FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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jueves, 15 de agosto de 2013

Rector Mayor: “El Papa Francisco ha hecho salir a la Iglesia a la calle”

RM_JMJTras haber participado en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Río de Janeiro, don Pascual Chávez, Rector Mayor de los salesianos, dirige una carta a toda la Familia Salesiana valorando los mensajes del Papa Francisco y la participación de los jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS).
Para el Rector Mayor de los salesianos, “en Rio de Janeiro, el Papa Francisco ha hecho salir a la Iglesia a la calle, la ha llevado a las periferias, ha hecho escuchar su voz de Madre, le ha devuelto dinamismo y, así, con sus gestos y actitudes, nos ha enseñado qué Iglesia quiere y qué relación debe tener con el mundo”.
En su carta, Pascual Chávez subraya que el Papa, en esta JMJ, “con sus gestos, sus actitudes y sus intervenciones ha iluminado la mente, ha puesto fuego en el corazón y ha robustecido la voluntad de todos”, y hace un recorrido por las ideas principales, a juicio del Rector Mayor, que han aparecido en el discurso a los obispos brasileños, a los responsables de la política y, claro está, a los jóvenes.
En los discursos dirigidos a los jóvenes, señala el Rector Mayor, el Papa “les ha insistido en que Cristo es la gran causa que vale toda una vida. Les ha exhortado a que no tengan miedo de hacer opciones valientes”.
Concluye el Rector Mayor invitando a toda la Familia Salesiana a convertir, las intervenciones del Papa, en programa prioritario de actuación: “Con esta carta, os invito a todos vosotros, salesianos y jóvenes, a retomar todas las intervenciones del Santo Padre para asumir y llevar a la vida sus orientaciones espirituales y pastorales como tarea prioritaria”.
Texto completo de la Carta

Las eléctricas españolas casi doblan el margen de beneficio de las europeas Javier G. Jorrín

La conclusión que se deriva de un rápido vistazo a los márgenes de beneficio de las eléctricas españolas respecto a sus rivales europeas es que su negocio resulta rentable en España. La generación de beneficios a partir de las ventas conseguidas es mayor en España de la que lo es en el resto de Europa.
En concreto, firmas como Iberdrola, Endesa o Gas Natural consiguieron situar sus márgenes en el 6,78% en el conjunto del año 2012, mientras que las grandes eléctricas del Viejo Continente -E.ON, Enel, EDF y RWE- dejaron este ratio en el 2,62%, como ya adelantamos en el nº 4 de Inversión a Fondo, que puede ver en www.eleconomista.es/kiosco/inversión.
Esto significa que de cada cien euros de ingresos que generaron las compañías del sector, en Europa convirtieron en beneficio 2,6 euros y en España, 6,8 euros. Pero esta situación no ha sido algo aislado de 2012, sino que está siendo la tónica general de los últimos años y todo indica que seguirá en los próximos. De este modo, las previsiones de los analistas para 2013 sitúan los márgenes de las eléctricas made in Spain en el entorno del 6,23% y el de las europeas en el 3,49%, según el consenso de mercado que recoge FactSet. Un año más, las firmas españolas conseguirán casi duplicar la generación de beneficios respecto a la media de firmas del continente a pesar de la nueva reforma energética que prepara el Gobierno y de la que ha advertido el ministro de Industria, José Manuel Soria, que “no va a gustar”.
Un largo camino
La lucha para frenar el déficit de tarifa en España obligará a repartir los costes del caro sistema de generación de energía del país -primas a renovables y al carbón incluidas- entre los diferentes agentes que participan en el proceso, lo que repercutirá directamente sobre los productores. El camino que todavía queda por recorrer es el que ya han avanzado otros países europeos durante la crisis para ajustar sus costes.
Desde el estallido de la crisis, los márgenes del sector en las grandes empresas europeas han ido retrocediendo con fuerza a ritmos de doble dígito anual, mientras que en España estos márgenes aumentaron en 2008 y apenas cayeron en los ejercicios de 2010 y 2012.
Las previsiones para este año que maneja el consenso de mercado apuntan a que Iberdrola conseguirá convertir en beneficios más de un 7,5% de sus ingresos, lo que significa triplicar el ratio de ganancias de E.ON o duplicar los de la italiana Enel, que se quedarán en el 2,25 y el 3,72%, respectivamente. Esto significa que, si Iberdrola tuviese un margen igual al de la eléctrica alemana, tendría un beneficio un 70% inferior. De este modo, si se tienen en cuenta las previsiones para este ejercicio, las ganancias de Iberdrola no serían de 1.760 millones de euros, como estiman los analistas, sino que se quedaría próximo a los 750 millones. Por su parte, Endesa terminará el año con un margen próximo al 5,5%, el mismo nivel que manejan los expertos para Gas Natural.
El ajuste sigue su curso, pero la distancia respecto al resto del continente es amplia, lo que significa que la distancia de precios entre la producción y la venta en España todavía es mucho más favorable que en el resto del continente. ¿Significa esto que el Ejecutivo todavía tiene carril para aplicar más impuestos a la producción hasta llegar a una situación similar a la europea? Es posible. Lo que está claro es que la próxima reforma energética que planea el Gobierno podría revertir esta situación y estrechar la horquilla de beneficios en España.
Una inversión de riesgo
Alemania ha dado una vuelta de tuerca más a su reforma del sistema energético, al iniciar su camino para eliminar las centrales nucleares del país de forma paulatina. Esta transformación ha provocado una fuerte caída de los márgenes del sector y también ha elevado la factura a los consumidores, pero que a la larga generará beneficios ecológicos.
Esta situación ha golpeado directamente a la opinión que tienen los analistas de sus eléctricas. Muy pocas son las casas de inversión que se atreven a recomendar positivamente sus títulos, mientras que firmas como E.ON o RWE son una venta muy clara para los analistas. La situación en el resto de Europa no está mucho mejor, ya que EDF también recibe un semáforo rojo de los analistas. De las grandes eléctricas de los países de la Unión, sólo Enel consigue ser un mantener.
La situación en España no es la misma, aunque para nada puede considerarse holgada. Las tres energéticas tratadas reciben una recomendación de mantener sus títulos en cartera, lo que refleja su mejor situación, sin embargo, muchos de los analistas que las siguen sí que consideran que es el momento de deshacerse de sus títulos. A pesar de sus peores márgenes, los títulos de las firmas europeas cotizan a un ratio PER (que mide el beneficio por acción frente al precio del título) menor que el de las españolas. La media de las eléctricas europeas se sitúa en las 9 veces, mientras en las españolas supera el 12%, según las estimaciones de los analistas para 2013.
El Economista.
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El cardenal Cipriani “condena” sin pruebas a Sor Teresa Forcades José Manuel Vidal

No se enteran o no quieren enterarse de que, en Roma, han cambiado los vientos. Y ahora soplan “buenos aires” procedentes de Baires. Los talibanes o los del retrovisor están que muerden. Este Papa les descoloca, les descabala, les echa por tierra todo su castillo de naipes de la Iglesia de la condena. Y no lo soportan. Arrastrados por su rabia interna siguen dejándose llevar por la inercia. Y continúan tirando-piedras y encendiendo-hogueras. Incluso en pleno ferragosto español y en pleno invierno latinoamericano.
Las dos últimas en Latinoamérica, la patria del Papa de la bondad y de la ternura. Y las dos casi al mismo tiempo. Una para quemar un curso de la Universidad Javeriana (de los jesuitas colombianos) sobre la homosexualidad. Otra, para linchar a Sor Teresa Forcades en Perú.
