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miércoles, 22 de octubre de 2014

Andre Rieu - Ave Maria (Maastricht 2008) DIGITAL TV

50 años de Don Bosco en Urnieta

 - Por: Juan F. Manjarrés (El Diario Vasco)
22/10/2014 - 26 Vistas 

Con motivo de la celebración de los 50 años de presencia de los Salesianos en Urnieta, el salesiano José Priede es entrevistado en el Diario Vasco.

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«Cuando abrimos hace 50 años no había ni puerta, por ello había un guarda todo el día»

El centro de formación de la localidad se encuentra celebrando el medio siglo desde que comenzara a funcionar
 
No quedan ya entre los Salesianos demasiados testigos directos de lo que fueron los primeros días del centro de Urnieta. El 15 de octubre se han cumplido 50 años desde que se abriera el colegio y esta semana lo celebran con una jornada especial. El asturiano José Priede es uno de los pocos que puede hablar en primera persona de lo que fueron aquellos primeros años en Urnieta. Todavía sigue en la localidad. Medio siglo de recuerdos.
-¿Cómo empezó todo hace medio siglo?

Al principio todo fue algo raro, sobre todo para los chicos, porque llegamos a la casa y no estaba del todo terminada. Había pintores en algunas zonas y no se había colocado ni la puerta, por lo que había un guarda día y noche que cuidaba el edificio. Comenzaron unos 50 chavales y hubo dos personas muy importantes en la puesta en marcha de todo esto. Por un lado, el padre Beobide, que promovió todos los colegios de Gipuzkoa de Salesianos. Estuvo viviendo unos años con Pedro Zaragüeta y su familia, este último, fue esa segunda persona importante en todo esto. En el 55 se puso la primera piedra en un colegio en Intxaurrondo y luego llegó el edificio de Don Bosco, en Errenteria, y todo se centró allí para la formación de los chavales con talleres. Pero seguían buscando una finca para hacer este colegio, se buscó por Irun, por Irura. Querían algo apartado para poder hacer el seminario y cuando dieron con esta zona y con el caserío en venta se compró.
«Hubo dos personas muy importantes: el padre Beobide y Pedro Zaragüeta»El centro comenzó con 40 internos cuyo objetivo era formarse como salesianos.


-¿Cómo era el día a día?

-Teníamos 40 internos, con el objetivo de ser salesianos y aprender una maestría. Era un centro para la formación de profesores salesianos. Al principio llegamos a tener 120 o 130 personas. Luego, algunos se fueron de profesores a las misiones y otros a ciudades como Madrid. con las vacaciones empezaron a irse y fueron abandonando esa formación. Pero cada año venía gente nueva. También acudían al centro de Urnieta a hacer el noviciado de Salesianos, de 1965 a 1969. 50 ó 60 chavales había que iban a ser sacerdotes. Y los que ya habían acabado el noviciado, también se juntaban aquí.

-Habla de Pedro Zaragüeta. ¿Jugó un papel importantísimo, verdad?
-Don Pedro Zaragüeta invirtió todo su capital en esto. No había mucho dinero, pero los Zaragüeta seguían dando dinero y se pudo hacer el pabellón, el taller. Don Pedro era uno más, hablaba con los niños, quería pasar como uno más de nosotros. Su sobrino, Vicente Zaragüeta, era quien le traía en coche porque él no conducía. Era un señor con mucha bondad y se implicó mucho. Tenía dinero y ayudó mucho aquí. Cuando murió dejó casi todo el dinero para terminar la iglesia, el teatro y la piscina.Ésta acabó por desaparecer.

-Y con los años, el centro de Salesianos de Urnieta también fue cambiando.
-La evolución fue progresiva, cuando él murió, se hizo la iglesia y la granja. Se decidió hacer la granja para poder tener algo de comer. A los chavales no se les cobraba mucho y tampoco nosotros teníamos mucho dinero. Así que nos interesamos por tener animales, como una vaca para que diera leche. A los chavales les poníamos un vaso de leche con galletas por la noche. También hubo gallinas. En esos años contábamos con la ayuda de cuatro hermanas salesianas que nos atendían. Había muchas veces que no había qué comer y había que ingeniárselas. Hoy en día todo es diferente. Todo el concepto ha cambiado. Los chavales que venían de los caseríos eran dóciles, con ganas. Solía haber algunos problemillas entre los externos, porque algunos ayudaban en las huertas y con los animales y otros no. Ahora los chicos son de distinta manera. La educación ha cambiado.


Referente
-Pero el centro de Urnieta de Salesianos llegó a convertirse en todo un referente en formación profesional.
-Sí, es verdad. Salesianos ha sido un centro de referencia en la formación profesional. Gente bien colocada y con posibilidades que quería venir a estudiar. Hay chavales que vuelven a visitarnos, y es un orgullo. Hace igual 40 ó 45 años que comenzaron y, habiendo estado uno o dos años, vuelven. Se les daba todo gratis, estaban muy agradecidos.

