominante y de la mentalidad más extendida hoy en la sociedad:

“Entre esos rasgos se percibe la escasa valoración social de la religión, por la que personas, familias y grupos, y también instituciones públicas y políticas, prescinden de cualquier referencia religiosa por considerarla inútil e infundada. La aconfesionalidad del Estado se expresa como una secularización global de toda la sociedad."

¿Cuándo llegará un sincero análisis, real y verdadero, “ad intra”?
Ponen el grito en el cielo, levantan la voz vigilante, recelosa, contundente y precavida cuando se plantea el pago del IBI de edificios eclesiales, cuando se insinúa la revisión del Concordato o cuando se sugiere una nueva ley de Libertad Religiosa o la implantación efectiva de la laicidad del Estado. “Pasan palabra” cuando se trata de denunciar la discriminación o anulación de personas en la sociedad y en la propia Iglesia: homosexuales, derechos de las mujeres, divorciados casados en segundas nupcias, sacerdotes casados... ¿Acaso no se atreven a abordar la reforma de la propia casa sin la que es imposible cualquier movimiento verdadero de reforma y evangelización?


A muchos contemporáneos la palabra de la Iglesia los deja indiferentes
Necesitan signos cercanos y fraternos por parte de la Iglesia para descubrir en ella la capacidad de Jesús para aliviar el sufrimiento y la crudeza de la vida. Es fácil realizar un examen unidimensional sobre laicismo y relativismo. Su descripción nace en parte de una teología retrograda y oscurantista, especulativa y desenganchada de la vida, del conocimiento del mundo y del hombre actual. El Evangelio aparece sepultado por doctrinas dogmáticas e inflexibles normativas litúrgicas. La Iglesia española vive de espaldas a la realidad. De un tiempo a esta parte, se han producido en la sociedad española cambios que la sociedad va asumiendo sin miedos ni recelos. ¿La Iglesia en España no podría hacer suyo, como gran objetivo pastoral, la tarea de regeneración de la convivencia entre los españoles? ¿Acaso no les parece a nuestros obispos un reto apasionante? ¿Acaso piensan que tal pretensión se sitúa fuera del marco evangélico? ¿Por qué tanto temor que atenaza el espíritu?


¿A quién se dirigen los obispos en su Plan Pastoral?
¿Al pueblo fiel o más bien a sí mismos? Algunas expresiones del texto lo señalan: “Queremos acercarnos a ellos [los fieles cristianos y toda la sociedad], comprender mejor sus preocupaciones y deseos, para poder ofrecerles el Evangelio de Jesús de manera más comprensible y atrayente” (n. 1). ¿Cuántos seglares (incluso curas y religiosos) leen el Proyecto Pastoral? (Sería interesante una estadística). La mayoría de parroquias y centros de culto pasan de estos documentos. El pueblo de Dios ni lo lee ni lo leerá; se siente lejos de los obispos. Como mucho, los titulares. Planes pastorales para el papel (¿justifican así sus reuniones plenarias?). Agua de borrajas, salsa de cada obispo.


¿Están seguros los obispos de que la misión que proponen está al “servicio del pueblo”?
El aviso del papa Francisco a los obispos mexicanos (y a todos) fue claro y contundente:

“Deben acercarse a la "periferia humana”, involucrarse en las comunidades parroquiales y las escuelas, dejarse de personalismos y no actuar como "príncipes". La Iglesia Católica vive dentro de la burbuja de la elite política social. La exigencia a la vida consagrada es a no instalarse y atrincherarse en la oficina de la burocracia eclesiástica enmohecedora de la vocación y apolillante de los tesoros de la gracia que gratis se recibieron.”

No se puede evangelizar de cualquier manera
Para comunicar la fuerza transformadora de Jesús no bastan palabras, son necesarios gestos, signos. Evangelizar no es solo hablar, predicar o enseñar; menos aún, juzgar, amenazar o condenar. Opino que no se precisa tanto una nueva evangelización como una evangelización nueva, nuevo método, nuevo estilo. La Iglesia de "castas", clerical, piramidal, principesca debe desaparecer. El gobierno unidireccional, el binomio “sacerdotes-laicos”, “superiores-subordinados” no es evangélico. La palabra de los obispos con frecuencia no representa la Palabra de Dios. ¿Quién querrá escuchar hoy la palabra que no se anuncia como “evangelii gaudium”, noticia gozosa, especialmente si se hace invocando el evangelio con tono autoritario y amenazador?

Un último comentario a la noticia de la Redacción de RD sobre un documento de la comisión episcopal de Doctrina de la Fe española, titulado “Jesucristo, salvador del hombre y esperanza del mundo”. En él se condena a varios prestigiosos teólogos progresistas. Parece que se piensan retirar dichas menciones por miedo al “torquemadismo”... Qué paradoja. Se habla de “Jesucristo salvador del hombre” y condenan inmisericordes. Palabra de condenación contra palabra de misericordia. ¿Palabra del Derecho Canónico o Palabra de Dios? ¡Palabra de obispo! ¿Cuándo se podrá escuchar: ¡Palabra de seglar!?

