FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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jueves, 12 de noviembre de 2015

Siendo y haciendo Iglesia, dia a dia Emilia Robles -Coordinadora de Proconcil


PROCONCIL
Estimado/a amigo/a:
En estos días estamos asistiendo a la publicación en distintos medios de noticias y artículos que revelarían la existencia de tramas corruptas, de obstáculos para las necesarias reformas, que el Papa lidera y que tantos miembros de la Iglesia apoyamos y promovemos.
Junto a las noticias, a veces, aparecen imágenes de un papa que parecería abrumado y hundido. Tal vez no sea la intención de quienes los escriben, pero lo cierto es que, leyendo estas noticias y utilizando los propios modelos de pensamiento y sentimientos vitales de derrota, muchos se van construyendo una imagen de que se vuelve a repetir una hipotética situación de acorralamiento e impotencia, que muchos imaginaron que se produjo al final del pontificado de Benedicto XVI.


¿Cuál es la conclusión para muchos? El papa es un tipo excelente, un cristiano convencido y valiente, un hombre de oración y de seguimiento del Evangelio, pero la Iglesia es un mastodonte de corrupción y nada se puede hacer dentro de ella. Todo lo que se hace son sólo lavaditos de cara, para que todo siga igual. ¡Triste y poco fundamentada conclusión, a falta de un análisis más profundo de la realidad y de un compromiso fiel a Jesús y al Espíritu, inasequible al desaliento, al que somos llamados todos y todas!
Justamente, es esa conclusión por parte de muchos creyentes y no tanto la existencia de grupos y personas corruptas dentro de la estructura eclesial, la que impide muchas veces la renovación que la Iglesia necesita a la luz del Evangelio y el que ésta siga siendo luz en el mundo. También dificulta la regeneración eclesial, porque parece que no se puede ofertar a los jóvenes esta propuesta comunitaria como algo válido, creíble y fiel a Jesús.
Sin embargo, con respecto a las últimas filtraciones, tanto el portavoz del Vaticano, Lombardi, cuanto el mismo Papa las han puesto en su sitio. Han venido a decir que esto no es nada nuevo ni desconocido. Es muy grave, pero no es inabarcable. Estos contados casos de corrupción se conocían ya y se vienen abordando las medidas para irlos erradicando.
Quienes conocen bien al papa y están cerca saben que el papa no está ni desbordado por la preocupación ni mucho menos, derrotado. Su mano está firme y sostenida por muchos y muchas de todos los sectores de Iglesia. El otro día, en el Ángelus, lo dijo alto y claro. Parafraseándole, vino a decir que estos tejemanejes gravísimos e inadmisibles ya se conocían y que se están remediando; que las filtraciones son un robo y un delito y que no favorecen los procesos de cambio; sin embargo, estos procesos de cambio van adelante y pronto se verán las medidas que se están tomando para favorecerlos. Y lo más importante: que la Iglesia va a seguir adelante con todas las reformas necesarias, con el apoyo y la iniciativa del pueblo de Dios consciente y comprometido con ellas, al cual le dio las gracias de corazón.
Llueven las iniciativas de firmas de apoyo al papa. brotan del corazón de muchos y muchas. Es motivo de gozo. Hemos secundado ya algunas y seguiremos haciéndolo. Igual de importantes que las oraciones que le tienen presente, porque el tiene una responsabilidad especial derivada de su ministerio y necesita una fuerza especial para sostenerla.
Pero el mejor apoyo, el imprescindible, es continuar nuestro camino de discípulos misioneros que quieren ser y hacer Iglesia de Jesús, comprometidos con nuestras Iglesias locales, humildes, dialogales, críticos con todo lo que no sea anunciar al mundo la buena noticia y la misericordia de Dios, que acoge y va a buscar con preferencia a la oveja que se perdió. Una Iglesia sencilla, acogedora, que no se apoya en los sabios y en los poderosos, sino que se deja evangelizar por los pobres. Una Iglesia que no tiene miedo a los poderes de este mundo, por fuertes que parezcan, porque estos no van a tener la última palabra. Una Iglesia comunidad en torno a Jesús, que no deja que nadie le robe la esperanza. Esta es también la herencia comunitaria que queremos ofrecer, no imponer doctrinariamente, a los más jóvenes.
Un abrazo fraterno