Con la benedictina catalana llevan años ensañándose. La han convertido en uno de sus muñequitos preferidos del pim-pam-pum. Esta vez, en una acción concertada entre los dos lados del Atlántico. La estrategia mediática es la de siempre. Algunos medios de acá y de allá levantan la liebre, ponen el grito en el cielo, invitan a unirse a toda la galaxia neocón y lanzan una cruzada.
[Cipriani] Con gruesos disparos, como éste titular de ACI: “Evento con monja hereje no fue suspendido sino trasladado”. Y, desde aquí, los tirapiedras se suman al coro de los lapidadores.
Lo peor es que, esta vez, en su campaña lapidadora, consiguieron el apoyo directo y explícito, de un cardenal de la Iglesia. Claro que se trata del cardenal Cipriani, un cardenal de la vieja, viejísima guardia. Del amigo personal de Fujimori, del cardenal del Opus Dei, que quiso convertir Perú en un laboratorio pastoral de un modelo de Iglesia casi preconciliar. Y, ahora, se encuentra descolocado y fuera de sitio. O eso parece por lo que dice de la hermana Teresa Forcades y por cómo lo dice.
Copio entera la carta descalificadora del cardenal, porque no tiene desperdicio:
El cardenal arzobispo de Lima
Lima 9 de agosto de 2013
Prot. Nº 156/2013
Hna Lidia Aguilar, ACI Presidenta de la Conferencia de Superiores Mayores Religiosos del Perú
Estimada Hermana Lidia
Junto a un cordial saludo en el Señor, me dirijo a Vd para informarle que he recibido en mi despacho de parte de algunos fieles, su preocupación por el anuncio de parte de la CONFER de la presencia en la jurisdicción eclesiástica de Lima de la Hna Teresa Forcades, OSB, cuya exposición mediática en diversos temas manifiestan una seria contradicción con la enseñanza de la Iglesia en temas fundamentales como por ejemplo el de la moral.
Según he sido informado la religiosa en mención estará en Lima los días 12, 13 y 14, a través de estas líneas le recuerdo que según lo señalado en el Código de Derecho Canónico cánones 381, 391, 756 y 678 es potestad del obispo diocesano velar por la recta doctrina en su jurisdicción por lo que no autorizo a la Hna Forcades a participar en dichas conferencias difundidas por ustedes a través de diversos medios.
Confío en que usted sabrá acoger esta comunicación con verdadero espíritu eclesial, trabajemos para que en la Iglesia brille siempre la unidad y el propósito de comunicar la recta doctrina.
Con afecto en el Señor
Juan Luis cardenal Cipriani Thorne
Arzobispo de Lima y Primado del Perú
La dinámica es la misma que hizo furor (en Perú y en España) durante la etapa eclesial anterior: denuncias anónimas, que se aceptan sin contrastar por venir de correligionarios y baculazo al canto.
Asegura el cardenal Cipriani que Teresa Forcades está en “seria contradicción con la enseñanza de la Iglesia en temas fundamentales como por ejemplo el de la moral”. Así, sin más. Sin especificar ni razonar. Sin decir ni cuáles ni en qué ni cómo.
¿En que se basa el señor cardenal para acusar de “herejía” a la hermana Forcades? ¿Quién la ha condenado? ¿Dónde está la condena? Y si alguna autoridad episcopal o papal la condenó, ¿cómo es posible que siga siendo monja y ejerciendo como tal?
Sin argumento, sin razones, sin bases teológicas. El caso es condenar y mantener prietas las filas de los tirapiedras. Aunque, para ello, haya que hacerlo con vaguedades y basado en elucubraciones de los que filtran la paja en el ojo ajeno y se tragan la viga del suyo. ¡Qué pena de cardenal!
Eso sí, con toda la publicidad del mundo. Y nota oficial al canto. Para que queda constancia. Para escarnio del “ejecutado” y escarmiento de los demás.
Francisco tiene mucho que limpiar. Y por mucho que chillen los cuatro de siempre no conseguirán detener sus reformas. La Iglesia está dejando de condenar basada en denuncias anónimas. La Iglesia está pasando de la condena a la misericordia y al ‘quién soy yo para juzgar’.
Ése es el cambio que les remece por dentro. Quieren seguir tirando los montones de piedras que tenían acumuladas y se van a quedar sin blancos. Aunque, para gastar sus piedras, siguen buscando herejes.
Olvidan que Roma ya no bendice cacerías. Y que a algunos jerarcas peruanos (sobre todo a su cardenal Cipriani) se la ha quedado parado el reloj. Monseñor, es hora de darle cuerda y de copiar a sus colegas de Roma que, de buena fe, ya se han subido al carro del Papa Francisco.

¿Hacia dónde va la Iglesia? Víctor Codina, sj

La Iglesia, una anciana que viene de lejos
Antes de preguntarnos hacia dónde va la Iglesia hemos de responder a la cuestión ¿de dónde viene la Iglesia? Y aunque nos resulte extraño, escritores de los primeros siglos y algunos Padres de la Iglesia, como Agustín, responden a esta pregunta afirmando que la Iglesia es una anciana, es la Iglesia prefigurada desde el origen del mundo, es la Iglesia de Adán y del inocente Abel, la Iglesia que forma parte del designio salvífico del Padre que quiere constituir una humanidad fraterna y filial, que participe de la vida y de la comunión trinitaria La Iglesia forma parte del proyecto trinitario de Dios, que se va realizando en la historia de salvación en diversas etapas (LG 2) y del que ella misma es sacramento, semilla y germen (LG 5).
Este proyecto de Dios en la plenitud de los tiempos se manifiesta en Cristo y en la efusión del Espíritu. Frente a la postura tradicional que afirma que el Jesús histórico funda la Iglesia como una institución religiosa con sus dogmas, leyes y ritos, una teología más crítica considera hoy a la Iglesia como un proceso que viene desde el Antiguo Testamento, comienza con el movimiento de Jesús, pero que no culmina hasta el acontecimiento pascual: la Iglesia surge por el misterio de la muerte y resurrección de Jesús y el don del Espíritu. Jesús es el fundamento de la Iglesia más que su fundador y, en todo caso, el Espíritu es co-fundador de la Iglesia.
La Iglesia primitiva al formular su fe, sitúa a la Iglesia no en el segundo artículo del credo sobre la fe en Jesucristo sino en el tercer artículo de la fe en el Espíritu. Esto tiene gran trascendencia no sólo teológica sino pastoral: el Espíritu habita en la Iglesia, la santifica y guía hacia la verdad, la enriquece con diversos dones y carismas, la rejuvenece y la renueva constantemente (LG 4). La Iglesia no es ni un club, ni una empresa multinacional, ni una ONG piadosa, ni un partido político al cual uno se apunta o desapunta según la conveniencia: es Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu, incluso en momentos de noche oscura, de eclipse, de crisis y de tormentas.
La cúpula de San Pedro
En el interior de la bellísima cúpula de San Pedro de Roma está escrito en latín y griego el versículo de Mateo 16, 18 en el que Jesús afirma que Pedro es piedra y que sobre esta piedra edificará su Iglesia, contra la cual no prevalecerán las fuerzas del mal y de la muerte. Pero faltaría completar este versículo con lo que Mateo añade poco después en el versículo 23: que Pedro es piedra de tropiezo, piedra de escándalo y Satanás.