-Usted no es de Urnieta, ¿cómo llegó hasta aquí?
-Soy un asturiano de 82 años. Cuando era chaval, un salesiano al que llamaban Don Tomás y que se encargaba de recoger a los chavales por los pueblos, me invitó a ir a una reunión que se celebró en la casa del párroco de mi pueblo y fui. Me propusieron unirme a ellos para aprender en Madrid un oficio y acepté. En Guadalajara hice el noviciado durante un año, en un pueblecito, y allí me quede después 6 años trabajando. Fue entonces cuando me notificaron que me mandaban a Urnieta al nuevo centro que había que sacar adelante. Había que atender a los chavales y la granja, y así aparecí en Urnieta. Yo me dedicaba a la huerta, a la granja cuando se puso. Ésta estuvo hasta el 96 en marcha, luego se cerró.

Entrevista publicada en "El Diario Vasco", 22 de octubre de 2014. Texto y Fotografía: Juan F. Manjarrés

Transición española y castas Jaime Richart, Antropólogo y jurista



Con independencia de “la casta”, término usado por un mo­vimiento político y social emergente que alude al conjunto de individuos pertenecientes al poder político, banca­rio y empre­sarial dedicados durante años al bandidaje social del dinero pú­blico, el término sociológico “casta” es relativo a la estratifica­ción social de otros tiempos y de otras culturas, pero se aprecia perfectamente también en España a lo largo del tiempo hasta nuestros días. Basta observar a quiénes ostentan el poder fác­tico en todos los ámbitos de la sociedad y ocupan los puestos más relevantes, salvo las excepciones con las que en todo fe­nómeno social es preciso contar.
La sociedad que está dominada por una parte de ella, la lla­memos casta o la llamemos clase, no es democracia.

Con las excepciones a las que me refiero ¿cuántos políticos, magistrados, banqueros, policías, obispos, empresarios, ricos y en general acomodados no son hijos, nietos o descendientes de los ganadores de la guerra civil? Muy pocos. Pues bien, los que no pertenecen a las filas y familias de los perdedores, esos son los que constituyen una casta social muy definida en España.
Por eso, mientras en España las clases populares, sin apellidos sonoros cuyos privilegios pasan de una generación a otra no ocupen indistintamente en la sociedad puestos como los otros; mientras la inteligencia y méritos que alegan los que ahora los ocupan estén valorados al final de un proceso de estimación por “jueces sociales” situados estratégicamente por esa casta en las grandes empresas y en las instituciones; mientras tales ojeadores tengan la misión sectaria de asegurarse que el aspi­rante a un puesto de trabajo de relieve o el opositor está o no con el pp o el psoe, con el centralismo o la autonomía, con la ambición o la indiferencia, con dios o sin dios… no puede haber verdadera democracia.

Son ya siglos de real o falsa religiosidad, siglos de absolu­tismo, siglos de prepotencia y predominio, siglos de control so­cial ejercido por los mismos individuos en la justicia superior y en las instituciones clave, siglos de dogmatismo y monopoliza­ción de la “verdad” de acuerdo con ese infame pasaje evangé­lico “o estás conmigo o estás contra mí”.
España no coordina bien ni puede coordinar con la Europa que ha pasado por dos guerras mundiales pero ninguna civil en siglos; con esa Europa cuyo cristianismo queda ya muy lejos del catolicismo político que la embarga todavía con todos los trucos y marrullerías propios de ese catolicismo religioso del “una vela a Dios y otra al diablo” que prepondera; ese catoli­cismo de concepción piramidal que contamina todo lo que tiene que ver con la política, con la vida económica, con la vida pública y con las grandes empresas. El hecho de que entre la casta haya Martínez o Suárez no significa nada, pues me re­fiero primordialmente a los que tienen dinero o poder porque ya sus antepasados lo tenían o lo detentaban. El fallecido Suárez no deja de ser un ejemplo de lo que quiero decir. Su apellido es popular, pero fue falangista, y el falangismo fue pieza clave del franquismo. Lo que significa que si de alguna manera fue él artífice de la transición, la tuvo que hacer con los tics de un franquista. La prueba es que la “proeza” de conseguir de los procuradores franquistas la legalización del partido co­munista fue una concesión con condiciones: que el partido se desnaturalizase renunciando a la República y a la bandera tri­color. Y el que concede es por definición el que tiene el poder y al que hay que agradecer… ¡Bonita manera de empezar una democracia! Así fue cómo la mano larga del Poder eterno en España fue decisiva para la suerte de aquella transición y para las consecuencias hasta hoy. Fraga Iribarne es el otro ejemplo llegado del “frío”: espécimen mimético que con toda comodi­dad se fue transfigurando desde el franquismo y los dos minis­terios franquistas cuyas carteras ostentó, hasta decidir el infame arranque de este país con una constitución y una monarquía aprobadas por el pueblo deprisa y corriendo presionado por el terror fundado al golpe de Estado o a la continuidad de otro gobierno militar. Fraga, el franquista civil por antonomasia, fue el verdadero autor intelectual de la transición y del proyecto de texto de la Constitución… Esta es la clase de Transición del 78 que tanto aplaude celebra el bipartidismo; un tránsito que ha consistido en pasar el testigo del predominio de una casta sobre las demás, dando entrada selectivamente a los dóciles del par­tido político que ha venido compartiendo el poder político e institucional, lo que explica fácilmente esa adhesión al sistema de éste monárquico con mayor denuedo todavía que los de la casta predominante.
Así es cómo se trucó el nacimiento de este remedo de demo­cracia. Así es cómo se vició de miedo el consentimiento in­consciente de las clases populares para darle su aprobación. Si España, si el pueblo español no pone en marcha cuanto antes el espíritu republicano que desplace al vigente monárquico del privilegio y no entroniza inmediatamente el imperio de la III República, España estará siempre sojuzgada por la misma casta y la mayoría vivirá en más o en menos una suerte de indigna servidumbre y opresión como las que que de modo ostensible viene sufriendo desde que la orgía de dinero se derrumbó. 