Emilia Robles
Coordinadora de Proconcil

¿Quiénes manejan nuestra energía? Miguel Urbán

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    De todos los bienes públicos que necesitamos diariamente, podemos afirmar que la energía (en sus diferentes formas, principalmente la eléctrica) es el más fundamental, puesto que difícilmente podríamos calentarnos, alimentarnos, educarnos, desplazarnos, trabajar y recibir atención médica sin él. Sin embargo, desde la oleada de privatizaciones en el sector eléctrico iniciada en 1998 en el gobierno de Aznar y Rato, hasta el último decretazo contra el autoconsumo de Rajoy y Soria, se ha venido configurando un marco político-legal-empresarial que ha hecho de la energía un bien privativo que de facto excluye en su acceso a más de 7 millones de españoles (pobres energéticos) y que al mismo tiempo constituye hoy uno de los negocios más lucrativos, después del financiero. ··· Ver noticia ···
  • Al encuentro de Pedro Casaldáliga, icono del Cristo Libertador Luis Miguel Modino

     

    CASALDALIGA
    El corresponsal de RD en Brasil viaja a la cuna del profeta de la Amazonía
    “Me repite con fuerza en cuanto aprieta mi mano: ‘oración, comunidad y vida por el pueblo'”
    Todo lo que nos enriquece, aunque suponga un esfuerzo, vale la pena. Recorrer buena parte de este inmenso Brasil durante dos días, utilizando diferentes medios de transporte, para encontrarse con alguien, puede tener cierta dosis de locura. ··· Ver noticia ···

    El miedo de los que mandan José M. Castillo, teólogo


    Castillo1Fuente: Teología sin censura
    Los evangelios nos dicen, repetidas veces, que las personas que ejercían el máximo poder en la sociedad judía del tiempo de Jesús, tenían miedo (Mc 11, 18. 32; 12, 12; Mt 14, 5; 21, 26. 46; Lc 20, 19; 22, 2). Concretando más, los que tenían miedo eran: los “sumos sacerdotes”, los “senadores” (“ancianos”) y los “escribas” o maestros de la Ley (Mt 21, 26. 46; Lc 20, 19; Mc 11, 18; Lc 22, 2). O sea, los asustados eran los hombres del poder, los que mandaban en aquella sociedad.


    ¿Y a quién tenían miedo? Sencillamente, “al pueblo” (Mc 11, 18; Mt 21, 26; Lc 20, 6, etc). O sea (según la expresión que usan los evangelios), a los que mandaban, les daba miedo el “óchlos”, la “multitud”, la gente sencilla, de condición modesta, los que eran considerados como ignorantes y hasta malditos (Jn 7, 48). Dicho en pocas palabras: los más poderosos, entendidos y privilegiados tenían miedo a los débiles, a los ignorantes y a los que eran vistos como gente indeseable.
    Todo esto resulta tanto más extraño si tenemos en cuenta que aquellos gobernantes asustados no eran solo gobernantes civiles, sino además gobernantes también religiosos. Es decir, concentraban todo el poder, toda la riqueza y todos los privilegios.
    Entonces, ¿por qué tenían miedo? Hay una diferencia fundamental entre los gobernantes de ahora y los de entonces. Ahora, la diferencia entre el poder civil y el poder religioso es suficientemente clara y está bastante bien delimitada. En tiempos de Jesús – y concretamente en Palestina -, el poder que mandaba era, ante todo, el poder “religioso”, el poder del Sanedrín. De imponer orden civil y de cobrar los impuestos, se encargaban sobre todo los romanos. Así las cosas, lo que los “hombres de la religión” no querían, en modo alguno, era dar pie a que hubiera alborotos populares. Porque eso es lo que Roma no toleraba. Por esto es por lo que el Sanedrín decidió finalmente que había que matar a Jesús (Jn 11, 47-53).
    Seguramente, mucha gente no se imagina la actualidad que todo esto tiene. Ahora se dice, por todo el mundo, que al papa Francisco no lo quieren importantes “mandamases” de la Curia Vaticana. Y la historia se repite. Así, nos encontramos en una situación que se parece (más de lo que algunos se sospechan) a la situación que se produjo en vida de Jesús. ¿Por qué algunos cardenales se afanan ahora diciendo en público que ellos no están contra el Francisco? Sea o no sea cierto lo que ahora dicen esos eminentes purpurados, lo que no admite dudas es que en Roma (y fuera de Roma) hay mitrados que tienen miedo, quizá mucho miedo. Miedo, ¿a quién? A los pobres, a los enfermos, a los ancianos, a las multitudes que aclaman a Francisco allí donde va. ¿Y por qué ese miedo? Porque el poder religioso no se impone por la “coacción”. La fuerza del poder religioso está en la “seducción”.
    Jesús seducía a los que sufren en la vida, por el motivo que sea. Los cardenales, por más colas y ropajes que se pongan, no atraen a nadie. Y el hecho patente, al que estamos asistiendo, es que en Francisco se trasluce la presencia de Jesús. ¿En los cardenales que intrigan a escondidas (si los hay), ¿qué y quién se trasluce….? Vamos a dejarlo.