FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

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domingo, 15 de diciembre de 2013

Las fronteras son las cicatrices de la humanidad

Las fronteras son las cicatrices de la humanidad


BuxarraisRamón Buxarrais es un sacerdote de Barcelona (84 años) que tras pasar más de diez años en la zona minera del desierto de Antofagasta (Chile) y unos años como Arcipreste de Granollers, fue nombrado obispo de Zamora en 1971. Sólo pudo estar allí dos años, intentando renovar la diócesis con los aires pastorales del Vaticano II. Tuvo fuertes enfrentamientos con elementos del cabildo de mentalidad nacionalcatólica y en 1973 fue trasladado a Málaga. Pero allí aguanto las contradicciones de ser obispo-autoridad hasta 1991, en que renunció al episcopado y se fe como capellán de un asilo de Melilla. Allí vive como cuenta en esta entrevista. Nos alegramos de publicarla pues es una persona que siempre ha elegido la ocultación al ruido mediático y es importante que su testimonio sea conocido.

“Las fronteras son las cicatrices de la humanidad, no deberían existir”

“Nos hemos acostumbrado a un papado divinizado, pero afortunadamente Francisco está bajando peldaños”

Irene López, Religión Digital, 12 de diciembre de 2013.
- Monseñor Ramón Buxarrais, obispo emérito de Málaga, nos recibió en el centro social “Gota de Leche” de Melilla, donde actualmente trabaja atendiendo a niños y ancianos. Allí nadie le llama Monseñor: “Ya no soy obispo, tan sólo capellán de la Gota de Leche“, dice quien renunció a su puesto de obispo de Málaga para dedicar su vida a los más pobres. Hoy cumple 84 años.
Monseñor, ¿qué piensa de la valla de Melilla?

Que es imposible cruzarla. Parece obvio lo que voy a decir, pero las cuchillas cortan.
Las fronteras son las cicatrices de la humanidad. No deberían existir. Parece que España no se da cuenta de que en unos años va a afrontar un grave problema demográfico, porque nos estamos quedando sin relevo generacional, y que los inmigrantes son en realidad su única esperanza de revertir este envejecimiento poblacional. Pero las fronteras deben rechazarse no sólo por eso, sino porque nos separan. Debemos comprender el problema de los pueblos negros y subsaharianos, y actuar sobre la realidad que hay detrás de la inmigración: el robo de la riqueza natural de los países pobres por parte de empresas extranjeras.

Debemos comprender el problema de los pueblos negros y subsaharianos, y actuar sobre la realidad que hay detrás de la inmigración: el robo de la riqueza natural de los países pobres por parte de empresas extranjeras
Usted, Castellanos y Casaldáliga renunciaron a sus puestos de obispo para irse a otros lugares a atender a los más pobres. ¿Considera que la renuncia de Benedicto XVI y el pontificado de Francisco son el signo de que la Iglesia comienza a realizar gestos parecidos, de rechazo al poder y opción por los pobres?
La renuncia de Benedicto fue un acto de sinceridad. Hay gente que se aferra demasiado al cargo. Nos hemos acostumbrado a un modelo de papado divinizado, pero afortunadamente Francisco está dibujando otro estilo de pontificado. Está bajando peldaños.
¿Se arrepiente de haber abandonado sus privilegios de obispo?
No. Me arrepiento de haber sido obispo.
¿A qué se dedica actualmente?

Estoy aquí en la Gota de Leche, que en origen fue un centro de acogida que creamos para los hijos de las mujeres musulmanas que se quedaban embarazadas de soldados españoles. Ahora es un centro de día para ancianos, de todas las religiones y razas. También trabajo con INSONA (Iniciativas Sociales para Nador), una ONG de Marruecos que montamos 8 musulmanes y 7 cristianos con la ayuda económica de la embajada española. Damos Formación Profesional al estilo salesiano: cursos de jardinería, de cocina, de carpintería… Hemos llegado a tener un centenar de alumnos.
Mi próximo proyecto es un centro de promoción de la mujer en Cabo de Aguas, a 100 kilómetros de Melilla.

