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viernes, 16 de agosto de 2013

Regeneración de la política Emilio J. Soriano

Enviado a la página web de Redes Cristianas
CON CIUDADANÍA
Durante los últimos años, muchos de nuestros representantes políticos se han enriquecido a sabiendas de que bordeaban o quebrantaban la línea divisoria entre la legalidad y la ética, muy difusa en algunos casos. La extendida corrupción se ha visto favorecida por la tibia reacción, cuando no complicidad, de los compañeros de partido que mayoritariamente han mirado para otro lado no queriendo saber.
De ahí la desafección de buena parte de los ciudadanos que, hastiados de tanta podredumbre moral, corremos el riesgo de asumir la corrupción como una realidad inevitable o, lo que es peor, adoptar una actitud apática que nos aleja de la participación democrática, sobre todo cuando contemplamos su imperturbabilidad, frialdad y cinismo ante las graves acusaciones. Niegan la evidencia, son incapaces de reconocer errores y menos dimitir, siempre amparándose en el privilegio de la inmunidad parlamentaria.
Hasta ahora, mal que bien, los españoles hemos aceptado los elevados emolumentos de nuestros representantes en las diversas administraciones.
Pero si al mal de la corrupción sumamos las políticas de austeridad que enriquecen a los más ricos y empobrecen a la mayoría, el recorte o supresión de derechos básicos, y las penurias económicas derivadas de esta crisis, tenemos la explicación del acrecentado divorcio entre los electores y los cargos electos (incluidos sus asesores). De ellos se opina que ‘están en política para mucho ganar y mejor vivir’, comentario que refleja un creciente desapego que, no lo olvidemos, puede llegar a cuestionar el sistema democrático.
Hay quienes manifiestan que tanta voz crítica hacia nuestros representantes públicos no es buena para el sistema, siendo así que el auténtico mal está en la actuación errática e inmoral de muchos de sus dirigentes. Si es grave su deshonesto proceder, no lo es menos el daño moral que se está causando a la población, que ve estupefacta como aquellos que debieran ser ejemplo de honradez y sincera actitud de servicio público, se han convertido en delincuentes de guante blanco. El comentario está en la calle: ¿a quién votar a partir de ahora? Una duda que, efectivamente, no tiene fácil respuesta. Si por higiene democrática desechásemos las opciones del PP, PSOE, y el resto de formaciones políticas no terminan de convencernos ¿a quién votamos?
Ciertamente no todos los políticos son iguales, la mayoría actúa con honestidad y responsabilidad, generalizar siempre es injusto, pero se echa en falta una reacción más drástica en la lucha contra la corrupción. Los ciudadanos estamos esperando que los partidos reconozcan sus errores y nos digan qué piensan hacer para, en la medida de lo posible, atajar esta lacra.
He aquí algunas propuestas: a) dejar en el ostracismo, sin ninguna responsabilidad política y administrativa, a todo aquel que esté encausado; b) suscribir un protocolo deontológico de obligado cumplimiento; c) establecer mecanismos de seguimiento y control de la honestidad en el desempeño de la tarea encomendada, tanto en la administración como en el partido; d) que los emolumentos, como cargo electo o asesor, no difieran en exceso lo percibido por cualquier trabajador de la misma o similar categoría, esto es, estar en política para servir, no para medrar. A ello procedería añadir dos disposiciones legales: 1. El represente electo que hubiese sido condenado por prevaricación o cualquier otro delito de corrupción, perderá inmediatamente dicha condición. 2. Determinar un límite razonable de tiempo para ejercer un cargo político, bien sea por elección o por nombramiento.
Imprescindible es, asimismo, que la administración de justicia sea dotada de los necesarios medios para combatir con celeridad y eficacia los casos de corrupción. Sin duda todo ello redundaría en beneficio del sistema democrático, también para mantener la confianza, hoy bastante debilitada, en el hacer de nuestros políticos.
Artículo publicado en la prensa de Murcia por un miembro de las Comunidades Cristianas de Base de Murcia