FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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martes, 28 de julio de 2015

Un profeta cada vez más incómodo Gabriel Mª Otalora

Los mensajes del Papa Francisco son cada vez más claros y contundentes sus denuncias contra las injusticias estructurales. El problema añadido a la incomodidad creciente para los dirigentes a los que van dirigidas sus denuncias (dirigentes políticos pero sobre todo económicos y financieros) es que su lenguaje pastoral solo es interpretado en clave política: o eres de derechas o de izquierdas, sin aceptarle que un cristiano como él, en calidad de Papa, pueda ser crítico con los sistemas totalitarios de izquierdas y de derechas exigiendo un cambio de estructuras que alivien la desigualdad creciente, con millones de pauperizados ajenos al sueño, no ya de la justicia, sino del consumismo.

El profeta Francisco ha llegado muy lejos en sus críticas y es atacado directamente por Jeff Bush y por la prensa estadounidense de estar fomentando la desobediencia social y “la rebelión de las masas contra los capitalistas” en su reciente gira latinoamericana de principio de julio: “El reciente viaje de Francisco a América del Sur reveló un obvio mensaje socialista y anticapitalista que insta a un cambio estructural de la economía global que atenta contra el proyecto de Jesús”, escribe Paul Farrel. Atención a esto último: no atenta Francisco contra los capitalistas sino contra el evangelio, es decir, que el sistema capitalista está alineado con las enseñanzas del Maestro y socavar sus bases es ir en contra de Cristo, en este caso el mismísimo Papa.
¿Decir que todos tienen derecho a la Tierra, a la vivienda (techo) y al trabajo, y que son “derechos sagrados”, es atentar contra el mensaje cristiano? ¿O es precisamente evitárselos a una gran masa de seres humanos lo que supone un atentado humanitario y cristiano? ¿Es la ley del máximo beneficio la que agrede al mensaje de Dios o es su denuncia a favor de los desheredados de la Tierra por tanta codicia? Escuece escuchar del Papa -aunque muchos medios no lo han recogido con esta claridad- que se refiera al capitalismo no controlado como “dictadura sutil” y “estiércol del diablo”, porque si gobierna “la ambición desenfrenada de dinero”, el “servicio para el bien común queda relegado”. En su Exhortación a la alegría, se refirió al capitalismo como que “esta economía mata” y destruye la Tierra.

El que un profeta diga estas cosas, no deben escandalizar a un cristiano que ya debería saber cómo se las gastaban aquellos profetas (Amós. Elías, Miqueas, Isaías…) frente a poderosos mucho menos sutiles que los prebostes del capitalismo, a no ser que su hipocresía sea todavía mayor a sus ganas por controlar a la opinión pública. No hay nada en el discurso de Francisco que sea ajeno a la enseñanza social de la Iglesia. Su invitación a un profundo cambio en las estructuras lo hace desde el Evangelio, desde la realidad de la Buena Noticias a los pobres, ante la cual, los cristianos deberíamos decir lo que Francisco, vista la situación de infra humanidad que se precisa para que el Sistema mantenga sus retos del máximo beneficio posible a costa de todo y de todos.
Es hora de respondernos con sinceridad hasta qué punto estamos de acuerdo con Bush o el periodista Farrel, que manipula sin pudor alguno la Buena Noticia.

La vida no es comunista o capitalista: existen otras alternativas de justicia a pesar de quienes nos quieren obligar a posicionarnos entre estas dos perversiones económicas que tanto daño vienen haciendo a la humanidad. Necesitamos muchos profetas que sigan a Francisco y se manifiesten públicamente en defensa de la denuncia profética. 

