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lunes, 24 de junio de 2013

Küng, el papa y Francisco de Asís Guillermo Sánchez

El teólogo Hans Küng se pregunta si el papa Francisco llevará a la Iglesia Católica Romana por la senda de Francisco de Asís.
Las posiciones teológicas del destacado teólogo católico Hans Küng son bastante conocidas, en especial por su relación con Joseph Ratzinger, desde la sintonía entre ambos en tiempos del Concilio Vaticano II hasta el distanciamiento, e incluso choque, en los tiempos en que el segundo fue prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe y después papa.
El 10 de mayo de 2013 El País publicaba un artículo de Küng titulado ¿Es el papa Francisco una paradoja?. Para el autor, «resulta sorprendente que el papa Francisco haya optado por un nuevo estilo desde el momento en el que asumió el cargo» (añado negritas al citar el artículo). Si comprendiera mejor la forma en que el papado se adapta a los tiempos, no le habría sorprendido; es más, algunos esperábamos que saliera elegido alguien todavía más “renovador”. También le sorprende «que el nuevo Papa haga hincapié en su humanidad»; un reconocimiento de que los papas anteriores se han situado en una posición más allá de la humanidad, una posición incluso equivalente a la de la divinidad (ver Blasfemias). Y lo cierto es que muchos “gestos de humildad” de Francisco tienen poco de tales…
Francisco de Asís frente a Pedro Valdo
Küng encomia a Jorge Mario Bergoglio por el hecho de haber elegido como nombre oficial el de Francisco, vinculándose así con Francisco de Asís, «el universalmente conocido disidente del siglo XIII», quien fue «lo contrario de lo que representaba en su época el papa Inocencio III (1198-1216)». Expresarse así implica no comprender la figura de Francisco de Asís en su tiempo. El propio Küng señala que «fue precisamente Inocencio III el que, a pesar de toda su política centrada en exterminar a los obstinados “herejes” (los cátaros), trató de integrar en la Iglesia a los movimientos evangélico-apostólicos de pobreza».
Para ello el movimiento de Francisco le vino muy bien, pues proponía una reforma parcial, pero de ningún modo cuestionaba el poder y la naturaleza del papado, sino sólo algunos de los aspectos más escandalosos de la Iglesia Católica Romana (ICR), en especial las riquezas. Como explica Leonardo de Chirico en su clarificador artículo Tres tareas del papa Francisco, «Francisco de Asís no quería reformar toda la Iglesia, sino que deseaba obtener el derecho, por parte de la iglesia oficial, de vivir en la pobreza con su círculo de amigos.
Anhelaba un lugar apropiado para proseguir con sus ideales evangélicos, dejando intacto el aparato de la iglesia imperial. La Iglesia de su tiempo le dio de buena gana lo que quería porque no se sentía amenazada por él». Por tanto, de ningún modo fue un disidente; e Inocencio, que fortaleció la institución y la figura papales a límites hasta entonces inconcebibles, «decidió finalmente aprobar la norma de Francisco de Asís» (Küng).
La clave para entender al monje de Asís la proporciona el propio teólogo suizo: «Ya en los años setenta y ochenta del siglo XII surgieron poderosos movimientos inconformistas de penitencia y pobreza (los cátaros o los valdenses). Pero los papas y obispos cargaron libremente contra estas amenazadoras corrientes prohibiendo la predicación laica y condenando a los “herejes” mediante la Inquisición e incluso con cruzadas contra ellos». A Francisco no hay que contraponerlo con Inocencio III, sino con esos movimientos “heréticos”, y en concreto con Pedro Valdo.
No entraremos a analizar el fenómeno cátaro, en el que había elementos claramente bíblicos con otros que seguramente no lo eran tanto; pero no cabe duda de que los valdenses representaban en aquel momento el llamado más nítido en toda la cristiandad a una reforma acorde con el mensaje de Jesús. Ello implicaba el rechazo a la institución papal y al sistema doctrinal romano, plagado de tradiciones antibíblicas. Por ello Valdo fue excomulgado, mientras que Francisco era bendecido por el papa.
