FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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jueves, 10 de marzo de 2016

¿POR QUÉ LA POSIBLE PROHIBICIÓN DEL DINERO EN EFECTIVO?

Criminalizar a las personas sin hogar Carlos Miguélez Monroy, Periodista. Responsable de comunicación de SOLIDARIOS para el Desarrollo


Los medios de comunicación corren el peligro de estigmatizar a las personas excluidas y a alimentar el odio con informaciones poco equilibradas sobre una realidad compleja.
“Un grupo de vagabundos atemoriza el barrio de Ópera”, dice el titular de una noticia publicada en el diario El Mundo. Sin aportar datos, sin entrevistar a alguno de las personas a las que hace referencia ni a responsables de organizaciones que trabajan con personas sin hogar, el texto convierte algo anecdótico en regla general. “Indigentes” y “vagabundos” que beben, que incomodan a los turistas y a los transeúntes, que hacen ruido y que crean problemas.


No ha tardado en expresar su preocupación la European Anti-Poverty Network (EAPN), dedicada al estudio y a la lucha contra la pobreza y la exclusión. La falta de equilibrio en la información hace sospechar de posibles intereses detrás de esa información cuando se conocen las quejas constantes de los comerciantes de la zona. También se conocen las comprensibles quejas de los vecinos, pero no se puede tratar la situación de las personas sin hogar como un simple problema de estética urbana o de convivencia.
Se trata de un problema de derechos como lo reconoce el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Leilani Farha, Relatora Especial sobre una vivienda adecuada, considera que algunos medios de comunicación denigran a las personas sin hogar de manera que se extiende la creencia de que no merecen asistencia y de que son culpables de su propia desgracia y de los problemas sociales que representan.
El último informe de Naciones Unidas sobre derecho a una vivienda digna aborda esta estigmatización. Con este tipo de “informaciones”, los medios de comunicación corren el peligro de reforzar discursos demagógicos de políticos oportunistas e incluso actitudes beligerantes en la sociedad contra las personas excluidas. El observatorio Hatento se creó para registrar los delitos de odio contra las personas sin hogar. De los insultos y las palabras vejatorias se ha pasado a agresiones físicas que han desembocado en hospitalizaciones, en lesiones irreversibles y, en algunos casos, en la muerte.

Pero no hacen falta agresiones, pues la calle en sí perjudica la salud física y mental. Mata. Las personas sin hogar viven veinte años menos en promedio que una persona que cuenta con una vivienda adecuada.
La vivienda adecuada es un derecho reconocido en el plano internacional y por muchas legislaciones nacionales, como lo son el derecho a la no discriminación, a la vida, a la seguridad personal, a la salud, a la protección del hogar y de la familia, y a no sufrir tratos crueles o inhumanos. Las personas sin hogar no disfrutan de esos derechos fundamentales.


“La falta de hogar es una crisis mundial de derechos humanos relacionada con el aumento de la desigualdad en la riqueza y la propiedad, lo cual requiere una atención urgente”, dice el informe que Leilani Farha elevó al Consejo de Derechos Humanos.
La falta de hogar obedece a varios factores, entre los que destaca la incapacidad de los Estados y su falta de responsabilidad para dar respuesta a circunstancias individuales y a diversas causas estructurales. Los gobiernos han abandonado su responsabilidad de proteger y han permitido que la especulación excluya a un número creciente de personas de una vivienda adecuada.


Además de por causas estructurales y por un fracaso en el modelo social y de convivencia, la falta de hogar se suele producir cuando se desencadenan eventos traumáticos en la vida de una persona: pérdida del trabajo, una separación, la pérdida de seres queridos, consumo de alcohol y drogas, deudas y problemas con una hipoteca.
Otras veces el desencadenante puede ser una enfermedad mental, adicciones al alcohol o a las drogas o discapacidad de algún tipo. Muchas personas que han vivido eventos traumáticos pueden acabar en esta situación si no cuenten con redes adecuadas, como lo demuestran los veteranos de guerra en Estados Unidos que acaban de volver de Irak y de Afganistán, y como antes lo habían hecho de Vietnam y de las guerras en el Sureste Asiático durante la Guerra Fría.
“La rápida urbanización mundial ha dado lugar a una sorprendente acumulación de riqueza para unos pocos, acompañada de una pobreza cada vez mayor para muchos”, sostiene l.a Relatora Especial, que propone una campaña mundial para erradicar la falta de hogar de aquí a 2030

