FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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viernes, 22 de noviembre de 2013

Domingo, 24 de Noviembre de 2.013: Acuérdate de mí José Antonio Pagola



Enviado a la página web de Redes Cristianas

Según el relato de Lucas, Jesús ha agonizado en medio de las burlas y desprecios de quienes lo rodean. Nadie parece haber entendido su vida. Nadie parece haber captado su entrega a los que sufren ni su perdón a los culpables. Nadie ha visto en su rostro la mirada compasiva de Dios. Nadie parece ahora intuir en aquella muerte misterio alguno.
Las autoridades religiosas se burlan de él con gestos despectivos: ha pretendido salvar a otros; que se salve ahora a sí mismo. Si es el Mesías de Dios, el “Elegido” por él, ya vendrá Dios en su defensa.

También los soldados se suman a las burlas. Ellos no creen en ningún Enviado de Dios. Se ríen del letrero que Pilatos ha mandado colocar en la cruz: “Este es el rey de los judíos”. Es absurdo que alguien pueda reinar sin poder. Que demuestre su fuerza salvándose a sí mismo.

Jesús permanece callado, pero no desciende de la cruz. ¿Qué haríamos nosotros si el Enviado de Dios buscara su propia salvación escapando de esa cruz que lo une para siempre a todos los crucificados de la historia? ¿Cómo podríamos creer en un Dios que nos abandonara para siempre a nuestra suerte?
De pronto, en medio de tantas burlas y desprecios, una sorprendente invocación: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. No es un discípulo ni un seguidor de Jesús. Es un de los dos delincuentes crucificados junto a él. Lucas lo propone como un ejemplo admirable de fe en el Crucificado.

Este hombre, a punto de morir ajusticiado, sabe que Jesús es un hombre inocente, que no ha hecho más que bien a todos. Intuye en su vida un misterio que a él se le escapa, pero está convencido de que Jesús no va a ser derrotado por la muerte. De su corazón nace una súplica. Solo pide a Jesús que no lo olvide: algo podrá hacer por él.
Jesús le responde de inmediato: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Ahora están los dos unidos en la angustia y la impotencia, pero Jesús lo acoge como compañero inseparable. Morirán crucificados, pero entrarán juntos en el misterio de Dios.
En medio de la sociedad descreída de nuestros días, no pocos viven desconcertados. No saben si creen o no creen. Casi sin saberlo, llevan en su corazón una fe pequeña y frágil. A veces, sin saber por qué ni cómo, agobiados por el peso de la vida, invocan a Jesús a su manera. “Jesús, acuérdate de mí” y Jesús los escucha: “Tú estarás siempre conmigo”. Dios tiene sus caminos para encontrarse con cada persona y no siempre pasan por donde le indican los teólogos. Lo decisivo es tener un corazón que escucha la propia conciencia.

Carta abierta a Rouco

* Sacerdotes diocesanos de Gipuzkoa, Por Patxi Aizpitarte, FÉlix Azurmendi, Jesús Mari Arrieta, José Ignacio Eguskiza, Jon Etxezarreta y José Ramón Treviño 
 Viernes, 22 de Noviembre de 2013 