¿Es Melilla realmente una ciudad de encuentro y convivencia religiosa, o más bien de choque de civilizaciones?
Los ciudadanos se respetan unos a otros, porque se han criado todos juntos: cristianos, musulmanes, judíos… y ahora la comunidad hindú está empezando a ser importante también. Cada uno tiene su templo: los musulmanes su minarete desde donde llaman a la oración, los hebreos sus sinagogas… Y últimamente está habiendo bastantes matrimonios mixtos (entre cristianos y musulmanes). Esto a veces trae dificultades familiares, pero se están poniendo en marcha iniciativas públicas para igualar los derechos entre las 4 culturas de Melilla. Por ejemplo, el año pasado sacaron una ley para que el día del Eid (la fiesta del cordero de los musulmanes) fuera día no laborable, al igual que lo es la Navidad cristiana.
El Papa Francisco dice en su exhortación apostólica que “el verdadero Islam” es contrario a la violencia. ¿Está de acuerdo con que la violencia sectaria nace de la mala interpretación de la religión?
Evidentemente. Aquí en Melilla estamos en continuo contacto con los musulmanes, y yo mucho más porque trabajo en Nador, que es una de las provincias marroquíes de la zona del rift. Y te puedo asegurar que el Corán es paz, comprensión y cordialidad

Sanidad pública para todos y todas Cristianos de base y varias organizaciones más


Enviado a la página web de Redes Cristianas

La salud y la vida son derechos universales inherentes a la persona que derivan de su condición de ser humano.
La organización de la atención sanitaria, de las medidas preventivas y la promoción de la salud corresponde a los Estados, como servicio público y debe ser de gestión pública, evitando hacer negocio con la salud y la enfermedad.


El sistema debe de ser igualitario, protegiendo a individuos y comunidades que forman parte de la sociedad en condiciones de equidad, sin que sea admisible ningún tipo de discriminación por ninguna circunstancia personal o social.
La actual legislación, representada por la puesta en marcha de Real Decreto Ley 16/2012 hace más de un año, excluye de la asistencia sanitaria pública a la población migrada que no cuenta con permiso de residencia (salvo las excepciones de urgencias, menores de 18 años y embarazadas) y a aquellas personas que tienen permiso de residencia no laboral posterior a la norma .
En consecuencia, se ha privado a una parte de la población que vive en el Estado Español de los derechos humanos fundamentales, a la salud y a la vida.
Por otra parte el cambio de modelo del sistema de salud, implícito en el Real decreto 16/201, y el aumento y extensión del copago sanitario, impone barreras significativas, algunas de ellas infranqueables, al acceso a la asistencia sanitaria a colectivos como jubilad@s, personas y familias con bajos ingresos y parad@s, agudizando con ello el impacto de la crisis que se ensaña con l@s más débiles y vulnerables de la sociedad española.


La reforma de nuestro Sistema Público de salud también implica un proceso activo de privatización de la sanidad, ampliando con ello el desmantelamiento de nuestro Estado del Bienestar y transfiriendo los recursos públicos, provenientes de nuestros impuestos, al sector privado en forma de una nueva línea de negocio para hacer negocios con nuestra salud
.
La puesta en marcha del real Decreto 16 del 2012 significó que se retirara, de manera inhumana, inmoral e irresponsable, desde el punto de vista de los derechos humanos y de propia salud pública, la tarjeta sanitaria a 900.000 personas y, en consecuencia, que se quedaran sin la asistencia sanitaria ofrecida por el sistema público de salud. De esta manera el colectivo de inmigrantes se convirtió en el primer chivo expiatorio de los recortes de derecho, en formas de recortes en la sanidad pública y de transformación de nuestro sistema de salud universal en un sistema de aseguramiento, eufemísticamente denominado como convenios para el caso de este colectivo.


Las consecuencias de más de un año la implementación de estas medidas ya están a la vista. Al menos dos personas han muerto por falta de asistencia sanitaria, muchas personas enfermas ha reducido o interrumpido sus tratamientos por falta de recursos económicos para acceder a la medicación prescrita, la medicación prescrita no siempre se adquiere por falta de medios económicos y muchas y muchos inmigrantes con enfermedades crónicas han dejado sus controles y tratamiento. Todo esto conduce a que el estado de salud de estas personas enfermas se empeore y aumente los riesgos para su propia vida.


