FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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martes, 15 de abril de 2014

Genocidios en Ruanda y Congo Rosa Moro

Se acerca el día 6 de abril. Esa fecha permanece grabada a sangre en la mente y las tripas de millones de personas que sufrieron un horror impensable. Los cien días siguientes al 6 de abril de 1994, tuvo lugar en Ruanda un baño de sangre, terror, muerte, ira y caos. Comenzó el único genocidio reconocido en ese castigado país. 800.000 personas fueron masacradas. La mayoría eran de etnia tutsi, pero muchos de ellos eran también hutus que se oponían a la barbarie. Los verdugos fueron militares extremistas (no todos los del ejército de entonces aceptaron participar en la orgía de crueldad para asesinar a conciudadanos inocentes, y por ello fueron sacrificados) y milicias paramilitares llamadas Interahamwe, extremistas hutu. SEGUIR LEYENDO

Francisco: “El seminario no es un refugio para quien tenga problemas psicológicos” Pablo Ordaz

El País


El Papa arremete contra los curas funcionarios, aquellos que predican una cosa y hacen otra
Solo tres días después de pedir perdón públicamente por los abusos sexuales a menores cometidos por “bastantes sacerdotes”, el papa Francisco volvió ayer a llamar la atención sobre el funcionamiento de la Iglesia. Ante un grupo de seminaristas del Pontificio Colegio Leoniano de Anagni, dirigido por la Compañía de Jesús, Jorge Mario Bergoglio advirtió: “El seminario, digamos la verdad, no es un refugio para tantas limitaciones que podamos tener, un refugio para las carencias psicológicas o para quien no tiene el coraje de salir adelante en la vida. Ustedes, queridos seminaristas, no se están preparando para hacer un oficio, para convertirse en funcionarios de una empresa o de un organismo burocrático. Si ustedes —y lo digo desde el corazón y sin ofender a nadie— no están dispuestos a seguir este camino, con esta actitud y estas experiencias, es mejor que tengan la valentía de buscar otro camino”. SEGUIR LEYENDO

La paz perenne con la naturaleza y la Madre Tierra Leonardo Boff, teólogo y escritor