Por encima de sus posibilidades Pedro Serrano


En el debate social sobre la crisis que padecemos, estuvieron a punto de hacernos creer que fuimos nosotros, el pueblo llano, los culpables de la misma por haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Pero a hora que vamos descubriendo las cuevas de Alí Babá y la miríada de ladrones, caraduras, aprovechados e incompetentes que han arruinado nuestro país ya tenemos la certeza de que eran ellos los que vivían por encima de sus posibilidades.
Sí, sufridos e indignados conciudadanos, no solo vivían por encima de sus posibilidades económicas, sino también por encima de sus posibilidades morales, éticas y de gestión. En el caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid y Bankia se cuenta que los presidentes, directivos y consejeros, cuando tenían que pagar una fiesta, la compra de joyas, una mariscada o un safari, por poner solo algunos ejemplos, se acercaban a la cueva del cajero automático, introducían la tarjeta y con voz taimada decían aquello de “¡Ábrete, Sésamo!”, y el cajero se abría milagrosamente ofreciéndoles cuánto dinero pudieran guardar en sus faltriqueras.

Las tarjetas no son para el otoño Koldo Aldai Agirretxe


Eclesalia
Paseamos estos días por unos bosques generosos. ¿Cuántos dones servidos a la vera de los caminos de otoño? El mimbre rebosa de nueces y los botes de cristal de higos en mermelada. El horno desnuda la piel de unas castañas recién cogidas, manjares de la Tierra tras los cuerpos una y otra vez inclinados. Sin embargo a la Madre no le podemos pedir más de lo que nos dan sus árboles y ramas cargadas, sus recias matas, sus suelos ahora tamizados de ocres y de oros… La Tierra y sus Reinos tienen sus ritmos, sus ciclos, sus límites. Nuestra ambición a menudo echa a correr, se desboca, se vuelve ilimitada y podemos llegar a pensar que los recursos de la Madre también lo son. Nada más equivocado.