LOS medios de comunicación se hacían eco estos días del discurso inaugural pronunciado por usted el pasado lunes, 18 de noviembre, como presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), en su CII Asamblea Plenaria. Tomando como marco y punto de referencia el Año de la Fe (a punto de ser clausurado) y el Plan Pastoral ligado a él, vuelve a insistir recurrentemente sobre una serie de temas problemáticos y delicados, tomando una postura claramente partidista sobre ellos. Nos referimos, sobre todo, al tema de la unidad del Estado español y, con él, al asunto de las víctimas del terrorismo y del conflicto violento que hemos vivido, y la beatificación, el pasado 13 de octubre en Tarragona, de 522 mártires de la Guerra de 1936.
Es sabido que usted se encuentra en la recta final de su mandato como presidente de la CEE y a pocos pasos de su jubilación episcopal. Por eso, su discurso toma un relieve especial. Ha sido percibido como un toque de atención y una llamada a cerrar filas ahora y en el futuro en torno a estas cuestiones, que juzga como preocupantes. No le negamos el derecho a hacerlo, pero reivindicamos al mismo tiempo el derecho a discrepar honestamente de sus ideas y a expresar públicamente las nuestras; ya que los criterios morales, de justicia y pastorales que usted esgrime no tienen categoría doctrinal ni están refrendados por el magisterio último de la Iglesia. Aunque Ud. los califique de criterios "prepolíticos", a nuestro entender son más bien abiertamente políticos y partidistas, muestran una precomprensión ideológica definida y producen un malestar manifiesto en no pocos ciudadanos y creyentes.
A la hora de abordar el momento actual de nuestra sociedad y sus implicaciones humanas y morales, usted se muestra hondamente preocupado ante la posible ruptura de "la unidad fraterna entre todos los ciudadanos de las distintas comunidades y territorios de España, con muchos siglos de historia común". Y señala que "la unidad de la nación española es una parte principal del bien común de nuestra sociedad que ha de ser tratada con responsabilidad moral"; perteneciendo necesariamente a esta responsabilidad "el respeto de las normas básicas de la convivencia -como es la Constitución española- por parte de quienes llevan adelante la acción política".
Lo que es verdaderamente preocupante es la cerrazón ideológica que usted muestra, alineándose y bendiciendo los postulados más radicales del nacionalismo español, defendiendo la unidad de España como parte principal del bien común de nuestra sociedad y consagrando la Constitución española como norma intocable de convivencia que todos debemos aceptar y acatar.
Señor Rouco, usted sabe bien que ni la unidad de España ni la Constitución española del año 1978 son dogmas políticos y menos eclesiales, sino cuestiones abiertas que en el futuro pueden adquirir formas bien diversas. Por favor, no nos haga usted comulgar con ruedas de molino. Nuestra posición al respecto es la que fijaron los obispos de la Comunidad Autónoma del País Vasco en su Carta Pastoral Preparar la Paz (29-V-2002): "Mientras los modelos políticos respeten los derechos humanos y se implanten y mantengan dentro de cauces pacíficos y democráticos, la Iglesia no puede ni sancionarlos como exigencia de la ética ni excluirlos en nombre de ésta. En consecuencia, ni la aspiración soberanista, ni la adhesión a un mayor o menor autogobierno, ni la preferencia por una integración más o menos estrecha con el Estado español son, en principio, para la Iglesia dogmas políticos que requieran un asentimiento incondicionado" (n. 6).
No puede pretender solucionar el problema condenando o borrando de un plumazo las opciones que no coinciden con sus criterios ideológicos. No detenta usted el monopolio hermenéutico sobre la Doctrina Social o Moral de la Iglesia
No habrá verdad
Entre las ciudadanas y ciudadanos del País Vasco y Cataluña coexisten sentimientos de pertenencia o identidades nacionales total o parcialmente contrapuestas y, a veces, hasta conflictivas, y usted no puede pretender solucionar el problema rechazando, condenando o borrando de un plumazo aquellas opciones que no coinciden con sus criterios ideológicos. No es usted quien detenta, ni mucho menos, el monopolio hermenéutico sobre la Doctrina Social o Moral de la Iglesia. En el Pueblo de Dios y en nuestra Iglesia concreta hay diferentes sensibilidades, concepciones y criterios a la hora de interpretarla y no necesitamos ni su tutela ni su intervencionismo para traducirla a nuestra realidad eclesial y social. Nuestra sociedad se caracteriza, entre otras cosas, por disponer de una cultura política sensiblemente superior a otras latitudes del Estado, el pluralismo ideológico forma parte de nuestra realidad política y como creyentes hemos hecho un verdadero esfuerzo para ser cristianos adultos y responsables. No nos dicte usted, pues, nuestro posicionamiento sobre cuestiones que dependen de nuestra propia conciencia, elaboración y decisión personal.
En su discurso mostraba también preocupación ante "las heridas causadas por el terrorismo a tantas víctimas y a la sociedad entera", proponiendo una sanación de tales heridas a través "del arrepentimiento, del propósito de la enmienda y de la satisfacción de las victimas". Aunque usted no hable de pacificación, normalización y reconciliación, todos sabemos que después de un conflicto violento y destructivo de varias décadas, con actuaciones de tipo terrorista por medio, la reconciliación se hace un objetivo inexcusable. Si esta no contara con las víctimas, no las reconociera ni tratara de reparar en lo posible las pérdidas que han sufrido, sería deficitaria e inhumana. No tendría mucho recorrido humano y social. No habrá, en efecto, verdadera reconciliación sin un tratamiento sereno, razonable e inclusivo del sufrimiento de todas las víctimas.
Usted maneja, en cambio, un criterio selectivo, parcial y exclusivo de las víctimas. Se refiere solamente a las víctimas causadas por los atentados terroristas de ETA, pero están también ahí las victimas originadas por la actuación represiva de las fuerzas de seguridad o de la guerra sucia de grupos como el GAL. Ud reduce la denominación de "víctimas" a una parte, realmente importante y mayoritaria si se quiere, pero una parte solamente del conjunto de todas ellas. Incluir no equivale a equiparar, pero diferenciar tampoco puede llevarnos a excluir. En una visión inclusiva, tendríamos que considerar como "victimas" a todas aquellas personas que han tenido la experiencia personal o familiar de un sufrimiento injusto, hondo, grave e incluso irreversible provocado por la confrontación violenta padecida a lo largo de estas décadas. Un sufrimiento que va más allá del signo u origen de esta violencia. Esto obliga a abordar el tema de las víctimas teniendo presente en su totalidad, el amplio y variado "mapa del sufrimiento" injusto originado por el conflicto violento y terrorista vivido.
Con los mártires le pasa lo mismo que con las víctimas: reduce la categoría y compleja realidad de los mártires de la guerra pasada a los testigos de la fe que fueron sacrificados en el llamado "bando nacional". Pero también en el bando republicano, nacionalista o socialista fueron asesinados innumerables personas de buena fe y creyentes cabales. En nuestra tierra tenemos testimonios admirables de un buen número de sacerdotes, laicos y religiosos sacrificados. ¿Por qué beatificar a unos e ignorar a otros?
Beatificaciones masivas como la última de Tarragona llevan a potenciar una memoria eclesial colectiva de corte parcial y selectivo, suponen un agravio hacia las víctimas y los mártires relegados al olvido y refuerzan la convicción del apoyo ofrecido por buena parte de la jerarquía episcopal y el nacional catolicismo español al franquismo durante la guerra y tras la contienda.