El hecho de que Pedro sea pecador y santo, preanuncia ya que la Iglesia es a la vez santa y pecadora, casta y prostituta, según los Padres de la Iglesia. Esto nos libra de todo triunfalismo idealista y espiritualista, nos hace comprender que la Iglesia es humana y divina, que no se le puede entender al margen de su historia concreta, de su peregrinar en medio de debilidades, persecuciones y consuelos de Dios (LG 8). La historia forma parte de la eclesiología, de modo análogo al hecho de que el Jesús histórico forma parte de la cristología.
Y en la historia de la eclesiología podemos distinguir diferentes momentos. El primer milenio lo constituye una Iglesia que, aun en medio de sus tensiones y problemas, vive fuertemente la dimensión de comunidad y comunión, en cambio en el segundo milenio prevalece una eclesiología de poder y verticalidad, clerical, triunfalista y juridicista, la llamada Iglesia de cristiandad, que alcanza su expresión última en los siglos XIX y XX, en la llamada época “piana”, desde Pío IX a Pío XII.
No se pueden olvidar todos los aspectos positivos de evangelización y santidad de este largo período de la Iglesia de cristiandad, la Iglesia de las catedrales y de las sumas teológicas, pero que es también la Iglesia de los Estados Pontificios, de las cruzadas, de las divisiones internas, de la Inquisición, de las guerras de religión, del antisemitismo, de una evangelización muchas veces ligada a los imperios coloniales… De los pecados de esta Iglesia del segundo milenio pidió perdón públicamente el Papa Juan Pablo II en el jubileo del año 2000.
Al alumbrarse el tercer milenio surge un nuevo período eclesiológico, diferente del segundo milenio de cristiandad y en muchos aspectos semejante a las intuiciones de la Iglesia de comunión del primer milenio, pero abierta a los tiempos modernos.
La ventana abierta
Juan XXIII, un hombre enviado por Dios, un campesino sencillo pero intuitivo con la sabiduría del corazón, convoca el Concilio Vaticano II: una ventana abierta al Espíritu que sacude y limpia el polvo acumulado desde los tiempos de Constantino. Se inicia un tercer milenio eclesiológico con cambios profundos en la Iglesia: de Iglesia clerical se pasa a una Iglesia Pueblo de Dios de todos los bautizados, de una Iglesia triunfalista se pasa a una Iglesia peregrina que camina con el pueblo hacia el Reino, de una Iglesia juridicista se pasa a una Iglesia misterio y sacramento de la unión con Dios y con la humanidad (LG 1; 9; 48), de la anatema se pasa al diálogo.
A la muerte de Juan XXIII, Pablo VI prosigue el Concilio y lo lleva a término con sabiduría y eficacia. Es una auténtica primavera eclesial la que se experimenta en la Iglesia en estos años, un verdadero Pentecostés, como había soñado y pedido Juan XXIII. Sin el Vaticano II, afirma el cardenal König de Viena, la Iglesia hubiera sido una auténtica catástrofe.
En América Latina el Concilio fue recibido de forma creativa en Medellín: surge “la opción por los pobres”, que representa la realización del sueño inclumplido de Juan XXIII –de que la Iglesia fuese sobre todo una Iglesia de los pobres–; aparecen obispos cercanos al pueblo, verdaderos Santos Padres profetas de la Iglesia de los pobres como Proaño, Helder Cámara, Méndez Arceo, Samuel Ruiz; surgen las comunidades eclesiales de base, la lectura popular de la Biblia, la vida religiosa inserta en medios populares, el compromiso social y eclesial de los laicos, la Teología de la Liberación y una impresionante floración de mártires asesinados por la fe y la justicia, desde obispos como Romero y Angelleli a teólogos como Ellacuría y religiosas como la hermana Dorothy y un sin número de gente del pueblo sencillo, verdaderos santos inocentes masacrados por gobiernos dictatoriales que se proclamaban católicos.
La ventana se cierra
El Vaticano II, después de tantos siglos de cerrazón eclesial, produjo reacciones extremas. Por un lado, Mons. Lefèvbre y sus seguidores acusaron al Concilio de modernista y protestante. Por otro lado, algunos grupos progresistas exageraron en su aplicación. Por todo ello en Roma cundió el pánico a las divisiones internas, se atribuyó al Concilio todo lo negativo que sucedía en la Iglesia. Pablo VI, que había escrito una admirable encíclica sobre el diálogo (Ecclesiam suam), acabó imponiendo su parecer sobre el celibato y el control de natalidad (Humanae vitae).
Los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI fueron sin duda un ejemplo de testimonio personal y evangélico, y un modelo de dedicación pastoral al servicio de la Iglesia: Juan Pablo II con su fuerte personalidad carismática polaca, misionero incansable que reunía a grandes concentraciones, condujo a la Iglesia con mano firme hasta el tercer milenio; Benedicto XVI, un gran intelectual alemán, enriqueció a la Iglesia con un profundo magisterio teológico centrado en el núcleo esencial de la fe cristiana, reprimió los escándalos sexuales y sorprendió a todo el mundo con el gesto sencillo y humilde de su renuncia al papado…
No obstante, en el transcurso de ambos papados, sea por el miedo a divisiones en la Iglesia, sea por presiones de la curia vaticana, se comienza a propiciar una hermenéutica del Vaticano II más centrada en la continuidad que en la novedad del aggiornamento conciliar. Es significativo a este respecto que Juan XXIII fuese beatificado juntamente con Pío IX, el Papa del Vaticano I. El gran historiador del Vaticano II, G. Alberigo, afirma que pareciera que poco a poco la minoría que en el Vaticano II había quedado de algún modo marginada ahora volviese a enarbolar las banderas de la tradición antimodernista, antiliberal y anticomunista. La ventana abierta por Juan XXIII lentamente se vuelve a cerrar con los gobiernos de Juan Pablo II y Benedicto XVI: recentralización del gobierno, debilitación de la colegialidad episcopal, gran preocupación por la ortodoxia y miedo al relativismo, cesiones a los grupos lefrebvristas y en cambio censura a los teólogos más abiertos, miedo a los ministerios laicales, freno al ecumenismo, nombramiento de obispos más seguros que proféticos, conflictos con congregaciones religiosas abiertas, promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica –cuando los padres conciliares se habían opuesto a ello–, auge de movimientos eclesiales y carismáticos de tipo espiritual que reciben fuerte apoyo del Vaticano, etc.
Se pasa de la primavera al invierno eclesial, la Iglesia tiende a encerrarse en un gueto (K.Rahner), se vuelve a la gran disciplina (J.B. Libanio), es una noche oscura eclesial (J. I. González Faus), comienza una involución: a la revista Concilium sigue ahora la revista Communio, al teólogo conciliar Karl Rahner le sucede ahora el teólogo posconciliar Von Balthasar; hay un cisma silencioso de muchos que abandonan la Iglesia. Si añadimos a lo anterior los escándalos sexuales de personas eclesiásticas significativas, los escándalos financieros y luchas internas de la curia vaticana, se comprenderá el clima de desolación que ha dominado últimanente en la Iglesia.
“Francisco, repara mi Iglesia”
La admirable renuncia al pontificado de Benedicto XVI, abrumado por la edad y por los escándalos sexuales y financieros y la elección del Papa argentino jesuita Jorge Mario Begoglio, parece abrir un nuevo horizonte para la Iglesia.