Küng mismo parece contradecirse cuando expone que Francisco, que «pretendía desprenderse de todo a través de la pobreza, fue buscando cada vez más el amparo de la “santa madre Iglesia”. Él no quería vivir enfrentado a la jerarquía, sino de conformidad con Jesús obedeciendo al papa y a la curia». ¿Tan “contrarios” eran Inocencio y el de Asís? No, ni mucho menos. En realidad, eran dos caras de la misma moneda, lo mismo que Küng y Ratzinger lo son hoy. Ni Francisco suponía ningún peligro real para el papado, ni teólogos como Küng lo suponen hoy. Aparte de que el Francisco histórico no responde a la imagen beatífica que muchos tienen hoy de él, y que algunos católicos tradicionalistas como Messori se esfuerzan por combatir (el propio Küng reconoce que «tampoco se debe idealizar la figura de Francisco de Asís, que también tenía sus prejuicios, sus exaltaciones y sus flaquezas»).
Tampoco hay que olvidar que el monacato, aunque comparado con la pompa y el lujo papales resulte infinitamente más ético y tenga un tono más evangélico, de ningún modo responde al proyecto de Jesús de Nazaret, quien jamás vivió su ministerio aislado del mundo, sino conviviendo con las personas. La “vida consagrada” que propuso a sus seguidores no fue la de una comunidad de personas célibes del mismo sexo separados de la sociedad, sino la de cristianos viviendo en el mundo y para el mundo, como sal de la tierra. En este sentido, la propuesta de Francisco y de las demás órdenes fue una desviación del cristianismo, y no la máxima expresión del mismo.
Sigue el artículo: «Por eso no resulta sorprendente que la comunidad franciscana se fuera integrando cada vez más dentro del sistema romano. Los últimos años de Francisco quedaron ensombrecidos por la tensión entre el ideal original de imitar a Jesucristo y la acomodación de su comunidad al tipo de vida monacal seguido hasta la fecha». Si realmente hubiera sido un reformador, habría llegado hasta las últimas consecuencias y habría sido catalogado de hereje por denunciar la propia institución papal, como le ocurrió a Valdo. Pero Francisco prefirió la iglesia de Roma, y lo mismo hicieron sus seguidores. Küng también.
«En honor a Francisco, cabe mencionar que falleció el 3 de octubre de 1226 tan pobre como vivió, con tan solo 44 años». La pobreza voluntaria implica valor, pero mucho menos que la denuncia profética. «Menos de dos décadas después de la muerte de Francisco, el movimiento franciscano que tan rápidamente se había extendido pareció quedar prácticamente domesticado por la Iglesia católica, de forma que empezó a servir a la política papal como una orden más e incluso se dejó involucrar en la Inquisición». Todo eso estaba en los genes del movimiento desde que éste nació.
Por eso resulta pasmoso que Küng, quien sin duda conoce la historia, saque la siguiente conclusión: «Francisco de Asís representaba y representa de facto la alternativa al sistema romano. ¿Qué habría pasado si Inocencio y los suyos hubieran vuelto a ser fieles al Evangelio? Entendidas desde un punto de vista espiritual, si bien no literal, sus exigencias evangélicas implicaban e implican un cuestionamiento enorme del sistema romano, esa estructura de poder centralizada, juridificada, politizada y clericalizada que se había apoderado de Cristo en Roma desde el siglo XI». O quizá no resulte tan pasmoso; a fin de cuentas la “reforma” que quiere Küng para su iglesia consiste en despojarla de los elementos externos más escandalosos, pero a la vez manteniendo la figura papal y los dogmas esenciales.
Por eso dice: «Puede que Inocencio III haya sido el único papa que, a causa de las extraordinarias cualidades y poderes que tenía la Iglesia, podría haber determinado otro camino totalmente distinto; eso habría podido ahorrarle el cisma y el exilio al papado de los siglos XIV y XV y la Reforma protestante a la Iglesia del siglo XVI. No cabe duda de que, ya en el siglo XII, eso habría tenido como consecuencia un cambio de paradigma dentro de la Iglesia católica que no habría escindido la Iglesia, sino que más bien la habría renovado y, al mismo tiempo, habría reconciliado a las Iglesias occidental y oriental». Es decir, habría habido renovación, pero no auténtica reforma, pues se habría mantenido la autoridad centralizada en el papa.
Küng admira a Lutero, pero parece claro que, de haber vivido en el siglo XVI, se habría posicionado con Erasmo, y por tanto junto al papa y contra la Reforma genuina. Cuando la Reforma protestante puso encima de la mesa el evangelio, Roma respondió con la contrarreforma de Trento. Mientras exista el papado, la exigencia de una Reforma hasta la raíz no es algo que el cristianismo se pueda “ahorrar”, pues papado y evangelio son incompatibles (ver ¿Quién es el Santo Padre?).