La Madre Tierra tiene ya 7.000 millones de comensales a su mesa. Lo que tomamos de más es lo que a otros llega de menos. La austeridad es nuestra medida en un mundo en el que demasiados hermanos no se sientan tres veces al día ante el plato. El plástico engaña, las tarjetas de plástico aún más todavía. Se nos antojan sin fondo, de forma que podemos hacerlas pasar por la máquina cobradora cuantas veces nos apetezca. Ese es el problema de nuestro mundo. Nos hemos encerrado en una burbuja artificial y hemos perdido la noción de la realidad. El campesino no pisa la tierra, el panadero no amasa la masa, el niño no sabe de donde viene el tomate, ni la leche, ni siquiera los huevos… Los 86 directivos de Bankia parecieran no conocer tampoco que la tarjeta que tan alegremente gastaban, tenía un fondo y que además ese fondo se había llenado con el esfuerzo y el trabajo de los ahorradores.
Recuperar el sentido original de economía como preocupación por la casa colectiva, “oikos”, por el bien común, para que finalice el macabro baile de las tarjetas “black”, para que se frene el gasto sin medida en pos de una felicidad individual que siempre se sitúa más allá de nuestras posibilidades. Recuperar la economía como contribución de cada quien al bienestar global. Las tarjetas vienen tras el esfuerzo ya manual, ya intelectual. Una vez que hemos servido y rendido a la comunidad, a la “casa” común, deberemos sacar en razón de nuestras necesidades verdaderas. El sentido de la economía se adultera, desde el momento que tratamos de beneficiarnos personalmente en detrimento de la colectividad necesitada.
A menudo se desenfundan las tarjetas ignorantes del sacrificio que ha costado cargarlas. A veces ese esfuerzo ni siquiera es propio. Los directivos de Bankia y Caja Madrid no invirtieron esfuerzo en cargar con 15 millones de euros las polémicas tarjetas. Nunca debieron habérselas enfundado, menos gastado, menos aún ir con ellas a restaurantes de lujo… Las tarjetas, como la tierra, son para quienes la trabajan, para quienes amasan el pan, cultivan la tierra, hunden el pico o exprimen sus neuronas… El sudor nos traiga la memoria de que la mesa y el vino eran tras el denuedo y el ahínco, nos devuelva el recuerdo del trabajo para el sustento, la conciencia de cuando el dinero tenía que ver con la azada o la pala, cuanto menos con el despertador tronando de buena mañana…
Escribir y no faltar, argumentar y no herir. ¿Cómo conocer que el máximo directivo, Miguel Blesa, se gastó con esas tarjetas 9.000 euros en un safari y 10.000 en vino y al mismo tiempo seguir respirando en paz? ¿Cómo encarar el tema de las tarjetas y mantener la serenidad y la calma? Las tarjetas no eran siquiera para el verano, si es caso para un verano más de todos. Ya no más plásticos colmados con ardor y empeño del otro. Ya no más restaurantes de lujo donde dilapidar el esfuerzo de los ahorradores, de los pequeños inversores en preferentes, sino pan, pizarras y techo para la entera ciudadanía, para que nadie pase angustia, ni privación. Hemos hecho un mundo de plástico, artificial, una economía engañosa y ahora toca volver a la de la realidad, toca volver al mundo del esfuerzo mancomunado y solidario, a la empresa común en la que todos arrimamos.
Despleguemos más esfuerzo a favor del bien común, desenfundemos menos tarjetas a favor del beneficio propio. En realidad las tarjetas tampoco eran para el otoño. No he dado con ningún cajero automático en la profundidad del bosque, pero los pies se han ido tropezando con cantidad de nueces, castañas, higos… que me han salido al camino. Llenemos la alacena común, el almacén colectivo. Guardemos el plástico para los apuros, para cuando llegue el invierno y a golpe de tarjeta debamos alegrar aquel hogar ajeno, aquella casa sin fuego.
koldo@portaldorado.com
ARTAZA (NAVARRA).
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Religión y sexualidad José Arregi, teólogo




“¿Sexualidad y religión forman buena pareja?”. Así se anunciaba un debate en el que participé el pasado mes de agosto en Larzac, bellísimo altiplano de Occitania (Francia), donde pastan miles de ovejas y se fabrica queso Roquefort.
Podría decirse, siguiendo con el símil, que sexualidad y religión se llevaron bien al principio, durante mucho tiempo, hasta que la segunda quiso someter a la primera. La sexualidad se sentía habitada por el Misterio Sagrado: la presencia del otro, el placer del encuentro, el milagro de la nueva vida que nace. Pero también se sentía rodeada de amenazas: no hay relación sin conflictos ni hay vida sin muerte.

El conflicto y la muerte son el precio de ese maravilloso invento de la Vida –maravillosa aventura– que es la sexualidad en orden a crear nuevas formas y especies de vida cada vez más complejas; las células que se multiplican reproduciéndose a sí mismas son inmortales, pero nunca pasan de ser perpetua repetición de lo mismo. Y la Vida busca novedad y evolución, pero también desea la difícil armonía de las partes, y no quiere ser devorada por la muerte. Así pues, como la vida misma, la sexualidad está rodeada de misterio y de peligros. Y ambos la llevaron a acercarse a la religión.
¿Y la religión? La religión fue “al principio” una fuente de aliento, más que un sistema religioso. Un ámbito sagrado de comunión, un horizonte de confianza, un camino amplio y libre para acceder a los bienes más excelsos que la Vida intuía en el fondo de su aventura sexual: la dicha de la relación y la plenitud de la vida sin fin. Cuando digo “al principio”, no me refiero a un tiempo, sino a la hondura de la Vida.
La religión fue infiel a sí misma: se olvidó de ser atención, cuidado, aliento, y se volvió sistema. Las religiones se volvieron fortalezas de poder patriarcal, guardianas del orden, autoritarias y celosas. Quisieron controlar la sexualidad y someterla a sus creencias y supersticiones, a sus normas y tabúes, y reducirla a simple función de la reproducción, mirando con recelo, cuando no condenando, todo placer sexual que no se orientara a la reproducción. “Entonces”, la sexualidad rompió con la religión y la expulsó de su casa –su templo de carne–. Y así es en nuestros días. Todavía hoy, cuando la sexualidad se ha liberado incluso de la función reproductiva, las religiones se empeñan por todos los medios en seguir ejerciendo el control sobre ella, pero ya no lo consiguen más que en reductos marginales de un mundo pasado. La sexualidad ha roto con los sistemas religiosos, porque los sistemas religiosos han roto con la vida.
En el debate de Larzac se proyectó primero el film israelí Kadosh. Narra la tragedia de dos hermanas del barrio judío ultraortodoxo de Jerusalén. La mayor, Rivka, está casada con Meir, y no tienen hijos; el rabino decide que la Torah obliga a Meir a repudiar a su esposa, dando por sentado que la esterilidad es cosa de la mujer y que una mujer estéril es un cántaro rajado, inútil. La pequeña, Milka, está enamorada de Jakob, pero es obligada a casarse con Joseph, un joven rabino. Dos mujeres rotas. Solo podrá sobrevivir la que se rebele contra ese orden religioso fundamentalista, asfixiante.