Uno de los legados más fecundos de Francisco de Asís, actualizado por Francisco de Roma, es la oración por la paz, tan urgente en los días actuales. El primer saludo que San Francisco dirigía a los que encontraba era desearles “Paz y Bien” que corresponde al Shalom bíblico. La paz que ansiaba no se restringía a las relaciones interpersonales y sociales. Buscaba una paz perenne con todos los elementos de la naturaleza, tratándolos con el dulce nombre de hermanos y hermanas.
Especialmente la “hermana y Madre Tierra”, como la llamaba, debería ser abrazada por el abrazo de la paz. Su primer biógrafo Tomás de Celano resume maravillosamente el sentimiento fraterno del mundo que lo invadía al testimoniar: «Se llenaba de inefable gozo todas las veces que miraba al sol, contemplaba la luna y dirigía la vista hacia el firmamento y las estrellas. Cuando se encontraba con las flores, les predicaba como si estuviesen dotadas de inteligencia y las invitaba a alabar a Dios. Lo hacía con tiernísimo y conmovedor candor: exhortaba a la gratitud a los viñedos y a los trigales, a las piedras y a las selvas, a las plantaciones de los campos y a las corrientes de los ríos, a la hermosura de las huertas, a la tierra, al fuego, al aire y al viento”.
Esta actitud de reverencia y de ternura lo llevaba a recoger las babosas de los caminos para que no las pisaran. En el invierno daba miel a las abejas para que no muriesen de escasez y de frío. Pedía a los hermanos que no cortasen los árboles de raíz, en la esperanza de que pudiesen regenerarse. Hasta las malas hierbas debían tener un lugar reservado en las huertas para que pudiesen sobrevivir, pues ellas también anuncian al “hermosísimo Padre de todos los seres”.
Solamente puede vivir esta intimidad con todos los seres quien ha escuchado su resonancia simbólica dentro del alma, uniendo la ecología ambiental con la ecología profunda. Jamás se situó por encima de las cosas, sino al pie de ellas, como quien convive verdaderamente como hermano y hermana, descubriendo los lazos de parentesco que unen a todos.
El universo franciscano y ecológico nunca es inerte ni las cosas están colocadas ahí al alcance de la mano posesora del ser humano ni yuxtapuestas una al lado de la otra sin conexiones entre ellas. Todo compone una grandiosa sinfonía cuyo maestro es el propio Creador; todas las cosas están animadas y personalizadas. Francisco descubrió por intuición lo que sabemos actualmente por vía científica (Crick y Dawson, que descifraron el DNA): que todos los vivientes somos parientes, primos, hermanos y hermanas, porque poseemos el mismo código genético de base. Francisco experimentó espiritualmente esta consanguinidad.
De esta actitud nació una paz imperturbable, sin miedo y sin amenazas, paz de quien se siente siempre en casa, con los padres, los hermanos y las hermanas. San Francisco realizó plenamente la espléndida definición que la Carta de la Tierra encontró para la paz: «es la plenitud creada por relaciones correctas consigo mismo, con las otras personas, otras culturas, otras vidas, con la Tierra y con el Todo mayor del cual somos parte» (n.16 f).
La suprema expresión de la paz, hecha de convivencia fraterna y de acogida cálida de todas las personas y cosas está simbolizada en el conocido relato de la perfecta alegría. A través de un artificio de la imaginación, Francisco presenta todo tipo de injurias y violencias contra dos cofrades (uno de ellos es el propio Francisco). Empapados de lluvia y de barro, llegan exhaustos al convento. Allí son rechazados a bastonazos (“golpeados con un palo de nudo en nudo”) por el fraile portero. Aunque han sido reconocidos como cofrades, son vilipendiados moralmente y rechazados como gente de mala fama.
En el relato de la perfecta alegría, que encuentra paralelos en la tradición budista, Francisco va, paso a paso, desmontando los mecanismos que generan la cultura de la violencia. La verdadera alegría no está en la autoestima, ni en la necesidad de reconocimiento, ni en hacer milagros o hablar en lenguas. En su lugar coloca los fundamentos de la cultura de la paz: el amor, la capacidad de soportar las contradicciones, el perdón y la reconciliación más allá de cualquier presupuesto o exigencia previa. Vivida esta actitud, irrumpe la paz que es una paz interior inalterable, capaz de convivir jovialmente con las más duras oposiciones, paz como fruto de un completo despojamiento. ¿No son esas las primicias de un Reino de justicia, de paz y de amor que tanto deseamos?
Esta visión de la paz de San Francisco representa otro modo de ser-en el-mundo, una alternativa al modo de ser de la modernidad y de la posmodernidad, asentado sobre la posesión y el uso irrespetuoso de las cosas para el disfrute humano sin ninguna otra consideración.
Aunque haya vivido hace más de ochocientos años, el nuevo es él, no nosotros. Nosotros somos viejos y estamos envejecidos porque con nuestra voracidad estamos destruyendo las bases que sustentan la vida en nuestro planeta y poniendo en peligro nuestro futuro como especie. El descubrimiento de la hermandad cósmica nos ayudará a salir de la crisis y nos devolverá la inocencia perdida que es la claridad infantil de la edad adulta.
Leonardo Boff es autor de La oración de San Francisco: un mensaje de paz para el mundo de hoy, Sal Terrae 32012.
Traducción de Mª José Gavito Milano