¿Cambio de paradigma?
A continuación el teólogo se pregunta: «¿Qué significa hoy día para un papa que haya aceptado valientemente el nombre de Francisco?». Y encuentra algunos puntos clave, como la pobreza: «En el espíritu de Inocencio III, la Iglesia es una Iglesia de la riqueza, del advenedizo y de la pompa, de la avidez extrema y de los escándalos financieros. En cambio, en el espíritu de Francisco, la Iglesia es una Iglesia de la política financiera transparente y de la vida sencilla, una Iglesia que se preocupa principalmente por los pobres, los débiles y los desfavorecidos, que no acumula riquezas ni capital, sino que lucha activamente contra la pobreza y ofrece condiciones laborales ejemplares para sus trabajadores». Si realmente cree que Francisco va a modificar de forma sustancial las bases de todo esto, es que no entiende nada. Pero la esperanza que generan estas expectativas es más que suficiente como para que los “críticos” se mantengan vinculados a la institución papista.
Francisco también significaría la simplicitas, la sencillez: «En el espíritu de Inocencio, la Iglesia es una Iglesia de la inmutabilidad dogmática, de la censura moral y del régimen jurídico, una Iglesia del miedo, del derecho canónico que todo lo regula y de la escolástica que todo lo sabe. En cambio, en el espíritu de Francisco, la Iglesia es una Iglesia del mensaje alegre y del regocijo, de una teología basada en el mero Evangelio, que escucha a las personas en lugar de adoctrinarlas desde arriba, que no solo enseña, sino que también está constantemente aprendiendo».
Para cualquier observador del papado, es obvio que ni Francisco ni ninguno de sus sucesores va a desmontar el derecho canónico ni renunciar a ninguno de los dogmas anticristianos (transubstanciación, inmaculada concepción de María, infalibilidad papal…). El papa sabe que las personas y corrientes renovadoras como la que representa Küng seguirán manteniéndose vinculadas a la ICR, por mucho que protesten. Si permanecieron con Wojtyla y con Ratzinger, ¿se van a rebelar con Francisco? Desde luego este no provocará un cisma de los conservadores, que no están dispuestos a que ni el mismo papa les prive de las convicciones teológicas y de la estructura eclesial que el propio papado ha dedicado siglos a construir.
El colmo de la ceguera de Küng se revela cuando afirma: «Se pueden formular asimismo hoy día, en vista de las preocupaciones y las apreciaciones de Francisco de Asís, las opciones generales de una Iglesia católica cuya fachada brilla a base de magnificentes manifestaciones romanas, pero cuya estructura interna en el día a día de las comunidades en muchos países se revela podrida y quebradiza, por lo que muchas personas se han despedido de ella tanto interna como externamente». La realidad es la contraria: el papado goza de la mejor salud y de las perspectivas más prometedoras (desde el punto de vista terrenal) de los últimos siglos. Es cierto que algunos abandonan la institución romana, pero sus éxitos ecuménicos, políticos, diplomáticos, mediáticos superan con creces ese reto.
Y esto, paradójicamente, no es a pesar de los críticos como Küng, sino también gracias a ellos. La existencia de aperturistas que, pese a todas las discrepancias, se mantienen en la ICR, exigiendo renovación pero no una auténtica reforma (es decir, la autodisolución del papado), fortalece a esta iglesia (véase el caso clamoroso de Leonardo Boff).
Continúa nuestro autor: «Ningún ser racional esperará que una única persona lleve a cabo todas las reformas de la noche a la mañana. Aun así, en cinco años sería posible un cambio de paradigma: eso lo demostró en el siglo XI el papa León IX de Lorena (1049-1054), que allanó el terreno para la reforma de Gregorio VII». Pero es que la llamada “reforma gregoriana” fue en realidad una contrarreforma que elevó al papado a una posición blasfema y anticristiana, abriendo el camino a los desarrollos posteriores de Inocencio III. El paradigma cambió, pero hacia la jerarquización, un proceso complejo pero más sencillo de concebir que el cambio que Küng propone, que significaría cierta implosión del sistema papal actual, es decir, de la estructura de poder religioso más colosal de la historia.
Hay algo que preocupa al teólogo: «¿No se topará una reforma de la Iglesia con una resistencia considerable? No cabe duda de que, de este modo, se provocarían unas potentes fuerzas de reacción, sobre todo en la fábrica de poder de la curia romana, a las que habría que plantar cara. Es poco probable que los soberanos vaticanos permitan de buen grado que se les arrebate el poder que han ido acumulando desde la Edad Media». Cierto. Pero no se olvide que entre los soberanos vaticanos se encuentra el propio papa; si Bergoglio ha llegado hasta la cúspide, no se puede esperar que se trate de un auténtico reformador, algo que Küng no comprende cuando condescendientemente reflexiona: «No se puede excluir que el papa Francisco termine quedando atrapado en el sistema romano que debería reformar».
Muchos católicos aperturistas olvidan además a los millones de fieles conservadores y ultraconservadores, cada vez más pujantes y activos, en gran medida gracias a los dos papas anteriores (pero también debido a la dinámica sociohistórica, de creciente neoconservadurismo). Ningún papa va a provocar un cisma hacia la derecha, tipo Lefevbre; como mucho llegará a retoques similares a los del Concilio Vaticano II, cuyos documentos reales marcaron el límite de aggiornamento (es decir, lavado de cara) al que el papado puede llegar (y además es evidente que Francisco ha demostrado ya muchas veces ser muy conservador en lo doctrinal –incluyendo su concepción de la iglesia–, aunque su lenguaje sea más fresco y hasta un poco progre). Claro que Küng cree, erróneamente, que ese concilio supuso un cambio de paradigma, cuando se trató de una “reforma en la continuidad”.
Se pregunta Küng: «¿Se podrán reconciliar alguna vez la figura del papa y Francisco, que son claros antónimos? Solo será posible con un papa que apueste por las reformas en el sentido evangélico». Pero es que los antónimos no son el papa y Francisco, sino el papado y la reforma evangélica, como demuestra la historia; las únicas “reformas” que han prosperado en la ICR han sido las que han robustecido la institución romana.
Perspectivas de futuro
Concluye el autor: «No hay que caer en la resignación, sino que, a falta de impulsos reformistas “desde arriba”, desde la jerarquía, se han de acometer con decisión reformas “desde abajo”, desde el pueblo. Si el papa Francisco adopta el enfoque de las reformas, contará con el amplio apoyo del pueblo más allá de la Iglesia católica. Pero si al final optase por continuar como hasta ahora y no solucionar la necesidad de reformas, el grito de “¡indignaos! indignez-vous!” resonará cada vez más incluso dentro de la Iglesia católica y provocará reformas desde abajo que se materializarán incluso sin la aprobación de la jerarquía y, en muchas ocasiones, a pesar de sus intentos de dar al traste con ellas».
Küng olvida que la gran mayoría de los católicos son conservadores. Por ello y por mil motivos más, un movimiento de indignados en la ICR puede tener como mucho el mismo éxito que hasta ahora han tenido los “cristianos de base” de esa iglesia (desde que surgió el movimiento, las corrientes conservadoras no han dejado de crecer y de sobrepasarlos con creces). O el mismo éxito que, a escala sociopolítica, tiene el movimiento de los indignados; ya vemos cuál es ese “éxito” (lo dice un colaborador –crítico– del movimiento). Los indignados no podemos salirnos del sistema porque formamos parte de la sociedad y sus estructuras. Pero Küng y los demás críticos sí podrían salirse de la ICR. Incluso existe la posibilidad de organizarse en una nueva corriente, pues la promesa de Jesús no está ligada a ninguna institución, sino a aquellos que se reúnen en su nombre (Mateo 18: 20). Pero ya dejó claro en su día que no contempla esas opciones (ver Hans Küng no se entera).
«En el peor de los casos», concluye Küng, «la Iglesia católica vivirá una nueva era glacial en lugar de una primavera y correrá el riesgo de quedarse reducida a una secta grande de poca monta». No comprende los tiempos actuales. Todos los papas, incluido Juan XXIII, han trabajado para hacer de la Iglesia Católica Romana la superpotencia que ahora es, y que seguirá siendo, hasta que Dios ponga fin a toda institución humana al final de los tiempos.
www.laexcepcion.com (14 de junio de 2013)
Para escribir al autor: guillermosanchez@laexcepcion.com
© LaExcepción.com