Misericordia que transforma Carlos Ayala Ramírez

 Adital

En su discurso en Bolivia ante los hombres y mujeres de la religión (sacerdotes, religiosos y seminaristas), el papa hizo un llamado a saber escuchar el grito de los pobres. Desde el relato de Marcos que describe la curación del ciego Bartimeo, planteó uno de las principales exigencias que tiene el mundo de la religión: la solidaridad con los pobres, que exige saberlos escuchar, siguiendo el ejemplo de Jesús.··· Ver noticia ···

La crisis griega, el banquete de los buitres financieros Juan Hernández Vigueras – Consejo Científico de ATTAC España

 


Fondos como Dart Management y Elliot Associates han salido beneficiados de la crisis griega y del empobrecimiento de su población, sin que ninguna institución haya puesto freno a sus prácticas.
Al inicio de una de las peores crisis de su historia, Grecia atrajo a los buitres financieros porque les ofrecía una gran oportunidad de hacer dinero. El elevado déficit presupuestario público hacía temer que Grecia incumpliera el servicio de la deuda soberana, es decir, el pago de intereses y amortizaciones. Como resultado, entre 2011 y 2012 los bonos griegos se vendían a un precio medio del 50% del valor nominal. Y a esos precios o inferiores, esos fondos especulativos compraron en torno a 50.000 de euros millones en deuda griega, según la prensa internacional.··· Ver noticia ···

Misericordia y familia José M. Castillo, teólogo



Castillo2Teología sin censura
Tal como se han puesto las cosas en la Iglesia, lo más probable es que al papa Francisco le espera un próximo mes de octubre complicado. Quizá más complicado de lo que algunos se puedan imaginar. Por la sencilla razón de que, como es bien sabido, en octubre se completa y se clausura el Sínodo sobre la familia. Un tema erizado de dificultades, en torno al que se van a debatir problemas tan complicados como el del divorcio, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el modelo de familia que quiere la Iglesia, la educación de los hijos, etc, etc. Además – y esto lo más complicado -, se avecina el momento en el que al papa se le va a pedir que se pronuncie sobre asuntos como los que acabo de indicar y otros similares.


Asuntos sobre los que, en la Iglesia y en la sociedad, abundan los cristianos (y no cristianos) que tienen posturas firmemente asumidas de forma inamovible e incluso no exentas quizá de fanatismo. Por esto he dicho (y repito) que al papa Francisco le espera una “ottobrata romana” que no resultará precisamente placentera y fácil.
Así las cosas – y para acabar de complicar la situación -, Francisco ha publicado recientemente la Bula “Misericordiae Vultus”, en la que (en el nº 3) afirma literalmente: “Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener misericordia”. ¿Por qué precisamente, en este momento, necesitamos mucho más tener misericordia?
En no pocos ambientes eclesiásticos, concretamente en la Curia Vaticana, hay quienes sospechan que el papa afirma que ahora necesitamos (vamos a necesitar) dosis abundantes de misericordia, porque ahora es cuando la suprema autoridad de la Iglesia nos va a decir cosas sobre la familia que algunos (posiblemente) no están dispuestos a escuchar y menos aún a aceptar.
No puede tener misericordia quien no tiene respeto, tolerancia y comprensión hacia quienes piensan y viven de manera que producen, en otras personas o grupos humanos, repugnancia y vergüenza, las dos emociones que tanto nos distancian a unos de otros. Y hasta nos enfrentan a los unos con los otros. Dos emociones tan determinantes en la vida, que, como es sabido, el pensamiento liberal americano considera que, si no se supera la repugnancia y la vergüenza, no es posible la igualdad entre los ciudadanos (Martha C. Nussbaum).
Para concluir esta reflexión, terminaré diciendo que no creo en modo alguno que el papa Francisco haya publicado la Bula sobre la misericordia porque les tenga miedo a quienes se puedan poner nerviosos por causa de las decisiones que tome la suprema autoridad de la Iglesia ante los problemas que hoy nos plantea la familia. Y, sobre todo, nos pongamos como nos pongamos ante lo que decida el Sínodo presidido por el papa, lo más urgente en cualquier caso – creo yo – es que sepamos reaccionar como nos indica el Evangelio de Jesús. Con la misma bondad siempre. Con la misma misericordia siempre. Aunque quizá nos pueda ocurrir lo que les pasó a los familiares de Jesús, que llegaron a pensar de él que se había vuelto loco (literalmente, “estaba fuera de sí”) (“existêmi”), tal como indica expresamente el evangelio de Marcos (3, 21).