•Domingo 13 de marzo, 5º de Cuaresma: revolución ignorada José Antonio Pagola

REVOLUCIÓN IGNORADA

Le presentan a Jesús a una mujer sorprendida en adulterio. Todos conocen su destino: será lapidada hasta la muerte según lo establecido por la ley. Nadie habla del adúltero. Como sucede siempre en una sociedad machista, se condena a la mujer y se disculpa al varón. El desafío a Jesús es frontal: «La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras. Tú ¿qué dices?».
Jesús no soporta aquella hipocresía social alimentada por la prepotencia de los varones. Aquella sentencia a muerte no viene de Dios. Con sencillez y audacia admirables, introduce al mismo tiempo verdad, justicia y compasión en el juicio a la adúltera: «el que esté sin pecado, que arroje la primera piedra».
Los acusadores se retiran avergonzados. Ellos saben que son los más responsables de los adulterios que se cometen en aquella sociedad. Entonces Jesús se dirige a la mujer que acaba de escapar de la ejecución y, con ternura y respeto grande, le dice: «Tampoco yo te condeno». Luego, la anima a que su perdón se convierta en punto de partida de una vida nueva: «Anda, y en adelante no peques más».
Así es Jesús. Por fin ha existido sobre la tierra alguien que no se ha dejado condicionar por ninguna ley ni poder opresivo. Alguien libre y magnánimo que nunca odió ni condenó, nunca devolvió mal por mal. En su defensa y su perdón a esta adúltera hay más verdad y justicia que en nuestras reivindicaciones y condenas resentidas.
Los cristianos no hemos sido capaces todavía de extraer todas las consecuencias que encierra la actuación liberadora de Jesús frente a la opresión de la mujer. Desde una Iglesia dirigida e inspirada mayoritariamente por varones, no acertamos a tomar conciencia de todas las injusticias que sigue padeciendo la mujer en todos los ámbitos de la vida. Algún teólogo hablaba hace unos años de «la revolución ignorada» por el cristianismo.
Lo cierto es que, veinte siglos después, en los países de raíces supuestamente cristianas, seguimos viviendo en una sociedad donde con frecuencia la mujer no puede moverse libremente sin temer al varón. La violación, el maltrato y la humillación no son algo imaginario. Al contrario, constituyen una de las violencias más arraigadas y que más sufrimiento genera.
¿No ha de tener el sufrimiento de la mujer un eco más vivo y concreto en nuestras celebraciones, y un lugar más importante en nuestra labor de concienciación social? Pero, sobre todo, ¿no hemos de estar más cerca de toda mujer oprimida para denunciar abusos, proporcionar defensa inteligente y protección eficaz?

Renuncia al poder José M. Castillo, teólogo



Castillo1Hace poco más de tres años, el 11 de febrero de 2013, el papa Benedicto XVI presentó, inesperadamente y de forma irrevocable, su renuncia al poder supremo en la Iglesia. Joseph Ratzinger comunicó su decisión, en un consistorio rutinario, o sea en un acto público, para que la voluntad papal quedara patente ante la Curia y el Estado de la Ciudad del Vaticano, ante la Iglesia universal y ante el mundo entero. La determinación del papa, por tanto, no tenía vuelta atrás.

¿Por qué Joseph Ratzinger decidió renunciar al poder? Sencillamente porque aquel papa se dio cuenta de dos cosas: 1ª) Porque vio que la Iglesia estaba profundamente herida por causa de problemas de extrema gravedad; 2ª) Porque él se sintió incapaz de resolver tales problemas. Como he recordado recientemente en este mismo blog, pocos días antes de la renuncia papal, el 3 de febrero, un alto mandatario de la Iglesia en Roma, me decía: “la Iglesia está tan dañada, que más bajo no puede caer”. Era urgente ponerle remedio a la situación. Y el papa Benedicto XVI tuvo la libertad y la humildad necesarias para asumir, ante el mundo entero, una decisión así.
Y aquella decisión marcó un antes y un después, un acontecimiento decisivo de inflexión, que abrió horizontes de futuro y de esperanza, para la Iglesia y para el mundo. Con todas las limitaciones, que se le quieran poner al papa Francisco, es evidente que el papado ha emprendido un giro nuevo. Un giro que a mucha gente le ha devuelto la esperanza. Una esperanza y un futuro que han nacido de una renuncia al poder.
Un tema capital y decisivo ahora mismo en España. Este país está metido en un atolladero del que no tenemos salida, si no hay personas y grupos políticos que tengan la libertad y la humildad de renunciar a un poder, que podrían empeñarse en soportar y mantener porque tienen derecho para hacerlo. Pero el derecho no puede prever todas las situaciones posibles. El derecho va siempre detrás de la historia. Primero, se nos presentan las situaciones y los problemas. Después, se dictan las leyes que regulan los derechos y los deberes de los ciudadanos. Una situación, como la que estamos viviendo ahora mismo en España, no tiene salida si no hay hombres con grandeza y humildad para renunciar a los derechos y poderes que les asisten. Porque esta situación no estaba prevista en nuestra ordenamiento constitucional. Por eso, a no ser que nos empeñemos en que “el Parlamento siga siendo el peor enemigo de sí mismo” (M. Dogliani), no tenemos otra salida.
El día que Benedicto XVI vio con claridad que la Iglesia no tenía otra solución que su propia renuncia, renunció al poder, a todos sus poderes. Porque lo primero no era, ni es, el papa. Es el pueblo creyente y el bien de la humanidad. Pues bien, ha llegado el día en que nuestros gobernantes tienen que aprender de un obispo, de un papa, la lección que más nos apremia a todos. Esto no tiene otra salida que la grandeza y la humildad de quienes, por fin, toman conciencia de que la situación en que vivimos no tiene la salida “ideal” de la mejor situación que cada uno ve. Sino la situación que consiste en renunciar a derechos y poderes que les asisten, pero que son derechos y poderes que nunca pudieron prever el atasco en que estamos metidos . 

Domingo 13 de marzo de 2016, 5º de Cuaresma

 

5 de CuaresmaC
Bto. Ángel de Pisa, religioso (1275), Eufrasia, religiosa (410)
El texto del discípulo de Isaías es característico de su teología. Se lo ha llamado con frecuencia el “profeta del nuevo éxodo” (35,6; 41,18ss) y el texto que comentamos lo muestra claramente. Con la fórmula clásica del “enviado” (“así dice…”) comienza la unidad; como ocurre con mucha frecuencia Dios es presentado por lo que “hace”. La misma concluye en el v.21 ya que en v.22 comienza un nuevo oráculo de estilo muy diferente, con lo que el texto de la liturgia presenta claramente una unidad “redonda”. El estilo es hímnico, como se nota en los paralelismos (semejante a 40,22s; Sal 104,2ss; 136,5ss). ··· Ver noticia ···