Justicia para los pueblos indígenas, justicia para América latina. Destitución de jueces injustos

Enviado a la página web de Redes Cristianas
Nuevo mensaje de Adolfo con la CONAIE de Ecuador.
Buenos Aires 13 de Junio de 2013
Al Pueblo Argentino
Ante la decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, de auspiciar la impunidad de la petrolera Chevron.
Las Nacionalidades Indígenas del Ecuador, agrupadas en la CONAIE, con el apoyo de Adolfo Pérez Esquivel, manifiestan su profundo desconcierto ante la resolución de la Corte Suprema de Justicia Argentina, de levantar el embargo, legítimamente dispuesto por el Juez Adrian Elcuj Miranda del Fuero Civil de Buenos Aires y ratificada por la Sala de Apelaciones.
La acción de la Corte , permite la impunidad a una de las petroleras más cuestionadas por las violaciones a los derechos humanos, colectivos y ambientales en el mundo, pero que tiene su rostro más perverso en Ecuador, donde durante 30 años de operación, devastó intencionalmente más de 480 mil hectáreas de selva del Amazonas, provocó muerte, destrucción y desplazamiento de miles de indígenas y colonos que habitan en esa región, a más de la desaparición de flora y fauna. Estos efectos siguen ocurriendo y son evidentes a simple vista.
Llama la atención que un Juez, que ha sido conocido en Argentina y otros países, como defensor del ambiente y que incluso preside un consejo de jueces para proteger el ambiente, como técnico de las Naciones Unidas, sea el artífice de una resolución, que basada en aspectos técnicos resueltos tanto en la Corte ecuatoriana, como en las sentencia emitida por la Corte de Apelación argentina, allane el camino para que Chevron Corporation no cumpla con su responsabilidad y el sensible territorio amazónico, que debe merecer extremo cuidado del mundo entero, quede sin remediar
Nos preguntamos, parafraseando el twitter que aparece en la cuenta del señor Presidente de la Corte, a propósito del día mundial del ambiente: ¿no será que en este caso se decidió hoy sin considerar el mañana?.¿La presión de Chevron ejercida sobre el gobierno de Neuquén, la Procuraduría de la Nación y el Estado Argentino, sucumbieron a los chantajes de la petrolera?
El fallo emitido, es una bofetada a 30 mil luchadores, indígenas de las nacionalidades Kichwa, A´I Cofan, Siekopay, Secoya, Waorani y colonos, que en un juicio de 20 años, que acumuló 230 mil páginas de información, en la que se incluyen más de 40 testimonios de personas afectadas; 106 informes periciales, 60 de los cuales fueron pagados por Chevron;, más de 80 mil resultados químicos de muestras de suelo, aguas y sedimentos; además de los informes de inspección y verificación por parte del juez de la causa, de 54 sitios operados por la petrolera, que verificaron lo que públicamente declararon funcionarios de la empresa, que se arrojaron alrededor de 16 mil millones de galones de agua tóxica a los esteros y ríos dela zona y se vertieron intencionalmente 650 mil barriles de crudo y construyeron 880 fosas sin recubrimiento que fueron depósitos de crudo y sus desechos. También es una bofetada a jueces probos y honestos, que supieron mantenerse firmes e imparciales para administrar justicia, pese a las fuertes presiones de las que fueron objetos.
Lo anotado anteriormente es tan contradictorio, como el hecho de que la transnacional norteamericana haya logrado aliados tan fuertes, incluso en actores que han salido a la luz pública como defensores de derechos, para convertirse en favorecedores de una multinacional, que escudada en sus subsidiarias, pretende burlar al mundo entero.
Nos preguntamos ahora, ¿qué va a pasar cuando en Argentina, un grupo organizado de aquellos considerados en situación de vulnerabilidad, para lograr justicia y dignidad, se vean obligados a demandar a una transnacional?, ¿qué garantías tienen nuestros pueblos de que se reconozcan nuestros derechos y de los territorios en los que habitamos?
La Corte Suprema Argentina ha sentado jurisprudencia en contra del propio pueblo argentino, pero también del latinoamericano, que ha resistido permanentemente y ha actuado por justicia y dignidad, para preservar su identidad, su honor, sus recursos y su vida.
Como organizaciones defensoras de los derechos de los pueblos y representantes de las nacionalidades del Ecuador, nos sentimos profundamente defraudados por este dictamen, que pudo haber contribuido para que nuestras naciones demuestren soberanía y dignidad ante las multinacionales, que a lo largo de los años han generado legislación y mecanismos como el de las subsidiarias para atentar contra todos nosotros.
La conclusión a la que llegamos es que nuestros países todavía son dominados y los derechos de nuestras poblaciones están supeditados a los intereses de los poderes económicos de los países desarrollados.
Sin embargo para los pueblos que hemos vivido de la resistencia y la lucha es solo un tropiezo, que no nos vencerá en nuestro deseo de apoyar iniciativas como la de la Unión de Afectados y Afectadas. El juicio terminó con la victoria para los pobladores amazónicos y continúan las acciones de cobro, cada vez con más aliados.
Sr. Adolfo Pérez Esquivel
PREMIO NOBEL DE LA PAZ
Sr. Humberto Cholango
PRESIDENTE DE LA CONAIE.
Piedras 730 (1070) Buenos Aires – Argentina Tel/Fax ( 54-11) 4361-5745 e-mail: serpaj@serpaj.org.ar
Miembro del SERPAJ América Latina, con Status Consultivo ante las Naciones Unidas (ECOSOC) y UNESCO
www.serpaj.org.ar