Los primeros signos del papado de Francisco son muy positivos y han despertado esperanza en la Iglesia y en la humanidad: su sencillez y humildad de pedir la oración y bendición del pueblo al que llama hermanos y no hijos, el presentarse simplemente como obispo de Roma, el deseo de una Iglesia pobre y de los pobres, la acentuación de la misericordia y de la ternura, el pedir a los pastores a que vayan a la periferia y “huelan a oveja”, su permanencia momentánea fuera del palacio vaticano, sus gestos de acogida a niños y discapacitados y sobre todo el asumir el nombre de Francisco, el poverello que recibió la llamada a reparar la Iglesia, amansó al lobo, abrazó al leproso, entonó el cántico de la creación y se configuró con el Crucificado… Algunos recuerdan la figura de Juan XXIII, sienten que la Iglesia comienza a salir de la desolación de años pasados, en los que la barca de la Iglesia parecía zozobrar por las turbulencias huracanadas de fuera pero también por las resquebrajaduras internas.
Sin duda es todavía muy pronto para valorar la futura línea pastoral del nuevo Papa Francisco, hay que esperar y mantener la esperanza, pero el súbito y radical cambio de la atmósfera eclesial que se ha producido en muy poco tiempo son un signo no solo positivo y alentador sino también un signo claro del profundo deseo de cambios significativos que se respiraba en la Iglesia.
Las tareas pendientes que esperan al nuevo obispo de Roma y que el pueblo reclama son inmensas: volver al Concilio y a la Iglesia de los pobres, descentralización eclesial, participación del pueblo en la elección de los obispos y reforma del método vigente de elección papal, que los sínodos episcopales sean deliberativos y no meramente consultivos, cambios en los ministerios ordenados (celibato no obligatorio para el clero latino, ordenación de hombres casados, acceso de la mujer a los ministerios), repensar la moral sexual y matrimonial, revisión de la pastoral de los divorciados, diálogo con las ciencias y con la biogenética, apertura a la problemática ecológica, acercamiento ecuménico entre las Iglesias, diálogo inter-religioso, mayor consideración a los teólogos, reforma de la curia vaticana y un largo etcétera…
Pero ¿no será esta tarea excesiva para un solo hombre, por más inteligente, capaz, enérgico y evangélico que éste sea? ¿No será una misión imposible?

Desde abajo

En grandes sectores de la Iglesia suele haber una formación eclesial pobre y muchas veces errónea. Se identifica la Iglesia con la jerarquía, la jerarquía con el Papa, el Papa con la curia vaticana; se sobredimensiona la figura papal al que se considera el representante de Dios en la tierra, la Cabeza de la Iglesia, cuando el Papa es simplemente el obispo de Roma, el que preside en la caridad a todas las Iglesias, el que sucede a Pedro en la misión de mantener la fe y la unidad eclesial.
Se olvida con frecuencia que la Iglesia la formamos todos los bautizados, que todos somos el Pueblo de Dios, el Cuerpo de Cristo y el Templo del Espíritu, que todos poseemos la unción y los dones del Espíritu (LG 12), que son muchos los que quieren una profunda renovación eclesial. En América Latina son muchos los que desean volver a Medellín y a Puebla, no hacer marcha atrás, no olvidar a los mártires jesuánicos, creer que otra Iglesia es posible, una Iglesia no simplemente de bautizados, sino de discípulos y misioneros de Jesús, como proclama Aparecida.
No hemos de esperar a que las reformas vengan solamente desde arriba. Hemos de comenzar cada uno desde nuestro lugar eclesial a reparar la Iglesia, a proseguir el Vaticano II, a volver al Evangelio, a generar comunidades vivas, a defender la vida amenazada. El Espíritu ordinariamente actúa desde abajo, desde la periferia, desde los no implicados en el sistema social y eclesial, desde los laicos, desde los jóvenes, desde las mujeres, desde los pobres, desde los indígenas, desde los excluidos de la historia que eran los predilectos de Jesús. Desde ellos el Espíritu clama hoy con gemidos inenarrables pidiendo una vuelta al Evangelio, está llamando a toda la Iglesia a volver a Jesús de Nazaret, pues fuera de Nazaret no hay salvación…
El Papa no está solo en su misión y hallará un gran respaldo eclesial si, por ejemplo, se aleja de la jefatura del Estado vaticano y de toda la parafernalia de banderas, himnos, banca vaticana, guardia suiza, nuncios embajadores y una corte renacentista y barroca… que están muy lejos del mundo moderno de hoy y mucho más del Evangelio y de los pobres de la tierra.
No podemos ser ingenuos, nunca los cambios son rápidos, hay resistencias y debilidades humanas, hay pecado en la Iglesia y en sus estructuras, pero hemos de confiar en la fuerza del Espíritu que continuamente impulsa la Iglesia hacia el Reino, hacia la fraternidad de hermanos y hermanas, de hijos e hijas del Padre, hacia el proyecto de Dios, al sueño trinitario de los orígenes de la creación, a la anciana Iglesia de Adán, de Abel y de los justos de todos los tiempos.
La Iglesia, movida por el Espíritu de Jesús, va hacia el Reino de Dios, del que ella es ya semilla y germen en la historia. No extingamos el Espíritu.
Acerca del autor
Víctor Codina es sacerdote jesuita y teólogo latinoamericano. Nacido en España, desde 1982 vive en Bolivia. Actualmente es profesor emérito de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Boliviana de Cochabamba, a la vez que mantiene contacto pastoral con comunidades de base y sectores populares.
Sus últimos libros son No extingáis el Espíritu (Sal terrae, Santander 2008), Una Iglesia Nazarena (Sal terrae, Santander 2010) y Diario de un teólogo del posconcilio (San Pablo, Bogotá 2013).

Un juicio que será contra la Iglesia Alejandra Dandan

El debate en el tribunal riojano comenzará el 4 de noviembre. El obispado riojano será querellante. Además de la muerte del sacerdote, se analizará el rol de la Iglesia Católica y su complicidad con el terrorismo de Estado.
El Tribunal Oral Federal de La Rioja puso fecha para el debate que deberá juzgar a los responsables penales, aún vivos, del asesinato del obispo Enrique Angelelli, ocurrido el 4 de agosto de 1976. El juicio pendiente hace 37 años empezará finalmente el 4 de noviembre.
Hay al menos dos datos significativos sobre el debate. Por un lado, la presencia, en la figura de “querella”, del obispado de La Rioja, que a diferencia de lo que sigue sosteniendo la versión oficial de la Iglesia, reconoce e impulsa la acusación por homicidio. Por otro lado, el juicio hablará de la falta de cobertura de la Iglesia y el silenciamiento sobre el asesinato. La acusación fiscal fue taxativa en ese aspecto: dijo que la complicidad no fue sólo por el silencio, sino que fue “activa”. “El terrorismo de Estado actuó criminalmente bajo el amparo de la jerarquía de la Iglesia Católica en Argentina”. O con otras palabras: “Que el sistema represivo operó en coordinación y con el consentimiento de la Iglesia, o al menos buena parte de su jerarquía”.
Poco después de la muerte del dictador Jorge Rafael Videla, acusado en este caso como autor mediato, un grupo de querellantes envió una carta al tribunal de La Rioja. “Para la comunidad riojana, pero también para todos los argentinos, la realización de este juicio tiene un significado muy profundo, porque es la interpelación del Pastor y profeta, máximo testigo de la fe y el compromiso con el pueblo, martirizado por su fidelidad en la búsqueda y la lucha por la vida y la dignidad de todos, y especialmente de los más pobres”, dijeron. “Toda América latina clama justicia por nuestros pastores asesinados, por eso les solicitamos tengan a bien asumir la oportunidad histórica de aplicar la justicia y fijar definitivamente la fecha de inicio del juicio correspondiente.” Entre las firmas de esa carta está la sobrina del obispo, María Elena Conseano, Luis “Vitin” Baronetto, querellante y director de la revista Tiempo Latinoamericano, y el abogado por la Secretaría de Derechos Humanos Guillermo Díaz Martínez.