Finalmente los convenios ofrecidos para los inmigrantes representan más una fuente de negocio para las aseguradoras privadas que una alternativa real de asistencia sanitaria Es por todo esto que en el día internacional de los Derechos Humanos :
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Exigimos


la derogación de las normas de las que se deriva esta situación (RDL16/2012, RDL
1192/2012 y las instrucciones derivadas de los mismos) y que la asistencia sanitaria quede garantizada para tod@s las personas en condiciones de equidad, a través de un sistema público y universal, al margen de la situación administrativa, económica o del origen nacional.


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Llamamos a todos los profesionales de la sanidad a la objeción de conciencia, dispensando atención sanitaria a toda la población sin distinciones.
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Invitamos a acompañar a quién se encuentra excluido para gestionar su asistencia sanitaria
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Red por el Derecho a Tener Derechos, Asociación Integrando, Asociación de Investigación y Especialización sobre Temas Iberoamericanos-AIETI-, Asociación de Mujeres Latinoamericanas “Amalgama”, Brigadas de Observación de los Derechos Humanos (BVODH), Centro de Defensa y Estudio de los Derechos Humanos (CEDEHU), Cristianos de Base. Federación Estatal de Asociaciones de Inmigrantes y Refugiados en España (FERINE), Médicos del Mundo (MdM), Movimiento Tierra y Libertad, Plataforma de Inmigrantes de Madrid (PIM), Plaza de los Pueblos,, Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España, SOS Racismo -Madrid