Un desahucio eclesial Antonio Jesús Mora Caballero

Una pastoral juvenil de Sevilla denuncia que el párroco les impide reunirse en el templo
Según el Arzobispado, la labor del grupo no se ajusta al magisterio de la Iglesia
Sentados en la acera, se dividen en grupos de cinco o seis jóvenes. En uno de ellos, debaten sobre el papel de la mujer dentro de la Iglesia. En el de más allá, recuerdan la figura de monseñor Romero y su predicación en defensa de los derechos humanos. Están sentados a las puertas de la iglesia del Espíritu Santo de Mairena del Aljarafe (Sevilla). Al otro lado de la reja. Hasta hace unos meses, eran la pastoral juvenil de esta parroquia. Ahora, tienen prohibido reunirse en el templo. Viven, lo que estos jóvenes han calificado, un “desahucio eclesial”.
Según los monitores del grupo, los problemas comienzan con la llegada a la iglesia, en septiembre del año pasado, del nuevo párroco, Antonio Guevara. “Durante 20 años, la pastoral ha funcionado sin problemas. El cura anterior no se inmiscuía en nuestra labor, sabía que trabajábamos siguiendo la palabra de Jesús. Con eso le bastaba”, explica David Pineda, monitor desde hace ocho años. A su llegada, cuentan los jóvenes, el párroco les anunció que si querían seguir realizando esta labor la tenían que hacer bajo su supervisión. “Se autoproclamó coordinador”, señala la monitora Lourdes Regalado. Como argumento, varios miembros de la comunidad religiosa se habían quejado al Arzobispado de Sevilla de la labor que desarrolla el grupo porque, según la institución, “no se ajusta al magisterio de la Iglesia”. “El sacerdote debe velar porque se cumplan estos principios”, defiende el Arzobispado. He ahí la polémica.
Ante esta acusación, Jairo González puntualiza que el programa de catequesis de confirmación de la pastoral no solo incluye el marcado por la diócesis sino que va más allá, que “está abierto a más contenidos, siempre en base a los jóvenes”. Además, los monitores afirman que, en ningún momento, “adoctrinan” a los chicos. Punto que explica su compañero Gonzalo Queipo de Llano: “Nunca le damos conclusiones, simplemente hablamos sobre el tema, intentamos alumbrarles para que ellos tomen sus propias decisiones, formen su manera de pensar”.
Queremos hacer entender que existe otra forma de hacer Iglesia
Beatriz Roca, monitora
Pero el problema no son los contenidos, sino los continentes. Tomando como bandera las palabras de Jesús: “Amaos los unos a los otros, como yo os he amado”, los jóvenes defienden en materia de sexualidad lo inaceptable por la Iglesia. Así, apoyan el uso del preservativo —“principalmente por salud”— y no condenan la homosexualidad. “No entendemos por qué la Iglesia estigmatiza de esta manera el sexo. Pertenece al ser humano, el que Dios creó. Lo importante es el amor, independientemente de si es femenino o masculino”, explica Pineda. “No se puede continuar de espaldas al siglo XXI”, añade. “En todo lo que este relacionado con el sexo, el origen de la vida,… la Iglesia se muestra muy firme e impide cualquier mensaje que vaya en contra de sus creencias”, apunta el teólogo Juan José Tamayo, quien califica lo sucedido en la parroquia sevillana de “abuso intolerable”.
Más allá del espinoso tema de la sexualidad, las discrepancias también se centran en la figura del sacerdote. La pastoral critica el empobrecimiento de las eucaristías por el “implacable” protagonismo de los párrocos. A esto le suma que el laicado ha ido perdiendo el papel activo que defendía el Concilio Vaticano II. La unión de ambos factores “refuerza el carácter jerarquizado” de la institución religiosa. “La palabra democracia no casa con la Iglesia”, explica David Pineda.
En este sentido, el colectivo defiende que la comunidad religiosa adquiera mayor protagonismo en la vida de la Iglesia. Esta opinión es compartida por algunos de los padres de estos jóvenes. Es el caso de Lorenzo Clavel, quien cree que este desahucio responde a una maniobra para remarcar esa jerarquía. “Se debe apostar por dar un mayor protagonismo a los creyentes. Respetar la moral individual y no querer imponerla”, afirma Clavel, quien se confiesa creyente pero con, cada vez, “menos motivos para ser practicante”.
Católicos frente a la crisis
A. J. M.