Señor Rouco, creemos que su intervención no ha sido acertada y en nada contribuye a restañar heridas y a asentar la convivencia socio-eclesial. Ha sido, más bien, una oportunidad perdida para ayudarnos a ser, como creyentes y según las palabras del Papa Francisco, "fermento de esperanza y artífices de hermandad y solidaridad" en nuestra sociedad.

Asociaciones de jueces califican de “innecesaria y autoritaria” la Ley de Seguridad Ciudadana


Insultar a policías, los escraches y prostituirse en arcenes se multará por ley. La Asociación de Jueces Francisco de Vitoria compara este proyecto con la Ley de Vagos y Maleantes o la Ley de rehabilitación social del franquismo. Jueces para la democracia pide al Gobierno “no castigar a quienes expresen su disconformidad” con una ley “muy represiva” y con multas desorbitadas. Ada Colau (PAH) llama a un día de ‘Desobediencia General’ si se aprueba, mientras el 15-M confía en la “inteligencia colectiva” para buscar nuevas vías. El Sindicato Unificado de Policía califica de “absurdo y desmesurado” sancionar con 600.000 euros: “¿Piensan que va a ser Botín el que se manifieste?”
La Ley de Seguridad Ciudadana que prepara el Gobierno de Mariano Rajoy, por la que se sanciona duramente insultar a un policía, realizar escraches o grabar a agentes de seguridad, es “innecesaria”, “autoritaria” y recuerda “a la ley de Vagos y Maleantes o a la Ley de rehabilitación social que existía en el franquismo”, según explican las principales asociaciones de jueces de España, que detallan la intención de fr. enar las actuaciones críticas con el Gobierno y no la defensa de la seguridad. Es muy represiva de actuaciones y manifestantes, castiga de una forma autoritaria muy discutible De este modo, Jueces para la democracia pide al Gobierno “convencer del acierto de su gestión y no castigar a quienes expresan su disconformidad”. Para esta asociación, la ley es “muy represiva de actuaciones y manifestantes”, con lo que el eje central no es la defensa de la seguridad como la criminalización de la disidencia. “Este proyecto castiga de una forma autoriaria muy discutible”, afirma.
Además, recuerda que la administración sanciona con multas económicas desorbitadas unas conductas que los tribunales habían considerado que no eran infracción penal. Por ejemplo, explican, los juzgados han archivado los casos por escraches, por no ser “ni delitos ni faltas, sino nuevas formas de ejercer la libertad de expresión y del ejercicio al derecho de manifestación”. Así, Jueces para la Democracia concluye que ve “inconstitucionales” algunos puntos del anteproyecto. La Asociación de Jueces Francisco de Vitoria recalca que cualquier restricción por vía administrativa es un “límite indebido” al ejercicio de los derechos fundamentales de las personas. “No hacía falta prohibir escraches, ni impedir a los ciudadanos determinadas cosas.
Es un exceso por parte del Ejecutivo y del Ministerio de Justicia que va a cercenar el derecho a la manifestación y la libertad de expresión que recoge la Constitución, por lo tanto es una ley que más bien recuerda a la ‘ley de Vagos y Maleantes’ o a la ‘Ley de rehabilitación social’ que existía en el franquismo”. Para el control de excesos, dicen, es “suficiente” el Código Penal. El Código Penal es suficiente para el control de los excesosEsta asociación cree “innecesaria” la ley, y destaca que sancionar alguna de estas conductas podría ser inconstitucional, por lo que “así podrían ser declaradas en su momento”. Otras, “suponen un exceso y un desbordamiento absoluto de lo que es la facultad coercitiva del estado”. Son medidas, añaden, “expropiatorias”, porque eliminan el patrimonio de una persona. “El ciudadano está abocado a quedarse en casa, es una ley innecesaria”. Ambas asociaciones lamentan la indefensión del ciudadano. “No tiene más remedio que acudir a la vía contenciosa administrativa y pagar unas tasas que también son elevadísimas”.
Se produce una “violación a la tutela judicial efectiva, al derecho de manifestación y al derecho a la libertad de expresión, que se ven doblemente cercenadas por el exceso del legislador y porque existe un difícil acceso a la función contenciosa. “¿Va a ser Botín el que se manifieste?” “Los que tendríamos que aplicarla no conocemos el anteproyecto, ni se nos ha dado participación ni posibilidad de hacer aportaciones”, lamentan fuentes del Sindicato Unificado de Policía (SUP). “Lo que sabemos es por los medios de comunicación, y por lo que hemos escuchado es un auténtico disparate sobre todo si nos referimos a sacar cosas del Código Penal e introducirlas en esta ley”. Bajo la apariencia de proteger a la policía se criminalizan concentraciones contra políticosDesde este sindicato destacan que un escrache o una manifestación no comunicada “en sí mismos no son delictivos, lo es lo que pase dentro de esa manifestación o escrache”.
Pero esto ya está regulado por leyes administrativas como la Ley del derecho de reunión y manifestación, donde ya se prevén sanciones. “Reiterarlo en esta ley no tiene justificación”. El SUP lamenta que “bajo la apariencia de querer proteger a la policía”, lo que se está haciendo es criminalizar determinadas concentraciones, “y justo en las que se realizan contra políticos, porque son las que afectan únicamente a parlamentos, casas de diputados…”.
Por último, califica de “desmesurado y absurdo” que se sancione con 600.000 euros una infracción de estas características. “Qué piensan, ¿que va a ser Botín el que se manifieste?”. Jornada de ‘Desobediencia General’ La activista Ada Colau, fundadora de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ha adelantado en Twitter que el día que el Consejo de Ministros apruebe esta ley, que califica como ‘anti 15-M’, “queda convocada una jornada de Desobediencia General”. Es la actuación desesperada por controlar lo incontrolable Colau, en declaraciones a este medio, afirma que el Gobierno “tiene menos legitimidad que nunca” por incumplir sistemáticamente su programa electoral y estar “salpicado de corrupción”.
La activista cree que esta ley trata de recortar derechos constitucionales y asustar a la población limitando el derecho a protestar. “En lugar de cambiar sus políticas, cambian la ley. Es la actuación desesperada por controlar lo incontrolable, que son los movimientos ciudadanos”, añade. “La protesta es la única esperanza de futuro. Si has perdido tu casa, tu trabajo o tus derechos, no tienes nada que perder y no te van a importar las sanciones”. “Confiamos en la inteligencia colectiva” Fuentes de la plataforma de Difusión en Red de Acampada Sol — 15-M explican que la normativa está “hecha a medida de lo que se está haciendo en los dos últimos años en las calles”, pero expresan su confianza en la gente. “Tenemos una capacidad de innovación bastante grande, porque somos mucha gente, y confiamos en la inteligencia colectiva para ir cambiando las formas de movilización”.
Que lo prohíben, ya se nos ocurrirá otra cosa Las manifestaciones funcionan en la medida de que han hecho una ley para intentar acabar con ellas, destacan, pero siempre tendrán un plan. “Que prohíben las acampadas, hacemos escraches. Que lo prohíben, ya se nos ocurrirá otra cosa”. Así, mantienen la idea de que es completamente legítimo que la ciudadanía siga manifestándose en las calles, “participando en la política mucho más allá de votar en las urnas cada cuatro años”.