Mantener el voto: la historia desconocida de los sacerdotes católicos casados D. Paul Sullins

 

Curas casados2
Libro pone a cero adentro en un tipo particular de sacerdote casado
publicado por Oxford University Press, 336 páginas, $ 29.95 Más de 25.000 sacerdotes católicos de Estados Unidos han renunciado durante los últimos 50 años.La mayoría de ellos se han casado. Este libro no es acerca de ellos.
D. Paul Sullins, sociólogo de la enseñanza en la Universidad Católica de América, ha sido un cura católico desde 2002, después de su ordenación sacerdotal Episcopal 18 años antes.Ha estado casado durante 30 años. ··· Ver noticia ···

José Manuel Vidal: “El Papa tiene el enemigo en casa y son enemigos muy potentes”

 


“Francisco no quiere romper la cuerda, por eso va a tener cuidado”
“Ya no pueden frenarlo. Por eso ahora la estrategia consiste en invisibilizar y silenciar los argumentos”
El tercer aniversario de la elección del Papa Francisco, que se conmemora hoy, encuentra al destacado vaticanista español José Manuel Vidal en Chile. Se trata de la primera visita al país del director del influyente portal Religión Digital, que cuenta con más de 5,5 millones de visitas mensuales. En medio de su apretada agenda, Vidal conversó con La Tercera sobre la impronta que, a su juicio, el argentino Jorge Mario Bergoglio ha intentado darle al Vaticano desde la sorpresiva e inédita renuncia de Benedicto XVI, en 2013. ··· Ver noticia ···

Tres años con Francisco como obispo de Roma Antonio Duato

 




imagesG1Q5FG4GFrancisco pide bendiciónHace tres años estaba tal día como hoy, como todos los católicos y gran parte de los habitante de la Tierra, pendiente de la fumata. La de la mañana fue negra y la de la tarde, inesperadamente, blanca. Nos habían anunciado un Conclave largo y complicado, pues el grupo italiano no quería un papa extranjero. El que la fumata llegara tan pronto (en la 5ª votación, a las 19’05 del miércoles 13), para todos los comentarista de la televisión italiana que yo seguía era prueba de que había salido un italiano, seguramente el cardenal Scola de Milán.··· Ver noticia ···

Cambio insuficiente en la Iglesia Juan José Tamayo



Tamayo3Karl Rahner, el teólogo católico más importante del siglo XX y asesor del Concilio Vaticano II junto con Hans Kung y Joseph Ratzinger, insatisfecho con el rumbo regresivo de la Iglesia católica cinco años después de la renovadora asamblea conciliar, escribió en 1972 un libro titulado Cambio estructural en la Iglesia en el que trazaba las líneas maestras por donde debiera discurrir dicho cambio, que no podía reducirse a un simple revoque de fachada, sino que debía afectar al interior de la Iglesia y a su estructura.

Rahner defendía la necesidad de una Iglesia con estas características: desclericalizada y centrada en el laicado, no moralizante pero sí testimonial, acogedora, de puertas abiertas y no excluyente, con una espiritualidad auténtica sin caer en el espiritualismo, construida desde abajo por medio de comunidades de base, democrática, es decir, con participación de los sacerdotes y seglares en las decisiones de la Iglesia de manera deliberativa y no solo consultiva, comprometida socialmente, con un papado cuya función nada tiene que ver con la de un jefe de un régimen totalitario.

¿Puede afirmarse que, durante los tres años de pontificado de Francisco, se ha producido dicho cambio estructural y hemos pasado de la larga invernada de la que hablaba Rahner a la primavera eclesial?
En la agenda de Francisco se ha producido, ciertamente, un importante cambio de prioridades en relación con sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI. Las de estos fueron, fundamentalmente tres. La primera, la ortodoxia, que supuso una sobreactuación de la Congregación para la Doctrina de la Fe y la consiguiente condena de decenas de teólogos y teólogas en todo el mundo. La segunda, la rigidez e intransigencia en cuestiones morales en torno al origen de la vida, la sexualidad y la concepción del matrimonio, que supuso un overbooking de prohibiciones, sanciones y exclusiones. La tercera, el estricto cumplimiento de la disciplina eclesiástica bajo la guía del Código de Derecho Canónico.