“La Iglesia usa a Cáritas para lavar su imagen. Su implicación en los conflictos sociales ha sido poca o ninguna”. Así de tajante se muestra David Pineda, uno de los monitores de la pastoral juvenil del Espíritu Santo de Mairena del Aljarafe (Sevilla). El grupo se concentró a principios de junio frente al Arzobispado para denunciar, entre otros puntos, el papel pasivo que está jugando la institución religiosa en esta crisis. “Ha sido incapaz de dar respuestas sólidas a problemáticas como los desahucios, el desempleo o los recortes en sanidad o educación”, precisa Pineda. “La Iglesia debe acercarse más a los ciudadanos y a sus problemas. Debe renunciar a sus palacios, ya se llamen Vaticano o Arzobispado, y centrarse en los más necesitados”, añade. Esta crítica se incluye en un manifiesto elaborado por la pastoral, con motivo de la concentración, en el que condensa en once puntos sus discrepancias con la institución religiosa. Además de apoyar una educación sexual desde “la responsabilidad, el respeto y el amor al prójimo”, el grupo defiende que se considere familia “a dos personas con un proyecto de vida en común”; que la Iglesia no limite la libertad de expresión de teólogos, sacerdotes y catequistas; y que la institución abandone su estructura jerarquizada y se abra al diálogo con la sociedad.
Y las diferencias en cuanto a la figura del párroco no quedan ahí. La pastoral defiende, entre otros puntos, que el celibato no sea obligatorio. “Los sacerdotes que se quieran dedicar al 100% a la Iglesia, fantástico. Pero hay personas que no se ofician cura por este motivo [celibato]. Esta imposición empobrece la Iglesia”, afirma Pineda. Asimismo, el grupo muestra su desacuerdo en que las mujeres no tengan responsabilidades eclesiales.
Las creencias de este grupo juvenil están recogidas en un manifiesto que la pastoral elaboró con motivo de la concentración, celebrada a primeros de junio, frente al Arzobispado de Sevilla. El objetivo de la protesta, además de denunciar su caso, era mostrar su rechazo a estas posturas. “Queremos hacer entender que existe otra forma de hacer Iglesia”, apunta Beatriz Roca. “Nuestra Iglesia es la de Jesús de Nazaret. El problema es que cierta parte de la jerarquía eclesiástica ha ensuciado ese nombre”, añade la monitora. Según el teólogo, esta lucha por una “nueva Iglesia” no es extrema ni excepcional. “Es un fenómeno muy generalizado. El principal escollo es que la Iglesia considera el cambio contrario a los principios cristianos”, explica.
Desde que comenzara el enfrentamiento, los responsables del colectivo aseguran que la pastoral ha ido menguando en número de participantes. “Algunos chicos y monitores han dejado el grupo obligados por sus padres, otros para evitar problemas con el nuevo cura”, apuntan. En cifras, señalan que la pastoral ha pasado de contar con 80 miembros a tener unos 45. Aida Gómez (18 años) y Patricia García (20) han resistido. Estas jóvenes se confirmaban este año. Sí, en pasado. El nuevo sacerdote le informó a la pastoral que no confirmaría a los chicos que continuarán en ella. “Para mí ha sido una señal del destino. Tenía dudas, pero esto me ha demostrado que esta no es la Iglesia en la que me quiero confirmar”, explica Gómez, quien reconoce que sus padres, a pesar de no compartir algunos de los puntos defendidos por la pastoral, respetan su decisión y apoyan la lucha.
Según el grupo, tras este conflicto se esconde el obispo Juan José Asenjo. Asegura que la institución trabaja en la sustitución de sacerdotes plurales por curas más tradicionales. Además, critica que el Arzobispado ha castigado al anterior sacerdote enviándole a una parroquia que está “casi en ruinas”. “Ningún cura se eterniza en la misma iglesia. El cambio [en referencia al realizado en la iglesia sevillana] responde a la dinámica normal de la institución”, apunta.
Tras la concentración del 8 de junio, los monitores reconocen que la situación en la parroquia se ha vuelto “más tensa”. Aseguran que el nuevo cura ha roto con ellos cualquier vía de diálogo. En este sentido, el nuevo párroco se ha limitado a contestar que se trata de un momento “triste y complicado”. “En estos días terminamos las reuniones con los chavales. Ahora hay que esperar hasta septiembre para ver cómo evoluciona todo. Por el momento, estamos buscando un local”, concluye Pineda.