España: Lo que calla la censura: 3.158 suicidios por la crisis

Censura con silencio de la TV, Prensa y Política sobre los 3.158 suicidios ciudadanos por la crisiscausada por los errores, estafas o lucrarse de ello por políticos y banqueros, con mas de 120 suicidios solo por desahucios. Los suicidios ya supera las muertes por trafico. Recordamos: Grecia 720 desahucios al año, España 512 desahucios al día.
La crueldad e insensibilidad de los políticos en torno al drama de la pobreza y el paro ha convertido a España en la vergüenza del mundo, sin que los poderes públicos se aperciban de la gravedad de la catástrofe para quienes la sufren. Este cataclismo ha obligado al movimiento 15-M a abrir una página en Wikipedia para intentar cuantificar el número de suicidios en España relacionados con la crisis, cifra que va a aumentando cada mes. No están incluidas las tentativas como la del joven Leandro en Málaga, lo que incrementaría notablemente la cifra.
La situación parece evidenciar que en España, ante la falta de alternativas políticas, los ciudadanos optan por quitarse la vida antes que rebelarse contra el régimen o ayudar a su derrocamiento o sustitución. Algunos movimientos sociales están barajando la idea de dar a conocer los nombres de los políticos con cargo y sueldo vigente que desempeñan su labor en la provincia en la que se produce el suicidio de un ciudadano por las crisis, para poder hacerlos algún día responsables del mismo.