La prioridades de Francisco van en otra dirección.
De la ortodoxia a la ortopraxis. Su centro de atención son los graves problemas que sufren la humanidad y la naturaleza: el modelo económico neoliberal, que es injusto en su raíz, la pobreza, la corrupción, la marginación social, la cultura del descarte, la inmigración, las personas refugiadas, la inhumanidad de los sistemas penitenciarios, la violencia, la discriminación racial, el desempleo, el desprecio hacia las comunidades indígenas y la apropiación de sus territorios por las multinacionales la irracional explotación de la naturaleza, el cambio climático, la destrucción de los ecosistemas naturales, el desempleo de la juventud, la desprotección de las personas mayores, etc.

Son estos los problemas de los que habla en sus viajes, alocuciones públicas, entrevistas y documentos, y que coinciden con la agenda de los movimientos populares, ecologistas, indígenas, campesinos. Con ellos mantiene una profunda sintonía tanto en los análisis y diagnósticos como en las propuestas de solución y se ha reunido en varias ocasiones para fijar una hoja de ruta común. Dos de los documentos: La alegría del Evangelio, de carácter social, y la Laudato Si, sobre el cuidado de la Casa Común demuestran dicha sintonía.
De la moral sexual a la ética social. Francisco ha sustituido la obsesión de sus predecesores por la moral sexual por la ética social. Más que fijarse en los pecados sexuales lo hace en los pecados sociales, en el pecado estructural. Denuncia la economía de la exclusión, la globalización de la indiferencia, la anestesia de la cultura del bienestar, la nueva idolatría del dinero y el individualismo rampante, y defiende una Iglesia que no sea aduana, sino de los pobres, de puertas abiertas, y de salida hacia las periferias humanas, “accidentada, herida y manchada por salir a la calle antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad… y preocupada por ser el centro” (La alegría del Evangelio, n. 49).
De la complacencia a la crítica eclesiástica. En su relación con el clero, los obispos y la Curia, de la que él forma parte, huye del lenguaje diplomático y no se muestra precisamente complaciente. Todo lo contrario. Su lenguaje es crítico, incluso radical a la hora de poner nombre a los escándalos, abusos y graves patologías de la jerarquía, y de responsabilizar de los mismos a los dirigentes eclesiásticos. Sirvan dos ejemplos: el discurso de felicitación de la Navidad de 2015 a la Curia romana donde desgranó, una por una, hasta quince enfermedades curiales, y el severo discurso dirigido a los obispos mexicanos en su visita a México en febrero pasado, que escuchaban, atónitos, las reprimendas de Francisco sabiendo que estaba tocando problemas de fondo de la Iglesia católica mexicana.
Del Código de Derecho Canónico al Evangelio. La autoridad de Francisco no descansa en los poderes omnímodos que le reconoce la Ley Fundamental de la Iglesia y que le concede el Código de Derecho Canónico, aprobado durante el pontificado de Juan Pablo II bajo la guía del cardenal Ratzinger, sino en su permanente apelación “a la alegría del Evangelio” frente a los mensajes apocalípticos de no pocos predicadores, y a la misericordia y al perdón frente a la condena.
Son ciertamente avances innegables. Sin embargo, no tienen su reflejo en la vida de diaria de la Iglesia católica por la obstrucción de una parte importante del clero y de los obispos y, por supuesto, de la Curia romana. El papa es más reconocido y seguido fuera que dentro de la Iglesia. Dentro no encuentra más que obstáculos y resistencias. A esto cabe añadir que la Iglesia no se ha democratizado ni a nivel universal ni nivel local, como pedía Rahner y seguimos reclamando teólogas y teólogos, cristianas y cristianos de base. Sigue siendo jerárquico-patriarcal en su organización e incluso en sus intentos de reforma.
Un ejemplo de los intentos de reforma no democráticos es la Comisión de nueve cardenales, todos clérigos, jerarcas, coordinados por el cardenal Maradiaga, arzobispo de Honduras, que en 2009 apoyó el golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya, elegido democráticamente. ¿Cómo puede colaborar en la democratización de la Iglesia un dirigente de tan alto rango que sigue justificando su actitud golpista? En la comisión no hay ni un solo laico ni una sola laica, ni un teólogo ni una teóloga. Los laicos son relegados a personal subalterno. Las mujeres siguen siendo excluidas de los ámbitos de decisión, de los espacios de lo sagrado, de la elaboración de la doctrina teológica y de la moral, cuando no pocas de las orientaciones morales que se dictan en la Iglesia católica les afectan directamente.
¿Se producirá pronto un encuentro de Francisco con los movimientos feministas, como ya se sucedido en dos ocasiones con los movimientos populares? Sería la mejor demostración de que la Iglesia renuncia a su actitud excluyente de las mujeres y se convierte realmente en un movimiento igualitario de hombres y mujeres como lo fue en sus orígenes y en sintonía con las diferentes organizaciones feministas laicas y religiosas que luchan por la igualdad de género en la sociedad y en las religiones.
(EL PAÍS, 13 DE MARZO DE 2016)