El sistema y el otro sistema Jaime Richart, Antropólogo y jurista


Enviado a la página web de Redes Cristianas
Decía Voltaire que ni una sola gota de sangría vale la libertad de todo un pueblo. Pues bien, yo pienso que la miseria, la exclusión social, de un solo ciudadano no por vale todas las li-bertades formales: si bien se mira, las mismas que tiene un cer-vatillo en medio de la jungla.
Así es que puesto que ahora no se hacen ver ni oír los inte-lectuales -especie a extinguir- yo me postulo como uno de los últimos para responder a los ideólogos que, como los perio¬dis-tas a los chamanes, de sus púlpitos, para suplir sus prédicas por las suyas, les han desalojado de la escena pública y no ven ni quieren ver soluciones más allá del capitalismo financiero. Hace falta, pues, mucho más que periodismo e ideología para desactivar este sistema putrefacto, pues ambos, ideólogos y pe-riodistas, en lugar de buscar otro refuerzan “el sistema”. Los periodistas, por mucho que nos vendan “la información” que al final no sirve para nada salvo para indignarnos más, y los ideólogos, por más que nos imbuyan la idea de que éste es el menos malo de los sistemas; cegando ambos, periodistas e ideólogos, el camino a otros posibles…
Hay muchas señales de que “el sistema” se devora a sí mismo, como Zeus a sus hijos. Tantas, que para explicarlo hay que empezar a razonar casi desde el principio. Veamos. El “sistema” es iusnaturalista. Lo que significa que los mecanis¬mos de creación de desarrollo material son abandonados a su suerte, y que lo que llamamos prosperidad no es más que re¬parto de la tierra, de la propiedad y del dinero supeditado a que las fuerzas económicas y el mercado falsamente libre se encar¬guen de conseguir los “mejores” resultados. Y los “mejores” re¬sultados son la desigualdad y la exclusión social. He aquí el núcleo ideológico del “sistema”, en línea con el del catolicismo tradicional: es preciso que existan pobres que salven su alma por la resignación, para que haya ricos que se salven por la ca¬ridad, y a la inversa. “El sistema” tiene pocas teorías expresas, o tácitas como ésta. No las necesita, pues es la acción lo que prima sobre los razonamientos aplicados. Pero una de ellas es la de que el Estado no está para crear empleo, sino para incen¬tivar la iniciativa privada, para animar a los ciudadanos a hacerse empresarios que lo generen. Y si estos no surgen o los que hay no crean empleo, el “sistema” dictamina que el Estado y quienes le re¬presentan son responsables de incapacidad o culpables de ineptitud. Pero si son ineptos, nada nuevo sucede. Los que les reemplacen serán aproximadamente tan ineptos, y la desigual-dad, el reparto y “el sistema” seguirán siendo los mismos, con aproximadamente las mismas víctimas.
Hay un ejemplo muy ilustrativo a este respecto. En “el sis-tema”, y ya en España (pero también en cualquier otro país), la demografía es determinante. Se precisa, según la teoría-ideolo-gía reinante, una tasa de población suficiente en edad de traba-jar para mantener a la vejez inactiva. Es decir, en la pirá¬mide de población por edades, se necesita que la parte media activa sea suficientemente numerosa para poder sostener a los mayo¬res. Pero, y aquí está otra de las contradicciones de “el sistema” que impiden la hipotética solución que dejase a todos relativa¬mente satisfechos: ¿quién, en una sociedad descoyun¬tada, des-articulada e incierta se decidirá a procrear para contri¬buir a que el sistema funcione como sus “dueños” quieren? ¿quién, a me-nos que sea por descuido o por verse respaldado por su riqueza, se atreverá a ello sin la conciencia de que cual¬quier nuevo na-cido irá a parar al desempleo y a una vida sin futuro?
Por eso, naturalmente, el pueblo evita nacimientos, como lo evita cual-quier especie viviente cuando escasea el sustento. En estas condiciones ¿qué se puede es¬perar de un modelo que fía a aquellos mecanismos -leyes eco¬nómicas, pugna de voluntades empresariales y banqueras- la solución? ¿quién, a menos que se deje lavar el cerebro, puede confiar en un “sistema” injusto e irracional por definición del que todo aquél que no sea amo desconfía? Los esfuer¬zos -aun¬que fueran sinceros- del poder económico y político son bal¬díos y desembocan en más y más injusticia. Primero, porque no pueden, segundo porque los que reparten se quedan con la ma¬yor parte dejando las migas al re-sto, y tercero porque la volun¬tad de poder es más fuerte que las buenas intenciones desperdi¬gadas. Tratan de paliar los efectos, pero dejando in¬tactas las causas profundas de la injusticia so-cial.