Entre los acusados serán juzgados Luciano Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo del Ejército con jurisdicción sobre La Rioja; Luis Fernando Estrella, jefe de la Base Aérea de Chamical, y Juan Carlos Romero, a cargo del Departamento de Informaciones (D2) de La Rioja. Están procesados por homicidio calificado, tentativa de homicidio calificado y asociación ilícita en calidad de autores mediatos. Entre quienes murieron sin ser juzgados, además de Videla, se halla el ex ministro del Interior Albano Harguindeguy y los ex tenientes coroneles Osvaldo Pérez Battaglia y Pedro Malagam. Quedó excluido del juicio por insania Edilio Cristóbal Di Césare, ex jefe de policía. Baronetto recuerda esta lista en una carta en la que menciona lo que todavía queda pendiente: “Después de 37 años, la Justicia tendrá la oportunidad de sellar lo que el pueblo dijo el mismo 4 de agosto de 1976, cuando se disfrazó de accidente automovilístico el atentado criminal en las cercanías de Punta de Los Llanos”, escribió. “El obispo llevaba oculta tras el asiento de su camioneta la carpeta con la información reunida sobre el asesinato de los dos sacerdotes de Chamical.
Una fotocopia de esa carpeta fue vista por el policía federal Peregrino Fernández en el escritorio de Albano Harguindeguy, entonces ministro del Interior. Así consta en el expediente judicial. Fue el motivo inmediato del crimen, que en realidad se preparó desde mucho antes, con el ataque a la pastoral diocesana promotora de los empobrecidos por un sistema feudal de explotación.” En términos de prueba, el juicio revisará documentos, actas y sobre todo testimonios que desde el primer día dan cuenta del atentado, tal como señaló la elevación: “Podemos afirmar con seguridad que la colisión automovilística donde monseñor Enrique Angelelli perdió la vida fue provocada de forma deliberada por otro vehículo que venía siguiéndolos” a él y al sacerdote Arturo Pinto que salvó su vida milagrosamente.
Pero también, las querellas –a excepción probablemente del Obispado– evaluarán en dos direcciones el rol de la Iglesia. Por un lado, en base a cartas y documentos trabajarán sobre las pruebas del de-samparo en que la jerarquía dejó al obispo a sabiendas de que estaba amenazado y en peligro. Y por otro lado, se volverá sobre la insistencia de la Iglesia en calificar este hecho desde siempre bajo la hipótesis del accidente. Baronetto señala que una de las últimas pruebas que aportaron es una carta de julio de 1976 que escribió el sacerdote Jerónimo Podestá, expulsado por el Vaticano. En el escrito dirigido al cardenal Raúl Primatesta adelanta que la vida de Angelelli estaba en peligro. “Amigos de todo orden, pero sobre todo altos oficiales bien compenetrados de la situación política y militar, me anunciaron un sombrío recrudecimiento de la represión irracional, arbitraria y me aconsejaron que me cuidara muchísimo, pues podrían pasar cosas muy desagradables (…)
Un amigo militar me dijo que yo podría ser un excelente candidato para provocar terror y miedo, otros pensarán que (Vicente) Zaspe o vos podrían ser objeto de algún hecho intimidatorio. Pero otro vocero militar dijo a unos amigos que no sería yo –pues me consideran fuera de la Iglesia–, sino que el candidato de elección era Angelelli y que le quedaban pocos días.” De julio a agosto, efectivamente pasaron pocos días. Podestá está muerto, pero durante el juicio podría ser convocada su esposa. La idea del desamparo aparece incluso en las últimas cartas del obispo. “El sentido que aporta esto en cuanto al atentado –dice Baronetto– es en relación con su gravedad, porque no darle cobertura significa entregarlo a los ejecutores.” No por casualidad, la elevación analiza el rol de Primatesta que fue quien “gestionó” el “alejamiento” de Angelelli de la provincia de Córdoba y le dijo al vicario castrense del Ejército Victorio Bonamín: “Ojalá se lleve a los compinches”.

El Papa Francisco ante el reto de algunos temas de la moral sexual y de la bioética Benjamín Forcano, teólogo

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VIAJE A BRASIL //14 de agosto de 2013
1.Preámbulo histórico y metodológico
Este es el tercero de mis artículos sobre el Papa Francisco tras su viaje a Brasil. Y va a versar sobre temas que él por propia iniciativa ni mencionó ni hubiera tratado. Con ello, se apartó de la práctica de los Papas anteriores que daban realce a estos temas y con frecuencia recurrían a ellos.
El Papa Francisco llevaba en su cabeza otras preocupaciones, poco tratadas o muy olvidadas, acaso más importantes y en ellas se iba a centrar. Por otra parte, a estos temas tan manidos, pensaba que poco o nada tenía que añadir, además de que la gente se los sabía de memoria o poco menos :
-¿ Por qué no hablado de ellos?, le preguntó un periodista en el avión ya de retrono en el viaje.
–“No era necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas que abren camino a los chicos. Además, los jóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la Iglesia.
– Pero, ¿Cuál es su postura en esos temas?
- La de la Iglesia, soy hijo de la Iglesia.
Menuda respuesta, “La de la Iglesia”. Cualquiera puede intuir que en ella hay un dar largas de momento, considerando que la Iglesia no se identifica con la Jerarquía. Y que, en las cuestiones doctrinales, el papel docente corresponde más bien a los que han sido autorizados por su formación, dedicación, estudios y títulos reconocidos, no precisamente a la autoridad. Dice el Vaticano II: “Las recientes adquisiciones científicas , históricas o filosóficas plantean nuevos problemas que arrastran consecuencias para la vida y reclaman investigaciones nuevas por parte de los téologos” (Gs, 62).
Tarea que incumbe también a los obispos: “En el cuidado pastoral deben conocerse suficientemente las conquistas de las ciencias profanas de modo que también los fieles sean conducidos a una vida de fe más genuina y más madura” (GS 62) .
Está claro que , al hablar de esta tarea, el concilio la encomienda sobre todo a los obispos, pero sabedores de que “cuando definen una doctrina lo hacen siempre de acuerdo con la Revelación, a la cual deben sujetarse y conformarse todos. Por otra parte, y según lo requiere su cargo y la importancia del asunto, celosamente trabajan con los medios adecuados a fin de que se estudie como debe esta Revelación y se la proponga apropiadamente” (LG, 25).