“Me ahogo”, dice Milka. Deja la familia, sale de Jerusalén. Al fondo se divisa la conocida vista panorámica: la explanada del antiguo templo judío, la Cúpula Dorada y la mezquita Al-Aksa, las torres de las basílicas cristianas. ¿Qué es, pues, realmente Kadosh, santo? Es aquello que permite respirar. Es el amor, con transgresión incluida.
¿Pero cómo es que las religiones han acabado queriendo someter la sexualidad hasta asfixiarla, declarándola impura? “Al principio” no fue así, sobre todo en las grandes religiones monoteístas.

¿No leemos en la Biblia judía el Cantar de los Cantares, tan bello y desinhibido y tan poco “religioso”? ¿No ha reconocido el cristianismo en el amor carnal un sacramento de “Dios”? ¿No han exaltado los poetas musulmanes el erotismo más refinado en los tonos más líricos?
Pero no basta con apelar a los orígenes o a los textos sagrados, pues en los orígenes de todas las grandes religiones y en sus textos sagrados están presentes también el machismo, la homofobia y la repulsa del sexo. Las religiones deben eliminar esos y otros residuos de un mundo pasado, aunque “esté escritos” en sus textos sagrados. Solo así podrán volver a su verdadero “origen”, inspirarse en la Vida e inspirar vida.
(Publicado el 19-10-2014 en DEIA y los Diarios del Grupo Noticias)

Domingo 26 de Octubre, 30 Tiempo ordinario (A): Creer en el amor José Antonio Pagola



La religión cristiana les resulta a no pocos un sistema religioso difícil de entender y, sobre todo, un entramado de leyes demasiado complicado para vivir correctamente ante Dios. ¿No necesitamos los cristianos concentrar mucho más nuestra atención en cuidar antes que nada lo esencial de la experiencia cristiana?

Los evangelios han recogido la respuesta de Jesús a un sector de fariseos que le preguntan cuál es el mandamiento principal de la Ley.


Así resume Jesús lo esencial: lo primero es “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser”; lo segundo es “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

La afirmación de Jesús es clara. El amor es todo. Lo decisivo en la vida es amar. Ahí está el fundamento de todo. Lo primero es vivir ante Dios y ante los demás en una actitud de amor. No hemos de perdernos en cosas accidentales y secundarias, olvidando lo esencial. Del amor arranca todo lo demás. Sin amor todo queda pervertido.

Al hablar del amor a Dios, Jesús no está pensando en los sentimientos o emociones que pueden brotar de nuestro corazón; tampoco nos está invitando a multiplicar nuestros rezos y oraciones. Amar al Señor, nuestro Dios, con todo el corazón es reconocer a Dios como Fuente última de nuestra existencia, despertar en nosotros una adhesión total a su voluntad, y responder con fe incondicional a su amor universal de Padre de todos.