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El desastre se agrava porque los periodistas del régimen son obligados a silenciar estos sucesos, ya que los medios de comunicación son víctimas de una creencia política, alimentada por la “casta”, que presupone que la publicación de la noticia de un suicidio provoca un sentimiento de imitación en quien, padeciendo las mismas circunstancias que el afectado, la lee o escucha. Esto llevaal silencio y a la censura, en unos momentos en que es fundamental conocer cual es la realidad del verdadero impacto de la crisis económica en las clases medias y trabajadoras de España.

Mi Iglesia y mi Credo a los 60 años José Arregui, teólogo


60 años no son muchos, pero es como si en ellos me hubiera tocado cambiar dos veces de era cultural y vivir en mi vida tres culturas distintas, tres visiones del mundo y tres paradigmas teológicos. Antes, las eras culturales perduraban milenios; creíamos que el cielo y la tierra estaban inmóviles, y que todo debía regirse por un orden inmutable; la Tierra era el centro del universo, y apenas el sol y la luna giraban lentamente alrededor de ella, para alumbrarnos de día y acompañarnos de noche y marcar los ritmos de la siembra y la cosecha.
Pero hoy sabemos que la tierra gira a 30.000 km. por segundo. Todo en el universo –las galaxias quasi infinitas en número y dimensión, y los átomos quasi infinitos en sus partículas y ondas y vacíos–, todo está unido con todo, y todo se mueve y corre vertiginosamente. Es admirable más que vertiginoso (lo que produce vértigo y estragos es el ritmo del llamado “desarrollo económico”).
La cultura agraria se ha prolongado durante diez milenios –algo menos por estas tierras, donde aprendimos más tarde a cultivar la tierra y a criar animales–. Hace solamente doscientos años nació la era industrial, y la modernidad con ella. Pero ya estamos en otra era: en apenas doscientos años, la era industrial se ha transformado en era postindustrial, la era de la información; paralelamente, la cultura moderna, caracterizada por la fe laica en la razón científica y en el progreso, se ha transformado en cultura posmoderna, marcada por el estallido de la verdad, la fragmentación del saber, la evidencia de la incertidumbre y el reconocimiento del pluralismo en todos los campos. En apenas doscientos años, hemos pasado de la premodernidad a la modernidad y de ésta a la posmodernidad.
Así pues, en mis 60 años de vida he conocido tres épocas culturales distintas, muy distintas. Y al decir “épocas culturales distintas”, me refiero a mi manera de ser creyente, de sentirme iglesia, de rezar el Credo. Durante casi 20 años, mi fe fue totalmente premoderna: la tierra el centro del universo presidido por Dios, Dios era el Ser y el Señor Supremo, la Biblia y los dogmas habían sido directamente revelados por Dios, lo sagrado era superior a todo lo profano, ser sacerdote era lo más grande, el pecado mortal lo más terrible, y el papa tenía siempre la última palabra.
El estudio de la filosofía y de la teología trajo consigo la duda, no exenta de angustias: había que reconciliar –no pocas veces un poco a la desesperada– la filosofía con la teología, la fe con la razón, el teocentrismo con el antropocentrismo, el poder de Dios con la libertad humana, la gracia con la responsabilidad, lo sagrado con lo profano, la transformación política del mundo con la esperanza del “más allá”, la verdad con la tolerancia, la religión con la laicidad, la encarnación única de Dios con el respeto de las religiones no cristianas. Tuve que modernizar mi Credo.