•Hosanna a Jesús y a la mujer José Arregui, teólogo


Un día, cuando la primera luna de primavera ya estaba crecida, Jesús se fue a Jerusalén a celebrar la Pascua. Y no se le ocurrió cosa mejor que entrar montado en un asno, como un Mesías al revés, un Mesías sin poder. Era un desafío en toda regla para el Sanedrín judío y para el Pretorio romano, para el poder religioso y político, exclusivamente masculino.
Tienes razón, Jesús: ¿cómo ibas a celebrar la Pascua, fiesta de la liberación, sino abdicando del poder y desafiando a los poderosos? Era peligroso, pero tú te atreviste y nos infundiste aliento. Así lo entendieron muchos hombres y mujeres oprimidas, gente pobre que no contaban ante nadie y para nada. Reavivaron la esperanza, agitaron ramos, corearon hosannas: “¡Seremos liberados! ¡Que viva el Liberador!”.
Si la liberación tarda tanta en llegar, es porque no esperamos. Pero la luna creciente y la flor del laurel, el grito de la tierra y el grito de los pobres testifican a favor de la esperanza de Jesús, mansa y rebelde, humilde y creadora. Quien espera de verdad realiza lo que espera, como quien respira vive. Seguimos esperando, y aclamamos a Jesús, a todos los profetas, a todas las profetisas, contra todos los poderes que matan.
En este Domingo de Ramos quiero en particular entonar hosannas de esperanza por todas las mujeres víctimas de la violencia machista. Andina, María del Pilar, María José, Ana, Rosalinda, María del Henar, María Dolores, Raquel… Así hasta 20 en lo que va de año. Así hasta 661 en la última década. Escalofriante letanía de nombres, interminable elegía sin nombres desde tiempo inmemorial. He ahí a la mujer.
¿Cómo se repite tanta locura? ¿Por qué un hombre llega a matar a la que es o fue su compañera? De la buena respuesta depende la buena solución. Y hay respuestas perversas, como la dada por la Conferencia Episcopal Española en un documento de 2004: en él se insinúa que “la ideología de género” y “el feminismo radical” tienen también la culpa del “alarmante aumento de la violencia doméstica”. ¡Obsesiones!, que diría el papa Francisco. Obsesiones inicuas, que señalan a la propia mujer como responsable de la violencia asesina que padece, por haberse rebelado contra el poder machista.

Pues sí: la rebelión de la mujer ante la voluntad de dominio por parte del hombre es, en el fondo, lo que más provoca la furia ciega de aquel, acostumbrado a ocultar sus complejos siendo dominador: “¿Cómo te atreves a ponerte a mi altura y hacerme frente? Eres mía. Tengo derecho sobre ti”. He ahí el problema, y la enseñanza tradicional de la Iglesia –“cásate y sé sumisa”– no es ajena. ¿Y la solución? La solución es el derrocamiento definitivo del dominio machista.
Jesús fue rebelde frente al poder establecido, sobre todo el poder religioso, el poder sacerdotal masculino, que pone sus normas de verdad y de pureza por encima de la vida. Sabía que con ello arriesgaba la vida.

Pero, al presentir su final violenta, no se echó atrás, sino que hizo frente al Templo y al Palacio. Lo que estaba en juego era más que su vida, era la Vida: era la vieja promesa de todos los profetas, era la liberación universal esperada, era la igualdad de hombres y mujeres aún sin estrenar, era la erradicación de la razón de la fuerza, era la instauración del poder del derecho y de la paz. Todo eso estaba en juego, y la fe de Jesús, mansa y rebelde, fue mayor que su miedo. Montó sobre un humilde asno y desafió al Imperio y al Sacerdocio, a Pilato y Anás y Caifás, con sus cortes y legiones y todas sus inhumanas órdenes sagradas.

Sabemos cómo acabó la historia de Jesús. Pero ¿cómo acabó? ¿La bondad humilde y fraterna no es acaso más fuerte que todo poder arrogante? ¿La cruz solidaria no florece acaso en árbol y en pascua de Vida?
Alzo una palma, levanto una humilde rama de laurel en flor, con sus hojas verdes y sus flores amarillas, como llamitas de fuego. ¡Hosanna a Jesús y a la mujer asesinada! Que crezca la luna. Que llegue la Pascua. Que venza la vida.



Publicado en DEIA y en los diarios del Grupo NOTICIAS