CROIRE A L’AMOUR
José Antonio Pagola, Traducteur: Carlos Orduna, csv
La religion chrétienne devient pour plusieurs personnes un système religieux difficile à comprendre et, surtout, un ensemble de lois trop compliqué pour vivre correctement devant Dieu. Nous chrétiens, n’avons-nous pas besoin de concentrer beaucoup plus notre attention sur ce qui est essentiel à la foi chrétienne et en prendre soin par dessus tout ?
Les évangiles ont recueilli la réponse de Jésus à un groupe de pharisiens qui lui demandent quel est le principal commandement de la Loi. Voici comment Jésus résume l’essentiel : premièrement, « tu aimeras le Seigneur, ton Dieu, de tout ton cœur, de toute ton âme et de tout ton être » ; deuxièmement, « tu aimeras ton prochain comme toi-même ».
L’affirmation de Jésus est claire. L’amour est tout. Ce qui est décisif dans la vie c’est d’aimer. C’est là le fondement de tout. La première chose c’est de vivre devant Dieu et devant les autres dans une attitude d’amour. Il ne faut pas se perdre dans des choses accidentelles et secondaires, oubliant l’essentiel. Tout part de l’amour. Sans amour, tout est perverti.
En parlant de l’amour pour Dieu, Jésus n’est pas en train de penser à des sentiments ou à des émotions qui peuvent jaillir de notre cœur ; il ne nous invite pas non plus à multiplier nos prières et supplications. Aimer le Seigneur, notre Dieu, de tout son cœur, c’est reconnaître Dieu comme Source ultime de notre existence, éveiller en nous une adhésion totale à sa volonté et répondre avec une foi inconditionnelle à son amour universel de Père de tous.
C’est pourquoi Jésus ajoute un second commandement. Il n’est pas possible d’aimer Dieu et tourner le dos à ses fils et à ses filles. Une religion qui prêche l’amour à Dieu et oublie ceux qui souffrent est un grand mensonge. La seule position réellement humaine devant toute personne que nous trouvons sur notre chemin, c’est de l’aimer et de chercher son bien comme nous le voudrions pour nous-mêmes.
Tout ce langage peut paraître trop dépassé, trop usé et peu efficace. Néanmoins, aujourd’hui aussi, le premier problème du monde est le manque d’amour, qui déshumanise, l’un après l’autre, les efforts et les luttes pour construire un monde plus humain.
Il y a quelques années, le penseur français, Jean Onimus écrivait ceci : « Le christianisme se trouve encore à ses débuts : il nous travaille seulement depuis deux mille ans. La pâte est lourde et on aura besoin de siècles de maturation avant que la charité ne la fasse fermenter ». Nous, disciples de Jésus, nous ne devons pas oublier notre responsabilité. Le monde a besoin de témoins vivants qui aident les générations futures à croire à l’amour car il n’y aura pas un avenir d’espoir pour l’être humain s’il finit par perdre la foi en l’amour.

BELIEVE IN LOVE
José Antonio Pagola.
For more than a few people, Christian religion ends up a religious system that is difficult to understand, and above all, a flimsy framework of laws that is much too complicated for someone to live correctly before God. Don’t we as Christians need to concentrate our attention much more on taking care of what’s essential in the Christian experience before anything else?
The Gospels have put down Jesus’ response to a group of Pharisees who ask him what is the most important commandment of the Law. Thus it is that Jesus sums up what’s essential: the first is “You must love the Lord your God with all your heart, with all your soul, and with all your mind”, the second is “You must love your neighbor as yourself”.
Jesus affirmation is clear. Love is everything. What’s decisive in life is to love. This is the basis of everything. What’s most important is to live before God and before others in an attitude of love. We don’t need to get lost in accidental and secondary things, forgetting what’s essential. Out of love springs everything else. Without love everything ends up twisted.
When he speaks about love for God, Jesus isn’t thinking about feelings or emotions that can arise in our hearts; nor is he inviting us to multiply our prayers and petitions. To love the Lord our God with our whole heart is to recognize God as the ultimate Font of our existence, awakening in us a complete adhesion to God’s will, and responding with an unconditional faith to the universal love of the Father of all.
That’s why Jesus adds a second commandment. It’s not possible to love God and then turn our backs on God’s sons and daughters. A religion that preaches love for God and forgets those who suffer is a huge lie. The only truly human stance before any person we meet in our path is to love that person and seek that person’s good as we would wish for ourselves.
All this way of speaking could seem way too old-fashioned, too worn-out and not at all effective. However, even today the main problem in the world is the lack of love, a lack that dehumanizes over and over any efforts and struggles to build a more human living condition.
Some years ago a French thinker, Jean Onimus, wrote thus: “Christianity is still in its infancy; we’ve only been working at it for two thousand years. The mass of dough is heavy and we’ll need centuries of maturing before charity ferments it”. Jesus’ followers mustn’t forget their responsibility. The world needs living witnesses that help future generations to believe in love, since there’s no hopeful future for human beings if we end up losing faith in love.