Rouco Varela emula a Aznar: critica los incumplimientos de Rajoy y le pone ‘deberes’ José María Garrido

Ningún dirigente del Partido Popular acude a la conferencia del jefe de los obispos
La fragilidad de las relaciones entre el Gobierno de Mariano Rajoy y la jerarquía de la Iglesia española se ha vuelto a poner de manifiesto en el desayuno informativo que el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, ha ofrecido este viernes en el Hotel Ritz de Madrid. Prueba de ello es que el exalcalde de la capital, José María Álvarez del Manzano, y la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, han sido de los pocos dirigentes del Partido Popular que han acudido a una conferencia en la que jefe de los obispos ha vuelto a exponer su descontento con el Ejecutivo español.
Visión apocalíptica
Organizada por Nueva Economía Fórum, la intervención de Antonio María Rouco Varela ha estado precedida por un breve discurso de José Manuel Otero Novas, presidente del Instituto de Estudios de la Democracia de CEU y exministro de Presidencia y Educación con la UCD de Adolfo Suárez. Fiel a su espíritu ultraconservador, Otero ha realizado un diagnóstico casi apocalíptico de la sociedad actual, en la que a su entender se “banaliza el matrimonio y la familia”, “se destinan a otros fines edificios que antes eran seminarios”, el “botellón” está por todas partes y los “medios de comunicación reclaman que Antonio María Rouco Varela guarde silencio”. Una supuesta pretensión de los periodistas que a tenor de sus declaraciones, el arzobispo de Madrid no está dispuesto a aceptar.
El pecado
De hecho, bajo la excusa de realizar un recorrido histórico de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, Rouco Varela no ha tenido reparos en expresar su opinión sobre los “males” que acechan al país. Así, y haciendo suya una frase pronunciada por el Papa Pío XII (el mismo que firmó en 1933 un concordado con el régimen nazi y otro con Francisco Franco en 1953), el jefe de los obispos ha resumido todo lo que ocurre en España en “la pérdida de la conciencia del pecado”.
El aborto
Entre las situaciones más injustas, el arzobispo de Madrid ha destacado la creencia cada vez más generalizada de que “la hija de un chimpancé sano vale más que la de un hijo discapacitado”. Precisamente, es en el tema del aborto donde Rouco Varela se ha mostrado más disgustado con el Gobierno de Mariano Rajoy. Emulando a José María Aznar, el jefe de los obispos ha puesto sobre la mesa la incapacidad del Ejecutivo del Partido Popular para -en contra de lo manifestado en su programa electoral-, acabar con una ley que pone en peligro “la vida de muchos inocentes”.
No se reúne con Rajoy
Preguntado sobre la relación que mantiene con Mariano Rajoy, el presidente de la Conferencia Episcopal también ha hecho uso del libro de estilo de José María Aznar al admitir que todavía no se ha reunido en privado con el presidente del Gobierno. Por ello, salvo “momentos muy excepcionales” en los que ha podido conversar telefónicamente con Rajoy, las relaciones entre la Iglesia y el Estado “se mueven en el campo de los contactos con los ministerios”.