Pero para cuando creí haberlo logrado más o menos durante mis cuatro años del Instituto Católico en París, otro mundo se me abría, o más bien se me imponía. Uno de los detonantes decisivos fue el proceso de elaboración de la tesis doctoral sobre la relación del cristianismo con otras religiones a partir del teólogo suizo Hans Urs von Balthasar. Tres mundos se confrontaron entre sí dentro de mí: la teología básicamente premoderna de Von Balthasar (el cristianismo es la única religión revelada o al menos la única religión de la encarnación histórica de Dios), la teología moderna de Rahner (el cristianismo es la culminación histórica de la revelación y de la encarnación de Dios, que se da también en las otras religiones) y la teología claramente “posmoderna” de Panikkar (Dios tiene muchos nombres y se encarna de muchas maneras en todas las culturas y religiones). Opté por el tercer modelo más que nada porque los otros me encerraban en un callejón sin salida y sin respiro. Pero el paradigma pluralista era también a su vez como un salto en el vacío, de modo que no había paz en mí (tampoco la hubo en el tribunal ante el que presenté la tesis, en enero de 1991).
En los años posteriores fui buscando dando forma a un paradigma teológico radicalmente pluralista, un paradigma ecológico y liberacionista: Dios no es un Ente, es el alma y el corazón del universo en expansión y en creación permanente sin centro alguno; es el Espíritu o la Ruah de la paz y del consuelo, que gime en la humanidad y en todas las criaturas, hasta la plena liberación, hasta la plena creación. Nuestra especie humana Homo Sapiens, aparecida hace nada más que 200.000 años en este precioso planeta verde y azul, no es ni el centro ni la cima de la creación, ni siquiera el centro y la cima de este planeta, sino que es –nada más ni nada menos– una manifestación maravillosa y todavía inacabada de la creación en marcha, con un triple cerebro –de reptil, mamífero y humano– no muy bien coordinado entre sí, que no le permite más que una conciencia aún muy dormida y una paz muy frágil; un día desaparecerá, como todas las demás especies, pero seguirá desarrollándose la vida en la Tierra (y en otros planetas probablemente, aunque todavía nada podemos saber).
¿Y Jesús? Jesús –¡bendito sea!– es un individuo admirable de esta nuestra pobre y maravillosa especie humana; fue y sigue siendo –porque la Vida que se da no muere– profeta o sacramento o símbolo o encarnación de la Compasión liberadora y creadora; vivió la indignación y la paz, la rebeldía y la esperanza; no le importó la religión, sino la misericordia; no le importó la culpa, sino la curación; él no se opone ni excluye ni incluye a ningún otro sacramento de la Compasión divina, y será plenamente Cristo o Mesías o liberador, en comunión con todos los profetas y liberadores del pasado y del futuro, cuando todos los sueños que él llamaba “reino de Dios” se cumplan del todo. Mientras tanto, la vida en la Tierra seguirá; tiene aún por delante miles de millones de años, y muchísimo más en otras galaxias y planetas; y quiero pensar que aquí o en otro lugar aparecerán especies que puedan y acierten a vivir mejor que nosotros, en una paz más estable y en una armonía mayor consigo mismo y con todos los seres, para gloria de la Vida o de Dios.
En eso estoy, ahí me muevo. Nunca había pensado en publicar un librito como éste, hasta que Credo Ediciones se empeñó en ello hace un par de meses, a raíz de mi artículo “100 días de papado” sobre el papa Francisco, de apenas dos páginas. Siguiendo su invitación, he reunido aquí diversos textos, la mayoría de ellos no publicados todavía en forma impresa. Si a alguien le pudieran servir de algo, debe agradecérselo a la casa editorial.
“Mi Iglesia y mi Credo”: el título es cuando menos equívoco, y puede parecer presuntuoso. No son de ningún modo “mi” Iglesia ni “mi” Credo. No soy fundador de nada. Los artículos posesivos están de sobra. Y, sin embargo, ¿cómo ser Iglesia hoy si no es buscando ser libre, y cómo rezar el Credo de siempre si no es con aquellas palabras que a cada uno nos lleven hoy realmente a vivir?
(Tomado del Prólogo de José Arregi, Mi Iglesia y mi Credo. Reflexiones sobre un cristianismo creíble para hoy, Credo Ediciones, Berlín 2013, pp. 3-6).