Otro ejemplo de con¬tradicción que hace imposible la relación equilibrada entre economía, tecnología y trabajo es la robotiza-ción. La ro¬botiza¬ción, que tanto prometía, se les ha ido a estas sociedades de las manos poniendo en evidencia la escasa inte-ligencia de los res¬ponsables públicos, el fracaso del mercado y nuestra perdición.
Hay varios factores que contribuyen al desempleo masivo, pero, aparte otros, es esa filosofía de la desigualdad que ins¬pira al poder político asociado al económico y por ende al em¬presa-ria que ha permitido la robotización brusca en lugar de introdu-cirla gradualmente para no agravar más los estragos de la espe-culación, del agiotaje, del dum¬ping y otras prácticas perversas y usuales del capitalismo financiero.
Si lo dicho es aplicable a todos los países donde rige “el sis-tema”, en España alcanza cotas involucionistas de escándalo donde el trabajador es un siervo y el ciudadano un número de una dictadura en gestación. “El sistema” nunca se atribuye el fracaso a sí mismo, ni tampoco al desbarajuste existente en la superestructura global; ni a ese aparato que propicia los abusos en cada país por separado y en todos en conjunto donde unos ciudadanos resultan favorecidos o muy favorecidos y otros dramática o trágicamente damnificados. Ni tampoco lo rela-ciona con el dato cierto de que, como los ricos lo son a costa de muchos, la economía en esos países crece en la medida que otros a mucha distancia costean con su miseria el desahogo y el lujo de los que figuran a la cabeza del progreso.
El pueblo está dormido y no ve que el objetivo de la ideología predominante es la desigualdad disfrazada de competitividad, y que las fuer¬zas políticas y las económicas se ponen tácitamente de acuerdo a ese fin; que las contradicciones son exasperantes y las leyes del mercado inexorables con los débiles; que los so¬ciólogos y economistas detectan los problemas y señalan, cada uno a su manera, dónde está la solución, pero que la solución nunca llega porque esas leyes chocan entre sí pero también con las de la biología… En tales condiciones y donde se ha susti¬tuido bienestar por beneficio y el poder adquisitivo marca la di¬feren¬cia entre el bienestar y el desasosiego, la salud y la enfer¬me¬dad, la vida y la muerte, el pueblo está legitimado para asaltar los palacios de invierno. Pero, en este sentido, pierde razón al protestar por el latrocinio generalizado, por la regula¬ción del empleo y por no tener trabajo. Pues acepta al depre¬da¬dor y la consagración institucional de éste a la desigualdad; no lo repudia con la enmienda a la totalidad. Por todo lo di¬cho yo, en tanto que ciudadano responsable, estoy al lado del pueblo como ser social desvalido e inmaduro, pero no junto al pueblo como cuerpo social desarrollado, pues en buena medida el pue¬blo merece lo que tiene al abrazar “el sistema” en con¬junto porque le ha ido bien un cierto tiempo y elige una y otra vez a opresores y corruptos en lugar de echarles a patadas….
La racionalidad propia del milenio que vivimos exige solu-ciones radicales, no medias tintas; remedios severos, no place-bos; cirugía del tumor que son los detentadores del poder, no sinapismos. Creo que queda poco tiempo para que el mundo, con España a la cabeza, se convenza de una vez de que es pre-ciso regresar al enfoque y los planteamientos marxistas. La es-peranza en el milagro de soluciones para todos es obstinación; contumacia de mentes primarias y obtusas, de espíritus sin conciencia que no atisban ni de lejos la importancia que para el individuo tiene la colectividad. Lo mismo que la tiene para las especies vivientes consideradas superiores. Pues cuando el po-der político y el económico permiten que las leyes de mercado cumplan estrictamente su función, los estragos están asegura-dos, y cuando las corrigen siempre es para favorecer aún más a las clases sociales dominantes.
Yo confío en que (a menos que antes el mundo salte antes por los aires), doblegada por la razón, tarde o temprano Occidente abrace a Marx y vuelva a permitir que sea el organizador su-premo de la sociedad. Marx preveía el socialismo real cuando se dieran las condiciones objetivas de una sociedad avanzada. Quizá Occidente, aunque le falta un hervor, ya lo es. Los pla¬nes quinquenales y los ajustes entre producción y consumo que superen las funes¬tas y manipuladas leyes del mercado, son pro-pios de socieda¬des en un nivel superior de la inteligencia co-lectiva necesitadas de evitar el agotamiento de los recursos planetarios y promover la dignidad real de todos los seres humanos. Pues no es propio de inteligentes pasarse la vida di-ciendo que se aspira a la igualdad máxima entre todos los ciu-dadanos de un país y la de todos los seres humanos, y no poner los cimientos: los fundamentos sociológicos, políticos, jurídi¬cos y económicos para lograrlo…