Traería aquí las palabras del obispo Pedro Casaldáliga, un obispo pobre, poeta y profeta, libre y ejemplar si los hay: “Con mucha frecuencia los obispos creemos que tenemos la razón, normalmente creemos que la tenemos siempre, lo que pasa es que no siempre tenemos la verdad, sobre todo la verdad teológica, de modo que pido a los teólogos que no nos dejen en una especie de dogmática ignorancia. Y hablando de los teólogos en España, creo que es de justicia subrayar que hoy en España hay teólogos y teólogas (las teólogas son más recientes) a la altura de aquel siglo de oro, de las letras y del pensamiento españoles, y ni Italia, ni Francia, ni Alemania, por citar los países más vecinos, dejan atrás ni en número ni en calidad la galería de teólogos que tenemos en España” (En el XVI Congreso de Teología, Los pobres, interpelación a la Iglesia, Madrid, 1996)
No pocos obispos, sin tiempo para estudiar y lo que es peor sin disponibilidad para ponerse al día con las nuevas investigaciones exegéticas y teológicas, y así promover una vida entre los fieles más genuina y más madura, se han dedicado, con infantil y roma ignorancia, a repetir doctrinas caducas y a hacer imposible la vida a los téologos, a quienes enardecidos señalaban (a casi todos los que tuvieron parte activa y relevante en los documentos conciliares) como extraviados y peligrosos.
Parece que el Papa Francisco dejaba entender todo lo que había ocurrido y no quería precipitarse, como lo haría cualquiera de nosotros que, sin tener en cuenta el bimilenario entramado histórico y las compejidades que le toca abordar, daríamos respuesta puntual e inmediata. A sus espaldas, y para quien quisiera oir, resonaban las palabras del Vaticano II, magisterio de primera línea:
- “Los teólogos podrán empeño en colaborar con los hombres versados en otras disciplinas; poniendo en común sus energías y sus puntos de vista y respetando el método y exigencias propias de la ciencia teológica, deben buscar siempre el modo más adecuado para comunicar la doctrina con los hombres de su tiempo” (GS, 62). Y aún mas: “La cultura requiere constantemente una justa libertad para desarrollarse, y una legítima facultad de obrar, según sus derechos y sus propios principios; exige respeto y goza de una específica inviolabilidad” GS, 57).
“Empeño en colaborar, en poner en común energías y puntos de vista, en adecuar la doctrina a hoy, en respetar la específica inviolabilidad de la cultura”. ¿Nuestros dirigentes han tomado en serio estos principios del Vaticano II y los han aplicado? ¿Los conocían? Creo que el Papa Francisco, si miramos a lo hecho y dicho hasta ahora, se mueve en este ambiente y actitud de respeto, de colaboración e integración. No ha sido ese, desgraciadamente, el clima posconciliar, decididamente contrario y que tanto anquilosó a la Iglesia. Ciertamente no lo tiene fácil. Los 40 años de involución posconciliar han calado profundamente en la cristiandad, con una estrategia de nombramientos y contenidos doctrinales que, además de uniformes y con merma de la libertad y pluralidad, daba empuje a los movimientos más conservadores y desactivaban insistentemente el programa y espíritu renovador del Vaticano II.
Los propósitos y el estilo del papa Francisco difieren enormemente de los anteriores, pero recibe acumulados todos los temas y problemas y, aparte de su interior visión y fortaleza, va a necesitar de unos apoyos y recursos, de todas partes, para llevar a cabo las reformas paralizadas del Vaticano II y las que últimamente le vienen más urgidas. No le servirán ni la ligereza ni la impaciencia, sí la clarividencia, la corresponsabilidad de todos, y la firmeza sentida en torno suyo. Muchos, no todos, queremos las reformas, por ellas hemos luchado fieles al Evangelio y al espíritu y pautas del Vaticano II, pero las resistencias pertinaces a nadie como a él le va a tocar verlas, sufrirlas y resolverlas.
El Papa Francisco no quiere enseñar, gobernar, actuar ni gestionar solo. Nos lo ha demostrado. Cuenta con todos los que han visto que su proyecto es volver a Jesús, recuperarlo y anunciar con gran fuerza su gran novedad para hoy y buscar entre todos soluciones, dando la vuelta a esta sociedad neoliberal desigual y fratricida.
Sobre los temas que voy a exponer, la exégesis y teología modernas aportan luces y principios que difícilmente puede ignorar o descuidar un cristiano de hoy. Yo espero que el Papa Francisco, con la libertad y coherencia que le caracterizan, sabrá abordarlos distinguiendo lo que es y pertenece al Evangelio y lo que es y pertenece al bagaje cultural de la humanidad. Ambas cosas -Evangelio y Culturas- se han necesitado y relacionado siempre y en cada momento se han implicado para dar respuesta a la búsqueda y problemas del hombre. Hoy, sin desestimar la herencia del pasado, la cribamos y la enriquecemos con los nuevos conocimientos, que nos alumbran espacios o aspectos inéditos de la realidad.
1.El tema de la Homosexualidad
“Cuando uno se encuentra con una persona gay, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer l lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buenq voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? (Papa Francisco, a los periodistas en el avión).
En Occidente la homosexualidad ha recibido una valoración muy variada. El Dr. John Boswell en su libro “Las bodas de la semejanza” ( 640 páginas) documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote. Es, a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio horrible (pecado nefandum= innombrable), tan horrible que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más graves: “Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables”. ¿Por qué este horror que convierte la homosexualidad en el peor de los pecados?
Es también muy común la opinión de que se elaboró una construcción bíblico- teológica moral justificatoria de la gravedad de este pecado, hoy demostrada como precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos bíblicos y que la dejan desprovista de este tipo de argumentos para condenarla.
Son de consenso generalizado las conclusiones científicas de que: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado” (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual” pp. 133-134). Los estudios más diversos confluyen en la tesis de no poder calificar la homosexualidad como enfermedad, desviación psicosopática o perversión sexual. La orientación homosexual no afecta a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social.
En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa insta a los gobiernos a suprimir cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.
Y, desde la perspectiva teológica, es bien fundada la posición de quienes sostienen que la sexualidad humana no tiene como modelo natural exclusivo la heterosexualidad -ese es un presupuesto no probado- sino que se da también la homosexualidad como una variante natural legítima, minoritaria.
3. El tema del aborto
El tema del aborto requiere una mirada atenta a todos sus aspectos. No obstante, considero posible un acuerdo común en puntos éticos de valor universal. El primero: considerar básico el derecho de todo ser humano a la vida.
Pero defender el derecho a la vida no se identifica con la defensa del proceso embrionario desde su comienzo ni siquiera en pasos posteriores de su ciclo intrauterino. Es una cuestión abierta, científicamente hablando, en el sentido de que unos ponen un ser humano constituido desde el comienzo y otros no lo ponen hasta las ocho semanas, justo cuando el embrión pasa a ser feto.
Muchos estamos convencidos de que, en este punto, puede haber un acuerdo racional, científico y ético prepolíticos, porque la puerta de que disponemos para entrar en esa “realidad” es común a todos, y no es otra que la de la ciencia, de la filosofía y de la ética.
Puerta que vale también para los que se profesan creyentes. La fe, del tipo que sea, no sirve aquí para aclarar el problema del aborto. “No está en el ámbito del Magisterio de la Iglesia el resolver el problema del momento preciso después del cual nos encontramos frente a un ser humano en el pleno sentido de la palabra” (Bernhard Häring, autor de la famosa obra “La ley de Cristo”, y acaso el más reconocido moralista de la Iglesia católica).
“Todo individuo tiene derecho a la vida”, proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 3). Y todo individuo tiene el deber de respetar ese derecho. Sin embargo, ¿se puede afirmar con seguridad que el proceso embrionario es desde el inicio un individuo humano? Resulta, por tanto, crucial averiguar si el proceso del embrión varía en su desarrollo, admite establecer dentro de él un antes y un después, un antes en que no es individuo y un después en que lo es. Teoría discutida y discutible, no dogma.