La encuesta del Papa José M. Castillo, teólogo

Como es sabido, los católicos de mentalidad tradicional están preocupados, incluso asustados, con motivo de la encuesta que el papa Francisco ha difundido para que los católicos digamos lo que realmente pensamos sobre los temas relacionados con la familia y que más han dado que hablar en los últimos años. Algunos han dicho que la encuesta es sólo para los obispos. Pero no. Que sepamos, hasta este momento, quienes pueden (y deben) responder, a las preguntas planteadas, somos todos.
Pues bien, si toda la Iglesia tiene la palabra para decir lo que piensa sobre temas tan debatidos (aborto, homosexualidad, divorciados, separados, etc, etc.), entonces la encuesta es más revolucionaria de lo que muchos se pueden imaginar. Y lo es, por un motivo que seguramente pocos se imaginan.
Me explico. Muchos querrían que haya un papa que, por fin, le diga a la Iglesia, con su autoridad infalible, lo que hay que pensar y hacer en los problemas mencionados, y en tantos otros relacionados con la vida familiar, sexual…. Temas que son delicados, que tanto preocupan y, sobre todo, de los que tantísimo se discute, se puntualiza, se duda y por los que se apasiona la gente. Pues bien, ¿por qué la encuesta, planteada a quienes tantos discutimos sobre esos asuntos, resulta tan revolucionaria?
El problema de fondo no está en la complejidad de los temas planteados por la encuesta. El problema adentra sus raíces en un asunto bastante más complicado. Lo que está en cuestión no es la respuesta que se pueda – y se deba – dar a cada uno de esos temas. Lo que se va a poner en cuestión es la respuesta que se pueda – y se deba – dar a los límites que tiene la autoridad del papa para zanjar, mediante una definición dogmática, lo que los católicos tenemos que pensar, creer y vivir en asuntos que tan vivamente nos conciernen. Mi pregunta, después de leída la encuesta, es la siguiente: si nos atenemos a lo que enseña el más alto magisterio de la Iglesia, ¿se puede asegurar que el papa tiene autoridad y potestad sagrada para definir, como “dogmas de fe”, doctrinas y formas de vida sobre las que no hay acuerdo entre los católicos, sino más bien una diversidad de doctrinas y teorías, que han desembocado en profundas divisiones, y hasta enfrentamientos, ente los mismos católicos?
Como es sabido, la doctrina sobre la infalibilidad pontificia fue definida en el concilio Vaticano I (en 1870). Las palabras del concilio fueron éstas: “El Romano Pontífice…. goza de aquella infalibilidad de la que el Redentor divino quiso que estuviera provista su Iglesia en la definición en de la doctrina sobre la fe y las costumbres” (H. Denzinger – P. Hünermann, nº 3074). Por tanto, según el concilio Vaticano I, la infalibilidad del papa es la infalibilidad de la Iglesia. Lo cual quiere decir que el papa, cuando pronuncia una definición dogmática, no pronuncia una sentencia en cuanto persona privada, sino que expone o define la doctrina de la fe católica como maestro supremo de la Iglesia universal. De forma que el papa, lo que tiene, es “el carisma de infalibilidad de la Iglesia misma”, como dijo el Vaticano II (LG, nº 25).
Por tanto, el sujeto que posee el poder de la infalibilidad es la Iglesia. El papa posee el carisma de pronunciar esa infalibilidad en casos y asuntos concretos. En consecuencia, cuando la Iglesia se encuentra dividida – y hasta enfrentada – en un tema concreto, el papa no puede zanjar semejante situación echando mano de una definición dogmática. Para pronunciar una definición infalible, el papa tiene que tener la razonable garantía de que el tema de su definición es conocido en la Iglesia y está aceptado por la Iglesia. Ésta es la razón por la que el papa Pío XII, antes de proceder a la definición de la Asunción de la Virgen María a los cielos (año 1950), preguntó a todos los obispos del mundo si en sus iglesias se aceptaba esta doctrina como doctrina revelada por Dios. Y, cuando obtuvo la respuesta afirmativa de todos, entonces procedió a hacer la definición dogmática.
Siendo ésta la doctrina y la praxis de la Iglesia católica, no basta que el papa ponga fin a una controversia para que se pueda hablar de una definición. Como tampoco es una definición, hablando con propiedad, el hecho de declarar que un juicio doctrinal es “inapelable” (G. Thils). Como explicó el relator oficial del Vaticano I, Mons. Grasser, “el papa es infalible solamente cuando, desempeñando su cargo de doctor de todos los cristianos y, por tanto, representando a la totalidad de la Iglesia universal, juzga y define lo que debe ser admitido o rechazado por todos” (Mansi 52, 1213 C). Y debe ser admitido o rechazado como una cuestión o verdad de fe.
Todo lo demás, y por más que lo diga el papa, es (y será) un asunto de obediencia. Pero, como es bien sabido, los asuntos que no pasan de la obediencia, en aquellos casos en que el sujeto ve en su conciencia que no tiene por qué obedecer, en tales casos puede (y hasta debe) desobedecer. Ya que, como bien sabemos (desde la lúcida enseñanza de Santo Tomás de Aquino (“Sum. Theol.”, 2-2, q. 104, a. 6; a. 5), el último dictamen de la rectitud de un acto es el dictamen de la propia conciencia, no la mera y pasiva sumisión.
La consecuencia, que se sigue de lo dicho, es clara. Las preguntas que propone la encuesta del papa sobre las familia plantean una serie de asuntos en los que, ni teológicamente ni desde el punto de vista científico o histórico, hay consenso en la Iglesia. Son lo que los entendidos denominan como “quaestiones disputatae” (cuestiones sometidas a discusión). ¿En el Sínodo de Octubre del año que viene se llegará a un acuerdo unánime en tales cuestiones? Sería de desear. Pero no es previsible. La consecuencia será que van a quedar patentes los límites doctrinales que tiene el poder papal a la hora de zanjar una doctrina discutida.

La unidad de la Iglesia no es uniformidad. La unidad se construye sobre el respeto, la tolerancia, la bondad y la búsqueda del bien de todos. Y, por tanto, la unidad se da (y se seguirá produciendo) en la pluralidad de opiniones, conductas y formas de vida, siempre que sean opinables dentro del respeto a los derechos de los demás. Si se consigue mediante la encuesta y el Sínodo que haya más tolerancia, más respeto a quienes piensan de manera distinta y los que viven de forma diferente, la Iglesia dará un paso decisivo hacia la unidad que quiso el Señor. Y si, además de eso, se aclaran determinadas cuestiones, que hoy nos dividen o nos enfrentan, entonces el papa Francisco habrá hecho una aportación decisiva (una más) para bien de todos nosotros.       