Más reproches

Por último, Rouco Varela ha reprochado la actitud del Gobierno ante el “derecho a la familia” y a la “libertad de educación”. En este sentido, el arzobispo se ha mostrado especialmente crítico con el “referéndum” que supone para los padres la inscripción “año tras año” de sus hijos en la asignatura de Religión. Una “exigencia” que a su entender “dificulta” el ejercicio de este derecho.

Inspección a Hacienda


Iñaki Gabilondo

Gabilondo califica de inverosímil la explicación de Hacienda sobre el enredo de las fincas atribuidas a la Infanta
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Mensajes cotidianos consoladores Leonardo Boff, Teólogo y filósofo

Por más que estudiemos e investiguemos, tratando de descifrar los misterios de la vida y de discernir los designios del Creador, de hecho somos guiados por unos pocos mensajes que solemos poner debajo del cristal de nuestra mesa o frente a nuestros escritorios. Son mensajes que leemos y releemos una y otra vez y tienen una fuerza secreta para sacarnos de la opacidad natural de la vida. Otras veces, son fotografías de nuestros seres queridos, de los padres, de hijos e hijas que amamos, y nos aligeran el trabajo a menudo cansado e incluso pesado.
Hace apenas unos días vi en la mesa del director de un banco, una frase tomada de la Imitación de Cristo, libro que ilumina a muchas personas desde hace más de 800 años: “¡Oh luz eterna, superior a toda luz creada, lanza desde lo alto un rayo que penetre en lo más profundo de mi corazón. Purifica, alegra, vivifica e ilumina mi espíritu con todas sus potencias para que se una a Vos en transportes de pura alegría”. Me dijo que durante el día reza a menudo esta oración, entre negociaciones, cálculos de tasas y porcentajes de interés de préstamos.
Yo, por mi parte, he colgado enfrente de mi escritorio, donde paso muchas horas trabajando y escribiendo, varias tarjetas con mensajes que nunca dejan de inspirarme y consolarme.
En primer lugar, una imagen tomada de la famosa Santa Faz de Jesús, pero retocada con rasgos fuertes. El rostro está desfigurado, la sangre goteando por su frente y el pelo desgreñado por la tortura. Los ojos son profundos, llenos de ternura y tienen tal fuerza que obligan a desviar la mirada. Parece que penetra el alma y nos hace sentir todo el sufrimiento de la humanidad sufriente en la cual Él está encarnado y sufre con nosotros, como decía Pascal, hasta el fin del mundo.
A su lado, una foto de una querida hermana, que sostiene en sus brazos, en un gesto de Magna Mater, a su pequeño hijito, hermana arrancada de la vida a los treinta y tres años por un ataque cardíaco fulminante. Hay ahí tanta ternura y serenidad que cuesta contener las lágrimas. ¿Por qué se quiebra una flor antes de acabar de florecer? ¿Por qué? La respuesta no viene de ninguna parte. Sólo una fe que cree más allá de todo lo razonable soporta el tormento de esta pregunta.
Justo encima, pegado al brazo de la lámpara, un mensaje en alemán que encontré cuando todavía estudiaba en el extranjero y que me ha inspirado durante toda esta fatigosa existencia: «Voy a pasar una vez por esta vida. Si puedo mostrar alguna amabilidad o proporcionar algo bueno a quien está a mi lado, quiero hacerlo ahora, no quiero dejarlo para más tarde o descuidarlo, porque no volveré a pasar por este camino otra vez ». Aquí se dice una verdad simple, sencilla y sabia.
Viajo mucho por muchos medios y por muchos caminos. Uno nunca está libre de peligros. Cuántos son los que se van y nunca llegan. Y entonces leo una tarjeta frente a mí con una frase tomada del Salmo 91,11: “Dios ha mandado a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos”. ¿No es consolador poder leer este mensaje como si hubiera sido escrito directamente para ti, justo antes de salir de viaje, sin poder saber si volverás sano y salvo?
Todavía más consoladora es esta otra tarjeta, colocada en un portalápices, en la que Dios por medio del profeta Isaías me susurra al oído: “No temas, yo te he llamado por tu nombre, tú eres mío” (43,1). ¿Cómo temer? Yo ya no me pertenezco. Pertenezco a Alguien mayor que sabe mi nombre y me llama y me dice: “Tú eres mío”. El alma se serena, las angustias de la existencia humana se calman, sólo resuena la palabra bendita: “Tú eres mío”.
Aquí hay algo que anticipa la eternidad cuando Dios nos revela nuestro verdadero nombre. Según el Apocalipsis, solamente Dios y cada persona conocen ese nombre, y nadie más. Ahí seguramente Dios repetirá: “tú eres mío”, y la persona responderá: “yo soy tuya”. Esta comunión del yo y del tú durará toda la eternidad, en una fusión sin distancia y sin límites por los siglos de los siglos, sin fin.
¿No serán, por cierto, cosas sencillas como éstas las que orientan nuestra vida y nos traen un poco de luz en medio de tanta penumbra y de preguntas sin respuesta?

Leonardo Boff es autor de Experimentar a Dios: la transparencia de todas las cosas, Sal Terræ 2003.
Traducción de Mª José Gavito