De hecho, siempre existieron en la tradición cristiana teorías diferentes (teoría de la animación sucesiva defendida por Sto. Tomás y teoría de la animación simultánea, defendida por San Alberto Magno) sobre el momento de constitución de la vida humana. Pero, la teología postridentina a la hora de resolver los problemas de la moral práctica ha partido siempre de la animación inmediata.
Las teorías más modernas afirman que el embrión no es propiamente individuo humano hasta después de algunas semanas.
Como escribe el catedrático Diego Gracia:”La mentalidad clásica , que sobrevalora el genoma como esencia del ser vivo, de tal manera que todo lo demás sería mero despliegue de las virtualidades allí contenidas, es la responsable de que la investigación biológica se haya concentrado de modo casi obsesivo en la genética, y haya postergado de modo característico el estudio del desarrollo, es decir, la embriología. Este estado de cosas no ha venido a resolverlo más que la biología molecular. La biología molecular ha llevado a su máximo esplendor el desarrollo de la genética, en forma de genética molecular. Pero, a la vez, ha permitido comprender que el desarrollo de las moléculas vivas no depende sólo de los genes”. (Diego Gracia, Etica de los confines de la vida, III, p.106).
El aserto clásico de que “todo está en los genes” es verdad sólo en parte y se hizo en detrimento de los factores morfológicos y espaciales, tan importantes en el desarrollo del embrión. Sin estos factores, los genes quedarían sin efecto. Los genes tienen capacidad para formar determinados órganos pero no si no hay inducción, lo cual viene a demostrar que el embrión actúa como un gran campo de fuerzas, en el que cada parte es un momento que está codeterminado por otros y a la vez los codetermina.
Se entiende por tanto que, desde este enfoque, el embrión requiera tiempo y espacio para la maduración de su sistema neuroendocrino y que no se halle constituido desde el primer momento como realidad sustantiva. Los genes no son una miniatura de persona. La biología molecular deja bien claro que, para el desarrollo y la ética del embrión, la información extragenética es tan importante como la información genética, que ella es también constitutiva de la sustantividad humana y que la constitución de esa sustantividad no se da antes de la organización (organogénesis) primaria e incluso secundaria del embrión, es decir, hasta la octava semana.
Queda claro de esta manera que quien siga esta teoría puede sostener razonablemente que la interrupción del embrión antes de la octava semana no puede ser considerada como atentado contra la vida humana, ni pueden considerarse abortivos aquellos métodos anticonceptivos que impiden el desarrollo embrionario antes de esa fecha. Esto es lo que, por lo menos, defienden no pocos científicos de primer orden (Diego Gracia, A. García-Bellido, Alonso Bedate , J.M. Genis-Gálvez, etc).
Esta hipótesis, suficientemente demostrada permite, a quien se apoya en ella, defender como no atentatorias contra la vida y como respetuosas de la vida aquellas acciones que se producen en el proceso constituyente del embrión antes de constituirse en feto, es decir, en estructura clausurada.
La teoría expuesta modifica notablemente muchos puntos de vista y establece un punto de partida común para entendemos, para orientar la conciencia de los ciudadanos, para fijar el momento del derecho a la vida del prenacido y para legislar con un mínimo de inteligencia, consenso y obligatoriedad para todos ante el conflicto de situaciones concretas.
Y en un Estado democrático, ninguna instancia civil o religiosa puede atribuirse el poder legislativo, como si dimanase de sí misma al margen de la realidad personal de los ciudadanos. La ética debe determinarse en cada tiempo mediando la racional y responsable participación de los ciudadanos, pues la razón con todo el abanico de sus recursos investigativos es la que, por tratarse de la dignidad humana y de sus derechos, nos habilita para llegar a ellos, explorarlos, entenderlos, valorarlos y acordarlos democráticamente.
Por lo mismo, aunque en el tema del aborto intervengan instancias civiles y religiosas, en este caso desde instancias científico-éticas se recorre un camino común, compartible por todos. Sin negar validez a los credos religiosos, podemos de esta manera convivir acordando entre todos lo mejor y lo más ético para cualquiera de los problemas que se planteen a toda Comunidad civil.

4. El tema de la ordenación sacerdotal de la mujer
“Creo que aún no hemos hecho una teología profunda de la mujer en la Iglesia. En cuanto a la ordenación de las mujeres la Iglesia ha hablaCiertametntedo y dice no. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero con unaformulación definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero quiero decirles algo: la mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicar mejor. Creo que falta una explicación teológica sobre esto”. (En el encuentro con los periodistas en el avión).
¡Esa es muna puerta cerrada! Ciertamente lo es desde hace más de 20 siglos y lo sigue siendo. Pero, en el hoy del siglo XXI, es momento de preguntarse por qué está cerrada y si hay motivos para que siga cerrada.
Todos entendemos que haya podido ser así por razones de una situación histórico-cultural muy distinta a la nuestra. Situación que ha perdurado hasta hoy, pero no porque fuera una tradición “divino-apostólica” sino por ser una praxis introducida desde el principio por motivos hoy bien conocidos y explicables, pero que en modo alguno permitan elevar esta praxis a categoría divina y deducir que la no ordenación de la mujer “forma parte de la constitución divina de la Iglesia”. Las diferencias entre varón y mujer no son razón para someter la mujer al dominio del varón y excluirla de algunas tareas eclesiales.
La Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II (30 de mayo de 1994), no aporta nada nuevo, su enseñanza estaba incluida en documentos anteriores, sobre todo en la Declaración del Papa Pablo VI Inter insigniores de 1976. Ni cuestiona para nada las investigaciones históricas o bíblicas. Juan Pablo II tuvo, es cierto, la voluntad de zanjar definitivamente la cuestión entre los fieles de la Iglesia católica. Pero, de inmediato, muchos comentaristas católicos le replicaron que esta es una cuestión abierta, una doctrina ajena a la Escritura y una verdad no revelada. Por todo ello, no ha podido ser propuesta como una verdad de fe, ni definida como una verdad de magisterio infalible o ex – cathedra.
Los argumentos aducidos por la Carta son más que débiles: el hecho de que Jesús eligiera entonces únicamente a varones, no quiere decir que lo hiciera exclusivamente y para siempre. Esa exclusión a perpetuidad no va incluida en la acción de Jesús. Muchos teólogos y teólogas han probado que no existen objeciones dogmáticas para la admisión de la mujer a la ordenación sacerdotal. Y los obispos alemanes advirtieron al Papa de la “no oportunidad” de la publicación de esa Carta.
No es objeto de este mi artículo entrar a describir la enorme literatura teológica que siguió a la publicación de la Carta. Pero quiero destacar algunos aspectos fundamentales.
El sacerdocio más que un derecho personal es una vocación y un servicio a Dios y a la Iglesia. Y queda fuera de toda duda que excluir a la mujer por razón de su sexo del ministerio sacerdotal supone de hecho una grave discriminación dentro de la Iglesia. Cristo no excluyó a la mujer del sacerdocio. Dios no hace distinción de personas.
Como muy bien ha escrito el teólogo Domiciano Fernández: “En la Iglesia católica se ha decidido desde arriba, entre las Congregaciones romanas y el Papa. No se ha tenido suficientemente en cuenta las opiniones de las diferentes Conferencias Episcopales y de los sínodos de los obispos celebrados en Roma. Con los documentos pontificios por delante, se ha limitado la libertad de reflexión y de expresión de las Iglesias locales y de los teólogos” (Ministerios de la mujer en la Iglesia, Nueva Utopía, 2002, pg. 235).