Gil Tamayo llega para “mandar en la cancha” Juan G. Bedoya


El nuevo portavoz sostiene que los prelados no son “profetas de calamidades ni gente que arrolle la libertad de los demás”
Los obispos eligen secretario general y portavoz a Gil Tamayo
Campechano, emocionado, como un colega que acaba de regresar de una misión especial, el nuevo portavoz de los obispos, el sacerdote y periodista extremeño José María Gil Tamayo, entró este mediodía en la sala de prensa de la Casa de la Iglesia dando besos, abrazos y apretones de mano. Se le correspondió con entusiasmo casi general. ¿Primer símbolo de un cambio en la política de información de la Conferencia Episcopal Española (CEE)? Es pronto para decirlo. Lo evidente es que la primera comparecencia del nuevo portavoz parecía una enmienda a la totalidad del estilo bronco y distante de su predecesor, Juan Antonio Martínez Camino.

Primera declaración de principios de Gil Tamayo: “La Iglesia católica necesita salir de las páginas de sucesos y ocupar el espacio que le corresponde en la sección de sociedad. No vamos a ser gente de sacristía, ni vamos a ser gente que arrolle faltando a la libertad de los demás. No. Respeto exquisito a la libertad de los demás. Pero sin renunciar en absoluto a ofrecer nuestras propias convicciones, con alegría, con fuerza, con convicción. El secreto de la comunicación está en mostrarse como uno mismo, sin trampas ni cartón. Creo en la transparencia. Es la mejor manera de luchar contra la desinformación”, dijo
Gil Tamayo llega sin programa, pero con las ideas claras. Lo que le ha impresionado es el recibimiento. Ayer a la misma hora estaba dando catequesis a los niños de su parroquia en Badajoz, y un chiquillo, asombrado por el revuelo que sentía en torno al cura, le preguntó: “Pero, padre, qué es eso que le han hecho”. “Me preguntó si me habían hecho secretario del Papa”. Después de saludar a los periodistas como “compañeros y compañeras, y de agradecer las felicitaciones de las autoridades españolas y de altos cargos del Vaticano, entró en materia, lanzando en apenas media hora un plan de comunicación a la manera del papa Francisco.
“Me siento llamado a ser fiel a lo que los obispos decidan en cada momento. Trabajo para una organización colegial. Pero la Iglesia española mirará a Roma, y lo hará con simpatía. Ciertamente, hay en Roma un cambio. He sido testigo del aire nuevo, del aire fresco y nuevo que trae el papa Francisco. Creo que para la realidad española es muy importante ese aporte de renovado empeño evangelizador, al mismo tiempo que ha sido muy importante la profundidad, honestidad, la iluminación del magisterio de Benedicto XVI”. Lo dijo el nuevo secretario general del episcopado antes de recordar a los periodistas que en los dos últimos años ha trabajado en el Vaticano, al lado del portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, como su adjunto en lengua española en un sínodo de obispos y durante el cónclave del que salió elegido Papa el argentino Jorge Mario Bergoglio.
“Francisco mira de manera especial a España. El papa usa el español cuando quiere expresarse de manera más suelta. La sintonía es efectiva y afectiva. Lo he visto en mi parroquia, con personas que se me acercan y me dicen que es como nosotros, uno de nosotros. Se ha metido en el corazón de la gente”, añadió.
En el pasado, Gil Tamayo ha sido crítico con algunos aspectos de la comunicación de la Iglesia católica. ¿Llega con un cambio de mentalidad? ¿Ha planificado una estrategia comunicativa distinta, alejada de la politización de su predecesor? Respondió con una sonrisa. “Quienes me conocen, y aquí hay muchos, saben que no he sido un crítico ni un enfant terrible, aunque sí creo que podemos y debemos mejorar. En estos años se ha ido ganando en comunicación. Pero solo llevo apenas dos días; no tengo diseñado un plan. Tendré que conocer la realidad y los medios. El objetivo es transmitir el evangelio de forma positiva. No podemos estar jadeantes a esperar a que nos tiren la pelota para dar cada respuesta. Con un símil deportivo, hay que mandar en la cancha. Hay que ir por delante en los temas de la agenda. Y transmitir la voz de la Iglesia con honestidad. Tenemos un deber de justicia: el derecho de la gente a estar bien informado, a saber. Se puede a hacer con seriedad y con buenas formas. Esta institución se dedica a transmitir desde hace casi dos mil años una buena nueva que es nueva pero que es buena. No somos profetas de calamidades, ni debemos ser profetas de calamidades, sobre todo cuando hay tanta gente que está sufriendo. Tenemos un ejemplo en el papa Francisco. Es lo que está haciendo: ser un bálsamo ante los que sufren”.
También se le preguntó por sus posiciones ideológicas, a partir del dato de su pertenencia al Opus Dei: sobre si es moderado, progresista, conservador, o qué. Dijo: “Me defino como un cura al que encargaron que hiciera periodismo Vivo esa doble vida. Las etiquetas pertenecen a una pereza, a un tópico, a un prejuicio de encasillamiento que nos libera de pensar y de aceptar la realidad que nos viene dada. Siempre hay que hacer esquemas, pero no me siento condicionado por esquemas. Creo en la transparencia. Es la mejor manera de luchar contra la desinformación, los tópicos, el rumor, y contra esa pereza que son los prejuicios”