MAITASUNEAN USTEA IZAN
José Antonio Pagola. Itzultzailea: Dionisio Amundarain
Kristau-erlijioa sistema erlijioso nekosoa iruditzen zaio jende ez gutxiri; batez ere, Jainkoaren aurrean bizi ahal izateko, lege-sare nahasiegia. Ez ote diogu kristauok geure arreta eskaini behar, beste ezer baino lehen, kristau-esperientziak duen gauzarik funtsezkoenari?
Ebanjelioek Jesusen erantzun hau jaso dute, Legearen agindurik nagusiena zein den galdetu dion fariseu-talde bati emana. Hona nola laburtu duen Jesusek gauzarik funtsezkoen hori: «maita ezazu Jauna, zeure Jainkoa, bihotz osoaz, arima osoaz eta zaren osoaz»; hau da bigarrena: «maita ezazu lagun hurkoa zeure burua bezala».
Argia da Jesusen baieztapena. Maitasuna da guztia. Maitasuna da bizitza erabakitzen duena. Maitasuna da gauza guztien oinarria. Lehenengo gauza, Jainkoaren eta gainerakoen aurrean maitasun-jarreraz bizitzea da. Ez ginateke nahastu behar gauza akzidental eta bigarren mailakoen sarean, funtsezkoenaz ahazturik. Maitasunari dariona da gainerako guztia. Maitasunik gabe, dena da gelditzen galbideraturik.
Jainkoarekiko maitasunaz ari denean, Jesusek ez ditu buruan gure bihotzetik sor daitezkeen sentimenduak edo zirrarak; ez gaitu gonbidatzen geure errezoak eta otoitzak ugaltzera ere. Honetan datza Jauna geure Jainkoa maitatzea: Jainkoa gure izatearen azken Sorburutzat aitortzean, geuregan hark nahi duenarentzat atxikimendu osoa esnatzean, Aita bezala gizon-emakume guztientzat duen maitasunari baldintzarik gabeko fedez erantzutean.
Horregatik gehitu du Jesusek bigarren agindua. Ezin duzu Jainkoa maitatu, haren seme-alabei dagokienez axolagabe bizi bazara.Jainkoaren maitasuna predikatu eta sufritzen ari den jendeaz ahazten den erlijioa gezur handi bat. Geure bidean aurkitzen dugun pertsona batean aurrean izan dezakegun giza jarrera bakarra, hura maitatzea da eta harentzat geure buruari opa diogun ongizatea bera bilatzea.
Irudi luke, hizketa hau guztia zaharregia dela, ahituegia, eginkortasun eskasekoa. Halere, gaurko munduan ere lehenengo arazoa maitasun-falta da; giza bizikidetasuna eraikitzeko ahaleginak eta borrokak, bata bestearen ondoren, desgizatiartzen ari den maitasun-falta.
Duela urte batzuk, Jean Onimus idazle frantsesak idatzi zuen: «Kristautasuna bere hasieran dago gaur oraino; bi mila urte bakarrik daramatza gizakia lantzen. Astuna da jende-masa eta mendeak beharko dira maitasunak hartzitu arte». Jesusek jarraitzaileok ez genuke ahaztu behar geure erantzukizuna. Etorkizuneko belaunaldiei maitasunean ustea jartzen laguntzeko, lekuko bizien beharra du munduak; izan ere, gizakiak ezin izango du etorkizun esperantza-emailerik maitasunarekiko ustea galtzen badu.

CREURE EN L'AMOR
José Antonio Pagola. Traductor: Francesc Bragulat
La religió cristiana els resulta a no pocs un sistema religiós difícil d'entendre i, sobretot, un entramat de lleis massa complicat per viure correctament davant Déu. No necessitem els cristians concentrar molt més la nostra atenció en cuidar primer de tot l'essencial de l'experiència cristiana?
Els evangelis han recollit la resposta de Jesús a un sector de fariseus que li pregunten quin és el manament més gran de la Llei. Així resumeix Jesús l'essencial: el primer és "Estima el Senyor, el teu Déu, amb tot el cor, amb tota l'ànima, amb tot el pensament"; el segon és: "Estima els altres com a tu mateix".
L'afirmació de Jesús és clara. L'amor ho és tot. Allò decisiu en la vida és estimar. Aquí hi ha el fonament de tot. El primer és viure davant Déu i davant els altres en una actitud d'amor. No hem de perdre'ns en coses accidentals i secundàries, oblidant l'essencial. De l'amor arrenca tota la resta. Sense amor tot queda pervertit.
En parlar de l'amor a Déu, Jesús no està pensant en els sentiments o emocions que poden brollar del nostre cor; tampoc ens està convidant a multiplicar les nostres pregàries i oracions. Estimar el Senyor, el nostre Déu, amb tot el cor és reconèixer Déu com a Font última de la nostra existència, despertar en nosaltres una adhesió total a la seva voluntat, i respondre amb fe incondicional al seu amor universal de Pare de tots.
Per això afegeix Jesús un segon manament. No és possible estimar Déu i viure d'esquena als seus fills i filles. Una religió que predica l'amor a Déu i s'oblida dels que pateixen és una gran mentida. L'única postura realment humana davant de qualsevol persona que trobem en el nostre camí és estimar-la i cercar el seu bé com voldríem per a nosaltres mateixos.
Tot aquest llenguatge pot semblar massa vell, massa gastat i poc eficaç. No obstant això, també avui el primer problema al món és la manca d'amor, que va deshumanitzant, un darrere l'altre, els esforços i les lluites per construir una convivència més humana.
Fa uns anys, el pensador francès, Jean Onimus escrivia així: "El cristianisme està encara en els seus començaments; porta treballant-nos només dos mil anys. La massa és pesada i es necessitaran segles de maduració abans que la caritat la faci fermentar". Els seguidors de Jesús no hem d'oblidar la nostra responsabilitat. El món necessita testimonis vius que ajudin les futures generacions a creure en l'amor car no hi ha un futur esperançador per a l'ésser humà si acaba per perdre la fe en l'amor.