Es precisamente este teólogo, que murió sin que le dejaran publicar su libro, a quien me atrevo a recomendar. En opinión de teólogos que lo han leído, es un libro espléndido para conocer a fondo esta cuestión, por su rigurosa documentación histórica y por su mesura e imparcialidad en valorar las razones de una y otra parte.
Cito como conclusión estas sus palabras: “Mi actitud fue desde el principio la de estudiar e investigar estas cuestiones sin prejuicios y sin tomar partido de antemano por ninguna opción concreta, sobre todo en el problema de la posible o no posible ordenación de la mujer. Sin prisas y sin intereses personales de de ninguna clase, comencé a estudiar la cuestión de la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia, valiéndome las monografías y amplios estudios que han hecho otros autores sobre estos temas y confrontando las fuentes siempre que me fue posible.
Pronto me convencí de que no existía una dificultad dogmática seria que impida la ordenación sacerdotal de la mujer. No existen argumentos serios sacados de la Sagrada Escritura, donde no se plantea esta cuestión. Los argumentos teológicos deducidos de que el sacerdote representa a Cristo varón y el de alianza nupcial entre Cristo y su Iglesia (de los que me ocupo en el capítulo VII) no me parecen convincentes. Los argumentos que con tanta frecuencia han dado los Santos Padres y los teólogos, fundados en la inferioridad, en la incapacidad y en la impureza de la mujer, son inadmisibles y nos debieran llenar de vergüenza y sonrojo a los crsitianos” (Idem, pp. 11 y 12).
“ Muchos años de estudio no han podido convencer ni a los teólogos ni a los biblistas de que sea expresa voluntad de Cristo excluir a las mujeres del ministerio ordenado. Los ministerios los ha creado la Iglesia según las necesidades de los tiempos y según la cultura de la época. Han cambiado y siguen cambiando.
Lo que los biblistas y teólogos rechazan y no ven oportuno ni conveniente es que se quiera zanjar de un modo definitivo la cuestión de principio, cuando no hay argumentos válidos que fundamenten esta decisión. Una decisión del Papa no puede convertir en palabra revelada lo que realmente no lo es. Es un anacronismo invocar el ejemplo de Cristo o de los apóstoles para deducir que se trata de una verdad que pertenece al “depositum fidei”. Y si no se trata de una verdad revelada el Papa no tiene autoridad para proclamarla como infalible o como verdad de fe. Me parece esencial que haya más diálogo, más libertad, más espíritu de comunión. Que Roma no se limite a proclamar verdades y dar órdenes. Es necesario es cuchar lo que otros dicen. Escuchar para reflexionar y aprender , y no sólo para enseñar. Es importante descubrir lo que Dios nos habla a través de los signos de los tiempos” (Idem, pp. 271-272).
5. El tema de los divorciados en la Iglesia
“La misericordia es más grande para el caso de los divorciados. El cambio de época, unido a otros problemas de la Iglesia, ha dejado muchos heridos. Si el Señor no se cansa de perdonar, nosotros no tenemos más elección que ésta.Y la Iglesia es madre , debe encontrar misericordia para todos. Los divorciados sí pueden hacer la comunión, esto hay que mirarlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Será uno de los temas a consultar con los ocho cardenales. Es además un tema antropológico y también lo es el problema judicial de la nulidad de los matrimonios. Todo esto habremos de revisar” (En el encuentro con los periodistas en el avión).
Viejo tema éste que debiera haber recibido ya solución, de haber atendido las enseñanzas de Jesús. El matrimonio, como realidad humana, existencial, puede presentar dificultades, crisis, incompatibilidades , hasta rupturas. Para estos casos, es donde Jesús habla de nos ser crueles e hipócritas ensalzando hasta el absoluto una ley con detrimernto de otras leyes. El propone el proyecto del matrimonio indisoluble, como un proyecto ideal, una meta a conseguir, la mejor. Pero, sin perder de vista la condición humana que, por su debilidad e incorregibilidad, puede en ocasiones hacer imposible el logro de ese ideal.
En tal caso, no se puede seguir afirmando que la indisolubilidad es una norma siempre iderogable. La situación de millare y millres de católicos, divorciados y recasados civilmente, es un grito contra ciertas normas que los condena a vivir fuera de la Iglesia. La connatural libertad y riesgo que acompaña a todo matrimonio hace que no se lo pueda considerar como absolutamente indisoluble y que, llegado el caso de un fracaso serio, se lo pueda enmendar iniciando un nuevo camino. Es un derecho obvio, aunque relativo y condicionado. Y, en este caso,la Iglesia no puede limitarse a dar una solución excepcional para seres excepcionales.
“Todo católico tiene el derecho y la necesidad de recibir la Sagrada Comunión. Todos tienen necesidad de participar activamente en la celebración eucarística, el acto central de la Iglesia católica y a la vez el signo de unidad con Cristo. Tienen derecho a ser recibido con los brazos abiertos y sinceras muestras de bienvenida, en el seno de la comunidad católica y a tomar parte activa plenamente en las tarea s de la comunidad” (S. Keller, ¿Divorcio y nuevo matrimonio entre católicos?, Sal Tarrae, Santander, 1976, 7-8).
En el año 1980, nueve teólogos españoles (José Alonso Díaz, José María Díez Alegría, Casiano Floristan, Benjamín Forcano, Jos I.González Faus, Gregorio Ruiz, Fernando Urbina, Rufino Velasco, Marciano Vidal) hiceron público un documento “Preguntas de unos teólogos a sus obispos”, con ocasión de su publicación “Instrucción “ civil sobre el divorcio. Dichos teólogos destavacaban que losmobispos:
-No haber tenido en cuenta el sentir real de su comunidad católica,
-Haber preocupado únicamente del divorcio como si se tratara de una ley meramente civil y política.
- Haber dado a entender que para los católicos no hay ninguna posibilidad de divorcio y ésta era doctrina que debía permancer inmutable.
Y decían los teólogos:
” Por supuesto que nosotros no ponemos en duda la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio tal como aparece en la revelación de Jesús. Está claro que el modelo de matrimonio que Jesús anuncia y exige, como conforme a la voluntad divina, es el matrimonio monogámico, indisoluble y que, fundado en un verdadero amor, tiende a hacerse realmente exclusivo, total e incondicional para t seoda la vida.
Pero esta doctrina de Jesús debe proponer como un ideal y una meta hacia la que debe aproximarse toda pareja, sin excluir riesgos, equivocaciones y fracasos y no como una ley absoluta, con la cual toda pareja, por el hecho mismo de casarse,se identifica automáticamente, sin posibilidad de conocer rupturas o incompatibilidades o, por lo menos, incompatibilidades que hagan inviable esa ley.
Como catolicos deseamos que, en el interior der la Iglesia, se robustezca el derecho a proponer públicamente lo que se piensa, cuando tal pensamiento es no sólo sincero sino objetivamenete fundado., serio, y contribuye a esclarecer la verdacera doctrina de Cristo y a replantear ciertos presupuestos y normas de la Iglesia. ¿Vds. Creen personalmente, cada uno, que la actual disciplina de la Iglesia sobre este punto es la propia del Evangelio, la que responde a la vida y enseñanza de Jesús? No les parece que la Iglesia debería enfrentarse ahí, radicalmente consigo misma”? Tenemos que mirar a lo que pasa en nuestra propia Iglesia, con la realidad de tantos matrimonios fracasados, acaso sin esperanza de recuperación, y por eso ya práctiacamrne divorciados, pero canónicamente condenados”.
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