Cuidado del cuerpo versus culto del cuerpo Leonardo Boff, teólogo

Entender la existencia humana a partir de la teoría de la complejidad es enriquecedor. Somos seres complejos, vale decir, en los que se da la convergencia de un sinnúmero de factores, materiales, biológicos, energéticos, espirituales, terrenales y cósmicos. Poseemos una exterioridad con la cual nos hacemos presentes unos a otros y pertenecemos al universo de los cuerpos. Y tenemos una interioridad, habitada por vigorosas energías positivas y negativas que forman nuestra individualidad psíquica. Somos portadores de la dimensión de lo profundo por donde rondan las preguntas más significativas del sentido de nuestro paso por este mundo. Estas dimensiones conviven e interactúan permanentemente influenciándose unas a otras y moldean eso que llamamos el ser humano.
Todo en nosotros tiene que ser cuidado, si no, perdemos el equilibrio de las fuerzas que nos construyen y nos deshumanizamos. Al abordar el tema del cuidado del cuerpo es menester oponerse conscientemente a los dualismos que la cultura persiste en mantener: por un lado el «cuerpo», desvinculado del espíritu y por otro el «espíritu» desmaterializado de su cuerpo. Y así perdemos la unidad de la vida humana.
La propaganda comercial explota esta dualidad, presentando el cuerpo no como la totalidad de lo humano, sino parcializándolo, sus músculos, sus manos, sus pies, en fin, sus distintas partes. Las principales víctimas de esta fragmentación son las mujeres, pues la visión machista se refugió en el mundo mediático del marketing usando partes de la mujer, sus pechos, su sexo y otras partes, para seguir haciendo de la mujer un «objeto» de consumo de hombres machistas. Debemos oponernos firmemente a esta deformación cultural.
También es importante rechazar el «culto al cuerpo» promovido por la infinidad de gimnasios y otras forma de trabajo sobre la dimensión física, como si el hombre/mujer-cuerpo fuese una máquina desposeída de espíritu que busca desarrollos musculares cada vez mayores. Con esto no queremos de ninguna manera desmerecer los distintos tipos de ejercicios de gimnasia al servicio de la salud y de una mayor integración cuerpo-mente, los masajes que renuevan el vigor del cuerpo y hacen fluir las energías vitales, en particular las disciplinas orientales como el yoga, que favorece tanto una postura meditativa de la vida, o el incentivo a una alimentación equilibrada, incluyendo también el ayuno, bien como ascesis voluntaria o como forma de armonizar mejor las energías vitales.
El vestuario merece una consideración especial. No solo tiene una función utilitaria para protegernos de las intemperies. También tiene que ver con el cuidado del cuerpo, pues el vestuario representa un lenguaje, una forma de revelarse en el teatro de la vida. Es importante cuidar de que el vestuario sea expresión de un modo de ser y que muestre el perfil humano y estético de la persona. Es especialmente significativo en la mujer pues ella tiene una relación más íntima con su propio cuerpo y con su apariencia.
Nada más ridículo y demostrativo de anemia de espíritu que las bellezas construidas a base de botox y de cirugías plásticas innecesarias. Sobre este embellecimiento artificial hay montada toda una industria de cosméticos y de prácticas de adelgazamiento en clínicas y spas que difícilmente sirven a una dimensión más integradora del cuerpo. Esto no quiere decir que haya que invalidar los masajes y los cosméticos importantes para la piel y para el justo embellecimiento de las personas. Pero hay una belleza propia de cada edad, un encanto que nace del trabajo de la vida y del espíritu en la expresión corporal del ser humano. No hay photoshop que sustituya la ruda belleza del rostro de un trabajador tallado por la dureza de la vida, los rasgos faciales modelados por el sufrimiento. La lucha de tantas mujeres trabajadoras en el campo, en las ciudades y en las fábricas dejó en sus cuerpos otro tipo de belleza, frecuentemente con una expresión de gran fuerza y energía. Hablan de la vida real y no de la vida artificial y construida. Por el contrario, las fotos trabajadas de los iconos de la belleza convencional, casi todos moldeados por tipos de belleza a la moda, mal disfrazan la artificialidad de la figura y la vanidad frívola que ahí se revela.
Tales personas son víctimas de una cultura que no cultiva el cuidado propio de cada fase de la vida, con su belleza y luminosidad, y también con las marcas de una vida vivida que dejó estampada en el rostro y en el cuerpo las luchas, los sufrimientos, las superaciones. Tales marcas crean una belleza singular y una luminosidad específica, en vez de fijar a las personas en un tipo de perfil de un pasado ya vivido.
Cuidamos positivamente del cuerpo regresando a la naturaleza y a la Tierra, de las cuales nos habíamos exiliado hace siglos, con una actitud de sinergia y de comunión con todas las cosas. Esto significa establecer una relación de biofilia, de amor y de sensibilización hacia los animales, las flores, las plantas, los climas, los paisajes y la Tierra. Cuando nos la muestran desde el espacio exterior –esas preciosas imágenes del globo terrestre trasmitidas por los telescopios o por las naves espaciales–, irrumpe en nosotros un sentido de reverencia, de respeto y de amor por nuestra Gran Madre, de cuyo útero venimos todos. Ella es pequeña, cosmológicamente ya envejecida, pero radiante y llena de vida.
Tal vez el mayor desafío para el ser humano-cuerpo consiste en lograr un equilibrio entre la autoafirmación sin caer en la arrogancia y el menosprecio de los otros, y la integración en un todo mayor, la familia, la comunidad, el grupo de trabajo y la sociedad, sin dejarse masificar y caer en una adhesión acrítica. La búsqueda de este equilibrio no se resuelve de una vez por todas, debe de ser trabajada diariamente, pues se nos pide en cada momento. Hay que encontrar el balance adecuado entre las dos fuerzas que nos pueden desgarrar o integrar.
El cuidado de nuestro estar-en-el-mundo incluye también nuestra dieta: lo que comemos y bebemos. Hacer del comer más que un acto de nutrición, un rito de celebración y de comunión con los otros comensales y con los frutos de la generosidad de la Tierra. Saber escoger los productos orgánicos o los menos quimicalizados. De ahí resulta una vida sana que asume el principio de precaución contra eventuales enfermedades que nos pueden sobrevenir por el ambiente degradado.

De esta manera el ser humano-cuerpo deja transparentar su armonía interior y exterior, como miembro de la gran comunidad de vida.