CRER NO AMOR
José Antonio Pagola. Traduciu: Xaquín Campo
A relixión cristiá resúltalles a non poucos un sistema relixioso difícil de entender e, sobre todo, un armazón de leis demasiado complicado para viviren correctamente ante Deus. Non necesitamos os cristiáns concentrármonos moito máis na nosa atención por coidar primeiro de nada o esencial da experiencia cristiá?
Os evanxeos recolleron a resposta de Xesús a un sector de fariseos que lle preguntan cal é o mandamento principal da Lei. Así resume Xesús o esencial: o primeiro é “amarás ao Señor, o teu Deus, con todo o teu corazón, con toda a túa alma e con todo a túa ser”; o segundo é “amarás ao teu próximo como a ti mesmo”.
A afirmación de Xesús é clara. O amor é todo. O decisivo na vida é amar. Aí está o fundamento de todo. O primeiro é vivirmos ante Deus e ante os demais nunha actitude de amor. Non temos de perdernos en cousas accidentais e secundarias, esquecendo o esencial. Do amor arrinca todo o demais. Sen amor todo fica pervertido.
Ao falar do amor a Deus, Xesús non está a pensar nos sentimentos ou emocións que poden brotar do noso corazón; tampouco nos está convidando a multiplicar os nosos rezos e oracións. Amar ao Señor, o noso Deus, con todo o corazón é recoñecermos a Deus como Fonte última da nosa existencia, espertar en nós unha adhesión total á súa vontade, e respondermos con fe incondicional ao seu amor universal de Pai de todos.
Por iso engade Xesús un segundo mandamento. Non é posíbel amar a Deus e vivirmos de costas aos seus fillos e fillas. Unha relixión que predica o amor a Deus e se esquece dos que sofren é unha gran mentira. A única postura realmente humana ante calquera persoa que atopamos no noso camiño é amala e buscar o seu ben como quixésemos para nós mesmos.
Toda esta linguaxe pode parecer demasiado vella, demasiado gastada e pouco eficaz. Con todo, tamén hoxe o primeiro problema no mundo é a falta de amor, que vai deshumanizando, un tras outro, os esforzos e as loitas por construírmos unha convivencia máis humana.
Hai uns anos, o pensador francés, Jean Onimus escribía así: “O cristianismo está aínda nos seus comezos; lévanos traballando só dous mil anos. A masa é pesada e necesitaranse séculos de maduración antes de que a caridade a faga fermentar”. Os seguidores de Xesús non temos de esquecermos a nosa responsabilidade. O mundo necesita testemuñas vivas que axuden ás futuras xeracións a crer no amor pois non hai un futuro esperanzador para o ser humano se termina por perder a fe no amor.



NOTA DE PRENSA EN TORNO AL NUEVO OBISPO DE LA DIÓCESIS DE MADRID


FORO “CURAS DE MADRID”
  
Los miembros del Foro “Curas de Madrid” recibimos el pasado día 28 de agosto con sorpresa, agrado y esperanza la doble noticia de que el Papa Francisco, tras aceptar la renuncia del cardenal don Antonio María Rouco Varela, había procedido a designar como sucesor suyo al hasta entonces arzobispo de Valencia don  Carlos Osoro Sierra.

Ahora, cuando quedan ya muy pocos días para que se produzca su toma de posesión y con ella el inició efectivo de su ministerio al frente de nuestra querida iglesia local, hemos acordado hacer público a través de esta nota de prensa nuestro deseo de colaborar con él.

Desde noviembre de 2007, cuando nos constituimos en grupo de opinión dentro de la diócesis, hemos sido una voz crítica ante algunas manifestaciones y algunas conductas que nos parecían censurables en nuestra propia iglesia y en la sociedad de la que formamos parte. Siempre lo hemos hecho animados por el deseo de ser fieles al seguimiento de Jesús de Nazaret y con el propósito de serlo en línea con las pautas de aggiornamento eclesial marcadas por el Concilio Vaticano II, pautas que cincuenta años después requieren, a nuestro juicio, una nueva puesta al día.

Desde esta posición, como ya hemos dicho, recibimos con agrado y esperanza la noticia del nombramiento de don Carlos Osoro. Y a partir de este mismo instante y con sinceridad manifestamos nuestro deseo de colaborar con él en aquello que crea podemos serle de utilidad para el bien de la diócesis. Pensamos que nuestra manera de entender y de vivir la fe cristiana así como nuestra experiencia pastoral merecen aunque sólo sea un poco más de escucha y de acogida que las que hemos recibido de la jerarquía en estos últimos años. Confiamos en que el nuevo obispo considere oportuno prestárnoslas. Tiempo habrá de conocer su decisión. Mientras tanto, vaya por delante nuestro deseo de que sea feliz y fecundo el desempeño de su tarea pastoral entre nosotros.

Los miembros del foro “Curas de Madrid”